Mi enfermiza sed de amor.
Acabo de salir de aquel estúpido hospital que me carcomía por completo el cerebro. No me dieron de alta, dijeron que estaba realmente enfermo como para dejarme ir; tuve que escaparme, no encontré otra solución para poder acercarme a ti.
Sé que no te agrada esto, que crees que es un maldito pecado que jamás será perdonado por Dios. Pero ya no puedo hacer nada. No puedo detenerme ahora que siento tu piel bajo la mía, que oigo tus jadeos de dolor y placer entremezclados fundiéndose en cada rincón de esta pequeña capilla.
Quizá el trastorno de mi mente no me permite ver que tu religión me impide hacerte lo que te estoy haciendo, me impide ver el sufrimiento y el miedo de tu rostro.
Aún no entiendo porqué tienes miedo, no entiendo porqué tiemblas y me miras con temor. Tus ojos ya no son como antes, cuando expresaban amor y una dulzura inagotable.
Antes todo era perfecto para nosotros. Pero me mandaron a ese horrible lugar al que nuestros padres llamaban “sanatorio”. Y así todo lo nuestro se vino abajo.
Ahora he regresado para recuperarte, recuperar lo que era mío, porque tú siempre serás mío. Aunque no te guste y me desprecies, serás mío, y juro que mataré a quien se te acerque.
Mis palabras te sonarán raras, pero sé que mi piel no. Te gusta, puedo sentirlo con cada gemido que sale de tus labios. Te agrada el tenerme sobre ti haciéndote el amor una y otra vez, aceleradamente y con efusión.
Aunque digas que es un sacrilegio hacer esto frente a la imagen sagrada de la Virgen María, que seremos castigados por la voluntad de Dios, y que quieres convertirte en un mediocre párroco. No me interesa cuantas veces llores y supliques tu virginidad, te haré mío cuantas veces quiera, mi adorable Kevin.
-Joel…-escucho mi nombre salir de tu dulce boca en un susurro ahogado, pero suena triste, lleno de desilusión, con aires de rencor.
No puedo negar que me encanta verte llorar y ver como imploras porque deje de acariciar aquel lugar tan sensible de tu cuerpo, pero no puedo aguantar que me hables con rencor, todo menos odio. Quiero que me ames como me amabas antes.
Esto me lleva lejos, lo que siento ahora gracias a tu cuerpo, me lleva realmente lejos.
Siento en mi cabeza fuertes punzadas, es un dolor agudo.
Tu piel, tus ojos, tus labios. Todo de ti me encanta, mi adorable Kevin.
El dolor aumenta en mi cabeza, y tus llantos son más fuertes. Pero pronto todo eso acabará.
Estaremos juntos, y algún día alguna estúpida demente escribirá esto y la gente lo entenderá como una sátira melodramática en la que ambos moriremos trágicamente.
Como lo haremos ahora, mi adorable Kevin.
A tu lado, la muerte es dulce.
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