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Mi hoguera de invierno por Xkanleox Ixquic

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Notas del capitulo: ...pues este capítulo es narrado por Jüshiro, todos los títulos son referentes a Byakuya, como podrán darse cuenta n.nU
disfruten :)
Sus encantos
Se desmayó en mis brazos, sus lágrimas habían mojado mi ropa. La nieve ya cubría con una delgada capa nuestros kimonos, y también resaltaba sobre el cabello tan suave y negro del pequeño Byakuya. No era tan pequeño, era un chico que estaba en plena pubertad, quizá las hormonas expliquen sus arrebatos histéricos de intento de suicidio. Lo giré hacia arriba para poder cargarlo, y lo observé.
Admiré su piel blanca, sus labios delgados y rosados, su cabello lacio azabache. Inconscientemente, postré mis dedos sobre su rostro, y lo acaricié. Su piel era tan suave como la de un recién nacido. Sus finas facciones podían incluso hacerlo pasar por una chica, y quizás mucho más bonita que muchas. Cuando sea más grande, tendrá el corazón de todas las mujeres y muchos hombres de toda la Sociedad de las Almas. Tiene una belleza arrasadora. Aparté un mechón de su cabello de su cara, y sonreí. Su cuerpo, en ese momento, parecía tan frágil que ni él mismo se lo creería. Lo levanté y con el movimiento de mi brazo moví su cabeza un poco. Entreabrió la boca y cosas turbias comenzaron a pasar por mi cabeza, pero cuando me di cuenta, la sacudí, esfumándolos.
- ¿En qué estoy pensando? …l es un pequeño, además es el próximo dirigente del clan Kuchiki. Ambos somos hombres, qué idiota soy. – me dije en voz alta, y lo llevé adonde lo atendieran.
- ¡Ah, Capitán Ukitake, encontró a su excelencia Byakuya-sama! – exclamó una de las sirvientas. Enseguida toda la servidumbre corrió para atender a su señor, y me lo agradecieron de mil maneras.
- No es nada, ha sido un placer ayudar. Es lo mínimo que puedo hacer por mis amigos, los padres del joven Byakuya. – sonreí. Después me arrepentí, no fueran a pensar que era un descaro sonreír en tremendo funeral.
- De verdad, no sabemos cómo agradecérselo, Capitán Ukitake.
- Está bien, está bien, no es nada. – me quedé pensando un rato. – Si pudieran dejarme venir a visitarlo, estaría muy bien para mí. Claro, sólo si el joven Byakuya quiere.
- ¡Por supuesto! Se lo preguntaremos al señor cuando esté dispuesto.
- Muchas gracias. Me retiro. – dije, yéndome en medio de esa noche nevada.
Pasaron dos días para que fuera a visitarlo. Estaba en cama reposando, al parecer tenía un resfriado y pocas ganas de recuperarse. Su rostro estaba más pálido que de costumbre, y su mirada igual de arrogante, pero dolida. Sentí algo de pena por él.
- ¿Se puede? – pregunté, suavemente.
- Adelante. – entré y sonrió al verme.
- He estado esperándote. Creí que vendrías desde el primer día.
- Lo siento, tenía mucho trabajo. Pero vine en cuanto pude, disculpe. – tomó las sábanas con sus delgadas y finas manos.
- Está bien, no es nada, lo importante es que ya estás aquí. – no sé si fue mi imaginación pero lo vi algo más delgado. Lo que sí era cierto, era que estaba bastante desmejorado.
- Joven Byakuya, creo que no le está dando suficiente importancia a su salud. Está bien que todos sus sirvientes se preocupen por usted, pero si no pone de su parte, nunca va a mejorarse. Sé que es difícil, pero tiene el apoyo de todos. Parece que su gente lo estima. – miró con tristeza las sábanas, y después dirigió esa mirada a mis ojos.
- ¿Somos amigos, Ukitake?
- Eso creo.
- Entonces no me llames joven Byakuya o cosas por el estilo. Soy Byakuya, o Kuchiki.
- De acuerdo. – sonreí, a pesar de que verlo así me deprimía.
- Otra cosa.
- Dime.
- Prometo poner de mi parte si tú… - se sonrojó tiernamente – Si tú prometes venir a visitarme todos los días. – ahora sonreí sinceramente, tomando sus manos que jugaban ya con la tela.
- ¿De verdad lo harás? – él evitó mi mirada y asintió. – Bien, entonces lo haré. Vendré a visitarte todos los días. …l me miró con algo de emoción.
- ¡Qué bien! – dijo, abalanzándose sobre mí, pero el impulso fue tal que me tumbó sobre el suelo. Cuando levantó su rostro, quedó muy cerca del mío. Sus ojos de sorpresa y su sonrojo hicieron que yo pusiera la misma expresión. Estaba tan atolondrado que no soltaba mi cuello con sus delgados brazos.
Su aliento, tibio, daba en mi barbilla y en mi labio inferior. Sentí su corazoncito acelerarse sobre mi pecho, y su cuerpo tembloroso que se estremecía. Rogué a lo que fuera que Byakuya no notara que mi entrepierna comenzaba a abultarse un poco. Se apartó enseguida, avergonzado.
- Disculpa, Ukitake. No fue mi intención. – se hizo un pequeño pero incómodo silencio. Acaricié su cabeza.
- No te preocupes. Me da gusto que te alegre, Byakuya. – se tapó de nuevo con la cobija hasta la cintura.
Nos quedamos ahí platicando hasta la noche. Era un muchachito muy interesante, inteligente y agradable, a pesar de que la primera impresión que daba era la de un joven mimado, caprichoso y soberbio. Pero, sobre todo, era tierno, cosa que casi nadie había notado. Era de sentimientos nobles e inocentes también, y como abrió esas facetas ocultas a mí, yo también me entregué a esa amistad.
Me entregué como amigo, como protector, y como algo que él jamás entendería hasta que fuera mayor.
Notas finales: estoy trabajando en el tercer capítulo, espero tenerlo pronto
^^ me encanta la faceta oculta de Byakuya inocente (inventada por mí, pero bueno u.u).

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