-Hooolaaa Quatre- Un joven de larga trenza castaña y una gran sonrisa corrió por el patio de la escuela hasta que llego con su amigo, un chico unos cuantos centímetros mas bajo que el, rubio y de ojos azules, que había visto todo el recorrido de su amigo con una gota en la nuca.
-Hola Duo- Saludo de forma más "normal"
Duo paso su brazo por los hombros de su amigo, mientras los dos caminaban rumbo a la salida- ¿Tienes algo que hacer esta tarde?- Y sin dar tiempo a que el otro responda- Me alegra tanto que no, por que quiero ir a ver la nueva película...
-Duo, yo no...- Comenzaba a hablar Quatre cuando algo, o mejor dicho alguien los interrumpió. Eran cinco chicos de ultimo grado, y considerando que Quatre y Duo eran solo dos y que apenas iban en segundo estaban en clara desventaja.
-Vaya ¿Qué tenemos por aquí?- Dijo uno de ellos, al parecer el líder.
-Déjanos en paz Zack- Duo lo enfrento decidido, desde que entro a la escuela, Zack le había hecho la vida imposible
-¿Y si no que?- Se fue acercando de forma peligrosa a Duo, mientras otros dos sometían a Quatre, lo acorralo en una de las paredes- No tientes a tu suerte Duo, por ser alguien tan lindo aun no te hemos hecho algo malo realmente, así que...- Pero la platica de unas profesoras que se acercaban a la salida los alerto- vámonos de aquí- Les grito a sus amigos, que de inmediato desaparecieron del lugar
-¿Te encuentras bien Q-chan?-Duo se acerco a su amigo
-Si, no te preocupes, pero ¿Tu estas bien?- Quatre estaba preocupado, siempre era Duo quien recibía la peor parte, los golpes, los insultos, los robos, y muchas cosas aun peores.
-Claro que si, sabes que se necesita mas que eso para lastimarme- Duo sonrió haciendo la señal de la victoria, que hizo sonreír a Quatre, los dos comenzaron a caminar rumbo a su casa.
No es que ellos fueran débiles, sin embargo, el grupo de bravucones de la escuela eran mas grandes, y siempre actuaban con ventaja numérica, lo cual hacia casi imposible defensa alguna. Duo trato durante meses, aunque siempre termino golpeado y con una reprimenda y castigos en su casa, pero aun así no se daba por vencido, no permitiría dejarse vencer por esos estúpidos.
Pero todo cambio una tarde cuando llego Quatre a la escuela, era la mitad del primer curso, era demasiado tímido, pero aun así, rápidamente se volvió su mejor amigo, no podía permitir que lo lastimaran, ahora tenia una nueva "desventaja", y lo hacía más vulnerable ante ellos.
Llegaron a una esquina, a donde se separaban para ir a sus casas.
-¿Entonces en la tarde podemos ver la película?- Duo sonrió
-Este... no puedo, mi hermana llevara a su novio a casa y tenemos que estar todos- Quatre dijo con fastidio- Sabes que prefiero mil veces la película, pero no quiero desobedecer a mis padres- Bajo la mirada apenado
-No te preocupes Q-chan- Duo abrazo al rubio por los hombros- La veremos mañana- Quatre asintió con la cabeza- Nos vemos
-Hasta mañana- Quatre se despidió, y se dirigió a su casa.
Duo camino al edificio, hoy seria una de esas tardes que se hacen eternas, por que no hay nada que hacer.
-Mejor no entrar- Suspiro sentándose en una de las bancas frente al edificio. Casi acostado, cerro los ojos, aun sentía enojo por lo que intentaron hacerle seguramente darle una golpiza, como se había hecho costumbre- Si es que alguien se puede acostumbrarse a eso- Murmuro molesto, y es que sentía que no estaba en posición para defenderse, no tenia temor de que le hicieran algo, el no era tan importante, pero no podía permitir que si se defendía, lastimaran a Quatre, que hasta el momento lo habían dejado al margen- Mejor entro de una vez- Se dijo, y es que comenzaba a nevar.
Un taxi avanzaba por las calles oscuras, hasta detenerse en un edificio que parecía que tenia siglos en pie, era extraño que a las diez de la noche llegara alguien que no viviera en aquella zona.
De las puertas traseras salieron dos jóvenes, ambos altos, de figura estilizada y bastante atractivos, uno de ellos de cabello castaño oscuro y desalineado, y ojos azul cobalto, el otro de ojos verdes, uno de ellos cubierto por su cabello que era castaño claro, ambos se miraron por un momento, para después cada uno sacar una caja del auto.
De la puerta delantera, bajó un hombre, igual de atractivo que los jóvenes, de ojos azules y una larga cabellera rubia. El taxi se alejo del lugar.
-¿Cuál es Milliardo?- Pregunto el chico de ojos verdes
-Aquel, en el segundo piso- Milliardo señalo con la cabeza una de las ventanas.
-Interesante- Murmuro el chico que hasta el momento no había dicho ni una palabra, mirando hacia donde había señalado el rubio
-¿Interesante? ¿Qué pasa Heero?- Pregunto el chico de ojos verdes intrigado, a pesar de que solo fue un murmullo lo había escuchado perfectamente
-No importa, vamos Trowa, no tenemos tiempo- Heero comenzó a caminar hacia el edificio, seguido de Trowa.
-Es temprano- Milliardo sonrió para después seguirlos- Aunque nunca hay tiempo suficiente ¿Verdad?
Duo sentía que su corazón se iba a salir de su corazón, toda la tarde estuvo aburriéndose a su habitación, viendo como caía la nieve; y cuando termino de nevar viendo a la nada, desde su cama, estaba durmiéndose cuando escucho el ruido de un auto, lo cual era bastante extraño, eran las diez y casi nunca llegaban autos a esa hora. Se acerco a la ventana, no es que le gustara espiar, pero era lo mejor que podía hacer en ese momento, vio bajar a tres personas, dos eran como de su edad, y otro mayor, seguramente el padre de los chicos.
El taxi se fue, pero ellos se quedaron allí parados; de repente voltearon hacia donde el estaba, por un momento, el chico de ojos cobalto lo observo, su mirada era penetrante, como si pudiera ver a través de sus ojos hasta su alma.
Por eso ahora estaba detrás de la pared, escondido
-Seguramente piensa que eres un mirón o algo peor Duo- se acostó en su cama- Por las cajas seguramente vienen a vivir aquí- Abrazo la almohada tapándose la cara con ella- Y para mi mala suerte seguro que son los nuevos vecinos
Los tres entraron al departamento, no era lujoso, pero era justo lo que necesitaban, un lugar con pocas ventanas, amueblado, lejos del centro de la ciudad, un lugar a donde las personas casi no iban.
-Su habitación esta por allá- Milliardo señalo una puerta del otro lado de lo que era la sala, mientras el iba con una caja a la cocina abre el refrigerador, y mete algunas bolsas- ¿Tienen hambre?- Levanta un poco su voz, minutos después los dos chicos están frente a él- Supongo que eso es un si- Murmura mientras que del refrigerador saca dos bolsas de las que acaba de meter, son bolsas de transfusión de sangre, le da una a cada chico.
-No debiste robarlas del hospital- Trowa le comenta, después de darle un sorbo al liquido de la bolsa
-No importa- Milliardo encoje los hombros despreocupado- Te todas formas ya nos íbamos de allí
-Aun así no debiste- Ahora es Heero quien habla- Pudiste levantar sospechas- Su mirada es fría
-Jamás permitiría que algo les pasara- Milliardo sonríe, acariciando las mejillas de los chicos- Los amo demasiado como para permitirlo
-Hay que arreglar las ventanas para el amanecer- Indico Trowa después de dejarse acariciar unos segundos
- Tienes razón Trowa, no podemos arriesgarnos a que amanezca- Milliardo sonrió acercándose para abrazarlos, ni Heero ni Trowa correspondieron, pero tampoco lo rechazaron- No pienso perderlos por algo así, los amo demasiado- Beso los labios de cada uno, para después separase y caminar rumbo a la habitación, tenían que estar listos para el amanecer, si algún rayo de sol entraba estarían mortalmente en peligro, así era la "vida" de los vampiros y Milliardo estaba dispuesto a entregar su alma mortal por ellos.