Pero cuanto más se acercaba su cumpleaños más extrañas se volvían las cosas, él estaba diferente, casi distante. No sabía lo que le estaba sucediendo puesto que no le decía nada y él tampoco insistía, para no pelear, además con certeza para su cumpleaños todo estaría bien de nuevo.
Los días fueron pasando pero no ocurrió ningún cambio por parte suya. Algo estaba mal y debía descubrir lo qué era; solo que esa noche no se vieron. Se sintió muy molesto, pero de una u otra forma lograría descubrir qué ocurría, a final de cuentas era su cumpleaños.
Llegó el gran día de su cumpleaños, feliz, recibió el saludo de todos excepto el suyo, él ni siquiera estaba ahí, desapareció desde la mañana y todavía no tenían noticias suyas, pero como siempre no demostró tristeza, seguiría sonriendo, aunque esa sonrisa estuvise siendo demasiado difícil de sostener. Transcurrío todo el día y nada de él, cuando llegó la noche ya era difícil disfrazar la tristeza, pero igual fue a bañarse y arreglarse para salir con los demás pues ya se había planeado desde varios días atrás, entró en el baño y se puso a llorar, así nadie vería sus lágrimas que corrían junto con el agua.
Terminó de bañarse y cuando salió encontró a alguien en su cuarto.
- Aya-kun – observó las ropas negras que traía puesta y la mirada muy seria.
- Tenemos una misión urgente Omi, vístete.
- Pero Aya... – no tuvo tiempo de argumentar pues éste salió. – Aya-kun... – ni siquiera lo saludó y ahora esa misión justo el día de su cumpleaños.
Fue a cambiarse bastante molesto, pero el deber era primero, siempre el deber, pero por esta vez podría haber sido en otro día. Descendió y encontró a Aya esperándolo, pero no vio a Ken ni a Yohji, lo miró extrañado.
- ¿Dónde están los demás? ¿Ellos no vienen? ¿Y por qué no he tenido tiempo de planear la fuga ni de encontrar el mapa del lugar?
- Ellos ya se fueron – se dirigió hacia el auto – Nos encontraran allá. Te explico en el camino. La misión es urgente y nos la dieron ahora.
Fue tras él y tomó asiento en el auto bastante serio y escuchó la misión sin contestar. Pero después de todo esto, él tendría que explicarle dónde estuvo durante todo el día y por qué ni siquiera se acordó de su cumpleaños habiendo hecho planes juntos.
El plan aparentemente era simple, entrar en el lugar, y acabar con los bandidos, que al parecer eran muy peligrosos, violentos y estaban fuertemente armados, además de que el lugar estaría lleno de trampas, empezó a investigar el lugar en su laptop y a programar las rutas de escape mientras se dirigían a su destino, explicó las rutas y entregó el transmisor.
- Pero Aya, y a los otros, ¿cómo les avisaremos? – preguntó preocupado.
- Ellos serviran de distracción mientras entramos, además, saben cuidarse – dio por finalizado el asunto, detuvo el carro y descendió.
- Muy bien Abyssinian – le dijo en tono irónico – aquí está la ruta de escape, entramos juntos y adentro nos separamos – se dirigió hacia el lugar.
- Cierto Bombay – replicó en el mismo tono, siguiéndolo. Pero Omi no vio la mirada divertida que Aya tenía en esos momentos.
Entraron en el lugar, Omi siendo seguido por Aya, estaba muy oscuro y caminaban en silencio, el lugar parecía un hotel medio abandonado, siguió caminando sin encontrar nada más que varios cuartos, de repente escuchó un ruido y miró hacia atrás y no vio más a Aya.
- Abyssinian – llamó por el transmisor, pero no obtuvo respuesta.
Preocupado decidió volver, vio una puerta abierta, se pegó a la pared y preparó sus dardos, cuando entró sólo sintió que le agarraban por detrás y un paño con cloroformo fue colocado sobre su boca y nariz haciéndole perder los sentidos.
Cuando volvió en sí estaba sobre una cama, atado, desnudo, con los ojos vendados y la boca amordazada. Asustado intentó soltarse sin conseguirlo pues sus piernas también estaban atadas, sólo que abiertas y sus brazos amarrados juntos por arriba de su cabeza, comenzó a debatirse sobre la cama pero de nada valió, se detuvo y escuchó el ruido de la puerta abriéndose y a alguien entrando, quería saber lo que estaba sucediendo pero no lo lograba, todo estaba muy silencioso, y eso lo estaba volviendo loco, más aún estando desnudo e indefenso y sin poder ver nada.
Sintió que alguien se sentaba en la cama a su lado y eso aumentó su pánico, no podía ser lo que estaba pensando, no podían hacerle eso, cómo podría defenderse de aquella forma. De repente, sintió que algo tocaba su piel suavemente, un toque gentil y suave que fue subiendo hasta su pecho y pasó sobre su nariz, donde sintió el perfume de una rosa, pero no se detuvo allí, continuó por su rostro y descendió nuevamente por su pecho y comenzó a descender más abajo asustándolo, empezó a debatirse mientras era acariciado por la flor que bajaba más y más hasta su sexo, llamó a Aya en sus pensamientos, éste debía encontrarlo pronto antes que lo peor sucediese, pero así como la caricia empezó se detuvo, y él se relajó un poco.
Subitamente sintió algo helado tocarle la piel nuevamente y se estremeció, aquello parecía hielo, y fue moviéndose a través de su pecho, pasando por sus tetillas que se estremecieron con el contacto, se debatió y negó con la cabeza, pero de nada servía, sintió el hielo en su pecho y luego bajando hasta su ombligo donde se quedó, siendo restregado suavemente y derritiéndose un poco, sintió labios deslizándose suavemente por donde el hielo había pasado y deteniéndose en su ombligo succionando el agua que allí se había empozado, no quería, pero su cuerpo estaba empezando a reaccionar a esa extraña tortura, dónde estaría Aya que no venía a sacarlo de allí.
Luego sintió que algo meloso cubría su cuerpo y nuevamente los labios le succionaron y lamieron por todos lados, a pesar de la situación su cuerpo reaccionó y sintió que su miembro se endurecía, estaba desesperándose con todo eso, no sabía quién era, pero lo estaba enloqueciendo. Nuevamente sintió aquella sustancia melosa cubrir sus piernas y las lamidas empezaron de nuevo, sintió la boca suave subir por sus piernas y llegar hasta su sexo tragándoselo, se encogió y su cuerpo se tensó al sentir que esa boca lo succionaba con fuerza, no logró controlarse más y habría soltado un gemido si no estuviese amordazado.
Su cuerpo fue completamente acariciado por toques gentiles, aquello era enloquecedor, estaba perdiendo la razón, cuando todo se detuvo sintió que le liberaban las piernas y se acomodaban entre ellas, sintió una mano tocándole su entrada y untándole con algo meloso, pero no se quedaron allí, las manos subieron por su cuerpo llegando hasta la mordaza y la retiraron y comenzaron a acariciar su rostro y después sus labios.
- No haga eso, por favor – imploró bajito.
- ¿Por qué no? Tú también lo quieres.
Conocía esa voz, pero antes que pudiese responder sintió su ano ser invadido lentamente a la vez que era besado, la mano siguió subiendo y liberó sus manos atadas acariciando sus muñecas enrojecidas, en seguida, la venda fue retirada y su cuerpo fue acariciado suavemente mientras era invadido de a poco. Cuando estuvo completamente lleno el beso cesó.
- Aya-kun – susurró y abrió los ojos - ¿Por qué?
- Haces muchas preguntas – aseguró sus caderas y empezó a moverse lentamente.
- Aaahhhh – Omi soltó un gemido de placer, mordió su labio inferior y enroscó sus brazos alrededor del cuello de Aya. Comenzó a moverse con él, acompañándolo. Sentía que lo llenaba por completo y que se movía cada vez más rápido, bajó las manos por su espalda arañándolo.
Aya elevó más sus pequeñas caderas, haciendo que la penetración fuera más profunda y también aumentó el ritmo. Omi arqueó su cuerpo sobre la cama, agarrándose de las sábanas y arrugándolas. Era maravilloso, sentía que él lo tocaba totalmente por dentro, era demasiado placer para su cuerpo. Sintió que llegaba a su límite. Aya continuó penetrándolo más rápido y más hondo y con un último impulso, se enterró completamente en él llenándolo con su semen. Al sentirlo dentro suyo por completo, Omi tampoco resistió corriéndose y mojando el abdomen de ambos. Lo atrajo para darle otro beso mientras intentaba calmar su corazón desacompasado, y fue correspondido con pasión.
- ¡Otanjoubi omedetou Omi! – le dijo a su oído mientras le besaba todo el rostro – Ai shiteru koibito – continuó besando el rostro y descendió por el cuello y hombros.
Se emocionó al escuchar aquello, eran amantes desde hace algún tiempo, pero nunca esperó eso de él, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción. – Ai shiteru mo itoshii – se abrazó fuerte a él, sin lograr contener las lágrimas de felicidad.
Aya lo miró y le acarició el rostro – No necesitas llorar koi – dijo y le sonrió.
- Disculpa itoshii, pero creí que te habías olvidado, y también nunca imaginé que fueras a decirme esto – se sintió un poco avergonzado al decir eso.
Pasó un dedo por los labios rojos de tantos besos – Ah Omi, ¿qué hago contigo? ¡Eres tan adorable! – se inclinó y lo besó sensualmente – Yo no lo olvidé, sólo te quería para mí esta noche, sin compartirte con nadie.
- ¿Aya-kun entonces tú me engañaste con esta falsa misión? ¿Y me dejaste pensar que te habías olvidado? – lo miró muy serio.
- Sí y hoy eres sólo mío, toda la noche, sin tener que preocuparte si nos van a oir, si nos van a descubrir, o si veran a uno de los dos saliendo a escondidas del cuarto del otro – confirmó.
Se sonrojó un poco al escucharle decir aquello, no imaginaba las locuras que Aya había planeado para toda la noche, pero vio que al lado de la cama tenía un balde con hielo, miel, frutas, champagne y al lado de este una rosa roja; sonrió apenas, después de todo era su cumpleaños, iba a aprovecharlo.
Aya se giró en la cama y lo cubrió con su cuerpo – A proposito, quería darte esto – tomó un pequeño regalo de debajo de la almohada y se lo entregó.
- No era necesario itoshii, tan sólo el que no te hayas olvidado ya me hizo feliz – dijo sonriéndole.
- Pero yo quiero darte esto, tómalo.
Tomó el regalo y lo abrió, perdió la respiración y miró emocionado a Aya – Pero Aya esto debe haberte costado un absurdo – miraba la Palmtop que le había obsequiado – no puedo aceptar – estaba maravillado, quería una de esas desde hacia un tiempo.
- Tú mereces eso y mucho más koi, no acepto un no como respuesta – parecía un niño al que le habían dado el juguete deseado, eligió muy bien el regalo.
- Pero Aya... – fue interrumpido por otro beso.
- A veces hablas demasiado – lo agarró – Creo que voy a tener que obligarte a estar quieto de otra forma.
Le quitó el regalo de las manos y lo colocó en el suelo del cuarto, lo giró de bruces en la cama y empezó a besarle su espalda.
- Aya, quiero saber algo – preguntó Omi todo estremecido ya.
- ¿Qué cosa? – siguió besándole la espalda.
- ¿Qué es lo que les dijiste a los demás? – nuevamente ya estaba todo entregado a los deseos de Aya.
- Les dije que fueran antes, que luego yo te llevaría – continuó, descendiendo y besándole las nalgas.
- Pero... Aahhh... ¿No nos encontraremos con ellos después? – su cuerpo ardía con los besos de Aya.
- No me importa, Yohji ya debe haberlo notado y con seguridad después de hoy Ken también lo sabrá – descendió hasta llegar a sus piernas besándolas y acariciándolas.
- Hmmm... ¿Pero no te importa que ellos sepan? – adoraba cuando él le hacía eso.
- No, así ellos sabran que tú eres sólo mío, pero olvidate de eso ahora, tenemos cosas mejores por hacer – le acarició las piernas – Dejáme ver que voy a usar ahora – miró hacia la mesa y tomó la crema chantilly – Como tú eres dulce, debes quedar hecho una delicia con esta cobertura.
- Estás muy pervertido el día de hoy – digo Omi en tono de broma.
- Y aún no has visto nada.
Antes que Omi tuviese tiempo de replicar fue volteado sobre su espalda y la crema chantilly se derramó dentro de su boca.
- La noche sólo está comenzando Omi – se echó sobre él besándolo nuevamente y saboreando sus labios y la crema chantilly.
Tendrían esa noche para celebrar y muchas otras más, juntos.