La única razón para que saliera cada mañana era para verla. Yo pensé que solo era porque gracias a ella no estaba sola en esa horrible cárcel llamada escuela. Sin embargo ahora me doy cuenta de que era algo más.
Y es que me acabo de dar cuenta de que estoy enamorada de Leyna.
-Hola Kai- su voz me tomo por sorpresa y solté todas las cosas que intentaba guardar en mi casillero.
-Ley te he dicho que no hagas eso- le dije tratando de parecer molesta para ocultar lo mucho que me emocionaba escucharla.
-Lo siento- se inclino para ayudarme a recoger mis libros- Estaba pensando en que saliendo de la escuela podríamos ir al centro comercial ¿que te parece?
Hice una mueca.
-No creo que sea buena idea.
-Te acabaste tu mesada ¿cierto?
Asentí y sonreí levemente. Ella se rio y sacudió la cabeza
-Nunca podre hacer que vayas de compras conmigo si no ahorras un poco- en ese momento sonó la campana. Caminamos lentamente al salón- De todas formas hoy saldremos a alguna parte. ¿Y si vamos a la cafetería que tanto nos gusta? Yo invito.
-Mmm- fingí considerarlo un momento- Si no te importa que no te pague, esta bien.
-Genial, te veo a la hora del almuerzo- la despedí con la mano mientras ella se dirigía a su salón. No note como mi corazón se aceleraba pero fui consiente de que mis mejillas estaba de un vivo color rojo cuando pase enfrente de la puerta de cristal. Trate de relajarme y lo logré.
Me dirigí a mi lugar y puse atención a la profesora de cálculo.
-Me ama... no me ama... me ama... no me ama...- giré la cabeza para saber de donde provenía esa voz. A mi derecha una chica deshojaba una margarita mientras seguía diciendo en voz baja "Me ama... no me ama"
Después de eso ya no pude poner atención a la clase. En mi mente no había espacio para números porque estaba llena de esa frase "Ella me ama... ella no me ama"
Y así transcurrieron cuatro horribles clases más. Cuando sonó la campana del almuerzo me levante de un salto de mi silla y salí corriendo hacia la cafetería. Cuando llegue busque a Leyna en nuestro lugar de siempre pero ella no estaba ahí.
-Kai por acá- alcé la mirada y la descubrí sentada en una mesa... con otras cinco chicas a su lado. Mi primera reacción fue de sorpresa, la segunda de enojo y la última fue de celos.
Mientras me acercaba a la mesa tuve un mal presentimiento.
-¿Qué ocurre Ley?- pregunte cuando estuve lo suficientemente cerca para que me escuchara
-Ven siéntate- dijo ofreciéndome un asiento a su lado- Vamos a jugar botella.
¡Diablos! pensé. Odiaba ese juego porque invariablemente terminaban haciendo me una pregunta incómoda.
Y así fue. No había girado ni dos veces la maldita botella cuando me señalo. La chica que se encontraba frente a mí me hizo la tan temida pregunta:
-¿Verdad o castigo?
En ese momento deseé no haberme sentado con ellas porque, aunque pensé decir castigo, de mi boca surgió...
-Verdad
-Bien entonces debes decirnos quien te gusta- tal vez haya sido mi imaginación pero me pareció que todas, incluyendo a Leyna, se hacían hacia delante.
Me paralicé mientras en mi fuero interno maldecía a esa chica. ¿Qué iba a responder? No podía decirles la verdad porque no era ni el lugar ni el momento. Pensé en limitarme a no contestar pero de nuevo mi cuerpo me traiciono por que había empezado a tartamudear.
-Le... Le... LEONEL ROBINS- dije casi gritando totalmente roja. Fue el primer nombre que se me ocurrió y además parecía lógico que me gustará aquel chico guapo que había llegado de Inglaterra hacía algunas semanas.
Las chicas gritaron emocionadas mientras decían algo sobre un club de fans de Leonel y de si quería unirme pero yo no prestaba atención... porque estaba demasiado preocupada por la reacción de mi mejor amiga.
Leyna había apretado los labios y sus manos se habían convertido en puños. Por un momento surgió la idea de que era por mí y esa idea me hizo sonreír... hasta que me di cuenta de que no le agradaba la idea de que a su mejor amiga le gustara la misma persona que a ella