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Tezuka, no Huyas por Kurenai Mido

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Notas del capitulo:

¿Que puedo decir q me deje bien parada? La verdad, no se me ocurre algo bueno... simplemente perdí el interés en PoT cuando terminé de ver la serie y no tenía inspiración para completar el fanfic, y ahora veo q pasaron nueve meses!

Como también siempre fue una espina el no haberlo terminado, junté fuerzas e hice este capitulo final para q no sintieran mal las q lo leyeron y aun les gusta.

Allá va:

Dos días después se desató una tormenta feroz, por lo que el entrenamiento  se suspendió. El propio Tezuka dio la orden cuando vio que su pequeño Ryoma hacia un gran esfuerzo por participar, puesto que había pescado un resfrío y estaba calado hasta los huesos. En el vestuario no podía dejar de mirarlo y lamentar estar rodeado de personas, porque si estuvieran solos podría ayudarlo a calentarse, y no solo con una ducha. Como no tuvo suerte, debió esperar a que se cambiara para encontrarlo en la puerta del colegio, donde caminaron a las prisas en dirección a la casa del menor.

 

-No quiero ir a casa- se quejó Ryoma- perderé mi tiempo y papá va a fastidiarme una vez mas por lo de la otra noche.

 

-¿Fue muy difícil?- preguntó el mayor mientras sostenía mejor un enorme paraguas azul sobre sus cabezas.

 

-Extremadamente molesto. No tengo ganas de seguir sometiéndome a su curiosidad. Bah, no es que me avergüence lo nuestro…- lo miró de reojo con una sonrisa atrevida.- Pero papá es muy diferente y no tengo ganas de darle explicaciones. ¿Me entiendes, capitán Tezuka?

 

-Si. Bueno, a ver, déjame pensar…- en ese momento pasaron por la puerta de una cafetería, y el muchacho recordó que aun era temprano. ¿Por qué no podía Ryoma llamar a su casa desde ese café y decir que estaba guareciéndose de la lluvia, y mientras tanto llevárselo con el? Reconocía que era una maniobra muy burda (de hecho, había leído algo idéntico en un fanfic), pero no veía porque no podía servirles a ellos en la realidad. Se paró bajo el toldo de la cafetería y Ryoma lo imitó, obediente.

 

-Tengo una idea, Ryoma. Tal vez no de algo de tiempo para nosotros.

 

-¿A ver?

 

(…)

 

Al llegar a la casa de Tezuka, mientras se quitaban los zapatos, conversaron brevemente en voz baja sobre como usar el tiempo de gracia que habían obtenido.

 

-A esta hora el abuelo está rezando en el altar- informó el mayor- así que no nos interrumpirá pero tampoco podemos hacer ruido. Y como tu mama dijo que máximo seis y cuarto debes estar allí…

 

-Correcto, le dije que tomaría un taxi pero que mientras tanto aprovecharía para ponerme al día con los deberes.- Se acercó a su novio con aire pícaro y lo agarró de las manos.- Aunque en realidad aprovecharé para estar contigo.

 

Tezuka no comentó nada pero se hinchó de vanidad, y luego lo condujo escaleras arriba, a su habitación. Seria y austera como él, pero la colcha de raso azul era mullida y blanda y le encantó al menor, que de inmediato se sentó en el borde mientras arrojaba su gorra con desparpajo. Al mirar a Tezuka le hizo una seña.

 

-Acércate, capitán. Sé amable con tu invitado.- Tezuka lo complació sentándose a su lado, aunque luego lo agarró del brazo y lo acercó hacia si, haciendo que apoyara la cabeza sobre sus piernas. Ryoma lo contempló con aire dulce.- Si quieres besarme no me opondré- dijo con aire casual.

 

Tezuka era decente y no se le ocurrió hacer nada más que darle un beso medianamente apasionado, pero su pequeño era un ladino tramposo y apenas lo tuvo cerca lo enlazó por el cuello y lo obligó a continuar, alargando el beso sin intención de terminar nunca. Al cabo de unos segundos Tezuka tuvo que erguirse, pues estar tan inclinado era incomodo, y Ryoma se irguió también sin despegar sus labios de los del mayor. En esa posición mas libre el castaño accedió al juego y rodeó a su chico por la cintura, apretándolo con fuerza. Ryoma exhaló un gemido, sorprendido, porque ahora Tezuka había bajado un poco las manos para explorar su trasero y sus muslos.

 

-Mmmm… si… puedes acariciarme, capitán…

 

-Dime una cosa, Ryoma- pregunto Tezuka, pensativo y sin soltar lo que tenia entre las manos- ¿Te gusta?

 

-Por supuesto- gimió el peliazul- me gustaría más sino tuviera los pantalones puestos.

 

-¿No crees que vayamos muy rápido?

 

-Para nada. ¿Acaso a ti no te gusta?

 

-Claro que si- reconoció el muchacho, quitándose los anteojos y apoyándolos sobre la mesita de noche para luego volver al cuerpito adorable de su novio.- Pero luego me recuerdo que tienes doce años, y que…

 

-Tezuka, deja de pensar por un minuto- exigió Ryoma, tocándole fugazmente la entrepierna- y aprovechemos el tiempo. Tenemos una hora para nosotros solos, ¿quieres desperdiciarla, acaso?

 

-No.- Y no agregó nada más, puesto que era muy cierto: él quería a Ryoma y lo deseaba, y al fin y al cabo solo le llevaba dos años. ¿Por qué iba a privarse de poder gozar junto al pequeño las cosas que cualquier pareja hacia?

 

Con sumo cuidado lo acostó sobre la cama y se le acostó encima, procurando no aplastarlo mientras le acariciaba el cabello negro-azulado y le daba suaves besos en la mejilla y en el cuello. Supo que lo hacia bien en cuanto Ryoma comenzó a gemir y a retorcerse furiosamente sobre la colcha, por lo que tuvo que ponerle un dedo sobre los labios.

 

-En silencio, Ryoma… recuerda que no deben oírnos.

 

-¡Lo siento, pero me gusta mucho!- protestó el chico.- No lo puedo evitar.

 

-Haz un esfuerzo- aconsejó Tezuka antes de volver a su tarea, desabrochando el blazer azul del uniforme escolar y los primeros botones de la camisa de Ryoma, para poder besarlo con más facilidad. La piel blanca y suavísima era un deleite para sus sentidos y un estimulo de primera para despertar sus apetitos de hombre. Con prisa febril terminó de abrirle la camisa y la hizo a un lado como el blazer (sin quitársela del todo sino apartándola a los costados), dejando al descubierto un pecho liso y joven, y un vientre sensible que tembló enseguida por el frío.

 

-Au- se quejó Ryoma al sentir el vientito- Tezuka, cierra esa ventana, por favor.

 

En cuanto el mayor le hizo caso y se volvió para cerrar la ventana que había junto a la cama, Ryoma se quitó el blazer y se desabrochó el pantalón. El castaño lo notó enseguida y se rió con ganas, volviendo a ocupar su lugar sobre el.

 

-¿Qué bonito, eh? ¿No que tenias frío?

 

-Bueno, si, pero pensé que si querías quitármelo así te seria mas fácil. Vamos; sigue con lo que estabas haciendo antes.

 

-No me des órdenes, Echizen, que aquí el que manda soy yo.- Como Ryoma se le rió en la cara se agachó y comenzó a lamerle el pezón con tal ímpetu que terminó mordiéndolo, lo que le provocó un dolor agudo al príncipe. Satisfecho con su pequeña venganza se lo frotó despacio para aliviarlo, mientras lamía y succionaba el otro, sin comprender como un acto tan simple podía proporcionar tanto placer. Lo hacia por puro instinto, y era espectacular: tenia un sabor incomparable y fresco, una textura de seda, y una tibieza que lo envolvía como un calido manto y que lo instaba a seguir probándolo. Ryoma hacia lo suyo gimiendo, soltando pequeños grititos de entusiasmo, y metiendo sus dedos entre el sedoso cabello de Tezuka para que no se apartara y siguiera mimándolo. Se sentía el rey del mundo.

 

-Tezuka, por favor- suplicó- quítame la ropa y…

 

-Shh. Déjame hacerlo a mi manera.- Besó todo su vientre antes de complacerlo y bajarle un poco los pantalones, lo suficiente como para verle una notable protuberancia bajo los calzoncillos. Se sorprendió tanto como se excitó, relamiéndose al instante.- Me hubieras dicho antes que tenías tanto apuro, príncipe.

 

Ryoma alzó las caderas en respuesta a su sarcasmo, y eso no le dejó más opción a Tezuka que bajarle también los boxers. Adoró aquel miembro de mediano tamaño que ya ostentaba cierta dureza, y lo adoró en especial porque era totalmente lampiño. Era una cosita preciosa. Echando un vistazo al reloj de la mesita (17:20 hs) se decidió: lo tomó con la mano derecha, acariciándolo de arriba abajo y comprobando lo caliente que estaba, y luego se metió la punta en la boca.

 

-¡Ahhh! Tezuka, así… ¡chúpamelo, si!

 

-Mmm…

 

Tezuka no quiso decir cuanto le gustó, pero era evidente, pues no tardó casi nada en tragárselo entero, succionando con ganas mientras su lengua lo recorría centímetro a centímetro. Le apoyó la mano en la cintura mientras con la otra lo masturbaba mas violentamente, enloquecido de placer y de lujuria que nunca creyó posible que existiese. Ya ni le pedía a Ryoma que silenciase sus chillidos; lo excitaban más.

 

-¡Tezuka, Tezuka, mas rápido, mi amor! ¡Hazme acabar!

 

Y así ocurrió. En cuanto mordió la sensible punta del miembro de su novio éste echó fuera una generosa cantidad de semen, parte de la cual cayó en su boca y debió beber. Pegajoso y todo, terminó lamiendo hasta lo que quedaba sobre el cuerpo blando de Ryoma, que estaba totalmente sonrojado.

 

-Fabuloso- musitó.

 

-Opino… igual.- Tezuka respiró hondo unos instantes antes de tomar un pañuelo de su bolsillo y limpiar delicadamente la zona del menor, toda húmeda. Luego lo vistió nuevamente, sin oír sus protestas.

 

-¡Tezuka, aun tenemos tiempo de un poco mas!

 

-Si, pero no se si puedo… si debemos hacer todo tan pronto.

 

-¡Vamos, si se que te encantó lo de recién! No veo porque no podemos seguir…

 

-Yo si veo porque, y te lo voy a decir. Porque es muy pronto, tú tienes doce años y porque no pienso arrebatarte la virginidad de apuro cuando podemos perfectamente esperar a otro momento. Así que no intentes convencerme.- Como Ryoma seguía molesto se le acercó y le susurró al oído:- además, si hacemos las cosas de a poco llegará el momento en que no podremos contenernos y ese día tendremos nuestro desquite, y haremos de todo…

 

-Más te vale- amenazó antes de pararse y componer su cabello y sus ropas, arrugadas.

 

-Yo no digo las cosas en vano; ya lo verás.

 

La vuelta a casa no pudo haber sido más deprimente, con los pisos mojados y el cielo oscuro, que presagiaba al menos lluvias durante toda la noche; y un profundo silencio entre ellos, que no sabían como conversar normalmente después de la sacudida que habían tenido en el cuarto del mayor. Sin embargo, Ryoma, con todo lo orgulloso que era, no soportó aquello mucho más y se colgó del brazo de su novio en cuanto se iban acercando a su casa; Tezuka se sorprendió.

 

-Pensé que no querrías que tu padre te fastidiara a preguntas por nosotros.

 

--No quiero, pero tampoco quiero ocultarte como si fueras una vergüenza. No estamos haciendo nada malo. Y te necesito.

 

-Ya, está bien. Yo tampoco tengo ganas de hacer como que no pasa nada.- Lo miró con firmeza, tratando de parecer serio.- Me gustas de verdad y como soy yo, no quiero esconderme como un ladrón solo por eso. Tendré que ir pensando en algo.

 

-¿Para vernos fuera del colegio sin tener que mentir?

 

-Claro. Ya sé que va a ser difícil, sobre todo para ti, pero el tiempo pasa rápido y no quiero desperdiciarlo. Por ejemplo, ¿Ya pensaste que cuando egrese y entre a la secundaria alta no podremos vernos como lo hacemos ahora? No quiero perderte después de eso.

 

-Ni yo- dijo Ryoma rápidamente.

 

Sin darse cuenta ya estaban casi a la puerta del templo donde vivían los Echizen, y se quedaron inmóviles contra la pared, sin saber como despedirse. Ryoma ardía aun de placer por lo acontecido en el cuarto de Tezuka, aunque también sentía un poco de tristeza por las reflexiones del mayor acerca de alejamientos y ocultamientos a la fuerza. Finalmente, tuvo que admitir que no ganaba nada en hacer elucubraciones ahí en la puerta donde se calaba de frío y no podía hacer funcionar su mente por más que quisiera. Tenía que serenarse, y recién entonces dar el primer paso hacia la liberación admitiendo que se había enamorado de su senpai y que éste le correspondía. Iba a ser caótico; pero de ningún modo peor que perder a su novio por tontos prejuicios ajenos o por holgazán.

 

-Bueno… será mejor que entres ya, no quiero que te enfermes. Mañana continuamos con la charla, si quieres. ¿Mh? ¿Qué pasa?

 

-Te quiero- dijo con voz sin matices- y yo tampoco dejaré que las cosas sigan así mucho más. Les diré a todos, le diré a mi familia, y si luego tu debes irte al menos sabrán que eres importante para mi y podré verte sin excusas.

 

-¿Eres tan valiente, Ryoma?

 

-Lo soy. Lo seré.- El pequeño se sonrojó ligeramente.- No te dejaré escapar de mi nunca, capitán. Eres mío.

 

Tezuka se sintió muy dichoso de ver a Ryoma tan comprometido con su relación, y en ese momento le importó tres rábanos que el mundo supiera: se le acercó y le dio un suave y adorable beso en los labios, aspirando su perfume y su esencia misma. El menor se dejó besar y olvidó por completo la presencia de gente en su casa que podía estar mirándolo. Esa boca era todo su mundo ahora… los demás que no miraran sino les gustaba. Él ya tenia bien claro que deseaba para el resto de sus días.

 

-Hasta mañana, Tezuka.

 

-Hasta mañana, Ryoma querido. Duerme bien…

 

Una mirada apasionada fue todo lo que necesitaron. Mientras el reloj cucú daba las seis, Ryoma entró al templo anticipándose a la mirada escandalizada de su padre y a los ojos como platos de su prima, mientras Tezuka avanzaba con los latidos del corazón fuera de control y su mente por primera vez apartada del tenis, el colegio y las obligaciones.

Notas finales:

Un final abierto, como se puede observar... hace tiempo habia hecho una continuación de este fic pero con Syusuke como protagonista, y no les miento, ayer lo relei y se me despertó el interés. Tal vez algún dia lo suba y así no tenga nada de q arrepentirme.

Sigan por la senda del yaoi!


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