° Chapter One:
Ámame
~Derríteme Cruelmente~
Era extraño ver a Mao tan absorto mientras escribía la letra para una canción. Quizás era por ello, que los restantes integrantes de la banda lo observaban como si fuera la mayor atracción de un circo de fenómenos.
Sentados en sus respectivas sillas, habían rodeado la pequeña mesa en la que se encontraba, mirando interesados como el bolígrafo se movía raudamente, delineando toscamente, cada uno de los trazos que daban forma a lo que se les hacía casi ilegible. Su rostro se contorsionaba en extrañas muecas, mientras escribía, tachaba y descartaba palabras, líneas y párrafos completos.
Tras casi una hora, Mao dió por finalizada su escritura, y con una sonrisa en sus labios dirigió su vista hacia sus compañeros.
-Creo que tengo algo bueno entre manos- dijo mientras se paraba y cogía los papeles en los que escribía. En un arrebato del mejor de los novios, Yuuya se levantó junto a el, y lo estrechó con notorio afecto entre sus brazos, al tiempo, que encontraba los labios del vocal con los suyos, produciendo, que Aki se removiera incomodo en su silla y ahogara en su garganta un par de palabrotas, que de ser pronunciadas rebotarían en los oídos de todos los presentes.
El bajista odiaba esas demostraciones empalagosas de amor y adoración mutua entre esos dos. Estaba celoso, y lo admitía, pero no era necesario que todos se enteraran. Aun tenía su dignidad intacta, no se daría el lujo de demostrarse enfadado ante algo que era “natural”
Intentando apartar la vista de aquella escena, dirigió sus ojos hasta el guitarrista, notando que este le dedicaba una sonrisa divertida y casi echando humo por las orejas, Aki arqueo las cejas, y desvió su mirada una vez más, posándola en la puerta blanca que ya quería atravesar para largarse a su casa, y poder maldecir a los cielos por ser tan injustos con el.
Ni el mismo podía explicar bien, como era que se había enamorado de Mao, su amigo de casi toda una vida, y con quien había llegado a dar forma a su sueño más grande y ambicioso. Tener una banda y ser reconocido en su país. Sólo estaba consciente, de que un día X en una reunión que debió ser como todas las demás, vio a su amigo, bajo una extraña luz nueva y PAF!, la realidad cayó sobre el. Y desde ese momento, su cabeza era un revoltijo constante, y su cuerpo se había transformado en un nuevo laboratorio de sensaciones. A menudo se sentía como cuando se enamoró por primera vez. Estúpido y confundido.
En el estado de confusión anormal y duradero en que se encontraba, no dudó en hacer de Shinji su más fiel amigo y confidente. Su naturaleza callada y distraída, le daba la seguridad para desahogar todas sus tenciones con respecto al tema, que lo traía tan nervioso.
Cuando por fin, vocalista y baterista, descubrieron que debían seguir respirando para vivir, se separaron, y se miraron embobados. Aki suspiró pesadamente, y haciéndole un gesto con la cabeza a Shinji, le hizo entender que quería salieran juntos de aquel lugar. No quería seguir ni un minuto más ahí, era demasiado doloroso verlos coquetear y besarse. Se sentía frustrado.
Cuando ya se encontraban a punto de escapar del lugar, la voz clara y potente de Mao inundo la habitación. Tanto bajista como guitarrista, giraron sobre sus talones, y dirigieron al cuerpo que aun yacía entre los brazos de Yuuya.
-A las 7:00 en mi casa. Quiero que escuches mi canción.-dijo con su voz varonil y sensual.
Sabían que con aquello se refería específica y únicamente al bajista, el que solo se encogió de hombros. Dando a entender que no faltaría. Después de todo, no se podía dar el lujo de combinar su vida amorosa con el trabajo.
Salieron por fin de la sala de en. sayo, y pronto, del edificio corporativo y el frío de la estación les dio de lleno en el rostro. El bajista, pidió dar un pequeño paseo bajo el cielo tormentoso de aquel día, a lo que Shinji accedió. Quería ordenarse de una vez por todas, y el olor húmedo, el aroma de lluvia próxima ayudaba a que sus pensamientos encontraran una línea coherente. En silencio se desplazaron, mientras los cielos cubiertos, lucían grisáceos como el ánimo de Aki. Sin que una palabra estuviera de por medio, Shinji era capaz de captar las sensaciones quemantes y desesperadas que su compañero sentía. Incluso, cuando estaban a solas y en silencio, podría jurar que escuchaba los desbocados e irritados latidos del corazón del más bajo.
Pronto se detuvieron, unas cuantas gotas comenzaron a chocar contra sus rostros, dando paso a una fuerte lluvia que parecía no tener fin lo que los obligó a resguardarse bajo el toldo de una tienda comercial.
-¿Que tal, si sólo se lo dices?- Shinji, miraba impertérrito el cielo que parecía caerse disuelto en gotas grandes y pesadas.
-Si sólo Yuuya no estuviera con el... creo que sería un poco más fácil. Me siento algo... –la palabra era celoso, pero la cambió por algo que sonará menos desesperado- ...limitado con el siempre revoloteando a su alrededor. Es como si construyera una gran barrera que me mantiene apartado de Mao.
Shinji lo miró de mal talante. No era que perdiera la paciencia, era sólo que ya sentía impotencia al ver tan deprimido y apabullado al bajista. Dirigió nuevamente su vista hacía el cielo tormentoso, pensando que se veía igual de ensombrecido y rabioso que el rostro de Aki.
-Tal vez sea una idiotez lo que voy a decir... pero me gustaría que me escucharas, Aki...-Alzó su voz, captando la atención del bajista en el acto- en la vida en general, siempre tenemos las de perder. Si no, que idea sería la de esforzarse por las cosas que anhelamos?... Si quieres a Mao, esfuérzate y demuéstrale que tienes más valía que Yuuya, aunque suene algo frio, en esto todo se trata de competencia y supervivencia, y si te dejas vencer antes de mostrar siquiera tus armas, es por que nunca mereciste los que anhelas.
Bien, el buen y siempre callado Shinji, había expuesto sus puntos y creencias con respecto al tema. Era total y clara decisión del bajista tomar y hacer propias aquellas palabras cargadas de una jovial sabiduría. Sin pensarlo siquiera, ambos jóvenes se observaron por escasos segundos, al tiempo que sonreían, y el más bajo se echaba a correr calle arriba, de regreso al edificio corporativo.
Sentía como las gotas de lluvia caían sobre el, empapando su cabello y llevándose con ellas sus inseguridades y dudas. Si tenía que dar pelea y derrotar a Yuuya, valla que lo haría.
Si Mao era la meta, tendría que luchar y desvivirse por el… por demostrarle, que era la mejor opción para el, y que valía incluso más que las desquiciantes sonrisas de yuuya
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