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Memories por Eme

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Notas del fanfic:

Este fic lo hice para la segunda etapa de un concurso.
Así que espero que les guste.

Memories.

Ahora ya no puedo recordar tu nombre, ni que edad teníamos cuando sucedió. Solo recuerdo que todo se desvanecía en tan solo unos segundos. Todo por lo que luché durante años se hacía trizas y se perdía en el abismo, se perdía para siempre.

-Lo siento Senshi…
Como me endulzaba tu voz, me envolvía entre alas de cristal irrompibles.

-Me portaré bien, lo prometo. Te dejaré estudiar y no te volveré a molestar.
Y ahí estaba yo, con aquella estúpida ingenuidad que me hizo caer en la soledad durante tantos años.

-Te quiero.
Nunca pude entender. Si tanto me quería, si lo había dado todo, si había sacrificado tantas becas de estudio por estar a mi lado. Porqué se iba entonces, porqué me dejaba tan solito y hundido en este gélido lugar lleno de gente a la cual no conocía.

-Yo También te quiero.
Y llegaron las lágrimas, aquellas lágrimas que me hacían siempre tan débil y frágil.

Los brazos de mi nana me cubrieron y me sostuvieron para no correr detrás de él, para no esperanzarme en la fuerza física, y creer que lo alcanzaría con tan solo la energía de mi cuerpo.

Me dedicó una última mirada, una mirada de adolescente hacía unos ojos tristes de niño. Como si lo nuestro aún estuviera empezando, como si aún quedara un futuro.

Lo vi subir al avión, uno grande e imponente. Al lado de aquel avión, que se llevaba lo más importante de mi vida, yo me veía como un ser insignificante y alfeñique, como todo un don nadie.

-No te vayas…
Mis débiles susurros eran en vano, él ya no me escuchaba, no me veía; no vio como me aferré a la jaula vacía de mi pequeño canario que ese mismo día había muerto.

-No me dejes…
Supliqué sin contener mi llanto, sin contener mis sentimientos ni mis emociones.

Y entonces corrí. Con lo que me quedaba de fuerzas empujé a mi nana y la dejé atrás junto a la jaula vacía de mi ya inexistente ave.

Sentía mis piernas deshacerse en cada paso, sentía que mi piel se separaba de mi cuerpo. Sentía que él se llevaba una gran parte de mí, de mi corazón. Al igual que se llevó entre sus brazos mi cuerpo por primera vez sobre su cama.

Tuve ganas de gritarlo, de decirlo todo, de decir cuantas veces me enseño a ser suyo. De gritar que jamás le perteneceré a otro, y que lo esperaría, por siempre, por toda la vida.

Pero no lo hice, porque sabía que era mentira. Porque él también me enseñó a ser feliz. Y si mi vida se iba en la espera de volverlo a ver, simplemente sufriría y mi corazón se volvería negro de dolor y tristeza.

Luego caí al piso, mientras el avión alzaba vuelo, y cerré los ojos tratando de imaginar su rostro, tan dulce y pacífico, como cuando lo conocí en el internado.

-Regresa pronto… Antes de que sea tarde.

Aún así, jamás regresaste.

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