-Lo siento mucho, Lavi—dijo el Bookman mientras bajaba la mirada
El joven apretó fuertemente sus puños y cerró los ojos con ira reprimida.
-No es cierto…-- quiso comenzar Lavi, el Bookman volteó a verlo-- ¡No es cierto que lo sientes! ¡Maldito Panda insensible! Eres un Bookman ¡Tú no sientes nada!
El anciano no dijo nada, simplemente le dio un rápido vistazo a la biblioteca, mientras que el joven pelirrojo daba la vuelta y salía corriendo del lugar, cerrando la puerta con un estruendoso golpe.
Cuando salió de la biblioteca, el sucesor de Bookman no se fijó que un par de ojos lo seguían con asombro, Allen lo vio escabullirse entre la oscuridad de la Orden y segundos después volteó a ver a su acompañante.
-Kanda… ¿Crees que Lavi esté bien?
-Pues obvio que no estúpido moyashi—contestó el pelinegro con aire de autosuficiencia sin darse cuenta de la mirada preocupada de Allen hasta que el peliblanco comenzó a sollozar—pues si quieres saber ve a verlo y deja de joder—dijo Kanda tratando de sonar lo más él posible.
-Pe… pero la misión—dijo Allen con cara preocupada
Kanda se quedo pensando un momento, era cierto, tenían una misión, pero la verdad, muy, muy, muy en el fondo, escondido se encontraba una pizca de curiosidad y otra de preocupación hacia el molesto conejo, además, si el maldito moyashi iba con él, iba estar todo el tiempo preguntándose por el conejo y dañando la misión, valla que los sentimientos son una molestia…
-Iré solo—soltó y se retiró del lugar.
-Gracias Kanda—soltó Allen al viento, sabiendo lo que su compañero sentía, y, lo más probable es que Kanda ya supiera sus sentimientos hacia Lavi y, aunque nadie más lo había notado, Allen sabía que como amigo, el samurái era excepcional y siempre trataba de ayudarlos cuando podía… y le convenía.
Allen siguió el camino que el pelirrojo recorrió, encontrándose con un callejón sin salida, eso preocupo a Allen, tomando otro de los caminos de la Orden para encontrar a su compañero.
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Lavi corría desesperado, enojado, lo único que quería era huir, su mente era un revoltijo sin pies ni cabeza, su corazón palpitaba, palpitaba tan fuerte que sentía que saldría de su pecho y su cabeza se quería mantener tan fría que solo conseguía tener jaqueca.
-¿Por qué?—se preguntaba en pensamientos el oji-verde—todo sería más sencillo si yo jamás hubiera pisado esta maldita Torre, estúpido Bookman— Lavi detuvo sus pasos en seco—no, Bookman no tiene nada que ver en esto, los estúpidos principios de Bookman es lo que no tiene nada que ver, ¿Cómo ni quieren que sienta si tengo un corazón?, si pudiera, si pudiera yo me lo arrancaría, dejaría de sentir, pero el corazón no se va, no se rinde.
Lavi suspiro y ahí fue cuando notó que estaba llorando, se toco sus lágrimas y abrió los ojos sorprendido por tal descubrimiento ¿Cómo esas lágrimas habían llegado ahí?
Varios buscadores que iban pasando por ahí se le habían quedado mirando, Lavi con sus dotes desarrolladas de Bookman sintió las pesadas miradas de aquellos sobre su persona y decidió salir corriendo antes de que alguien le preguntara si se encontraba bien.
-Creo que le debo una disculpa al panda, el no tenía la culpa de esto, hizo lo que cualquier Bookman haría—siguió el pelirrojo pensando-- ¿Y ahora que debería de hacer?
Su semblante cambio y su mirada se volvió tétrica y se encontraba perdida en algún punto sin dirección de la que el corría, sus pies le ordenaban huir, su mente le ordenaba tranquilizarse y su corazón lo mandaba sentir, y Lavi ya no sabía quién era…
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Walker tenía miedo, ansiedad, no sabía por dónde se había ido su amigo, aquel a que en secreto amaba, aquel al cual, todas las noches soñaba y que sus labios anhelaban, aquel el cual ocupaba su mente y corazón, por todas estas cosas Allen sabia, y valla que sabía que Lavi estaba mal, no era una rabieta cualquiera, verdaderamente era Lavi el cual estaba mal, era aquella persona que siempre había deseado conocer y que muy pocas veces lo hacía.
El sentía, o más bien, creía que sentía, una sinceridad inesperada del pelirrojo hacia él, cuando le hablaba, notaba muchas veces cuando le hablaba a Kanda para distraerse de algo o que la mayoría de las veces lo que le decía a Lenalee eran puras mentiras y que en realidad a Lavi no le caía bien esa chica y se notaba que le desesperaba su forma de ser.
Allen sonrió ante esto.
Incluso él tenía ganas de golpear a Lenalee a veces, pero Lavi, su querido Lavi siempre mostraba una sonrisa, aunque Kanda parecía que lo matara, aunque se notara que no quería escuchar a Lenalee e incluso cuando Panda lo regañaba, pero él sabía que las sonrisa que le dedicaba eran sinceras, puras, sin tapujos, sin mascaras ahí es donde estaba esa maravillosa persona que Allen quería conocer en su totalidad, no solo a la parte que mostraba en ese momento, aquel maravilloso hombre que tenia nombre pero que nadie sabía, aquel al que todos llamaban; Lavi.
Y por eso se estremeció, sintió un escalofrío en todo su cuerpo que trato de contener, era una mala señal. Y continúo su búsqueda sin rumbo…
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Siguió corriendo, sus pies le habían ganado a su pensamiento y el corazón, el corazón, no sabía que le había pasado, pero un pensamiento surgido de la nada lo hizo sentir, estremecerse, negarlo y luego aceptarlo, como la opción más viable que todo el mundo debería de tener, como la única opción en lo que algo pudiera ocurrir, como a única opción que debía de enfrentar, porque no había nada más…
Y simplemente siguió corriendo, corría tan rápido que sentía fuertemente el viento golpear con su cara, pero no sentía sus piernas y mucho menos, el suelo que pisaba, se sentía volando, volando como muy pronto lo haría…
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El pequeño peliblanco sintió un pánico horrible, ni siquiera sabía cómo manejarlo, no sabía qué hacer, se estaba quedando sin lugares a los cuales debía de asistir, hasta que una idea se cruzo por su cabeza.
-¿Y si estaba afuera?—comento el pequeño exorcista avanzando hacia la salida de la Orden.
Y como si los encargados de Dios le regañaran por su decisión un relámpago se dejó ver en el horizonte, seguido de una torrencial lluvia que oscureció aún más los cielos y dejaba que todas las esperanzas se diluyeran entre las manos de los optimistas.
El pánico de Allen no se dedico a otra cosa sino a crecer y con pasos presurosos corría con desesperación en aquel suelo lodoso que le dificultaba el paso.
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Lavi salió a la terraza, sabía que no estaba pensando claramente, pero que más daba, si no lo dejaban amar, ¿Por qué diablos no podía actuar irracionalmente con otras cosas?
Quería dejar de sentirse triste, pero no importaba lo que hiciera se sentía triste y se sentía tan extraño y tan lleno de amor que creía que iba a colapsar de tantos sentimientos encontrados…
Y es que el aprendiz de Bookman ya no sabía de dónde salían tantas de esas cosas, y es que el ya no sabía si el corazón era el que estaba pensando o su mente solamente les estaba dando un concepto a las sensaciones que embriagan su ser en ese momento…
Y solo en ese momento Lavi se dio cuenta que sentía las furiosas gotas de lluvia golpear sobre su rostro de una manera incontenible, y se dio cuenta que su respiración era totalmente desenfrenada y que de un momento a otro se desplomo con cansancio contra los húmedos ladrillos de las paredes del lugar.
Lavi tenía que organizarse, no podía dejar las cosas en el aire aunque ya hubiera tomado una decisión de la cual no planeaba retractarse, el joven cabello de fuego miro hacia el cielo, fijándose como las nubes más negras de lo que él había visto jamás se juntaban alrededor de él dándole un ambiente fúnebre a toda esa escena, pero independientemente de lo que nosotros pudieras pensar, Lavi estaba agradecido, le agradeció a aquel ser por no dejarlo llorar solo, le agradeció por ponerle un cuadro que acompañaba la escena que ahora representaba su corazón.
Flashback…
Lavi estaba en la biblioteca leyendo sobre algo que el Panda le había encargado cuando este hizo su entrada. Lavi sonrió, le gustaba la compañía de aquel viejo, y siempre estaba ahí para entretenerlo y…
-Dejaste de ser el marionetista Lavi
Las facciones de Lavi eran todo un poema, llenas de incertidumbre, preocupación y enojo, ya había olvidado lo de que la compañía del Panda era agradable, ¡Era como estar con un demonio!
-¿Qué quieres decir con eso?
Bookman sacó uno de esos cigarros largos que dan risa y comenzó a fumar despacio
-La misión aquí se está terminando Lavi, pronto nos iremos de aquí
-¿Cuándo?—preguntó Lavi estoico cerrando los ojos con fuerza para volver a abrirlos inmediatamente, Bookman lo notó y soltó el humo que llenaba sus pulmones.
-No lo sé, y no te debe de im…
-¡Te he preguntando cuando Bookman!—interrumpió el pelirrojo a su mentor, el cual abrió los ojos de la sorpresa, el solo lo llamaba Bookman cuando era de vital importancia, lo cual, nunca había sucedido y eso, eso era lo que más temía el anciano.
-Aproximadamente en dos semanas—contesto seco mientras Lavi s paraba para quedar enfrente de su maestro.
-Lo siento mucho, Lavi—dijo el Bookman mientras bajaba la mirada
El joven apretó fuertemente sus puños y cerró los ojos con ira reprimida.
-No es cierto…-- quiso comenzar Lavi, el Bookman volteó a verlo-- ¡No es cierto que lo sientes! ¡Maldito Panda insensible! Eres un Bookman ¡Tú no sientes nada!
El anciano no dijo nada, simplemente le dio un rápido vistazo a la biblioteca, mientras que el joven pelirrojo daba la vuelta y salía corriendo del lugar, cerrando la puerta con un estruendoso golpe.
Fin Flashback
Lavi se sintió ofuscado, sabía que esto iba a terminar, y sabía que iba terminar pronto, ¡Ya se había hecho a la idea! , pero la simple noticia lo consumió por dentro, el saber que no podría estar con su ángel de cabellos blancos, que nunca podría estar con los que ya consideraba sus amigos, sonó tan devastador que no se imaginaba vivir sin ellos, y no planeaba hacerlo.
El agua seguía cayendo sobre su fina piel, seguía dejando estragos sobre su corazón, pero el chico simplemente no reaccionó, siguió pensando, recordando mirando un punto ciego cuando fue que conoció a Allen, cuando supo que le gustaba y finalmente aceptó sus sentimientos ante aquel niño con sonrisa angelical.
Por estos pequeños momentos se dejaría a merced de los sentimientos de cualquier ser humano, sumiéndose en la más terrible tristeza, recordando todas las guerras, todas las muertes que había conocido, de la próxima despedida a sus amigos, del amargo sentimiento que dejaba guardarse el amor por el peliblanco, el temor que sentía al ser Bookman, la soledad que lo embriagaba minuto a minuto, los incansables escalofríos al recordar su tallado destino.
Pero más que nada se dejo llevar por la horripilante y amenazadora tristeza, aquella que por algún motivo desconocido pudo tomar control de su mente procesando en conjunto, mente y corazón, un plan lo suficientemente triste para ser calificado como tétrico.
El aprendiz de Bookman se paró automáticamente y con pasos ligeros se acercó hasta la barda que cubría la terraza evitando accidentes.
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La silueta reconocida de un joven samurái caminaba elegantemente por uno de los pasillos de la Orden enojado al ver que su misión, después de haber convencido al estúpido supervisor de dejarlo ir solo, se había cancelado por la estúpida tormenta que había caído y que el barco que lo llevaría no tocaría puerto hasta el día siguiente.
Maldijo internamente su suerte , y un fugaz recuerdo cruzo por su mente ente tantas groserías que pasaban por su cerebro; El moyashi y el Conejo y se pregunto muy profundamente si Allen había logrado sacarle una sonrisa a ese imbécil con patas.
Y después se acordó el que el estúpido brote de habas era lo suficientemente estúpido como para perderse dentro de la propia Orden, y un ligero escalofrió recorrió su espalda, tentándose a asegurarse de que ambos estuvieran bien.
Saco de su uniforme el pequeño gólem negro que le daba la orden y trato de comunicarse con el vistoso golem de Allen, el cual se oía con estática debido a la lluvia y las ráfagas de viento.
-Hey Moyashi!
-¿Bakanda?—contestó un desconcertado Allen
-Así que aun no encuentras al baka usagui ¿¿ehh?—dijo con burla el samurái.
-…!NO ES DE TU INCOMBENCIA BAKANDA!—grito sonrojado el pobre niño
El japonés pudo escuchar como Allen comenzaba a cortar la comunicación así que se apresuro a decir lo que tenía que decir.
-Recuerda que el lugar favorito de Lavi es la terraza. —y antes de que Allen pudiera decir algo Kanda ya había colgado.
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Allen agradeció mentalmente a Kanda, comenzando a correr nuevamente hacia la orden con todo lo que podían sus pies sobre el lodo.
Que estúpido había sido, ¡Se le había olvidado en lugar favorito de Lavi!
Y siguió corriendo
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Era tan fácil terminar con ese sufrimiento, con esa hipocresía, que no creía que no se le hubiera ocurrido antes, fue tan estúpido que casi se parte de la risa ante la simpleza de la solución.
Lavi se encontraba parado en una de las varillas de la barda sonriéndole de una manera aterradora al oscuro vacio que se formaba bajo sus pies.
Una terrorífica carcajada salió de sus perfectos labios, dándole un toque desquiciado y frenético.
¡Nunca se había dado de cuan hipócrita era! ¡De todas las mentiras que se había creado! De la bella mentira que representaba su simple presencia.
Y el chico camino confuso y dudoso sobre el barandal recordando poco a poco todos los sentimientos que nunca pudo sentir, recordó la primera guerra a la que fue, recordó la excitación que sintió de pequeño al darse cuenta que podría vivir y decir lo que se le pegara la gana excepto la verdad, y en ese solo momento pensó que había sido agraciado con el trabajo más genial de todo el planeta.
Una carcajada fue callada por un trueno que destruyó varios árboles que rodeaban la Orden
¡Oh! Cuan estúpido y crédulo niño fue…
Lavi dio un salto cayendo sobre una mano en el mismo barandal, una sonrisa acompañaba su rostro, con su único ojo visible bien abierto dejándole una perspectiva de la profundidad del vacío que se alzaba ante él.
Cuando entró a la Orden, fue el adolescente más feliz que pudiera recordar, ¡Por fin podría mentir de una manera tan exagerada que conseguiría lo que quisiera!, pero otra vez estaba equivocado, y todo por una simple razón, descubrió que si quería tener amigos, descubrió que algunas veces, cuando hacia bromas o se le presentaba una situación, el acudía como persona, no como observador, acudía como exorcista no como Bookman, y descubrió cosas que no pensaba que podría descubrir, se descubrió a si mismo proyectándose con su verdadera personalidad, “Lavi” era lo más cercano a el mismo que podría poseer jamás en su vida como Bookman. Y pensó que podría soportarlo, ¡Claro que podría soportarlo! Incluso pensó que eso le serviría para ser más fuerte y guardar algunos recuerdos para cuando estuviera solo y se la pasara recordando tosas sus mentirillas piadosas.
Lavi dio un giro a su cuerpo sobre su mano para luego doblar el brazo y sentarse en el barandal, soltando su mano y dirigiendo su mirada hacia el cielo nuevamente…
Y su pesadilla se fue transformando en la más cruel de sus ironías, cuando llegó el demonio disfrazado de piel nívea y cabellos blancos. La primera vez que lo vio su corazón se detuvo y en ese momento su cerebro le mando una corriente nerviosa a su cuerpo de que se alejara de ese chiquillo, pero simplemente no pudo, se dio cuenta al tratarlo que era la persona más bella que jamás hubiera conocido y poco a poco y sin darse cuenta se fue entregando a ese sentimiento tan engañoso que creyó seria como tener un hermano, claro que después se dio cuenta que no era normal soñar con que tu hermano estaba debajo de ti desnudo gimiendo de la forma más placentera que encontrabas, mientras lo embestía una y otra vez no aguantando las ganas de explorar su cuerpo, y no, no era simple deseo sexual, así que con gran indignación y con una resignación tan grande, aceptó que lo que sentía era aquello que llaman amor…
Lavi sonrió para sus adentros y coloco una mano sobre su camisa a la altura de su corazón, apretando fuertemente la tela.
Y ahí fue cuando su vida dio un giro de 180°, queriendo hacer a su amor feliz, dependiendo de su sonrisa día a día, y creyó que podría hacerlo, de verdad lo intentó, pero la realidad le hizo tocar la puerta de su mente dándose cuenta de las cosas: él era un Bookman, Allen un exorcista, él no debía tener sentimientos, Allen vivía de ellos, y aún más cruel fue su mente al decirle que él se tendría que ir y Allen quedar…
Y la realidad había azotado sobre él esa misma tarde, haciéndole recordar todos sus miedos y el porqué había quedado ahí atorado y enfrascado en sus propios sentimientos.
Y el cuerpo de Lavi solo reposo en esa incómoda posición en aquel barandal que lo dividía entre la vida y la muerte…
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Allen corría lo más rápido que podía, incluso en una parte del bosque se hartó tanto de que sus pies se hundirán en el fango que decidió activar su inocencia e ir balanceándose de rama en rama con Crown Belt, al haber entrado en la orden la desactivó y ahora se encontraba corriendo todo el camino de las escaleras de aquella terrorífica torre, y para su suerte no había gente alrededor que lo pudiera detener abruptamente de su destino.
Y es que nunca en su vida se había sentido tan inquieto, sentía que con cada paso que daba se retrasaba de algo que debía de saber desde antes pero no encontraba manera de conectarlo.
Desde la primera vez que había visto a Lavi, lo había atraído enormemente, al poco rato todo su mundo empezó a girar en torno del pelirrojo, y es que no había día, hora o segundo que no pensara en él, misteriosamente*, el primero en enterarse de su atracción fue Kanda, el cual se lo hizo saber sin rodeos, y a partir de ese momento el albino dejo de tenerle miedo, comenzó a respetarlo y después lo aceptó como su amigo, ayudándolo, de un modo tan Kanda, con los sentimientos que cargaba ante el conejo fastidioso, apreciaba cualquier pequeño y corto momento con el sucesor de Bookman, gozaba cualquier pequeño rose con él, y fantaseaba de una manera tan pero tan evidente que le daba curiosidad como nadie se hubiera dado cuenta.
Y por esta y otras 152 mil razones, sabía que Lavi estaba mal, terriblemente mal, y que él y solo él era el único que podría ayudarlo, porque si esperaba un poco más, por insignificante que fuera el segundo, lo perdería para siempre…
Y al final el cuerpo de Allen había llegado a su paradero, solo le faltaba abrir la puerta, dando un paso hacia la terraza y listo, y así lo hizo, y en cuanto dio ese primer paso sus ojos se abrieron desmesuradamente saliendo de sus órbitas y queriendo desgarrar su garganta en un grito que no pudo salir por el estado de shock en el que se encontraba.
Y ahí se encontraba él, aquel que robaba sus pensamientos, dándole la espalda, ajeno al mundo que dejaba atrás, parado sobre el barandal, con sus manos reposadas en la nuca y mirando hacia el cielo, pero hubo algo que perturbo aún más a Allen, y eso fue la aterradora carcajada que lanzó su amor al momento que él entro.
-Ya estoy tan mal que empiezo a alucinar cosas—dijo en voz alta y cargada de cinismo el Bookman.
-La…Lavi—dijo Allen lo suficientemente alto para que Lavi lo escuchara en medio de esa espantosa tormenta.
-Vaya que mi mente recuerda exactamente tu voz…Alleen—se burló el mayor.
- En verdad estoy aquí Lavi, voltea, realmente soy yo… ¿! Qué diablos se supone que estás haciendo?!
El oji-verde movió su cabeza hacia atrás solo para observar de reojo a su alucinación y después abrió los ojos sorprendido, ¡Allen realmente estaba ahí!, pero eso no cambiaba las cosas, solo las haría más difícil.
-¿Qué quieres Allen?—preguntó con voz sombría
-Que te bajes de ahí y nos vallamos a tomar un chocolate caliente y nos vallamos a la cama, por favor Lavi—respondió automáticamente el chico de mirada plateada.
-Lavi no existe—dijo con rencor el mayor.
-Eso ya lo sé—dijo con una sonrisa Allen, haciendo que Lavi diera una vuelta a su cuerpo quedando de frente al adolescente—pero es mejor eso a llamarte individuo pelirrojo, o usagui.
Lavi lo miro sorprendido, ¿Qué era lo que quería en verdad?, ¿Se dejaría manipular tan fácil por aquel chiquillo?
-Quiero conocer a aquel individuo pelirrojo—continuo Allen—por por favor, quiero que me des esa oportunidad…
Lavi soltó otra carcajada llena de cinismo
-¿En serio quieres conocer a una persona que nunca pertenecerá a una historia?, ¿Conocer a alguien que solo es observador pero nunca presente?, ¿A alguien que nunca estará cuando lo necesitas?, ¿Alguien sin futuro?, ¿Alguien lleno de mentiras sin ningún pasado?, ¿Alguien… alguien que ni siquiera se puede denominar alguien?
Allen lo miro con angustia, las facciones de su amigo dejaron de ser divertidas y sublimes, ahora todas estaban desencajadas y su rostro solo mostraba dolor y rencor…
-¿Eso es lo que te preocupa Lavi?, ¿Ser alguien?
-¡No me llames Lavi! ¡Yo soy nadie!, no puedo aspirar a mas...
-Te equivocas, tú eres alguien, mi alguien más importante…
-¡Cállate Allen! Simplemente cállate, ¡Tú nunca lo entenderías!—dijo el pelirrojo con rabia apretando los puños y enterrando sus uñas en sus palmas haciéndolas sangrar
-Entonces dame una oportunidad ¡Dame una oportunidad para poder entenderte!, ¡Porque quiero entenderte!- Allen se fu acercando poco a poco hacia donde estaba Lavi, dándose cuenta del gran charco que ahora representaba el suelo de la terraza.
-No te atrevas a acercarte...
-¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Saltar más rápido?—Allen sabía que no era bueno tentarlo pero no sabía que mas hacer.
Sorpresivamente para los ojos de Allen, Lavi había dado media vuelta mirando el vacio
-¡No saltes!, Por favor… no saltes—suplicó el albino al borde de la histeria—si lo que tanto quieres es presenciar una muerte, ¡Yo lo hago! ¡Yo saltó por ti!
El cuerpo de Lavi sintió un estremecimiento por todo su cuerpo.
-No quiero presenciar tu muerte Walker, quiero que mi propio corazón deje de latir…
-¡¿WALKER?! ¡¿Ahora no soy más que un conocido para ti?!
-Todos no son nada más que simples marionetas, y yo soy el titiritero.
-Oh ¿enserio?—dijo Allen sin esconder su cinismo— ¿qué gran titiritero se deja manejar por sus títeres?
Lavi volvió a mirar el cielo.
-Es cierto Allen, me dejo manejar por mis marionetas, porque soy la marioneta más flexible de todo el mundo, y que cuanto se intenta levantar, es la más fácil de someter—el chico sonrió por la verdad de la metáfora utilizada.
-Ayúdame a entenderte, déjame cargar parte del peso que cargas, eres lo más importante que tengo ¿! Porque me lo quieres quitar?!—Allen se acercó un poco más, quedando a un metro de su amor.
- Yo no te estoy quitando nada, no estás perdiendo nada, solo te estás dando cuenta de la realidad.
-¡Pero es que no hay realidad sin ti!- Allen ya estaba exasperado, no sabía que decir para quitarle las estúpidas ideas que Lavi traía en la cabeza, pero verlo ahí, tan desloado, le rompía en corazón en fragmentos tan pequeños que no podía concebir tal tamaño. —quiero estar siempre contigo, quiero conocerte, quiero que me dejes entrar en tu vida, quiero que me dejes sentir aquello que yo jamás podre sentir…
-¿Por qué?—pregunto la voz temblorosa de Lavi al verse completamente descubierto.
-Por que te quiero, quiero estar a tu lado, seré lo que tú quieras, lo que tu desees, lo que tu necesites, pero no saltes, por favor…-- los ojos de Allen se hallaban completamente cubiertas de lagrimas y con la lluvia, no sabes donde terminada y donde empezaban ellas y sus lagrimas—te has perdido tanto en tu dolor, y quiero que empecemos juntos, por favor, no quiero gritar tu nombre en esta horrorosa noche, te lo ruego…-- Allen miraba intensamente la nuca de su pelirrojo.
-Te Amo Allen…-- y el pelirrojo se lanzó al vacío.
Y por unas fracciones de segundo se sintió exactamente como había pensado, solo, con la adrenalina a más no poder, sus oídos zumbaban, la piel se le erizo al punto de querer despegarse por sí sola, y después, nada, al principio creyó que era su final, pero lo primero en reaccionar fue sus sentido del odio, el cual, escucho las gotas de agua en el suelo, el siguiente fue el tacto, sintiendo las pequeñas lagrimas del cielo, heladas, sobre su piel, y en cuanto abrió los ojos se encontró con el vacio que tanto esperaba llegar.
En ese momento se siento flotando y algo en su pierna le llamaba la atención, aquel muchacho al cual, hace solo instantes le había dicho que lo amaba, y sonrió, sonrió porque supo que no era su fin y porque en ese mismo instante, supo, que no estaba solo.
Allen se encontraba feliz, porque había podido detener a ese individuo justo a tiempo, había logrado salvarle la vida al ser más importante de su mundo, y lo jalo, ayudándole a llegar a tierra con facilidad.
En cuanto Lavi se encontró a salvo los dos trataron de recuperar su aliento y sus rostros quedaron a escasos centímetros el uno al otro, y el pelirrojo sonrió, de esa manera tranquila y dulce que a Allen volvía loco y respondió su sonrisa.
-Solo para informarte, individuo pelirrojo, que yo también te amo.
La mirada esmeralda de Lavi no mostraba nada más que un extraño brillo de emoción, y unió sus labios hacia los de Allen, uno cargado de emoción que no se podía expresar con simples palabras, uno de esos que siempre recuerdas y que te hace ver que estas con la persona indicada, aquel beso cargado de tantos sentimientos que no se podría saber de uno más puro y hermoso.
Los dos se separaron para poder respirar un poco y volver a besarse, después de una serie de besos más cortos Lavi detuvo a Allen y lo miro a los ojos.
-Me voy en dos semanas…
Allen sonrió y tomo el rostro de Lavi entre sus manos.
-Me lo imaginaba, pero lo enfrentaremos juntos, y sabremos qué hacer para permanecer así…
Lavi besó a su peliblanco con dulzura.
-Gracias Allen, has acabado con mi triste historia.
-No tienes nada que agradecer, ya que aquel individuo pelirrojo con complejo de suicida, es al cual yo amo…
FIN