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Empty Room por Kayita

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Sé que fue tonto quedarme pensando en sus palabras, pero cada cosa que Kyo decía, hasta el más mínimo suspiro, estaba premeditado por minutos, nada salía de sus labios sin un correcto análisis primero.
-Yo nunca me he ido-
Esa frase repiqueteaba en mi cabeza una y otra vez, a pesar de ya estar en compañía de Mizuki. Decidí ignorarlo, Kyo lo había dicho deliberadamente a propósito, pero no con un fin maligno… él simplemente no tenía maldad.
Los escudriñantes ojos de Mizuki no se habían apartado de mí en ningún momento, pude notarlo, pero decidí fingir humanidad y mirarlo curioso.
¿Qué pasa? pregunté algo avergonzado
Estás irremediablemente feliz… me contestó y logró dejarme perplejo por unos instantes
¿Cómo demonios podía ver esas cosas en mí?
Se sonrió sonrojado cuando me quedé viéndolo a los ojos por más de un minuto, bajando la mirada algo apenado.
¿Te ha pasado algo bueno? comentó en un susurro temeroso, sé que estaba luchando muy fuerte para no dejar que la vocecita de su cabeza respondiera por mí
Algo muy bueno, respondí fingiendo misticismo y estirando mi mano hasta tocar sus largos dedos, acariciándolos para no mentirle, dejándole creer que él tenía mucho más que ver con el repentino cambio de humor…. Me sentiría una basura si esa pequeña sonrisa que se formó, desapareciera por mi brutal honestidad.

Un silencio incómodo ocupó gran parte de la cena, parecía que Mizuki había recordado algo bastante repentinamente y un tinte rosado en sus mejillas me decía que no quería saberlo aún. Pero me sonreí, extrañaba la sensación de nervios y expectativa que llenaba mi vida en mis días mortales. Lo miré fijamente, logrando que levantara la cabeza de su bebida y sonriera, acentuando su sonrojo.
¿Qué tanto me ves? se burló, fingiendo normalidad
Estás pensando en algo… dilo, le aclaré con tranquilidad
Balbuceó un par de veces, suspiró frustrado y finalmente tomó una gran bocanada de aire.
Está bien…. ¡Y eres libre de decir que no si no quieres! aclaró precipitadamente. Yo… pensaba que tal vez… para variar, te gustaría salir una de estas noches…
Ya estamos saliendo en las noches
, interrumpí a pesar de saber que no había terminado, a veces debía fingir la naturaleza inquisitiva del ser humano
Déjame terminar… se quejó de forma infantil. Lo que quiero decir es… bueno… salir a… bajó la voz extremadamente, hablando en un susurro que a cualquier humano le hubiese costado escuchar …a bailar… por ahí…. ¡olvídalo, es una idea terrible!
Me reí abiertamente, enterneciéndome con su inocencia inagotable, pasé el dorso de mi mano por su mejilla con cariño y tomé su rostro.
Me encantaría, susurré y me sentí algo culpable al ver como el calor de su piel aumentaba drásticamente y sus mejillas se teñían de rojo
A veces simplemente no podía controlar la atracción que provoca mi ser en los humanos.

Sabes que algún día tendrás que llevarme a tu casa, amenazó girando torpemente la llave en la entrada principal de su casa, dejándome pasar primero.
Me sonreí avergonzado, a eso no se lo podía llamar casa, no era ni la mitad de cálida que la de Mizuki ni la mitad de perfecta que la de Kyo
No quieres conocerla, bromeé fingiendo estar apenado por eso
Respondió con una tierna sonrisa y se perdió en la cocina, pude sentir el ruido de vidrios chocándose levemente, el ruido de los árboles acariciados por el viento, la puerta del refrigerador abrirse y cerrarse, botellas abriéndose, un ligero chirrido, mínimo… ajeno... Miré al gran ventanal de la sala y lo vi, sonriéndome cómplice desde el otro lado. Le respondí algo avergonzado, si tuviera más sangre en mis venas me habría sonrojado.
Sus labios no se movieron, pero la frase en mi mente se oyó tan clara como si Kyo hubiese estado junto a mí
Voy a dar una ronda, tengo mucha hambre, espero verte mañana
Desapareció en cuanto su voz dejó de sonar.


~~


¿Y si volviera? pregunté como siempre que se formaba un silencio prolongado en los relatos de Kyo
…l no tiene deseos de volver… no volverá, no hasta que no exprima su eternidad al máximo… contestó sonriendo, pero esa sonrisa que intentaba ser de burla, solo me parecía más y más triste
¿Hará mucho daño?
Oscureció el semblante.
El angelito que convertí en un demonio… murmuró mirando hacia la luna alta y reluciente en el cielo.


~~


A pesar de vivir a unos pocos metros de él, su excitación y expectativa podía sentirse a leguas de distancia. Mizuki corría de un lado a otro, probándose todo lo que sirviera de su amplio guardarropa. Posando en el espejo como una mujer. Me sonreí, debía conseguir algo de ropa nueva apenas cayera la noche, o se delataría mi falta de interés. Suspiré al sentir el deteriorado piano sonando en el piso inferior. Como Kyo lograba sacar sonidos hasta de las piedras no dejaba de maravillarme. La melodía era repetitiva e hipnotizante, casi podía sentir algo muy similar a la modorra humana… ¿o simplemente era la falta de alimento?
Me incorporé de golpe. Alimentarme. Debía alimentarme antes de ver a Mizuki, o su olor destrozaría la cordura que nos costaba siglos construir. Bajé las escaleras de dos en dos y el sonido del piano se cortó abruptamente al sentir mi último salto.
Está en mi naturaleza como tu mentor recordarte que nuestra raza no puede salir de día… ¿o lo has olvidado? Comentó hasta divertido por mi celeridad, comenzando nuevamente con la incesante melodía, manteniendo en todo momento sus ojos cerrados.
Sonreí algo apenado.
Tienes razón, no sé porqué lo olvidé… bajé la mirada, había estado mirando la claridad del día a través de las persianas… ¿en qué momento?
Se rió, suave, sensual.
Fue el piano, dijo sin detener la música, es una melodía muy simple, pero su monótono sonido siempre logra adormecer hasta la más despierta de las fieras…
¿Lo usabas en él?

Detuvo la música bruscamente y me miró de forma espeluznante, pero aún podía reconocer su triste amor en el ébano de sus ojos. Me asusté un poco de mi propia pregunta, ni siquiera lo había pensado, sólo lo había dicho. Después de un tiempo de escrutarme el rostro, lo devolvió al piano al verme bajar mi cabeza avergonzado.
No. En él jamás ha servido…
El silencio incómodo que se formó entre nosotros me heló la poca sangre que aún corría por mis venas. Tuve deseos de volver el tiempo atrás y de cerrar mi impulsiva y curiosa boca.
Me alejé del piano, levantando una nube de polvo al dejarme caer en un abandonado sillón. Observé la espalda erguida de Kyo mientras una nueva y melancólica melodía comenzaba a salir de las derruidas teclas. Suspiré cerrando mis ojos. Nunca había visto esa expresión en el rostro de Kyo… nunca había experimentado miedo a su lado.
Lo siento, susurré
No hay nada que disculpar, tú no cargas con el estigma de todos los que me han hecho sufrir… no importa cuanto así lo creas…. Guardé silencio. Las verdades de Kyo siempre eran dolorosamente ciertas.
La melodía continúo y seguí escuchándola de ojos cerrados, hasta que a través de mis parpados noté que la claridad se desvanecía, que la luz artificial de las calles comenzaba a colarse por las ventanas. Abrí los ojos lentamente, observando el piano. Kyo ya no estaba ahí. Me levanté bruscamente, recorriendo la habitación con la vista. Antes que pudiera subir las escaleras para buscarlo en el piso superior, Kyo atravesó la puerta principal con un sobre en su mano. Se acercó a mí calmadamente y estiró el sobre hasta dejarme tomarlo. Jamás había visto tanto dinero.
Cómprate algo digno de tu acompañante comentó sonriendo
Ven conmigo, supliqué sin saber el porqué. Negó con la cabeza
No me gusta ver a mis hijos alimentarse, me recuerda de mi error… será otra vez….
Pasó por mi lado, subiendo las escaleras con calma y perdiéndose en el piso superior. Pude imaginármelo limpiándole el polvo a los libros abandonados por los anteriores dueños, investigándolos y aprendiéndoselos de memoria en una sola lectura. Sonreí antes de salir a la oscura calle.

Me sentía nervioso, caliente, como un humano, cuando salí de la tienda con la cantidad de bolsas correspondiente para la cantidad de dinero que Kyo me había entregado. No recordaba haber ido de compras en mis días mortales, y simplemente no podía imaginarme a otros de mi raza en una tienda de ropa. Reí algo divertido y mi risa hizo un eco extraño en un pasaje. Un perfume asfixiantemente dulce llenó mi nariz y tuve que cubrirla, tratando de escrutar entre la densa oscuridad. Por más extraño que me pareciera, no pude ver nada. Antes de notarlo, la intoxicante fragancia había desaparecido.
Un extraño escalofrío me acompañó el resto del viaje de vuelta a casa, una sensación de ser observado, pero el observador parecía mezclarse con las mismas sombras, desapareciendo de la vista. Me sentí un novato, Kyo podría haberlo visto no importa cuanto el otro tratara de esconderse. Mordí mi labio inferior al cruzar la puerta principal.
Sus ojos ébano parecían desencajados. Perturbados.
Te han seguido. Dijo en un tono que jamás había escuchado en él
Ambos salimos a la calle, escrutando en todo a nuestro alrededor, pude ver como Kyo se cubría disimuladamente la nariz al acercarse a mí, intoxicado con el dulce olor que aún residía en mi ropa.
Cámbiate rápido, ese es el perfume de un cazador. Mizuki no debe olerlo, habló de forma fría y calculadora, sin un rastro de su tono triste usual.
Lo obedecí tratando de impregnarme de algo de su frialdad, de calmar mi alborotada cabeza, de autoconvencerse que estaríamos a salvo. Que Mizuki no corría peligro.

Sentí la puerta abrirse despacio a mis espaldas.
¿Qué he hecho Kyo? pregunté abatido, sentado frente a la ventana, observando a Mizuki ir y venir, nervioso, con diferentes prendas
No has hecho nada Mao, contestó con un tono sereno, posando su mano delicadamente sobre mi hombro y apretándolo un poco. Es muy difícil que te preste atención, los cazadores solo buscan presas…
Mizuki es una presa
Mizuki no está solo e indefenso, creo que lo pensará dos veces antes de acercarse a un humano asediado por dos de los suyos…

‘Dos de los suyos…’ repitió mi cabeza y una involuntaria sonrisa se formó en mi rostro.
Palmeó mi hombro como si temiera romperlo y dio media vuelta, pude oír sus pasos bajando las escaleras y la puerta principal cerrarse a sus espaldas.

Suspiré mientras oía el sordo compás del reloj a mis espaldas, contando los segundos que faltaban para atravesar esa puerta e ir por Mizuki. El aire se sentía pesado, casi podría decir que me costaba dejarlo pasar por mis pulmones. Escuché a la perfección cuando la aguja menor terminó de moverse, solo unos minutos más y bajaría. Observé vagamente como Mizuki apagaba la luz de su habitación y bajaba hasta la sala.
No podía esperar más, estar tan ansioso no era normal en mí.
Traté de hacer muy lento cada uno de mis movimientos, así ganaría tiempo y a la vez trataría de destensar mi semblante para enfrentar los inquisitivos ojos de Mizuki. Me dirigí hacia su puerta y abrió al primer timbre.
Supe que mi intento fue en vano cuando vi sus labios curvarse en una pequeña mueca.
Todavía podemos cambiar de planes… dijo en voz baja, diciéndolo por compromiso, todo su atuendo pedía a gritos esta salida
No es nada, despreocúpate… sí quiero hacerlo, contesté sacudiendo ligeramente la cabeza, logrando contagiarme de su automática sonrisa.
Seguí su canturreo alegre hasta el auto y eché un vistazo al bosque antes de subirme a su lado, Kyo se despedía de mí con la mano desde el techo de mi escondite, con una pequeña sonrisa. Le sonreí de vuelta y entré al auto, dirigiéndole la sonrisa a Mizuki que la respondió con un pequeño sonrojo, aclarándose la garganta y poniéndose en marcha.

Miré algo desanimado la larga fila de gente en la entrada del lugar, agradeciendo haberme alimentado antes de salir. Esto era a lo que Kyo le gustaba llamar ‘desafíos’. Cerré los ojos un momento, solo podía sentir mucha expectativa viniendo de la gente, mayormente de Mizuki que parecía estar más ansioso que toda esa fila junta, mirando hacia todos lados y jugando con su lengua. Suspiré algo más tranquilo, no podía sentir ninguna presencia más allá de la enorme cantidad de humanos alrededor mío.


~~


¡Aquí estás! dije entusiasmado, golpeando el hombro de Kyo que sonreía al verme, la gente a nuestro alrededor seguía moviéndose, empujándose, en un baile feroz por ver quién llegaría primero.
Amo la hora pico, comentó algo divertido, dejando que la gente golpeara sus hombros al pasar, sin moverse ni un centímetro
No le veo lo grandioso… murmuré tratando de aferrarme a su firme cuerpo, ya que la gente no parecía tener problema con tirarme al suelo
Es la mejor manera de probar todo lo que sabes, de aprender a buscar… de encontrar… miró de reojo a un pobre anciano caminando muy cerca de las –ahora abandonadas- vías del subterráneo
Mi estómago pareció responder automáticamente, el intenso olor a sangre humana al que estaba siendo sometido finalmente cobraba sus frutos, comencé a acercarme difícilmente, tratando de pasar frente a los restos de personas que aún salían como cascadas de todas partes. Estiré mi mano para poder posarla en su hombro, pero finalmente alguien logró sacarme del camino, caí al suelo de forma pesada y miré con fastidio como un par de niños ayudaban al viejo a seguir a la multitud. Kyo rió a mis espaldas.
Te caes fácil, soltó con una sonrisa
No le veo la gracia… respondí molesto, no me gustaba equivocarme, no frente a él
Tranquilo, me tendió la mano y pudo levantarme sin esfuerzo, ya aprenderás a moverte entre ellos… pero la próxima vez procura haberte alimentado…


~~


La fila avanza, pude oír su murmullo a mi lado, había pasado de ansioso a totalmente nervioso en segundos
Sonreí ante su cara de miedo.
¿Hay alguien con quién temas encontrarte? pregunté divertido
Me miró dolido, pero lo disimuló rápidamente con una risotada
¡Muchos!... supongo que me lo merezco, pero ellos no van a buscarme… ya no… Miró al frente nuevamente, ligeramente sonrojado
Muy mal Mizuki. Deberías querer que te buscaran. Deberías alejarte de mí.
Guardé silencio.

La blanca luz titilando en un ritmo constante y cegador logró aturdirme por unos segundos, pero pronto pude acostumbrarme a ella, como sabía que muchos humanos podían hacerlo. Había olvidado la horrible sensación de opresión en los oídos, incapaz de escuchar nada más que la música impuesta, sin poder escuchar a las otras personas, ni tus propios pensamientos.
Pero yo ya no era humano.
Pude oír la voz y risas de Mizuki a medida que trataba de hacer que me moviera. Logré parecer lo más humano posible, relajándome con él, disfrutándolo. No tardó en pedirse un trago, y dos, y tres. Me sonreí algo seducido por el olor de su piel, dejando que se aferrara a mí, pasando sus brazos por mi nuca, dejándome tomarlo de la cadera. Posó sus labios en mi cuello, lamiéndolo despacio y sonriendo. Soltó un pequeño suspiro y me miró al rostro, buscando mis labios con los ojos. Acaricié despacio su espalda antes de juntar nuestros labios, dejándolo jugar mientras sentía el sabor del alcohol en él. Se separó algo agitado, respirando de forma irregular y sonrió de una forma extraña. Bajó sus manos por mis brazos y me tomó de las muñecas, soltó una rápidamente y comenzó a meterse entre la gente. Me condujo de forma sorpresivamente ágil entre la enorme cantidad de gente, llegando hasta el baño donde entramos sin pensarlo. Dentro el sonido se mitigaba, de nuevo podía escuchar mi voz.
¿Cómo estás? pregunté algo divertido viendo como se lavaba el rostro
Levantó la cabeza y me sonrió, acariciando con sus dedos mojados mi mejilla.
Tengo calor, comentó con voz ronca y se sentó junto al lavamanos, apoyando la espalda en el espejo y suspirando.
Abrió las piernas cuando me vio acercarme y me envolvió con ellas, dejándose acariciar lentamente mientras echaba su cabeza hacia atrás. Besé su cuello ávidamente, acariciándolo con la lengua, tocándolo con apenas la punta de mis colmillos. Me separé despacio, armando un camino de besos hasta su mentón, cuando él bajó su cabeza y encontró nuestros labios de forma brusca, volviendo a rodera mi cuello con sus brazos, respirando acaloradamente.

Aaah…

Me separé de él algo brusco, Mizuki se cubrió la boca para reírse. La música me había aturdido, no había notado que no estábamos solos en ese lugar. El gemido era grave y ronco y el ruido de una constante fricción podía explicar todo a la perfección sin necesitar verlo. Mizuki parecía estar a punto de reírse a carcajadas, curvado hacia delante, con su frente en mi hombro. Mi respiración se agitó, no podía identificar la presencia de esos sonidos. No podía sentir nada viniendo de ese cubículo. Estuve a punto de acercarme, pero Mizuki rodeó mi cintura con cariño y me habló al oído.
Creo que no estamos solos, dijo con un tono adulterado por el alcohol y riendo en voz baja.
Los gemidos se hicieron fuertes, el hombre jadeaba para respirar y el cubículo parecía no dar abasto para tanto placer. Mizuki se divertía escuchando mientras suspiraba en mi oído.
No podía dejar de sentirme inquieto.

¡Ah!

Silencio.


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