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Jaguar Negro por Flor oriental

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Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda. mordiendo el reloj salio XD

A pedido especial:
Un saludito para Wolfr4m; esta de cumple el martes n.n
me pasaron el dato n.n

yap
disfruten el cap
tienen suerte que el lemon se alargo para dos cap, porque no alcanzo todo en este

El jueves subo Tradicion Familiar

Cuidense

^^

Capítulo 02.- Pantera

 

Sintió una oleada de excitación bastante intensa, había ido en aumento desde el segundo que comenzó a desvestirse, a pesar de la oscuridad; él estaba consciente que Sai sabía que se estaba desnudando, cosa incitante por donde se mirara; el aroma de la chaqueta, había logrado sacarle un suspiro, y más al sentir el calor que esta emanaba.

En cuanto Sai sintió el cuerpo de Gaara pegado al suyo, siendo consciente de las manos que apretaban fuertemente su camisa en una forma de liberar la tensión acumulada en cosa de segundos; a pesar de ser más alto que el pelirrojo, el bulto de su entrepierna le rozaba el interior de los muslos. Soltó un suspiro bastante largo, intentando reprimir al jaguar que llevaba dentro y le pedía a gritos hacerse del cuerpo frente al suyo. Pero no logró reprimir el jadeo al sentir que las manos de Gaara habían dejado de apretar las mangas de su camisa, para ir subiendo delineando sus brazos, hasta llegar a los hombros, y bajando hasta situarse en los marcados pectorales, pasando sus pulgares por sobre los pezones…

No sabía porque, pero solo quería sentir al otro completamente, la respiración de Sai se concentro en sus mejillas, para luego capturar sus labios y comenzar a besarlo con ansias desde el primer segundo; esa húmeda lengua se hacía demasiado antojadiza al estar recorriendo cada espacio de su boca. Un hilo de saliva se deslizó por su mentón cuando las manos de Sai se ciñeron a la piel de su cintura, y el miembro del moreno dio de lleno contra el suyo, imprimiendo un roce exquisito. Pero no era suficiente. Quería tocarlo todo.

Los descalzos pies del pelirrojo se deslizaron en la alfombra, buscando la postura que le diera un mayor roce contra el miembro del ojinegro; las manos del último se habían dedicado a acariciar por sobre la única prenda propia del chico, las contorneadas nalgas, en un roce bastante delicado, incitante, que distaba bastante de la forma desesperada en que el ojiaqua trataba de abrir la camisa sacando los botones del ojal. Los dedos delineaban la abertura de las nalgas, y empujaba la cadera de Gaara aumentando en roce.

Faltaban los dos últimos botones de la camisa, pero la ansiedad y humedad de su cuerpo terminaron por hacer mella en el, tirando cada extremo de la tela y logrando que los botones saltaran. Esa camisa ya no existía, la había hecho descender por los firmes hombros, dejando expuesta la parte superior del moreno; ni siquiera lo pensó, comenzó a lamer uno de los pezones, jugueteando con su boca. Escuchó un gemido bastante sonoro, y el estremecimiento del otro también llegó a su cuerpo cuando un dedo se hundió entre sus nalgas sin siguiera correr la prenda; araño el pecho con fuerza, mientras sentía sus piernas flaquear, la tela elástica de sus bóxer se había ceñido aun más a su cuerpo debido a la intromisión, apretando más su palpitante miembro.

El ardor provocado por las uñas de Gaara en su pecho, había disparado sus niveles de testosterona hasta las nubes; estrujó el cuerpo contra el suyo mientras lo besaba de una forma voraz, su dedo medio sentía la calidez de las paredes húmedas de Gaara, y el olor de los fluidos del pelirrojo le llenaba los sentidos. Le era difícil no soltar su parte animal en esos momentos.  “Eres delicioso”  le susurró con voz bastante gruesa en el oído; se deleitó con el blanquecino y terso cuello; como también de las manos temblorosas que luchaban por quitar la hebilla de su cinturón. 

El sonido metálico que se produjo en el momento en que los dientes del cierre se abrían, se multiplicó al estar el ascensor en silencio; la expectación era palpable; y en cuanto el sonido inundó sus oídos, también lo hizo la oleada fuerte de éxtasis que lo embargo; ya no sabía en que lugar se había acentuado más la humedad; pero sintió el dígito completo de Sai con el fuerte espasmo que sufrió con el sonido del cierre.  Los jadeos de Sai le daban de lleno en los oídos, se encontraba bastante cerca, lamía y mordía su cuello a gusto. Con sus manos tanteo el cuerpo del contrario,  y pronto encontró el miembro del moreno; grande, grueso, firme e imponente; percibía el suave calor que este emanaba, y su excitación se multiplico al ser consciente que sería penetrado por algo así. Lo masajeó un poco con sus manos; más para sentirlo en dimensiones que por otra cosa; la completa oscuridad le instaba a la curiosidad, quería saber más.

Las manos del pelirrojo exploraban el cuerpo del moreno como si fuese un niño; cuando las adaptadas pupilas del moreno notaron el cambio de postura del chico, dando el claro indicio de agacharse para quedar a la altura de su miembro, lo impidió tomándolo de un brazo. Había estado bastante poco participativo, intentado reprimir parte de sus impulsos felinos. Lo besó con algo de rudeza, para ser él quien bajara; rozó su nariz contra el sobresaliente bulto del pelirrojo; lo mordisqueó un poco, para luego bajar los bóxer, rompiendo el elástico en el proceso y notándolos completamente mojados. Acaricio con la yema de los dedos el suave vello que cubría la zona púbica; su fino oído  lograba atrapar el sonido de cada uno de los gemidos que el chico trataba de callar mordiendo su mano. Se situó hasta poder lamer desde sus testículos hasta su ano; el miembro del pelirrojo se encontraba completamente erguido, emanando gota a gota el lubricante, y en esa misma condición se encontraban las paredes internas.  Las piernas de Gaara temblaban, víctima del intenso placer que le provocaba la lengua del moreno al pasearse por esa zona tan erógena; jugueteando entre introducir o enroscar su lengua. En un espasmo bastante marcado, decantó por introducir lentamente su lengua por entre las nalgas, moviéndola de adentro a fuera, simulando cortas embestidas, mientras masajeaba los testículos de su compañero; notando que por cada cierto par de gemidos, estos subían una octava más; los ahora fuertes gemidos de Gaara podían a tono a cualquiera; saco su lengua, no sin antes succionar con fuerza, dejando sus labios completamente húmedos, para dirigirse a practicarle una sesión de sexo oral al pelirrojo, a la vez que uno de sus dedos retomaba la tarea de estimular la entrada-bastante dilatada y húmeda-de Gaara.

Antes de que el pelirrojo llegara al orgasmo, sacó el miembro de su boca; para ir subiendo a base de lamidas y mordiscos hasta quedar frente a frente con él… “Por casualidad, ¿tendrás preservativos entre tus cosas?” Era felino, no iba a contagiar al pelirrojo de algo; pero había que guardar un poco las apariencias, además el chico era doncel; debía tener cierto tacto con él, a pesar de que su cuerpo le pedía arrojarlo a la pared del ascensor y no soltarlo hasta dejar afónico a Gaara. Necesitaba un buen orgasmo para suprimir a la bestia.

A la mente del pelirrojo llegó el recuerdo de la broma de sus compañeros de trabajo, que le entregaron dos preservativos para que los conociera y congelara, alegando que parecía frígido.  “frígido” soltó en un murmullo mientras una tenue sonrisa curvaba sus labios en los momentos en que se agachaba, tanteando el suelo en busca de su maletín; volteando su contenido en el piso alfombrado, intentando encontrar lo que buscaba dentro de toda esa oscuridad…

“¿Has dicho algo?”  Sus sensibles oídos se habían percatado de la palabra que había salido de los labios del pelirrojo, pero no entendía a que iba eso; si era un comentario para él, o alguno anexo a la situación.

“Me alegra tener unos compañeros tan bromistas” intentó normalizar su respiración cuando sintió el envoltorio del condón entre sus dedos; lo puso entre sus labios, para ordenar un poco los papeles desperdigados del piso en su apuro por encontrar las fundas de látex.

“Después ordenas los papeles” estaba ansioso, sobre todo al ver con lujo de detalle la postura en que se encontraba Gaara; de gatas en el suelo, ordenando todo

“Si arrugó un documento, tendré problemas” estiró su mano para ver si quedaba otro, pero en cambio, sintió la mano de Sai que de un jalón lo puso de pie, y lo pegó contra la pared del ascensor más cercana,  el fuerte jadeo del pelirrojo al sentir la fría pared sobre su acalorado cuerpo, sumado a la fuerza del impacto, lo hizo delirar de placer; a ambos.

“Aquí no hay papeles que arrugar” le susurró en el oído mientras introducía su lengua en el. Eso disparó la imaginación del pelirrojo, recordó que tenía el condón aun en sus labios, y sus manos rozaron todo lo del contrario, para llegar hasta el miembro de Sai, que se encontraba rozando sus muslos; las manos le temblaban mientras rompía el envoltorio metálico; y lo hicieron aun más mientras recorría el pene de Sai con las manos

“Espero que sirva” tenía sus dudas que el preservativo abarcara por completo la hombría del moreno

“Se estira” intento reprimir sus fueres jadeos y las ganas de apurarlo mientras deslizaba el preservativo, respiraba profundo, necesitaba algo de calma para anular a sus ansias, y un orgasmo fuerte para anular a su jaguar.

“Menos mal que yo también me estiro” soltó entre una risilla de nerviosismo mientras daba su tarea por finalizada. Las ganas por parte de ambos se notaron de; Gaara estaba mucho más húmedo que antes, y daba gracias por ello, iba a necesitar de eso, y de la capacidad de sus paredes para dilatarse.

Se besaron con ansias, deseosos de lo que vendría; la palabra lujuria en les quedaba chica comparado con lo que sentían en esos momentos; las feromonas de Sai habían activado a Gaara, y la excitación de este, había tenido su efecto en Sai. Alzó al pelirrojo, hasta que este rodeo su cintura con las piernas; lo sujeto por las nalgas, y las separo, dejando al descubierto la entrada del pelirrojo, completamente lista para ser penetrada.  Se situó, y mientras lo besaba, lo hizo descender de golpe; con una limpia embestida lo penetro por completo.  El gemido fuerte y algo agudo de Gaara le resonó en los tímpanos, al igual que la calidez de su interior, aumentada por lo estrecho que se encontraba aún.

“Mierda… yo pensé que estaba dilatado” la forma de la penetración lo tomo por sorpresa; jamás imagino que alguien pudiera entrar de una forma tan limpia; pero a pesar del grado excitado en el que se encontraba-y por lo tanto estaba más húmedo y dilatado-se sentía como la primera vez que lo habían penetrado, demasiado estrecho, tanto que no se sentía capaz de mantener la cordura por la fricción que se generaba…  Se había iniciado hace unos cuatro años, con uno de sus amigos, ya que la curiosidad acerca de la sexualidad los había atrapado como un tornillo a un imán. Pero jamás se le paso por la mente, que una persona desconocida, pudiera hacerlo vibrar de esa forma; sentía la garganta seca, sus gemidos se salían de control, bastante altos, se encontraba chillando como una chica siendo desvirgada por una manada de hombres. Sai imprimía fuerza en sus embestidas; alcanzaba a tocar todo lo que podía en su interior; era un placer sordo, ya no podía definir bien de que parte provenía, pero estaba sintiéndolo en toda su magnitud. Su expresión de éxtasis total, era el mejor afrodisiaco para Sai.

“Estás demasiado cálido… sostente con fuerza” a pesar del preservativo, apreciaba a la perfección la calidez de Gaara, era imposible no sentirla, cuando estaba ajustadísimo en su interior; lo afirmo por los muslos, ayudándose así para poder penetrar a gusto; las uñas de Gaara se enterraban en su espalda, y él deseo hacer lo mismo; en un intento por reprimir aquello, apretó con fuerza, estaba seguro que eso dejaría la marca de sus dedos en los muslos del pelirrojo, pero era eso, o enterrar sus garras, bastante afiladas por la presencia del jaguar que luchaba por salir…

El miembro de Gaara rozaba contra el vientre de Sai, y el pelirrojo no necesitaba más estímulo; estaba hasta el tope con el que sentía; las embestidas eran deliciosas, tanto, que iba a acabar pronto. Quitó una de sus manos de los hombros de Sai, para intentar detener el orgasmo que se veía venir de su parte.

“Déjalo” el moreno sabía qué se proponía Gaara, pero quería dejarlo, deseaba sentir todo de la manera más natural posible en su exquisito doncel.

“Pero voy..a”

“Hazlo” el modo en que lo dijo en el oído de Gaara, ese tono lleno de sensualidad, lujuria, y hasta cierta posesividad, fueron el detonante para el pelirrojo, junto con la forma en que Sai había capturado con sus dientes su manzana de Adán de una forma precisa. En el momento en que libero su semen, y junto con eso, genero un fuerte espasmo en su entrada; Sai se aprovecho de la situación, para volver a embestir justo cuando Gaara ciño tanto sus paredes dejándolo infinitamente estrecho. Ese fuerte orgasmo había aplacado a su bestia.

Estaba en el suelo, no sabía en qué minuto había ido a dar allí, recordaba solamente el gutural gemido emanado de los labios de Sai en el momento en que lo penetraba con una fuerza grandiosa. Nunca había terminado de esa forma, sentía tanta energía, que estaba listo para otra ronda sin ningún problema.

Ubico a Sai en la oscuridad; estaba al lado de él, respirando de una forma tan agitada como él. Paseo sus manos por la perlada espalda de Sai, pasando por sus nalgas, hasta dar con su miembro. El condón se notaba bastante húmedo por fuera, y eso le dio un pinchazo de excitación nuevamente. Sacó con cuidado el preservativo, y comenzó a bombear; Sai lo miró bastante sorprendido, y su sorpresa aumentó, cuando el pelirrojo con fuerza lo empujó contra la pared del ascensor, dejándolo sentado en el piso y en una excelente postura.  A los ojos de Sai, sobresalía la cabecita roja de Gaara por entre sus piernas.

Los gemidos de Sai le embotaban los sentidos, y lo desconectaron del mundo, cuando se aventuro a meter uno de sus dedos en el ano de Sai. El moreno se sentía demasiado bien, nunca había conocido una boca que se le antojara tan tierna, pero a la vez tan ardiente; el pelirrojo intentaba relajar todo lo que podía su mandíbula y garganta para abarcar una buena porción de su miembro. Enteró con fuerza sus garras en la alfombra cuando Gaara empezó a succionar. Había logrado controlar a su jaguar, pero estaba perdiendo lo que había ganado. Sus garras estaban firmes, sobresalían sus colmillos y un ligero vello comenzaba a cubrir su espalda. La suave boca de Gaara había dado paso a su felino.

Alcanzó el orgasmo mientras aun estaba en la boca de Gaara, y junto con eso, en el eco del gemido que profirió al alcanzar el orgasmo, resonó el rugido de un jaguar...

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