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Diario De Un Pollo por AthenaExclamation67

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DIARIO DE UN POLLO
By AthenaExclamation67


POV IKKI

Tanto tiempo…

Tantísimo tiempo había pasado desde que todo empezó que ni recordaba cuando empecé a escribir tanta cursilería en un folio en blanco.

La sugerencia como no podía ser de otro modo, vino de la mano de mi hermano. Shun que con su “particular” modo de ver la vida llegaba y me decía…

- Ni-isan – arqueé mi ceja derecha mirándole de soslayo – deberías aprovechar tu tiempo en lugar de mirar pensativo al techo – pronunció – todo eso que está en tu cabeza – inspiró – seguro que quedaría lindo escrito en un diario…

Me levanté de un salto y lo miré a los ojos agachándome para contestarle…

- Eso es cosa de niñas Shun… - dije consiguiendo una mirada que me dejo helado por parte de mi hermano. Mirada que necesitaba borrar y no se me ocurrió otro modo que acceder a su “sugerencia” – ¡Shun! – grité justo atrapando su brazo antes de que saliera corriendo – perdóname, soy un bruto. Está bien, iré con una condición… que me acompañes a comprarlo… - acabé esperando que se alegrara, queriendo que esa mirada de tristeza provocada por mis palabras se borrara del rostro de mi hermano.
- ¡¡Shiiiiiiiiiiiii!!! – gritó haciéndome sospechar que esa miradita no era más que una trampa – venga, vamos – decía emocionado – ¡conozco el lugar ideal! – añadió tirando de mi brazo derecho, sacándome de la mansión, para que después de tomar mi auto llegáramos a la ciudad, justo donde me había pedido ir.

Unos grandes almacenes. No podía ser de otro modo. Ese pequeño chantajista aprovecho la situación y me llevó de tienda en tienda buscando el lugar apropiado. Lugar que obviamente y por casualidad, encontramos cuando ya casi nos íbamos, después de comprar infinidad de ropa, zapatos y no recuerdo que más.

- ¡MIRA! – exclamó haciéndose el sorprendido – era aquí – acabó mientras yo le miraba de reojo con ganas de encerrarlo, o hacerle cualquier barbaridad para que pagara su osadía, pero esa bendita sonrisilla.
- Qué casualidad… ¿no? – le seguí el juego, total un poco más no me podía matar – ¿entramos o quieres marcharte ya? Seguro que estás agotado – añadí con sorna esperando que dijera que no hacía falta entrar pero el muy bandido…
- ¡Cómo crees! – renegó, cosa me hacia sonreír al ver esas muecas tan graciosas que hacia – ¡vinimos por algo y no nos marcharemos hasta que lo tengamos! – alegó haciéndome entrar en la librería, tirando de mi y de las bolsas de sus compras que como siempre me había tocado “sujetar un segundo” mientras él miraba más y más.

Al entrar en la librería, el olor a viejo recorrió mi nariz, era un olor áspero, raro, pero con un perfume extraño que relajaba el ambiente cargado, que despejaba tu mente de cualquier otro lio, de cualquier otra cosa que no fuera concentrarte en comprar el libro que te estaba esperando.

- ¡Ikki! – gritó Shun en medio de ese silencio sepulcral – el señor dice que es por allí – dijo señalando y me vi nuevamente arrastrado a la zona de los libros en blanco.

Solté todas las bolsas para poder tomar lo que Shun me iba pasando, y cuando vio una sección que le interesaba más, me dejó literalmente plantado para ir a comprar más cosas.

Me senté unos segundos en el suelo. Ir de compras con Shun toda la tarde era más agotador que defender a la diosa, aunque también divertido, pero eso no se lo dejaría saber o estaría perdido y miré las estanterías que estaban cubiertas de libros. Libros que llamaron mi atención y sin más que demorar, comprobé de que se trataban sin recordar en la sección que me encontraba.

Tomé varios, dos rojos con un adorno en dorado y uno azul que quedó debajo de estos con un filo plateado y una cinta de seda color marino que erizaba la piel al tacto. Tras revisar los de tonos rojizos y ver que las páginas en blanco no me llamaban demasiado, los dejé donde los encontré y miré la portada del azul que brillaba de un modo extraño.

Acaricié el dorso de ese libro en blanco y sentí que mi piel volvía a erizarse involuntariamente, más cuando lo abrí y pude ver un sello marcado en las esquinas de cada página, algo parecido a un pato o un pollo peleando. Bueno no sé si peleando, pero sus picos se juntaban de un modo extraño.

Seguí pasando las páginas, buscando innecesariamente algo que no había en este libro en particular que no era otra cosa que palabras puesto que se suponía que era yo quien debía redactarlas.

Me sonreí al empezar a pasar estas mismas más deprisa, queriendo ver que no había nada en él y pude comprobar cómo los pájaros realmente si peleaban mientras pasaban las paginas algo más rápidas, haciendo que aquella extraña ilusión que se generaba con el movimiento, me convenciera que era la elección correcta.

Por un momento, me sentí como Harry Potter recibiendo su varita mágica, sintiendo ese escalofrió mientras veía como los pájaros peleaban igual que él cuando por primera vez la tomo entre sus dedos y sintió que todo a su alrededor cambiaba.

Seguro que mi estremecimiento no tenía que ver en absoluto con Harry Potter o cualquier otra fabula. Más bien sabía perfectamente que a pesar de que no tenía pensado escribir una sola página de aquel libro en blanco. El mero hecho de ver a los pájaros peleando me hacía recordar demasiado a alguien, en verdad me recordaba a mí peleando con el pato de las nieves frio y distante, intocable como el hielo porque si lo haces por demasiado rato te acabas quemando.

Peleas absurdas donde las hubiera puesto que ya parecíamos dos críos renegando, más bien dos malcriados por no saber expresarnos, por ese estúpido orgullo que no éramos capaces de olvidar ninguno de los dos. Orgullo que no dejaba que nos acercáramos hasta que finalmente por una casualidad nos acabamos entregando a la evidencia que no era otra que nos amábamos.

FLASHBACK

- ¡Jodido pato! – renegaba Ikki – vete con la rubia teñida esa y pasa un buen rato – exclamaba sin poder contener más lo que sentía, muerto de celos mientras Hyoga fruncía el ceño avergonzado delante de Eris.

Hyoga se le acercó a susurrarle algo…

- Eres un bruto que no sabe ver las cosas… - dijo y esperó darse a entender para no decir las cosas directamente, aunque no había contado con el ataque de celos que sentía Ikki que reacciono más mal de lo que se podía esperar.
- Si ella te tuviera satisfecho, no tendrías esa cara de amargado – espetó haciendo enfurecer al pato que ofendido le dio un soberano sopapo que lo tiró al piso mientras regresaba con su amiga, que no novia a la entrada y se marchaban.

Ikki quedó perplejo, tirado en el suelo mirando al techo, quedando embobado con un punto fijo mientras sentía arder su mejilla aunque ese dolor no podía compararse con el dolor de ver a la persona que quería marcharse con otra.

Se levantó despacio. Más bien lo levantaron para que no agarrara un resfriado con el frio contacto del suelo y muy lento lo dejaron en el sofá del salón del que no se levantó hasta que escucho llegar al jardín de la mansión el auto de Hyoga. Entonces se levantó y se marcho a su habitación, dejándose caer en la cama como si más que una bofetada, le hubiesen dado una paliza. Una bien merecida que dolía con intensidad.

Hyoga regresó. Después de llevar a Eris a su casa tras pasar la tarde en la mansión como era habitual para charlar con Saori y con los demás.

Algo abochornado por la situación en la que se había visto envuelto, Hyoga camino despacio por el jardín, mirando un ventanal de la mansión, el único que precedía a un pequeño balcón que pertenecía a la habitación de Ikki en el que pasaba largos ratos mirando al sol. Ratos que él también le contemplaba sin que supiera que lo miraba. Ratos que deseaba poder compartir con él mientras se abrazaban, pero esos ratos que hubiesen sido de enorme felicidad quedaban embarrados por el orgullo de ambos que se sentían correspondidos por el otro, pero que jamás lograban realizar el encuentro tan deseado.

Mientras miraba a ese ventanal vacío que en ese atardecer le privaba de poder ver a Ikki meditando, pensó en si verdaderamente le había dado motivos para que sintiera celos, para que estallase como lo hizo, para que le pusiera en ridículo frente a todos sus amigos, sabiendo que en todo momento su comportamiento no merecía tal respuesta, mucho menos esos gritos.

Entró en la casa, ya bastante harto de la situación y saludo interesándose por todos, queriendo que le dijeran sin preguntar dónde estaba el pollo desalmado que le estaba haciendo padecer de ese modo y solo uno de ellos se percató de la pregunta silenciosa que formulaba Hyoga mientras que Seiya y Shun le miraban extrañados por el mutismo hasta que finalmente Shiryu habló…

- Está arriba, en su cuarto, no ha comido nada desde que te has marchado, parece un zombi – inspiró ya cansado de esa falta de determinación de ambos – ve y pregúntale que le pasa, o dile de una vez que es lo que te pasa a ti – renegó haciendo sonrojar a Hyoga – pero acabar de una vez con esta estúpida situación – se levantó tras dar un bufido y se marcho a la biblioteca esperando encontrar un poco de paz.

Hyoga lo escucho atento, completamente sorprendido, maldiciéndole por dentro aunque de sobras sabía que su amigo tenía razón y decidió que como Shiryú “amablemente” había sugerido, poner fin a esa absurda situación.

Pensó unos segundos en cómo hacer mientras miraba a los dos pequeños que estaban embobados mirándole y rápidamente ideo un plan en el que ellos deberían ayudarle.

- Chicos… ¿me ayudan? – preguntó con una sonrisa en los labios, con todo perfectamente organizado en su cabeza, sabiendo que había una cosa a la que no podría negarse.

Los pequeños asintieron con una sonrisa de oreja a oreja, pensando que se trataría de algo terriblemente osado y atrevido, aunque cuando escucharon a Hyoga quedaron algo decepcionados o eso se veía dibujado en sus miradas.

- ¡Está bien! – se miraron y sonrieron - ¡pero nos deberás una! – espetaron al unísono, levantándose, caminando al lado de Hyoga después de tomar lo necesario para llevar a cabo su plan.

Subieron sigilosamente las escaleras que daban a los cuartos privados de la mansión y sin más Shun toco la puerta del dormitorio de Ikki, siguiendo el plan a la perfección mientras que Seiya sujetaba una bandeja de víveres en sus manos.

- ¡¡IKKI!! – grito Shun aporreando la puerta como si hubiera un incendio – tienes que bajar a comer algo – añadía – estoy muy preocupado por ti ni-isan – sino yo te lo alcanzo – renegó trotando frente a la puerta mientras Seiya y Hyoga miraban atónitos la actuación de Shun que era brillante aguantando la carcajada que se venía a sus labios mientras quedaban en silencio, como queriendo hacer creer a Ikki que Shun había desistido.
- Se fue… - susurro Ikki en el interior, creyendo que estaba nuevamente solo pero se equivocó.
- ¡¡IKKI!! – volvió a gritar Shun, haciendo que su hermano saltara en la cama – ya lo traje… ¡¡ABREME!! – empezó a gimotear - ¡¡ABREEEEEEEEEEE!! – seguía mientras fingía empezar a llorar cosa que Ikki no soportaba.
- Shun… - se sentó en la cama – está abierto – dijo sin ver que los tres que estaban frente a su puerta sonreían y asintieron llevando a cabo el siguiente punto del plan.

Shun abrió la puerta, dejando que Ikki le viera cargar con la bandeja, sabiendo que en cuanto empezara a caminar Ikki volvería a estirarse y le daría la espalda como queriendo escapar de la conversación que Shun quisiera mantener, cosa que sucedió en cuanto Ikki vio entrar a su hermano pequeño por la puerta.

- Bufff… Shun… - se dejo caer en la cama sin ver lo que sucedía en la puerta – estoy cansado Shun… y no tengo hambre… - añadió susurrando, girando en la cama – déjame dormir ¿sí? – pidió sin dejar que su hermano viera como las sabanas se crispaban entre sus dedos por la rabia.
- Está bien Ikki… ya me voy – dijo pasándole la bandeja a Hyoga que entro sin hacer ningún ruido, cerrando la puerta a sus espaldas mientras se sonreía y saltaba sobre Seiya para que le abrazase - ahora todo saldrá bien – sonrió convencido, llevándose a Seiya, entrando en el cuarto del Pegaso que estaba pegado justo al de Ikki y les dejaba escuchar un poco la conversa.

Entraron al cuarto y tras sentarse en el suelo, pegaban la oreja a la pared contigua que daba a la habitación de Ikki para escuchar todo lo que sucedía y quizás después, pasar un buen rato ellos “jugando” a las escondidas juntos en el ropero como solían hacer desde hacia algún tiempo.

Hyoga no hizo ningún ruido y camino por la habitación mientras miraba el cuerpo de Ikki tendido en la cama, pudiendo apreciar la hermosa silueta de Ikki, quedando unos segundos sus ojos parados en esas nalgas tan bien formadas para después subir y continuar apreciando la maravillosa vista que le ofrecía la espalda del fénix desnuda y perfectamente musculada.

Cada cicatriz que vio le hizo erizarse mientras avanzaba con mucho cuidado, esperando que su presencia allí no le causara una reacción que no fuera la que él deseaba. Se sentó mientras dejaba la bandeja encima de la mesilla de luz haciendo que los cubiertos repicaran viendo como Ikki ahora alertado de la presencia supuesta de su hermano.

- ¡SHUN! - Hyoga se estremeció al oír su tono de voz tan fuerte - ¿Cómo demonios tengo qué?... – quiso seguir pero callo rápidamente al ver que no era Shun quien se sentaba a un lado de su cama.

Ikki lo miro extrañado, atónito por que después de la bofetada quedo pasmado, incrédulo por tener a su lado a quien deseaba tener, pero no quizás del modo deseado. Se sentó, sin poder dejar de mirarle y cuando fue a decir algo más, Hyoga contuvo sus palabras unos instantes.

- Cuida lo que dices Fénix o me marcho de aquí para no volver… - susurró amenazante, sabiendo que había dos espías en el cuarto de al lado, pero con una gran sonrisa en sus labios – No quiero más gritos Ikki, no es eso lo que deseo de ti… - añadió sonrojándose, desviando su mirada a un lado, justo al contrario en el que Ikki podía ver sus ojos perfectamente.

Ikki suspiró aliviado, creyendo entender las palabras de Hyoga, pero necesitando que le dijera claramente lo que quería decir, quería cerciorarse por completo lo que estaba sucediendo y sobre todo lo que anhelaba saber es si estaba equivocado puesto que creía ser correspondido, pero prefería oírlo de sus labios.

- Hyoga… ¿Qué es lo que deseas de mí? – pregunto buscando ver sus ojos, queriendo apreciar una reacción mientras esperaba en silencio hasta que la vio y no dejo que Hyoga contestara – porque yo solo deseo besarte, poder secuestrarte y llevarte conmigo donde nadie más pueda verte… - sonrió viendo el sonrojo de Hyoga aumentar, sintiéndose más tranquilo después de poder decirle lo que sentía.
- Ikki yo… - se levantó rápidamente de la cama, queriendo salir de allí – yo… yo debo irme… - caminó hacia la puerta sin poder decirle lo que deseaba.
- ¡Ni hablar! – saltó y se puso frente a él – de aquí no te vas si contestarme… - le dijo mirándole fijamente a los ojos, frunciendo el ceño pero nada enojado.
- Yo… yo… - dio un paso a la derecha para tratar de esquivarle y poder salir de allí pero no lo logro ya que Ikki se paro nuevamente frente a él y tomo sus muñecas, llevándole contra una pared, acorralándole, dejando que su mano derecha contuviera las muñecas de Hyoga sobre su cabeza.
- ¿Tú qué? – le provocó inclinándose, oliendo su cuello suavemente, dejando que notara su aliento sobre la piel, rozándola brevemente con la punta de su nariz.
- Ammnn… - mordió sus labios no queriendo reaccionar ante esa caricia – eres un bruto – trato de zafarse del amarre – un animal... ahh… - se revolvía tratando de sacar la nariz de Ikki de su cuello – de… detente… - susurró pero su cabeza se ladeo, dándole espacio al fénix fogoso para que tuviera mejor espacio para seguir acariciándole así.
- ¡Ok! – espetó Ikki entendiendo perfectamente la acción – con eso me basta… - dijo arrebatándose, levantando su cabeza, mirando a Hyoga fijamente, viendo en sus ojos la aprobación. Entendiendo que podía hacer lo que tanto deseaba que no era otra cosa que besarle.

Ikki lentamente se acerco a los labios de Hyoga, sin dejar de mirarle, sin dejar de interrogarle con la mirada para saber que no se estaba excediendo, soltando las muñecas de Hyoga que hizo que sus manos viajaran al cuello de Ikki y lo acariciaron muy lentamente con las yemas de los dedos, confirmándole a Ikki que podía proceder.
Este no se contuvo más y tras entornar sus ojos, acorto la distancia existente entre sus bocas y le beso, apegándole contra su cuerpo mientras le besaba, mientras los dedos de Hyoga le acariciaban el cuello, mientras le cargaba con su peso contra la pared hasta que le excitación pudo más que ellos y se deslizaron hasta el suelo, demostrándose el uno al otro lo que tanto deseaban, demostrándose el uno al otro lo muchísimo que se amaban.

FIN FLASHBACK

Me sonreía recordando toda aquella tarde, y toda la magnífica noche que siguió, recordando cada pelea, cada reconciliación, cada minuto a su lado mientras aprendimos a amarnos, a correspondernos el uno al otro, cediendo, Hyoga más que yo en muchos aspectos dado que mi carácter tan particular, me llevaba a enfurruñarme y a protestar por todas y cada una de las cosas que pasaban en nuestras vidas. Algo que me divertía. Ver la carita de Hyoga sonrojada, me encendía, pero debo admitir que en muchas ocasiones me pasaba, una de ellas casi nos lleva a separarnos, pero afortunadamente. El asunto fue resuelto de una forma muy particular.


POV HYOGA

- ¡Estúpido! ¡Tarado! – renegué todo lo que supe y más entrando a la biblioteca, crispando los nervios de Shiryu que me miro de soslayo mientras acababa de decir esa sarta de palabrotas.

Me dejó desahogarme, dejo que toda la rabia saliera de mí hasta que caí rendido en el sofá y le miré, sabiendo perfectamente lo que me diría, y sabiendo también que debería escuchar lo que tenía que decirme.

- Y bien… ¿Estás más calmado? – preguntó dejando un ojo clavado en el libro que leía y el otro se desviaba hacia mí – ¿me cuentas o adivino? – añadió provocándome aunque no se detuvo ahí – deduzco tras la retahíla de sandeces que acabas de decir que Ikki hizo algo… o que no cede en algo… ¿voy muy errado? – se sonrió mientras yo apretaba mis puños iracundo.

Ese maldito ratón de biblioteca podía leer en todos y cada uno de nosotros, no sé por qué, ni como hacía, pero solo con escuchar mientras uno renegaba, con ver los aspavientos, averiguaba de qué se trataba.

- Lo segundo… - susurré mirando al suelo – ¡es que es un bruto, no sabe decir las cosas, o no quiere hacerse entender! – espeté – hoy le pedí que me acompañara a la boda de Camus y Milo y no solo me dijo que no, sino que además, se rio en mi cara porque me hacía ilusión asistir a ese tipo de ceremonias.
- Entiendo… - me contestó – deduzco tu siguiente pasó, pero más deduzco lo que él hizo cuando acabó de escucharte – se sonrió el muy bandido estando en lo cierto, sabiendo perfectamente lo que iba a decir antes de que lo pronunciasen mis labios.
- ¡Shiryu, Joder! – exclamé – es que no puedo tener un plan de futuro con él. No puedo ni pensar, mucho menos sugerir, que algún día podríamos hacer algo parecido por que se ríe de mí.
- Hyoga se lo has dich… - quiso preguntarme pero le corte rápidamente, contestando a lo que iba a decir.
- Se lo he dicho Shiryu, y él sabe que es importante para mí, que es algo que querría hacer, pero siempre me dice… “de que mierda nos sirve firmar un papel” – acabé y suspiré profundamente, sintiendo algo de relajación, pero sin poder olvidar las palabras tan dolorosas que a veces tenía que escuchar.

Shiryu acabó de escucharme y trató de aconsejarme, queriendo animarme como siempre hacia, pero estas palabras tristemente no me convencían de que Ikki algún día cambiara de parecer respecto a este tema, mucho menos podría hacerle entender a Ikki de que a mí sí que me importaba.

Respiraba profundamente, conteniendo un sentimiento que se apoderaba de mi cuando repentinamente el susodicho entro en la biblioteca y vino a disculparse de ese modo tan encantador con el que suele hacer las cosas cuando se da cuenta de que se excedió en sus palabras.

- Vamos Hyoga… patito… que no es para ponerse así… - decía con esa sonrisilla que trataba de no mirar o sucumbiría – iré contigo. Pero no te enojes… ¿Sí? – acaricio mi mano y ya no pude resistirme más a esa mirada, a la sensación tan agradable que sus manos me proporcionaban.
- Está bien… - acepte resignado, sabiendo que casarme con él, sería más complicado que ver algún día un burro volando.

Después de esa discusión, la fecha de la celebración del matrimonio de nuestros compañeros dorados se fue acercando y me toco arrastrarle de tienda en tienda para escoger el traje apropiado, para que comprara también unos zapatos, y para que fuera el mismo día a la peluquería, logrando un resultado más que deseado.

No pude evitar morder mi labio cuando regreso y se cambió, dejando que viera yo antes que nadie como le quedaba todo el conjunto mientras me mostraba como ese precioso traje color morado muy oscuro le marcaba partes estratégicas de su anatomía perfectamente combinado con esa camisa blanca que resaltaba con el contraste de su piel morena y la corbata a juego con el traje. Corbata que sabía a ciencia cierta que no regresaría puesta en el cuello de Ikki, pero me conformaba con que la llevase puesta hasta el momento de las fotografías si es que hacían y luego podía hacer con ella lo que quisiera.

- A ver da una vueltita… - le pedí sonriéndome.
- Eres un pervertido… - me contestó obedeciendo.
- No más que tú… - le respondí provocándole.

Ante tal provocación, solo pude atenerme a las consecuencias y tratando de contener ese lado salvaje que pude ver en su mirada mientras se acercaba a mí.

- Ikki… fíjate que no tenemos tiempo, se lo que estás pensando, y no podemos arrugar los trajes… - sonreí escapando, logrando que no se arrebatase y me arrancara el traje allí mismo.

Nos besamos y cuando recobramos la compostura y acomodamos el desfaje de la ropa, nos fuimos al salón para esperar que bajara Saori acompañada de Shiryu ambos luciendo muy bellos trajes, apareciendo justo a sus espaldas Seiya y Shun que también se veían muy lindos con los trajes de color negro que habían escogido.


DIARIO DEL F…NIX (si alguien lo lee lo mato) – Día H. Todo salió bien…

Menudo día inolvidable. Empezó todo perfecto, con Hyoga acicalado con un traje azul marino precioso y con esa sonrisa que quitaba el sentido provocándome. Pero pobrecito, no tenía idea que después de tanto hacerle renegar, después de tanto hacerle querer ver que no me importaba lo más mínimo un papel firmado. Me convenció con una sola mirada.

Llegamos a la hora indicada, bueno un poquito antes como suele suceder para saludar a todos, para ver donde teníamos que ir o no ir y seguidamente, nos sentamos en los puestos asignados para ver todo el “enlace”.

Cuando todos estuvimos sentados, Milo llegó y se puso a un lado, esperando a la “novia” que llegó radiante en un traje de chaqueta blanco que le quedaba muy bien.

La cara de bobo que puso Milo fue espectacular, pero la cara que puso Hyoga… esa cara y esos preciosos ojos que brillaban fue mi perdición, me dieron ganas de golpear a esos dos bobos y ponernos nosotros. Olvidar por un momento toda la vergüenza que me daba el pensar en ser el centro de atención, o el simple hecho de ver a tanta gente haciendo el paripé por quedar bien…

No tenía ni la más mínima intención de casarme nunca, pero esa mirada de felicidad en su cara se convirtió en el único pensamiento que recorrió mi mente durante toda la ceremonia. También durante casi todo el banquete en el que no pude dejar de mirarle, en el que no pude hacer otra cosa más que pensar en un modo de pedirle algo que jamás creí hacer, en querer que sintiera la mayor felicidad que podía sentir. Resumiendo… desee con todas mis fuerzas hacerle feliz.

Medité mucho mientras comían ya que se puede decir que no comí demasiado mientras mi mente maquinaba un plan. Mientras esperaba el momento oportuno, mientras veía si mi ansiedad podría ser contenida para que no me causara problemas como siempre solía pasar.
La comida termino, y llego la torta, una enorme que parecía deliciosa y por un momento olvidé mi plan para proponerle al pato que se casara conmigo y engullí un pedazo tras otro, metiendo en mi cuerpo una considerable cantidad de azúcar que no tardo en hacer reacción.

Se hizo una mezcla en mi estomago con el poco alcohol que había tomado y con el azúcar que me excitó demasiado y cuando todos se levantaron tras los discursos de los padrinos, los aplausos y demás, me lleve al patito conmigo a un lugar apartado mientras los otros invitados se marchaban a bailar.

- Es que no pueden contenerse ni un momento… - escuche levemente a Shiryu mientras literalmente me llevaba a Hyoga a la pequeña carpa que había montada para que esperara “la novia” – bromuro deberían darle a ambos… salidos… - murmuró sabiendo que le oía perfectamente mientras dejaba que la cortinilla que hacía de puerta nos ocultara levemente ya que estábamos muy cerca del resto de invitados que habían asistido al enlace.
- Ikki… - susurró mientras sentía como toda mi ansiedad finalmente emergía de los poros de mi piel y empezaba a sacarle la americana del traje y a abrir lentamente esa camisa celeste que le quedaba tan bien, desanudando su corbata, pudiendo ver su fuerte pecho – esto es peligroso… - casi jadeo – dete… aghhh… - conseguí hacer que cayera en el suelo suavemente y ya no me pudo detener.

Lentamente, abrí completamente su camisa mientras que suaves besos se repartían por zonas estratégicas de su anatomía, deslizando también mi lengua a cada tanto mientras se revolvía en esa moqueta roja que cubría el suelo que además, era realmente suave y servía perfectamente de colchón para nuestro encuentro.

Desvié mí mirada un segundo de sus pantalones, fijándola en su rostro, viendo esos ojos mirándome con deseo y entonces… entonces, ese brillo, de nuevo ese maldito brillo de sus ojos que me embrujaba me quitó la razón.

- Hyoga… - me incorporé sentándome sobre su cadera, inclinándome hasta sus labios, susurrándole – ¿Te casas conmigo? – pregunte sorprendiéndome a mí mismo, viendo como Hyoga ponía cara de incredulidad y se sentaba, quedando sus ojos a la altura de los míos cuando me arreo una bofetada que resonó por todo el lugar.
- ¡Eres un imbécil! – me gritó - ¡No podías escoger otro momento para tomarme el pelo! – se levanto dejándome medio tirado en el suelo, con mi mejilla ardiendo, sintiendo una enorme frustración que iba de la mano con la irá que domino mi cuerpo.

Me levanté casi de un salto del suelo, frunciendo mi ceño, cosa que pudo ver, caminando con los puños apretados hacia dónde él caminaba, agarrándole de la muñeca para detenerle frente a todos aunque de eso me di cuenta cuando ya era tarde.

- ¡Te casas conmigo sí o sí! – renegué - ¡Y no estoy preguntando! – lo atraje hacia mí zarandeándole del brazo sin darme cuenta aun de que todos nos estaban mirando.
- ¡Suéltame! – forcejeaba conmigo tratando de soltarse – ¡eres un estúpido! – gritó más fuerte, haciendo que Shiryu viniera a tratar de que lo soltase – no podías encontrar un momento mejor para herir mis sentimientos ¿NO? – alegó dejándome atónito.
- Hyoga que no es eso… - traté de calmarle – yo no me estoy burlando de ti…
- ¡Y una mierda! – espetó – siempre renegabas, siempre te reías descaradamente de mi en estos últimos meses cuando surgía la conversación – me miró con el odio impreso en su mirada.
- Si eso es lo que crees… - le solté girando sobre mis talones, con una sensación nueva recorriendo su pecho – supongo que si no hubieras reaccionado así, dirías que te lo pido por complacerte… ¿verdad? – volví mi cara para que me oyera bien – pues fíjate que no – me volví a girar y regresé a la mansión.

La sensación que experimentaba por primera vez fue indescriptible. Simplemente el dolor que se alojó en mi pecho era tan grande que no me dejaba respirar. Y ese maldito dolor no desaparecía por más que trataba de olvidar lo que acababa de pasar. Por más que analizaba la situación consiguiendo renovar y aumentar el dolor.

Me estire en la cama, encerrándome en mi cuarto, escuchando la puerta de la entrada cerrarse y unas voces que hablaban de todo lo sucedido. Después, logre escuchar unos pasos y también unas voces. Lentamente, me incorporé y me apoye en la pared como si fuera un ladrón queriendo averiguar si había alguien en la casa, deslizándome dejando mi espalda apoyada en la pared mientras escuchaba.

- Hyoga… - susurro Shiryu – creo que no estaba bromeando, ni molestándote. Más bien creo que lo decía muy en serio. Nunca antes vi esa mirada en el rostro de Ikki – finalizó esperando una respuesta por parte de Hyoga.

Pero la respuesta no llegó y resignado, Shiryu se metió en su cuarto mientras yo me quede tal y como estaba. Sentado en el suelo para tratar de averiguar lo que hacia Hyoga. Para saber en qué momento entraría en su cuarto y yo podría salir del mío.

Al fin se le oyó caminar. Sus pasos avanzaron pesados por la moqueta del pasillo pero como en pocos segundos descubrí, su habitación no era su destino. Sorprendentemente. La mía sí.

Abrió la puerta, haciendo que todos los bellos de mi cuerpo se erizasen presas de la sorpresa. Jamás hubiese esperado un movimiento así de él. Aunque imagino que él tampoco esperaba el mío, así que podía decirse que íbamos empate.

- Ikki… - susurró avanzando hacía la cama.
- ¡¿Qué quieres pato?! – espeté viendo como su cuerpo brincaba y se giraba viéndome en la oscuridad, apoyado sobre esa pared, sentado en el suelo.
- Ikki… quiero saber por qué… - dijo sin preguntar puesto que sabía perfectamente a lo que me refería aunque lo dejó bien claro cuando especificó – porque me pides que me case contigo si siempre dijiste que eso era una chorrada, si siempre te reíste de mi todo este tiempo.

Quedé en silencio, sabiendo cual era la respuesta. Viendo como avanzaba hasta mí y se sentaba a mi lado, apoyándose cansado en la pared, resoplando aliviado mientras miraba al techo.

- Sabes… Fueron tus ojos los que me dijeron, los que me hicieron saber que era el momento. El momento de olvidar las estupideces de mi mente y ser feliz contigo, y hacerte feliz – le dije tras mirarle, observando cada reacción de su piel, de sus ojos, de su cuerpo – te amo… eres mío Hyoga… - miré al lado opuesto algo sonrojado.
- Está bien… - susurró - ¿y para cuando? – añadió haciendo que mi cuerpo por propia reacción sáltese sobre el suyo para apresarle contra el suelo – Ikki…
- Dilo… - exigí – quiero oírlo… - pedí en su oído.
- Te amo… - me dijo al mío.

Sonreí, sintiéndome por primera vez en ese desquiciado día feliz que dio paso a una loca y caliente noche que nos dejó rendidos aunque no lo suficiente como para que cuando despertamos tuviéramos ganas de hacer lo mismo.

DIARIO EL F…NIX (si alguien lo lee lo mato) - Preparativos. Empiezo a desquiciarme…

A ver librito… si llego a saber lo que implicaba la cosa esa de casarse, me hubiese quedado calladito. Y no porque no quiero casarme… No, no. Sino porque de saber el sinfín de preparativos que siguieron en esos meses, lo secuestro y me caso con él en cualquier sitio tranquilo. Sin invitados, sin banquete, y sin tanto invitado preguntando y metiéndose por medio.

Pero el más metiche, el que me impidió que realizara una celebración tranquila no fue otro que mi querido hermanito que le lleno la cabeza a Hyoga de cosas que quizás nunca se le hubieran ocurrido.

Estos días han sido un continuo ir y venir, un seguido de preparaciones, de pruebas, de llamadas… Un tormento que está desquiciándome, pero la verdad que con verle la cara se me olvida todo en un instante.

Hyoga está más que emocionado, y se le nota en su rostro, se le nota en todos sus gestos, pero sobre todo (aquí tengo una sonrisa de bobo en el rostro además de pervertida) por las noches. Esta enloquecido, desatado… no se qué demonios será, solo sé que no deseo que se le pase jamás.

Nuestras noches parecen una peli porno descarara, solo espero que no se nos oiga demasiado, más de una vez tuve que besar profundamente al loco del pato porque sus gemidos, más que eso eran alaridos y ya me canse de verles la cara a nuestros amigos que parecen decir… ¡DEGENERADOS! Y en verdad que un poco sí.

Pero lo que me preocupa en realidad, es un raro secretismo que se está creando a nuestro alrededor, porque ya me hace pensar mal que cuando nosotros llegamos se queden sospechosamente callados. Espero que no sea lo que yo pienso, porque si algo deje bien claro, es que no me iban a organizar una maldita y dichosa ¡¡DESPEDIDADE SOLTERO!!

Craso error por mi parte, no sé si Hyoga sabia, o si también le pillo por sorpresa, pero lo que si se es que fue la peor fiesta de mi vida hasta que pude regresar a casa y hacer lo que realmente deseaba hacer que no era otra cosa que celebrar con Hyoga nuestra especial despedida de soltero. Una que yo había organizado para nosotros dos solos en un lugar apartado.

DIARIO DEL F…NIX (si alguien lo lee lo mato) – Como se les ocurre. Casi me joden la noche…

Todo el día. Todo el condenado día se lo pasaron evitándonos, riéndose a escondidas, tramando cualquier cosa que no tardamos en descubrir cuando sin que nos lo esperáramos, saltaron encima nuestro cuando mirábamos la televisión tranquilamente alrededor de las ocho de la tarde nos amordazaron y amarraron para después disfrazarnos a Hyoga de pato y a mí como no de pollito.

- ¡Jodidos cabrones! – pataleaba mientras me metían en el coche que habían encargado mientras Hyoga resignado ni se resistía y trataba de pasarlo bien, realmente Hyoga se reía a carcajadas el muy bandido – ¡¡¡bajarme de aquí!!! – renegaba mientras me subían al furgón que habían alquilado - ¿Dónde se creen que me llevan? – trataba de soltarme pero nada.

Cuando llegamos al local en el que todo estaba organizado, cerraron la puerta y me soltaron, sabiendo que Hyoga no se iría, y que yo no me iría de allí para vigilarlo.

Agradecí a todos los dioses, el hecho de que el lugar fuera privado y especialmente reservado para los que fuimos era un alivio, pero lo que tendrían tramado… Eso… Eso me preocupaba y mucho. Sabia de lo que era capaz Shun, ese angelito era el mismísimo diablo encarnado (nunca mejor dicho) y con la influencia de su “no novio” (porque todos sabíamos lo que había entre ellos) todavía podía ser peor.

Parecía que a pesar de los disfraces, todo se resolvería como estaba escrito en los cánones y que aquello no dejaría de ser una reunión de amigos que acabaría por la paz y que fueron a cenar y a beber.
La comida era realmente exquisita y la bebida, algo llamado sangría de cava que nunca había probado, entraba con suma facilidad. Tanto que no paraban de llenarme el vaso y poco a poco sentí que iba perdiendo la vergüenza y me divertía tanto como Hyoga que se veía estupendo con ese disfraz. Yo le hubiera puesto unas medias can-can y una liga con una tanguita roja, pero bueno, eso aun se podía solucionar.

Pero no. Todo empezó a cambiar con la llegada del postre. Cambio que el resto no se imaginaban que podía pasar y lo relacionaron como un fallo sin importancia, pero cambio que me hizo sospechar que hubo un detalle que se les olvidó comentar a los organizadores de la despedida. Cuando lamentablemente lo comprobé. Ya era demasiado tarde como para poder salir del lugar sin montarles un escándalo a mis amigos, a mi hermano y a todos los asistentes por tarados.

Entraron los camareros, y nos vendaron los ojos a ambos para después marcharse y regresar con unas bandejas que no demoramos en poder ver. Y que cuando lo hicimos. Se nos puso una cara de tonto a todos por el “postre” que nos sirvieron.

Nos sacaron las vendas, y lo primero que pude ver, fue el rostro de Milo contraído y no sabía por qué deseaba reírse, o porque le dio un poco de impresión lo que había visto.

Desvié mi mirada a Hyoga, pudiendo apreciar su rostro más contraído aun que el de Milo y definitivamente miré al plato, poniendo mi mejor cara de asco para después mirar a los organizadores de la fiesta Seiya y Shun que se reían desconsideradamente porque mi cara de disgusto al ver esa torta con forma de pechos voluptuosos fue más que graciosa, aunque al verles reír de esa forma. Por un momento pensé que todo estaba organizado para que así fuese.

Nuevamente, pensar semejante cosa fue mi error.

Comimos el postre, algo resignados, si no fuese por la forma que tenían, los “pechos” de chocolate con crema batida estaban buenísimos, pero de pronto un escándalo y una música muy alta, dieron paso a unos silbidos, dejándome claro que todos los presentes sabían lo que venía a continuación.
De nuevo, llegaron los camareros, pero esta vez con una torta enorme, que rápidamente estallo en miles de trozos de corcho dejándonos ver a dos bombones que solo llevaban ropa interior.
Y hubiese sido divertido… de no ser… de no ser que eran dos mujeres que nos amarraron a las sillas y empezaron a quitarnos los disfraces, empezando a sobarnos cosa que me desquició.

Y no solo porque las manos de esas muchachas que hacían su labor me desagradaban. Sino por que ver como alguien acariciaba a Hyoga en zonas que eran de mi única propiedad fue lo que acabó de arrebatarme, más cuando la cara de él empezó a cambiar y a mostrar una de completo desagrado por lo que estaba sucediendo. Justo la contraria a cuando me subían al coche cuando me sacaron en volandas de la mansión.

Su cara que me miraba compungida, me pedía a gritos que me lo llevase de allí. Y ni corto ni perezoso, accedí a esa petición silenciosa que se me hacía, ejerciendo un poco de fuerza, soltándome del amarre y dejando que la mujer cayera “suavemente” de culo al suelo para desatar a Hyoga rápidamente y tomarle de la mano, acercándome a Seiya y Shun para decirles algo antes de marcharnos.

- Esta me la vais a pagar – susurré y me lleve a Hyoga de allí que parecía que por momentos se pondría a llorar por el momento tan desastroso que acabábamos de pasar.

Subimos a un taxi, y tras indicarle la dirección al hombre que lo conducía le abracé bien fuerte mientras enredaba mis dedos en sus cabellos rubios y masajeaba su cabeza queriendo tranquilizarle.
Sentía una enorme rabia por la situación que quería evitar a toda costa y les había avisado, pero no sirvió de nada. Esa estúpida tradición de la despedida de soltero casi nos arruina la noche aunque por suerte y gracias a mi “PLAN B” la noche mejoró considerablemente.

El taxista, amablemente nos dejó frente a la puerta del destino que le susurré en voz baja, aunque si lo hubiera gritado no habría supuesto demasiado por que Hyoga estaba un poco en bavía con lo que había pasado.
Le ayudé a bajar y sin que se diera cuenta a pesar de que llevaba los ojos bien abiertos, entramos al hotel y caminamos hasta la recepción para tomar las llaves de la suite que había reservado unos días antes y nos metimos en el ascensor donde procuré que Hyoga saliera de ese trance que le tenía medio hipnotizado aunque no lo logre hasta que llegamos y abrí la puerta de la suite que estaba perfectamente acondicionada tal y como yo había ordenado.

- Hyoga… - toque suavemente su brazo - ¿estás bien? – lo acaricié tratando de despertarle – patito… - tome su mentón y le bese con fuerza mientras le abrazaba y entrabamos haciendo que giráramos mientras avanzábamos hasta la cama.
- Mmmnnn… Ikki… - finalmente pareció reaccionar - ¿dónde me has traído? – preguntó - ¿Cuánto hace que planeabas esto? – añadió con una sonrisilla picara en los labios.
- Pues verás… si recuerdas, no deseaba despedida de soltero… - susurré acomodándome entre sus piernas, separándolas con mis rodillas mientras me apoyaba en su pecho y desabrochaba su camisa – pues el motivo era porque yo había organizado lo que quería, por que como verás… - sonreí – está todo calculado… - dejé que viera a su alrededor mientras me encargaba de desnudarle, mientras me ayudaba a sacar mi ropa también – mataré a Seiya y a mi hermano mañana – empecé a besar su cuello mientras le obligaba a recostarse de nuevo, mientras besaba su torso desnudo y acariciaba sus costados al tiempo que mis labios se encargaban de sus pezones – Mmmnnn… ahora que recuerdo… mañana nos casamos… lo tendré que hacer en otro momento… - susurré llegando a su ombligo mientras deje que mis dedos jugaran con sus bóxers mientras lo hacían descender y lo dejaba completamente desnudito.

Se dibujo una sonrisa en mi cara cuando vi erizarse su piel mientras tomaba su sexo con mis manos y empezaba a acariciarlo. Mientras provocaba que se endureciera hasta que me canse y deje que mis labios se encargaran de continuar dándole ese momento de placer.

Hyoga gemía, jadeaba y se revolvía en la cama mientras mi lengua se encargaba de que alcanzara el punto que yo deseaba, mientras que abandone su miembro más que excitado y descendí con mis labios besando sus genitales y su anillo que fue asaltado por mi lengua para poder prepararle.

Sus gemidos… que digo, más bien alaridos provocaban que también yo me excitase, que solo con eso, mi cuerpo reaccionase hasta que ya no pude más y el deseo de hacerle mío una y otra vez en esa noche fue mayor que la cordura que se suponía debíamos tener y no vernos en la noche anterior al enlace. Pero me dije… ¡AL CUERNO LAS TRADICIONES!

Giré su cuerpo que se tensaba con cada roce de mis dedos y tras dejar que se apoyara gentilmente sobre sus rodillas, no tuve más remedio que acceder (ni que fuera a negarme) a sus peticiones.

- ¡IKKI! – gritó encendido – ¡ya no te demores! – renegó mientras le cambiaba de posición – no… Mmmnnn… - callo un momentito al sentir mi miembro buscando su diana – no puedo más… - gimió incorporándose, haciendo que su anillo cediera ante la presión de mi sexo, haciendo que enloqueciera cuando estuve completamente dentro de él.
- Mmnnphfff… Pato pervertido… - jadee moviendo mi cadera.
- Mmmnnn… ¿sí? – me provocó tomándome de las nalgas, aferrándose a ellas moviendo su cadera al compas de la mía.
- Ahhh… Joder… - gemí moviendo una de mis rodillas, haciéndonos caer sobre la cama mientras le penetraba con una fuerza descontrolada que no parecía desagradarle.
- Aghh… Más… Más rápido… - pidió y no pude más que complacerle.

Mi cadera se movió rápidamente mientras mi mano se encargaba de su miembro, mientras nos acoplábamos en ese delicioso baile que nos llevo al éxtasis, el primero de aquella larga noche que nos tuvo despiertos hasta altas horas de la madrugada mientras nos amábamos, mientras experimentábamos el placer de la mano del ser amado, mientras compartíamos ese momento que ya jamás olvidamos por la fiesta que nos organizaron, y por la fiesta privada que organicé y que nos hizo olvidar la anterior dando paso a uno de los momentos más felices que pude compartir con él.

DIARIO DEL F…NIX (si alguien lo lee lo mato) – ¡Joder, Hoy nos casamos! Y por poco no llegamos ^__^u

Un móvil empezó a sonar, despertándonos repentinamente, y cuando nos dimos cuenta de que nos habíamos dormido no pudimos hacer otra cosa que correr.

- ¡Joder! ¡Tenemos que irnos! – grité levantando a Hyoga de la cama, pasándole su ropa (vale la levante del suelo y se la lance).

Nos vestimos, o más bien habría que decir que nos medio vestimos y corrimos a la mansión para prepararnos. Para asearnos y vestirnos adecuadamente para hacer todo el protocolo de la boda que no era otro que las dichosas fotografías con amigos, familiares antes del enlace.

Cuando llegamos, no pude contenerme y a modo de venganza por lo sucedido en la noche anterior les dije a todos los que nos miraban mal.

- ¿Ocurre algo? – y salí corriendo hacia mi habitación, arrastrando a Hyoga del que me despedí con un profundo beso, viendo como entraba en su cuarto y fui a bañarme y afeitarme, perfumarme y vestirme algo nervioso para que negarlo mientras empecé a escuchar las primeras voces en el piso inferior de los invitados que llegaron puesto que toda la celebración seria realizada en el precioso jardín de la mansión.
- ¡Ikki! – entro Shun tras aporrear la puerta. Mientras me peleaba con la corbata – ¡hermano! – saltó encima de mí y me abrazó, dándome un suave beso en la mejilla que me conmovió.
- Shun… - le abracé bien fuerte, suspirando después – te vas a arrugar el traje – me separe lentamente, mirando su cuerpecito que lucía muy lindo tan arregladito.

Me ayudo a terminar de acicalarme, y me acompaño a recibir a los invitados que me felicitaron y me hicieron sonrojar en más de una ocasión mientras bromeaban recordando mi modo particular en el que le pedí que nos casáramos.

Lentamente, los minutos fueron pasando, más lento de lo que jamás hubiera imaginado hasta que Shion que ejercería de sacerdote hizo un llamado al orden de un modo muy particular. Uno que nosotros nos molestamos en recordad que no era otro que deseábamos que la celebración fuera un evento privado e intimo que estuviera cargado de momentos felices y divertidos. Nada de tristeza o llantos.

- Ikki… - toco mi hombro haciendo que diera un brinco. Ni yo mismo creía que estuviera tan nervioso – es la hora – indico y nos encaminamos todos a una glorieta improvisada que quedaría por siempre en el jardín.

Nos situamos. Shion en el altar. Yo a su izquierda, Shun a mi izquierda por que no podía haber otra persona más indicada que me hiciera de padrino y esperamos a que las puertas de cristal del salón se abrieran para que entrara Hyoga acompañado de su padrino Camus al que quería como un padre.

Esos minutos, porque si, luego supe que fueron minutos aunque a mí me parecieron horas, se me hicieron eternos. Los nervios me recorrían intensamente, casi podía decir que temblaba y no de miedo, sino de ansiedad por verle, por tenerle a mi lado nuevamente, por pasar ese momento en el que todos me estaban mirando felices y sonrientes mientras que yo estaba más tieso que un palo esperándole.

Pero al fin sucedió. La melodía empezó a sonar y las puertas fueron abiertas por Shiryu y Saori que cuando las dejaron sujetas regresaron a su lugar.

Apareció. Provocando el asombro de todos cuando lo vimos. Realmente lucia hermoso con el traje blanco que había escogido que se adaptaba a su cuerpo realzando su silueta, haciendo que esa imagen se grabara en mis pupilas mientras caminaba hacia mí sonrojándose, haciéndome sonreír hasta que Camus junto nuestras manos haciendo que los invitados a la ceremonia aplaudieran emocionados cosa que me hizo renegar interiormente, aunque en mi rostro solo se reflejaba la felicidad.

Sin saber cómo, bese su mejilla cariñosamente mientras se acercaba a mí, mientras se ponía a mi altura sorprendiendo a todos, incluso a mí mismo y me olvidé de todo y de todos. Me concentre en vivir ese feliz momento al lado de la persona que escogí para compartir el resto de mis días. Persona que estoy absolutamente que me hará feliz.

Shion hizo nuevamente que todo quedara en silencio, moviendo sus manos para indicarnos que tomáramos asiento, suspiro acomodando las mangas de su túnica negra y empezó a hablar.

- Cuando estos dos muchachos vinieron a mí y me pidieron lo que hoy estoy cumpliendo, solamente les pude decir… ¿saben lo que están haciendo? - nos hizo reír a todos – claro que no me refería a que se casaran ni mucho menos, sino que me eligieran a mí para llevar a cabo el acontecimiento. Pensé… insensatos, a pesar de lo formal que parezco por mi cargo en el santuario – sonrió mirando a sus caballeros, a los amigos cercanos a la familia y al resto de invitados – soy todo lo contrario – volvió a hacernos reír.
- No se rían… lo dice en serio – se levantó Death Mask – nosotros podemos dar buena cuenta de ello – se puso a su derecha para pasarle unos pergaminos.
- Correcto cangrejo – la risa se hizo una carajada cuando todos vimos que le pellizcó el trasero, a saber lo que había entre ellos – soy el más mayor y también el más loco del santuario – se empezó a reír cosa que me hizo sospechar que algo tenia tramado – pero eso no es lo que nos ocupa ahora… - continuó – lo que nos reúne aquí es que estos dos muchachos quieren casarse, así que hagamos que se sientan felices y podremos olvidarnos de los nervios bebiendo y comiendo – suspiré aliviado, creyendo que desde ese momento todo iría rodado – queridos caballeros, amigos y familiares aquí reunidos… - comenzó – aquí los muchachos han decidido unir sus vidas hasta el fin de sus días y no seré yo el que me oponga a esta unión… - sonrió guiñándonos un ojo, tomando aire decía mientras miraba a Hyoga fijamente, pudiendo ver esos preciosos ojos brillantes, tratando de escuchar a Shion, pero sin poder prestar atención porque quedé embobado – bien… prosigamos… estamos aquí reunidos para unir a este hombre y a… - pensó unos segundos – y a este otro hombre en sagrado matrimonio del que todos y cada uno de los asistentes seremos testigos de la felicidad de nuestros queridos amigos – se levantó haciendo un gesto con su cabeza, provocando que me estremeciera, sabiendo que seriamos las victimas de lo que nos tenía preparado a sabiendas del resto de invitados – que vengan los testigos por favor… ¡ah! Y antes de que se me olvide… ¿alguien quiere decir algo? – pregunto haciéndome abrir los ojos de par en par tratando de no demostrar las ganas que tuve en ese instante de matarlo.

Me giré y vi a todo el mundo sentado con una sonrisa en los labios, y eso me hizo creer que esa pregunta pasaría desapercibida. De nuevo… grave error por parte mía.

- ¡YO, YO QUIERO! – gritó Shun levantándose, haciendo que todos sonrieran, pasando frente al altar, poniéndose al lado de Shion antes de empezar a hablar – bien… yo que creí que este día nunca llegaría – dijo yendo directo al grano – es un bruto, todos lo sabéis – seguía viendo como todos incluido Hyoga se reían – no es ningún secreto, pero Hyoga, no se aun como, logró romper esa coraza que siempre lleva puesta y entro en su corazón, dejando que aunque sin que él mismo se diera cuenta, mostrara la clase de persona buena y amable que es – sonrió y se acerco a darnos un beso en la mejilla a ambos mientras yo deseaba emparedarle – Por cierto Hyoga… - sonrió pícaramente – no se aceptan devoluciones… – termino y tras volver a abrazarnos muy fuerte se fue corriendo al lado de su “amigovio” Seiya.

Volví a girarme, mirando, asegurándome que nadie más se levantase y miré de nuevo a Shion, arqueando mi ceja derecha esperando a que terminara con esta locura.

- ¡Un momentito! – espetó Shiryu – yo también tengo algo que contarles… - resoplo parándose junto a Shion – no saben que tortura. No solo tuve que aguantar sus nervios mientras trataban de decirse que se amaban… No saben el suplicio, no saben lo que llegué a pasar, pero lo que seguro no saben… - sudaba frio sin saber lo que la lagartija diría – lo que no saben es la felicidad que todos sentimos cuando al fin los vimos unidos… - acabo y suspiré más aliviado que ninguna otra vez en toda mi vida porque me temía lo peor – enhorabuena a los dos… - acabó y regreso a sentarse con Saori.

Todos los asistentes aplaudieron las palabras de Shiryu, incluso nosotros que nos miramos y sonreímos como tontos cuando finalmente Shion decidió acabar con la locura y proseguir con la celebración.

- Bien… si está todo dicho… pongámonos en pie y que vengan los anillos – nos levantamos y miramos a la puerta del salón para ver a Kiki portando los anillos pero eso no sucedió.

No sé a cuál de los majaderos, se le ocurrió amaestrar a un pollito y un patito y los hizo desfilar por la moqueta roja hasta nosotros ante las miradas emocionadas de los invitados.

- Tomen los anillos muchachos… - dijo haciendo que Hyoga agarrase el pollito y yo el patito que llevaban un anillo anudado a su cuello suavemente con una cinta de seda roja y siguió hablando – queridos amigos… hoy nos reunimos aquí para unir al pollo y al pato en sagrado matrimonio. Ikki... – juntó nuestras manos – juras amar, cuidar, proteger y respetar a este hombre hasta el fin de tus días, incluso si eso supone tu muerte – preguntó en un tono completamente diferente, en un tono de respeto y seriedad, justo el contrario que tenía hace un instante.
- Sí, lo juro – miré a Hyoga fijamente mientras lo decía.
- Y tú. Hyoga. Juras amarle, cuidarle, protegerle y respetarle aunque eso suponga tu muerte… - volvió a preguntar.
- Sí… lo juro… - contestó con esa preciosa sonrisa y el hermoso rubor en sus mejillas.
- Bien, entonces con el poder que me ha sido otorgado declaro… Que lo que unieron los dioses jamás lo separará el hombre.

Empezaron los aplausos y los vítores que resonaban por los jardines a pesar de que no éramos más de treinta personas las que estábamos en la ceremonia mientras nos poníamos los anillos después de sacárselos a los animalitos que los portaban. Me incline un poquito después de deslizar el anillo por el fino dedo de Hyoga con la intención de besarle, pero Shion me detuvo agarrándome del cuello del traje negro que había escogido para la celebración.

- Un momento… ¡aquí no hay beso hasta que yo lo diga! – nos miró con una inmensa sonrisa, soltando el cuello de mi traje – venga, está bien, ya pueden besarse, pero no sean degenerados que hay menores presentes – finalmente pude besar a mi “esposo” abrazándole fuerte sin aplastar a las que se convirtieron en nuestras mascotas.

Nos sonreíamos, estando yo sorprendentemente tranquilo mientras nuestros invitados, todos amigos muy cercanos y familiares nos saludaban, abrazaban y besaban antes de que por unos momentos los fotógrafos que había contratado Saori nos secuestraran unos momentos mientras los invitados se marchaban a las carpas donde se celebraría la comilona.

Paseamos por los jardines, sintiéndome incapaz de dejar de mirar a Hyoga que lucía radiante, que me deslumbraba con esa sonrisa, que me cegaba con el brillo de sus ojos mientras me miraba.

Le rapté unos segundos, llevándole hasta un lugar apartado, apoyándome en un árbol y atrayéndole a mí para que fuera mi cuerpo el que se apoyara y no manchar así su precioso traje blanco.

- Hyoga… ¿estás seguro de lo que hiciste? – pregunté – mira que ahora no pienso despegarme de ti…
- Eso es justo lo que deseo Ikki – me respondió – te amo… - sonrió y me beso.

Le correspondí aferrándome fuerte a su cintura, pegándole contra mi cuerpo mientras una de mis manos tomaba su nuca para profundizar ese delicioso beso, para que nuestras lenguas pudieran jugar entre ellas en ese momento tan intimo y únicamente nuestro que fue súbitamente interrumpido por los fotógrafos que muertos de vergüenza nos detuvieron.

- Perdón – se disculpo uno de ellos provocando que nuestro beso acabara – deberíamos seguir – añadió y se marcho devolviéndonos la intimidad.
- Un momentito – le detuve – te amo – le dije abrazándole nuevamente – este momento no hubiera sucedido en mi vida jamás si no fueras tú el que está aquí – le susurré al oído sintiendo como se estremeció entre mis brazos.

Volvimos a besarnos, unos minutos más no matarían a nadie y regresamos al lugar mientras sentía una paz enorme recorrer mi cuerpo, mientras pensaba, mientras recordaba cuando Hyoga se estremeció entre mis brazos, recordando la agradable sensación que me recorrió cuando le dije esas palabras. Momento en el que decidí que nunca me cansaría de decírselas a pesar de que en algunos momentos me diera vergüenza hacerlo, ahora sentía que esa vergüenza solo era una inseguridad mía.

Las fotografías prosiguieron con mi cara considerable de enojo por tener que hacer de modelo, cara que cambiaba cuando el fotógrafo decía… “Whisky” y sonreía lo más que podía para que las fotos fueran el reflejo de lo que nuestras almas sentían.

Después, nos fuimos a la recepción con todos nuestros amigos para brindar con ellos y comer, soportando estoicamente todas y cada una de las bromas que nos hicieron, desde la primera que no fue otra que al levantar la tapa que ocultaba nuestros platos aparecieron nuestras nuevas mascotas hasta la última que fue justo antes que la torta y que tuvo dos protagonistas estelares que nos hicieron reír a todos.

Repentinamente, empezó a sonar una música estridente y ensordecedora que nos asusto a casi todos. Más cuando nos agarraron y nos hicieron sentar en el frente, nos ataron espalda contra espalda y expusieron las normas del juego y lo que lograría quien ganara.

- Bien… aquí estamos de nuevo… - dijo Shion haciéndome temblar – ustedes cuatro – miré a mi alrededor y vi como Seiya y Shun eran literalmente arrastrados hasta donde estábamos y los ataban – como ellos fueron los organizadores del evento de la noche anterior – dijo refiriéndose a la despedida – creo que es el mejor rival que tendrán – sonrió – aquí están las normas… así como están, tendrán que ir a la mansión, tomar una de las tartas alzando sus manos, llevándola en sus cabezas y regresar sin que se caiga. El que llegue primero y corte la tarta ganará, quedando los perdedores a disposición de los vencedores por una semana – tomo aire – y no se vale cargar con el compañero para ir más rápido – específico haciéndonos reír a todos, jodiendo mi plan de victoria.

Shion se aparto y nos señalo el camino y el lugar donde estaban las tartas, viéndose deliciosas, apunto con su mano al cielo y volvió a hablar.

- Preparados… que gane el mejor… ¡YA! – agito su mano cortando el aire y los cuatro como pudimos salimos corriendo tropezando con los pies del otro.

Hyoga y yo nos coordinamos bastante bien tropezando en los primeros pasos, pero consiguiendo acompasarnos en los siguientes, llegando al mismo tiempo que nuestros oponentes que parecían muy bien organizados. Tomamos las tortas, y gracias a que somos prácticamente de la misma altura, la cargamos sin complicaciones, saliendo más despacio hacia la mesa que tenia las espadas para cortarlas con Seiya y Shun pegados a nosotros.

- Hyoga vamos que estos muchachos no pueden ganarnos, así nos vengaremos por lo de anoche – le incite escuchando los vítores, las porras de los invitados que lo pasaban en grande.

Empezamos a tomar distancia, poniéndonos en cabeza cosa que provoco a Seiya y Shun se picaran y trataron de alcanzarnos, solo logrando una cosa. Caerse al suelo casi arrollándonos y con la torta puesta de sombrero mientras nosotros llegamos y cortamos la tarta.

La risa era general. Pobrecito mi hermano que estaba por largarse a llorar mientras Seiya aporreaba el suelo furioso por la derrota.
Shion nos desató y fuimos gentilmente a ayudarles a levantarse, sin mancharnos con la crema de la torta justo al revés que ellos que estaban rebozados en crema y chocolate, momento que quedo inmortalizados por los fotógrafos que se encargaban del reportaje.

Después. Aún quedaban más sorpresitas por parte de los asistentes, lo que ellos no sabían era que en esa ocasión, les daría con el canto en los dientes.

- Bueno, bueno… - dijo Saori, llamándonos a todos – llegó uno de los momentos más bonitos de la noche – seguía y me sonreí, sabía perfectamente lo que diría – es la hora de que los novios abran el baile – Hyoga me miró con cara de… “sonamos” – así que por favor… pasen al frente – nos hizo pararnos el uno frente al otro en medio de la pista – muchachos este es su baile… - se aparto y nos dejo allí solos mientras yo trataba de no reírme por la cara de satisfacción que tenían todos los que estaban allí reunidos.

Las luces se apagaron y nos enfocaron por separado mientras empezó a sonar la música y me acerqué a Hyoga despacio. Frunciendo el ceño, haciendo lo que todos suponían que debía hacer, pero llegué a la altura de Hyoga, mientras nos miraban expectantes y me incliné. Haciendo una reverencia perfecta sin dejar de mirarle a los ojos.

- Me concedes el honor de compartir este baile contigo… - susurré viendo la sonrisa que se dibujaba en su cara, tomando su mano suavemente, dejándola en mi cintura mientras mi otra mano sujeto con firmeza su mano libre y empecé a balancearme de un lado a otro, girando sobre nuestros pies al ritmo de la música sorprendiendo a todos excepto uno que me ayudó.
- Ahhh… que buen alumno – dijo Camus orgulloso – aprendió a bailar incluso mejor que tú Milo – sonrió mientras se unían a nosotros.

El baile prosiguió con música muy variada hasta que nos atrapó la madrugada y mientras empezaba a desesperarme porque toda esa gente no se marchaba.
Desespero que alguien si noto y puso fin a la ceremonia pasadas las tres de la madrugada.

Nos despedimos de todos y secuestré a Hyoga cuando nuestros “hermanos” estaban por acostarse. Me sentía arrebatado, me sentía lleno de deseo después de todo aquel loco día que acabábamos de vivir lo que más deseaba era poder pasar un rato a solas con él, amarle, complacerle y dormir a su lado. Pero…

- ¡PERO SERÁ POSIBLE! – renegué mientras escuchaba un sinfín de cascabeles - ¡CABRONES! Es que ni una noche de bodas tranquila pensaban darme – renegué enfurecido mientras Hyoga se reía de la situación tendido en la cama que no dejaba de sonar y sonar. Quedando completamente atónito cuando entraron los otros cuatro habitantes de la mansión en mi cuarto, me alzaron y me lanzaron junto a Hyoga para después empezar a sacarnos fotografías entre carcajadas y risas a las que termine uniéndome.

Esa noche, no nos quedó más remedio que dormir, es que ni por la mañana cuando despertamos después del feliz y ajetreado día pudimos tener un momento privado en la ducha por que nuevamente, esos cuatro entrometidos entraron en el cuarto cuando nos disponíamos a “bañarnos”.

- Hermano, cuñado… - sonrieron mirándonos felices, casi más que nosotros – aun no os hemos dado nuestro regalo, así que aquí tienen… - le dieron un sobre a Hyoga y salieron rápidamente de la habitación, dejándonos allí a solas, mirándonos como tontos, decidiendo si abríamos ese sobre o no.

DIARIO DEL F…NIX (si alguien lo lee lo mato) – Vaya, eso sí que fue una sorpresa…

Mientras divagábamos tratando de abrir el sobre, temiendo que hubiese alguna locura más dentro de él, empezando a ponernos nerviosos.

- ¡Ah, yo lo abriré! – espeté cogiendo el sobre de las manos de Hyoga, abriéndolo y quedando con los ojos bien abiertos cuando vi lo que era – Joder, nos han pagado la luna de miel – dije incrédulo.
- ¡Qué! – me arrebató el sobre con los billetes y el plan de viaje – es cierto…
- ¡SÍ! Y el avión se va en menos de cuatro horas – dijeron entrando de nuevo, dejando frente a nosotros dos maletas perfectamente preparadas. Nos abrazaron sacándonos casi arrastras de la mansión mientras nos poníamos algo de ropa y nos encerraron en un taxi rumbo al aeropuerto que nos llevaría a un lugar paradisiaco en el que por fin podríamos estar completamente a solas...

Subimos al avión con el tiempo justo, tanto que casi no tuvimos tiempo de facturar y nos dormimos rendidos por tanta excitación de esos días, por tantos nervios, por tanto preparativo que nos dejo agotados.

El vuelo que fue realmente largo aunque casi ni lo notamos porque dormimos todo el rato terminó y nos bajamos nada más y nada menos que en Cancún donde lucía un sol expendido.

Buscamos al señor que según Shiryu nos estaría esperando y nos llevó a nuestro lugar de destino que en cuanto lo vimos, quedamos aun más asombrados.

Bajamos del mini bus que se encargaba de transportar a los huéspedes de los hoteles al aeropuerto y viceversa y caminamos hasta la recepción, entregando al recepcionista el papel que nos había dado Shun y nos condujo hasta nuestra habitación.

Habitación que no era tal por que más bien era una pequeña casita con una playa privada exclusiva para nosotros y con todo lo necesario para estar allí tranquilamente una semana. Semana en que nos traerían la comida y la dejarían en el saloncito de esa pequeña casita tal y como indicaban los folletos informativos que nos habían dejado por allí encima. Folletos que leímos muy por encima para averiguar cuando pasaban a revisar que todo estuviera en orden.

Corrimos al dormitorio y allí dimos rienda suelta a nuestras pasiones. Estábamos muy descansados gracias a que dormimos todo el viaje, así que aprovechamos y nos resarcimos recreando lo que hubiera sido nuestra noche de bodas.

Una y otra vez, nos consentimos mientras nos amábamos en cualquier rincón de esa casa. Ahora que lo pienso, me parece que no hubo un solo centímetro de esa casita que no oyese nuestros gemidos incluida esa preciosa playa en la que pasábamos todas las tardes mientas apreciábamos la hermosa puesta de sol hasta que nos traían la cena que a veces quedaba en los platos por que el deseo de poder estar con el otro era más grande incluso que el hambre.

Los días nos pasaron tan rápidos que casi no nos dimos cuenta de ello. Los disfrutamos plenamente juntos, sin despegarnos. Solo guardando las formas cuando venían los camareros o el servicio del hotel para averiguar si nos hacía falta algo.

- Mañana ya nos vamos… - susurró Hyoga mientras veíamos la que sería nuestra última puesta de sol – es una pena – añadió.
- Sí, por eso esta noche será especial – le contesté dejándole algo sorprendido – no preguntes, todo se dará a su debido tiempo Hyoga…

Sonreí levantándome de la arena de la playa que admiré por última vez, ayudando a que se levantase y lo cargué en mi hombro como si fuera un saco de patatas al que lentamente despojé de su bañador para hacer lo mismo con él mío y deje que el agua caliente nos renovara lentamente, sintiendo una inmensa felicidad.

Despacio, abracé a Hyoga por la cintura desde atrás, besando su nuca, acariciando su vientre y después más abajo para excitarle, para recrear nuevamente el placer que no me cansaba de darle.

- Mmmnn… Ikki… para… ahhh…
- ¿En verdad deseas eso? – susurré a su oído tomando su sexo con mi mano, acariciándolo con fuerza.
- Mmmnnn… Ikki…

Eso fue más que suficiente para mí y proseguí.

Mi cuerpo se acoplo al suyo lentamente mientras nos movíamos buscando estallar al placer, mientras mi mano ejercía una presión en su miembro, la misma que sus entrañas ejercían contra el mío y que tanto me hacia estremecer.
Gemimos y jadeamos mientras nos empezamos a mover más rápido, más cuando juntos estallamos y después de que Hyoga se girara nos besamos con pasión mientras el agua nos mojaba y limpiaba de nuestros cuerpos la prueba de nuestro encuentro.

- Mmmnnn… Hyoga… eso fue realmente delicioso – susurré sentándome en la bañera, llevando a Hyoga conmigo para que se sentara entre mis piernas mirándome de frente.

Tapé el desagüe de la tina y dejamos que se llenara de agua muy caliente mientras nos abrazábamos, mientras que sentí que algo sucedía que realmente no esperé que fuera tan rápido.

- Patito… eres insaciable… - susurré a su oído sintiendo su miembro firme rozar mi vientre por la cercanía de nuestros cuerpos.
- ¡IKKI! – gritó todo sonrojado – yo… yo… ummpff – quiso apartarse.
- ¿Dónde vas? – le atrapé justo a tiempo, antes de que sus piernas se desenroscaran de mi cintura – ¿acaso crees que te podrás escapar? – sonreí volviendo a acariciarle, pegando su cuerpo al mío dejando que su sexo se rozara suavemente contra el mío, queriendo que sintiera que yo estaba listo – ves… - tome su mano llevándola a mi sexo – así es como me pones con un simple susurro a mi oído… - sonreí y le bese, sintiendo como su mano hacia exactamente lo mismo que la mía. Prepararle para el siguiente asalto.

Hyoga movía su mano de un modo tan suave dentro del agua que creí morir de placer por un instante. Más cuando él solito, guio mi miembro a su entrada y con sumo cuidado dejó que se deslizara por sus entrañas, presionando mi erección con el palpitar de sus paredes.

- Mmmnn… ahhh… espera… Mmmnnn… no hagas eso… - le abracé muy fuerte al sentir como contraía sus entrañas que eran invadidas por mi sexo erguido – Aghhh…
- ¿Acaso no te agrada? – sonrió apegándose a mí, quedando muy quietito, ejerciendo una presión sobre mi excitación que me volvía realmente loco, que me desataba.

Me besó mientras repetía ese movimiento invisible pero muy sentido que ejercía sobre mí, mientras que su lengua buscaba la mía y se enzarzaban en una lucha de poder hasta que sentí sus uñas enterrarse en mi piel seguido de un torrente cálido que golpeo contra mi pecho cuando sin poder contenerse termino y quedó tenso, provocando que me estallara en su interior irremediablemente por esa deliciosa estrechez que capturó mi miembro dentro de su cuerpo.

- Te amo… - susurré tomando sus labios de un modo suave, pellizcándolos con los míos.
- Te amo Ikki… - contestó sintiendo como me incorporaba y le levantaba conmigo.

Aclaramos nuestros cuerpos, y casi sin fuerzas nos acostamos mirándonos el uno al otro a los ojos, a los labios mientras nuestras manos le regalaban caricias al otro relajándonos hasta que nos dormimos agotados.

Por la mañana, cuando el sol despuntó, me levanté despacio y aprovechando que Hyoga aun dormía, preparé algo para cuando por la noche nos instaláramos en la que sería nuestra casa. La casita de nuestros sueños que estaba en el jardín de la mansión y que fuimos acondicionando después de pedirle permiso a Saori para poder vivir allí y así no tener que alejarnos demasiado.


DIARIO DEL F…NIX (si alguien lo lee lo mato) – Adiós querido libro… desde ahora tendrás otro propietario.

Querido diario… (Esta es la primera vez que lo llamo así)

Tú conoces las aventuras y desventuras de estos dos años que he vivido, ahora, cambiarás de manos. Pero no te preocupes, estarás a buen recaudo puesto que se que tu nuevo dueño, no dejará que te suceda nada malo.

Adiós librito que has sido mi confidente. Te llevas contigo tristezas, inseguridades, pero sobre todo mucha felicidad que a veces has sabido tú antes que nadie.

Esta es tu última página en blanco. Como habrás notado, he dejado la primera con unas palabras especiales para su nuevo propietario. Espero que no te importe, estoy seguro que serán de tu agrado.

Adiós compañero de penas y alegrías, desde ahora serás la alegría que al leerte provoques la sonrisa al que desde este momento le perteneces.

Ikki…


Los muchachos, esperaban emocionados el regreso de los recién casados a los que se prometieron no molestar demasiado por que Ikki se lo pidió a su hermano cuando llamó para avisar que ya estaban por subirse al taxi que les llevaría a la mansión después de recoger el equipaje.

Exaltados, brincaron cuando vieron el taxi detenerse y salir de él a los que tanto habían extrañado en esos días que habían estado celebrando sus primeros días de casados.

Tras los abrazos y los saludos, caminaron hacia la casita que ocuparían en el jardín. Casita en la que todos cenaron y hablaron, relatándose lo precioso de los paisajes que la luna de miel les había proporcionado. Pasándoles los recuerdos que habían escogido para cada uno de ellos hasta que la hora tardía del reloj les indico que era hora de acostarse. Más sabiendo que sus hermanos estarían cansados por el viaje.

Les acompañaron a la puerta, para despedir hasta el día siguiente a sus hermanos y se fueron a dormir por primera vez completamente solos en su propia casa, sin interrupciones que alguna que otra vez habían sido desagradables.

- Ikki… deja eso, ya mañana desharemos las maletas… - susurró Hyoga desde la cama.
- Solo es un momento – pidió – es que hay algo que debo entregarte… - sonrió Ikki, encontrando finalmente lo que buscaba y corrió hasta la cama – toma, aquí tienes. Ábrelo.
- Claro… ¿Qué es? – preguntó Hyoga mientras abría la cajita de color purpura que ocultaba el presente, dejándole ver una especie de libro viejo de color azul marino, con unos ribetes en plata algo gastados y una cintita azul de seda colgando.
- Debes leer lo que dice la primera pagina – pidió y Hyoga le obedeció encantado.


“Se que no creerás cuando leas que yo haya hecho esto. Pero esta, es una prueba más del amor que te tengo.
Aquí encontrarás el relato de estos dos últimos años que he pasado a tu lado. Años que espero se conviertan en décadas por que lo único que se en este momento, porque lo único de lo que estoy seguro es que te amo. En este pequeño diario, te entrego mi alma, mi corazón que te pertenecen, que son tuyos desde el día en el que volvimos a reencontrarnos.
Te amo Hyoga… Te amo, me has hecho inmensamente feliz en este tiempo, sé que eso ahora no solo será siendo igual, sino que aumentará por que la felicidad que siente mi corazón por poder envejecer a tu lado no se puede comparar con alguna otra ilusión que mi mente alguna vez haya pensado.
Cuida mucho siempre de este regalo. Aquí están escritas muchas de mis inquietudes, pero sobre todo está escrito el relato de un amor. De nuestro amor. Un amor eterno que no se desvanecerá con el paso de los años y que perdurara aunque la muerte nos separe porque nuestras almas siempre estarán unidas por siempre en el más allá.
Te amo Hyoga… Te amo…”


-Fin-

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