Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Quiero que me pertenezcas por Xkanleox Ixquic

[Reviews - 83]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disculpen la tardanza de casi una semana (xD la verdad ni me acuerdo cuándo subí éste... jajaja)

Como recompensa (creo) les traigo este capi un poquitín más largo... n.nU

No me castiguen, sólo soy un intento de fanficker joven y sin la educación básica terminada aún u.u

Pero doy lo mejor que tengo de mi imaginación tanto por ustedes como por mí ^^ así que espero que disfruten este capi.

Por cierto, un saludo a K. Gin senpai (me lleva más de diez años, pero supongo que se le puede llamar así... n//nU) y gracias por escribir así. Digamos que me ha alentado a mejorar, quizás sin querer, quizás no, pero es un gran honor que lea mis fics y sobre eso me diga que le gustan.

Ahora sí, cooooomenzamos'!!

¿Ah, no?

Grimmjow despertó de nuevo, el sol ya estaba bastante arriba para decir que era de mañana. ¿Cuántas horas se habría quedado dormido? Recordó lo que había pasado la noche anterior y trató de olvidarlo para evitar un sonrojo, pero no pudo. Se sentó, ya no estaba tan mal como antes, y se dio cuenta de que estaba vendado pero las heridas ya habían desaparecido por completo.

Miró hacia la izquierda; en la mesita de noche había una charola con comida, y un papel mal doblado. Lo tomó con el ceño fruncido y lo leyó.

Te dejé el desayuno listo, le hablé a Orihime para que viniera muy temprano a curarte. No pude quitarte las vendas porque ya se nos hacía tarde para llegar al instituto. Sal por la ventana por favor, mi familia no debe verte. Por cierto, fuiste un idiota, casi mueres. Espero que no me causes más molestias como ésta.

Ichigo.

Terminando de leer lo último, frunció el ceño y arrugó el papel en su puño para después tirarlo. Quiso irse sin tocar su maldito desayuno, pero moría de hambre. Lo engulló todo cual niño de la calle en un banquete, no dejó nada.

Se vistió (su ropa también ya estaba limpia) y se sonrojó de nuevo al pensar en cómo le habría hecho para quitársela y ponerle otra. Abrió la ventana y salió. Quiso darle las gracias, pero no lo hizo por una simple razón: Me pertenece, ¿por qué habría de darle las gracias a ese infeliz? ¡Molestia, yo! Me hubiera dejado morir entonces.

Se dirigía molesto hacia la tienda de Urahara. Cuando llegó, Ururu, que estaba barriendo en el patio, dejó su labor y corrió hacia adentro. Salió con Kisuke detrás, con su sonrisa despreocupada.

-          Mira, mira, qué sorpresa. ¿A qué ha venido este pequeño Arrancar?

-          ¿A quién te atreves a llamarle pequeño, infeliz? – contestó agresivamente.

-          ¡Ah, qué brusco! Yo sólo quería ser amable. – dijo, abanicándose. – Grimmjow-san, ¿cierto? ¿A qué has venido? – el aludido miró al suelo con detenimiento.

-          Quiero que me hagas un gigai. ¿Podrías? – Kisuke sonrió.

-          Pan comido.

Ichigo iba saliendo del instituto con Sado y Orihime, cuando sintieron a alguien corriendo detrás para alcanzarlos. Era Ishida, que enseguida comenzó a caminar al lado de Ichigo.

-          Les dije que me esperaran. – dijo, entre jadeos. – Demonios, incluso si es ir a mi casa a que les explique una estupidez tan sencilla que son las matemáticas nadie me toma en cuenta. – se quejó.

-          Lo sentimos, creímos que ya te habías adelantado. – se disculpó Orihime, preocupada de haber herido al Quincy y, por ende, éste ya no quisiera darles la mencionada asesoría. Uryu suspiró.

-          De acuerdo, da igual. – Orihime cerró los ojos y su boca se arqueó.

Ichigo jugaba con la pluma en su boca mientras Ishida intentaba explicarles el tema que la profesora había dado. No sabía si era porque cualquier clase que tuviera que ver con matemáticas era abrumadora y arrasadoramente aburrida o simplemente porque no podía concentrarse sabiendo que su ser pertenecía a alguien. Sí, quizá era la segunda.

Una goma golpeó su frente, tirándolo hacia atrás.

-          Si no vas a escucharme, Kurosaki, puedes retirarte. Estoy poniendo mucho esfuerzo para lograr que entiendan y tú vienes y te haces el loco. – le reprendió, molesto. Ichigo aún estaba ido.

-          Ah, sí, perdón. Nos vemos mañana. – dijo, sin expresión, tomando sus cosas. Se levantó – Gracias por todo, Uryu. – Y se fue. Todos se quedaron desconcertados ante la reacción de Ichigo, pero el Quincy hizo que lo ignoraran.

-          Supongo que mañana estará mejor. Bueno, da igual, sigamos. – Rukia, que estaba de visita en el Mundo de Verdad, se levantó, preocupada.

-          Disculpa, Ishida. Iré a ver qué le pasa. ¿Podrías ayudarme otro día? – él alzó los hombros, transmitiendo que le daba igual.

-          Con gusto.

-          Adiós, chicos. – y se fue tras Ichigo.

Corrió hacia donde se suponía estaba el reiatsu de Ichigo. De repente, lo sintió subir de sobremanera. Corrió aún más rápido, no había alguien que cuidara de su gigai si se transformaba en Shinigami y usaba el shunpo, así que sólo usaría su limitado “poder normal”.

Cuando llegó, Ichigo estaba combatiendo con Grimmjow. Entonces abrió los ojos y recordó el trato del que alguna vez le había hablado.

-          ¿Cómo conseguiste que abriera la Garganta? Todos vimos cómo hablabas con él a lo lejos, pero nunca nos contaste nada.

-          Fue un trato muy sencillo, es todo.

-          Ah, supongo que sí.

Nunca, y de verdad no es que soliera hacerlo, se le ocurrió preguntarle qué le había dado a cambio. Ni siquiera se le ocurrió imaginárselo, en su mente habría pasado idiotez y media, menos eso. Y seguía sin saber exactamente qué era lo que Ichigo le había dado a cambio, pero dedujo que tenía que ver con esa batalla.

Mientras, a Ichigo se lo llevaba el diablo. El problema era que se volvía fuerte demasiado rápido, y Grimmjow caía también a la velocidad que él se hacía un poco más inmune a sus ataques. Esta vez no habría tardado más de dos horas en derrotarlo.

-          Demonios, ¿cuándo acabará esto? – dijo, llevándose la mano a la sien y agachándose al costado del desfallecido Arrancar. – Eres un imbécil.

-          Cállate. – fue lo último que dijo antes de desmayarse. El Vizard suspiró y lo cargó. Cuando se volvió para ir a casa, se encontró con una confundida y molesta Rukia.

-          ¿Por qué nunca me lo dijiste?

-          ¿Decirte qué? – preguntó, molesto. No estaba para eso, no ahora.

-          Justo llego el día de hoy y resulta que estás teniendo una batalla con Grimmjow… y sobre eso lo llevas para curarlo. Porque sí es para curarlo, ¿cierto? – él desvió la mirada.

-          Lo siento, Rukia, no te metas en esto. Ah, por cierto, hoy no podré darte asilo, al menos no si quieres quedarte en mi armario como acostumbras. Te quedarás con Karin y con Yuzu. – masculló, caminando y dando por terminada la plática.

-          ¿Qué fue, Ichigo? ¿Cuál fue tu parte del trato? – como dije antes: Ichigo no estaba para soportar nada molesto ahora. Así que se lo dijo para que lo dejara en paz.

-          Pertenecerle a este pedazo de idiota, Grimmjow. – dijo, lanzándole una mirada incómoda. Entendió y calló.

-          Bien, hablaremos después. – y ambos caminaron en silencio hasta casa de Ichigo.

Ichigo despertó en su futon. Cuando se levantó, Grimmjow ya no estaba. Ese arrogante no sabe ni siquiera dar las gracias… Ordenó todo y se preparó para ir al instituto de nuevo. Esta vez ya no le pidió a Orihime nada, que el Arrancar se fuera al mismísimo carajo si iba a ser de diario.

Terminando la escuela, fue solo (se las arregló para zafarse de Rukia) a una cafetería al centro de Karakura. Necesitaba pensar, aunque ya estuviera harto de hacerlo. Pidió un café y una rebanada de pastel de fresa y mora azul.

Repasaba los apuntes de Uryu que le había pedido prestados, mientras esperaba su café. Pronto, sus ojos percibieron una silueta, y supuso entonces que sería la mesera con su orden. Dejó el cuaderno a un lado y la miró.

Pero no era ninguna mesera.

-          ¡Grimmjow! ¿Qué haces aquí… y en un gigai? – el otro sonrió.

-          Me alegra que lo hayas notado. Me costó más de lo que pensé. – se sentó en la silla opuesta. Era una mesa para dos. Traía unos jeans ajustados y una camisa verde agua con rayas azules que apenas se notaban, desabrochada de arriba dos botones. Las chicas que estaban cerca y que habían alcanzado a notarlo no le quitaban la vista de encima.

-          ¿Qué haces aquí? ¿Ahora tampoco puedo venir a tomar un café y darme un respiro en paz? – su tono era de hartazgo, pero no alzó la voz en ningún momento.

-          ¿Tanto te molesto?

-          ¡Por supuesto!

-          ¡Qué gusto! – dijo, sin quitar la sonrisa. La mesera llegaba con la orden de Ichigo y miró a Grimmjow con una especie de miedo pero admiración (sí, de lo sexy que era, maldita sea).

-          ¿Desea que le traiga algo? – le preguntó al Arrancar.

-          No, él ya se va. – contestó Ichigo por él, en tono muy cortante. Grimmjow dejó escapar una risilla.

-          ¿Qué ya me voy? ¡Para nada! Tráigame un cappuccino con Crema Irlandesa y… mm… - dudó, mirando la carta – Y una galleta rellena.

-          Enseguida señor. – Ichigo no quitaba su cara de idiota, perdón, de extrañeza.

-          ¿Desde cuándo sabes tú de café? – Grimmjow miró el botón del puño de su manga derecha, que al parecer estaba algo flojo, y jugó con él, sin hacerle caso. – Oye, ¡Oye, te estoy hablando, pedazo de…!

-          Eso no te incumbe. Esta vez no vine a pelear. Vine a hablar contigo y a pedirte algo.

-          ¿Qué? – preguntó, de mala gana.

-          Cuando peleemos, no vuelvas a llevarme a ningún sitio. Si muero, pues habré de morir ahí, donde me derrotaste. Si no, simplemente volveré a enfrentarte. – todo esto se lo había dicho, mirándolo a la cara.

-          ¿Y qué si no quiero? – parte de la verdad era que sí quería dejar de hacerlo; todo eso le ocasionaba muchos problemas, pero parte no, por molestarlo… o por otra cosa.

-          Dime, Shinigami: ¿Por qué lo has hecho? No necesito de la lástima de nadie y tú mejor que nadie lo sabes. Si crees que haciendo esto puedes conseguir mi amistad o algo parecido y hacer que deje de perseguirte, puedes dejarlo ya. Nunca voy a retractarme, un trato es un trato. – La mesera dejó rápidamente la orden de Grimmjow en la mesa y él miró con antojo su galleta rellena de trozos de durazno, le dio un pequeño mordisco y continuó, sin haberse terminado el bocado aún – No creas que por tratarme bien ya me tienes en tu mano. Después de todo, me perteneces.

-          Deja de restregármelo en la cara, maldito Arrancar de mierda. No tienes derecho sobre mí ni sobre mis acciones. – Grimmjow dio un sorbo a su café y lo miró, sonriente.

-          ¿Ah, no? – suspiró – De acuerdo. Déjame ponértelo más sencillo: mientras yo esté cerca de ti y pueda darte órdenes, las obedecerás. – Ichigo estuvo a punto de desafiarlo con un ¿O qué? Pero si lo hacía, deploraría su orgullo y su palabra. Se limitó a bajar la mirada a su rebanada de pastel comido a medias.

-          De acuerdo. – cerró los ojos, y enseguida sintió la palma de su amo en su hombro.

-          Veo que estás entendiendo. Así me gusta, Shinigami. – Ichigo abrió los ojos y levantó el rostro, entonces se dio cuenta de que el Espada estaba demasiado cerca. Su respiración paró de momento y la del dueño seguía, se sentía sobre sus labios delgados, levemente embarrados aún de la crema batida.

Grimmjow estaba recargado con una mano sobre la mesa y otra sobre el pecho del Vizard. Lo miraba a los ojos con los suyos entrecerrados, que cualquiera que hubiera estado en el lugar de Ichigo, habría dicho que lo miraba de manera muy sensual. Después de unos segundos, el Shinigami no aguantó estar sin respirar y soltó un suspiro, casi gemido, para tragar aire de nuevo.

El Rey Pantera sintió ese soplo en sus labios y el veneno del instinto recorrió sus venas en menos de un segundo. Dejó ir su boca a la de Ichigo. Sus labios eran suaves, su aliento tibio y su expresión que lo hacía ver como idiota le fascinó. No duró más de tres segundos cuando el “acosado” se apartó de los labios de Grimmjow, dejando que un fuerte rubor bastante notorio se viera no sólo en sus mejillas, sino en toda su cara.

-          ¿Qué haces? – pero el otro se quedó congelado, sorprendido de su propia acción. Lentamente, regresó a su asiento, turbado.

-          No lo sé. – sacudió la cabeza.

Hubo un silencio más que incómodo. Ambos se sentían como idiotas, pero esa sensación iba aumentando conforme pasaban los segundos y ninguno decía nada. Pero era porque no sabían ni tenían qué decir.

Después de al menos dos minutos de silencio, reanudaron cada quién sus acciones, es decir, cada quien a su café. Cuando pagaron la cuenta, se fueron por diferentes direcciones, sin siquiera despedirse.  

No había necesidad, todo eso había sido una terrible confusión que no tenían ganas de aclarar.

Notas finales:

¿Qué tal?

Estuve a punto de pensar en poner lemon.

Pero neeeh... aún no se lo merece ^owo^ iajajaja....'!!

Supongo que en el próximo capi.

Deséenme suerte, que siento que se le quita lo ardiente a esta pareja en mi fic TwT

Cuídense'!! ^^9 chauuu


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).