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Castillos de Arena por Flor oriental

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Notas del fanfic:

Los personajes que aparecen, no son mios, son propiedad de Masashi Kishimoto

La historia salio de mi. ^^

Notas del capitulo:

Bueno, esta es una historia corta, solo un cap
es bastante especial para mi, porque la presente en un concurso, y la seleccionaron
no gane, pero al menos estuve cerca

como se me esta haciendo costumbre, es un Sai Gaara, aunque esta vez shonen ai

esa vez omiti los nombres, pero estaba pensando en ellos n.n


disfrutenla


“Castillos de Arena”

Iba caminando por un de los senderos que me llevarían hasta mi pueblo natal, una hermosa provincia cercana a la costa; por ser una de las autoridades, me dirigía junto con una escolta proveniente de la última zona que visite por asuntos políticos...
Una escolta fuera de lo común, que lograba despertar en mi cierto sentido de saber más, principalmente por su extraña actitud... sinceramente, jamás he sido de palabras, mucho menos de hablar con desconocidos, no es mi fuerte, ni siquiera logra serlo el hablar con mi entorno más cercano; sin embargo, podía sentir cierto lazo con el sujeto que caminaba a mi lado... A pesar de ser una escolta, la situación lograba ser más tensa de lo que normalmente era; quizás por mi carácter fuerte, muchas de las personas que solían acompañarme, pensaban bien la posibilidad de entablar alguna conversación conmigo; por el contrario, quien me acompañaba, era demasiado hablador, y no solo eso; sino que también podía ser demasiado directo e indiscreto, principalmente porque si decía algo, era lo primero que se le pasaba por la cabeza, sin medir el peso de sus palabras ... demasiado complicado de tratar, y a la vez demasiado curioso...


Mientras caminábamos, sentía que yo manejaba la dirección de nuestros pasos, que él fuera mi escolta, no significaba nada; yo guiaba entre esas dunas de arena fina y blanca, junto con ese aroma a sal que invadía el ambiente...
Inconscientemente paseando por las dunas que me provocaban una ola de nostalgia inimaginable, de las pocas cosas que fueron, y que no volverán a ser...


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Pocas veces me habían tocado “misiones” de escolta fuera de mi pueblo; y no era por mi falta de orientación, era solo por el hecho de ser la mano derecha del jefe de guardia. No podía quejarme, aunque esta situación me era un tanto incómoda, y no precisamente por mi labor en si, eso me agradaba; pero el saber que a cada segundo, debía literalmente morderme la lengua para no decir algo inapropiado. Me habían advertido, protegía a una persona no solo importante, con demasiada influencia y un carácter mucho más complicado que el mío, y eso era lo difícil: El no ser complicado dentro de lo sencillamente complicado.


Mientras caminaba, mi mente se contradecía a si misma; si comenzaba a revisar mi historial, nunca había andado por estos lugares, pero la sensación de haber pisado antes la arena, era realmente cercana, y no ilusoria, me parecía real...


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Pasear por entre la arena; la sola idea de que todo encajara perfectamente en mi mente, contando el lugar y la compañía nunca antes vista...
Pocos recuerdos llegaban a mi de este lugar; empezando principalmente por trozos que en si no tenían un sentido lógico, solo pequeñas piezas de un interminable rompecabezas de mi primer lustro, si es que era esa edad...


Si empezara a forzar mi mente, llegaría al punto en que esta playa en especial me gustaba, que era mi lugar favorito, y que junto con ello amaba la arena de la zona por lo fantástica que era al hacer castillos, agregándole a eso el tenue brillo que traspasaba algunos de los pequeños granos, haciendo parecer que entre todo hubieran trocitos de cristal, logrando que cada una de las partes pareciera tallada en un material distinto al que lo conformaba, distinto a la arena...


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Si fuera a remover los baúles de recuerdos que creo aun tener, podría llegar a la conclusión de que este suave olor a sal, y el especial brillo de la arena me eran más que familiares, eran algo cercano dentro de la lejanía que mi memoria... Lo que más podía distinguir, era la humedad de la arena al ser colocada en las cubetas para empezar con alguno de los pilares de una gran fortaleza... un gran castillo de arena; siendo lo más paradójico que dentro de las habilidades manuales que poseo, el moldear con arena es algo que jamás he logrado... o quizás lo lograba, pero no podía darle el brillo al cuadro, terminaba por frustrarme y dejar todo a la deriva... dejaba la base, pero como no era capaz de darle los toques, todo se detenía en ese instante, la construcción cesaba...


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Una de las cosas que adoraba era caminar descalzo por la arena, y al mismo tiempo sentir como suavemente las olas rompían contra mis pies...
Se me había vuelto manía caminar todos los días en el ocaso cerca de la costa, topándome cada día de mi caminata con montones de arena que querían formar un palacete, pero que no lograban levantar base... o quizás la habían levantado, pero para cuando yo hiciera mi aparición, ya no existían... Lo más extraño de esos castillos fracasados, era que solo se lograba reflejar el brillo de la arena, mirándolo desde el agua... cuando todo el cielo se tornaba de tonos rojizos y morados. Fuera de quien fuera, yo siempre estaba a la misma hora, para terminar el trabajo inconcluso de otro, todo para ver que ese montón de arena dejaba de ser eso, y pasaba a ser una obra maestra.......


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Cada vez que mi trabajo terminaba por frustrarme, salía a caminar entre las dunas para poder volver a captar la inspiración que logra ese pequeño brazo de mar... pero siempre que sentía esa musa inspiradora, mis pasos retrocedían en busca de mi pequeña fortaleza, del pequeño montón de arena que estaba en la orilla cuando me iba, y de un hermoso castillo cuando volvía... No lo dudaba la obra perfecta de los dioses, con cada detalle como si se hubiera esculpido en mármol, como si se hubieran necesitado horas para levantarlo...


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Esa obra maestra que lograba hacer con facilidad, y que una vez terminada, me llevaba de nueva cuenta a la soledad entre las aguas... entre ese espeso mar, que a la vez era completamente liviano, pero por algún motivo, excesivamente pesado.


Solía trabajar en los castillos, y retirarme cuando estaban finalizados, a pesar de todo, mi curiosidad pudo más aquel día... el día que espere a ver quien era el constructor que se fugaba como el agua entre la arena... Cuando logre divisar a un pequeño de mi misma edad, bastante despreocupado caminando con las manos en los bolsillos; no se había percatado de mi presencia, pero cuando lo hizo, me saludo con una sonrisa fingida, para ocultar algo que no podía definir, algo que me decía que estaba tan solo como yo en este mundo...


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Mis castillos terminados, y nadie a quien darle las gracias, pero las cosas cambian, amaba la playa, y junto con ella la persona que era capaz de llenar el vació de mi alma con un poco de arena... Lo vi, no supe como reaccionar, era la primera vez, y al mismo tiempo la final... unos hermosos ojos aguamarina, tan sinceros y a la vez tan profundos como el mar... antes de un saludo o algo parecido, me preguntó “¿Por qué nunca terminas el castillo?”


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Como respuesta a mi pregunta, solo obtuve un “Porque jamás podría terminarlo mejor que tu”... La respuesta en definitiva me sorprendió, y al mismo tiempo me hizo sentir importante para alguien, a pesar de no saber nada del contrario... Y como era parco en palabras, solo dije.. ”terminémoslos juntos”... quería terminar algo con esa persona que en el fondo, era mi amiga a la distancia y a la vez cercana... Me di cuenta como esos hermosos ojos onix se teñían de tristeza para decir que no volvería, que al final terminar un castillo sería una extraña despedida.


De forma imprevista estábamos caminando por las mismas costas llenas de nostalgia, llegando al mismo punto en que los castillos de arena se fundían con el agua salada; y en ese preciso instante repare en los hermosos ojos negros de mi acompañante, en los cuales se reflejaba el brillo de la arena blanca...


-Dijiste que lo que comenzaba acababa...que no volverías Sai, que todo se perdía...

-Si, pero nunca empezamos para terminar; todavía veo los moldes en alta mar.


-Al menos me habrías podido saludar…


-No estaba seguro que fueras tu… Gaara


Sentí una mano posarse en mis cabellos… y unos labios rozar los míos…


-Al menos ahora si podremos empezar… ¿no?


-Claro, en tus ojos veo el molde que quedo atrás...


Los moldes de los que eran nuestros castillos...el negro de la arena blanca, y mis ojos como la profunda agua... Simplemente, el molde de un castillo de arena, que no tienen un ladrillo final....

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