Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I'ts a lonely day por Bellatrix

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Despues de mucho timepo me atrevo de nuevo a subir algo, inspirado por la cancion que teneis en el resumen y que muestra un poco lo que ahora siento. Espero que disfruteis con su lectura.

_ Debería dormir algo_ dijo desde la rendija de la puerta la muchacha que acababa de llevarle una taza de café a las cuatro de la mañana
_ Si, debería poder dormir… pero hace demasiado tiempo que no debo hacer lo que puedo y que debo hacer lo que no puedo que ya no sé qué es lo que verdaderamente he de hacer.

La fémina chasqueó la lengua en un gesto impávido de melancolía al ver a su superior así. Era cierto que no había vuelto a ser el mismo. Su vida se había vuelto un interminable proclive a las largas horas que se sucedían bajo su atenta mirada a un abismo que solo él era capaz de vislumbrar, pero que muy lejos de ser una fantasía suya, era el destino de toda la gente que estaba, al igual que ella, bajo sus órdenes. Y eso él lo sabía y se sometía día tras día y noche tras noche a un intensivo auto castigo para poder encontrar el aplomo suficiente como para ir en busca de una solución.
Estaba muerto de sueño, pero sorbo a sorbo, junto con el vaho helado que se colaba por el pequeño resquicio que había en algún punto de la enorme ventana a través de la que se centraba su mirada, donde se parapetaban los centenares de viviendas que componían la aldea, se mantenía unos segundos más en esa inherente duermevela.
Ni siquiera recordaba como había llegado hasta allí. El momento en el que su alma se había hecho pedazos convirtiéndose en el fango podrido que alimentaba a los miles de cerdos que gruñían por un trozo de mierda mas grande en su piara. Despuntaba el alba por la sierra que se encontraba a sus espaldas, donde su cara esculpida había sustituido a las de sus seis sucesores. Volvía a despertar un nuevo día, un oscuro y solitario día, como otro cualquiera…

. . .

Habían salido aquella mañana a inspeccionar la zona en la que dentro de muy poco, según los espías que tenían a su cargo, se promulgaría la guerra más atroz y sangrienta que nunca hubiera visto un alma viva. Una batalla que se había ralentizada en su comienzo a lo largo de los años por distintas circunstancias, habiéndole permitido cumplir su sueño: ser Hokage. Aun así, seguía manteniéndose al borde del cañón con los que durante muchos años habían sido sus compañeros de grupo: Sai, Sakura y, como no, Kakashi.
Anduvieron por mucho rato en los alrededores de la villa, pero no fue hasta que se encontró enfrente de la impasible mirada de piedra de Uchiha Madara, allí, erguido en el valle del fin, cuando los recuerdos, mas dolorosos que cualquiera de sus transformaciones en Kyubi, le golpearon de lleno. Casi de manera autómata e ignorando sus propias órdenes se mantuvo parado, azotado por el viento, como hace mas de quince años atrás: encima de la cabeza del primer Hokage, visionando la figura a lo lejos de un Sasuke de doce años. Un Sasuke al que nunca pudo hacer regresar a casa…

_ ¡Naruto!_ el grito que dio Sakura le sacó de todo ensimismamiento, haciendo que ocupara una posición a la misma altura que su amiga.

Fue la peor visión de toda su vida. Allí, tirado como un pedazo de trapo, se encontraba el que por tanto había sido lo que había ocupado sus interminables noches de insomnio: Sasuke Uchiha, sin vida, inerte. Vio a través del montón de lágrimas que se agolpaban entorno a sus iris azules como sin ningún tipo de resultado la ninja médico intentaba retornarlo a la vida.
Lloró y gritó como no recordaba haberlo hecho nunca. Hincó sus dedos en la ropa del moreno y comenzó a zarandearlo, pero seguía tan frío como antes. Lo tomó entre sus brazos y corrió como una flecha, siendo merecedor de ser hijo del Yondaime. A penas nadie en la aldea pudo ver lo que portaba y rehusó, por todas las repercusiones que pudieran sucederse, a llevarlo a sus aposentos oficiales, dirigiéndose a su pequeño y cutre apartamento de la niñez.
Ni tan siquiera había luz, por lo que tuvo que proveerse de una cantidad de velas que fueron distribuidas por el dormitorio, en cuya cama descansaba el cuerpo del moreno, para permitir algo de luz.

Sus zafiros se ataron a una de esas pequeñas llamitas escarlatas, recordando como el propio Sasuke era capaz de formar ese esencial pero peligroso elemento. Suspiró pesadamente y sentando como estaba al borde de la cama, de espaldas al que fue su primer amigo, secó los restos de sollozos de su cara.

_ Ya puedes dejar de fingir…_ murmuró con voz trémula al cuello de su camisa.

Como si de unas palabras mágicas o un jutsu magistral se tratase, el pecho del Uchiha se infló dejando salir una sustancia verduzca de la boca y los orificios de la nariz de éste, que parpadeando y poniendo las manos bajo su cabeza sonrió quedamente.

_ Vaya… veo que me has pillado. Ya sé porque te eligieron, de entre todos esta panda de inútiles, inútil mayor.
_ Di lo que hayas venido a decir, haz lo que hayas venido a hacer y lárgate_ sentenció el rubio sin inmutarse.
_ He venido a matarte Naruto y a quedarme con tu mohosa aldea. Y lo cierto es que no creo que te sorprenda mi respuesta.
_ Por supuesto que no_ sonrió el jinchuriki
_ ¿Entonces por qué te metes en la boca del lobo, zorrito? ¿Tienes alguna trampa preparada para mi?_ ironizó el de los ojos negros.
_ Simplemente quería comprobar por mi mismo que te habías convertido en algo tan rastrero y cobarde como para fingir tu muerto y atacar por la espalda. Veo que aprendiste bien de Orochimaru y de tus otros maestros… Además, también quería hablar contigo… a solas.

Pudo sentir una fina risa, tan fría que le heló la sangre, escapar de los labios de Sasuke. No temía el movimiento maestro de la espada que sentenciaría su muerte. Sabía que por mucho tiempo que pasara siempre perduraría en su interior la esperanza de volver a ver en esos pozos oscuros un atisbo de humanidad.

_ Si lo que intentas es convencerme de que me retire de la guerra, ahorra tus energías para gritar de dolor a mis manos…
_ No es nada de eso… Solo…_ apenas susurró volviéndose y clavando su mirada en la contraria_ quería hablar con mi compañero de equipo.
_ Tu compañero de equipo está muerto. Murió en el momento en el que el primer chidori te atravesó.
_ ¿Y mi mejor amigo?
_ Muerto
_ ¿Y mi hermano?
_ Todos muertos…
_ ¿Y la persona de la que me enamoré?

Y besó sus labios, en un casto gesto, impidiendo que contestara a una pregunta cuya respuesta mataría a su propio corazón. Un empujón le separó de lo que por mucho tiempo fue considerado un sueño, pero después de ese contacto poco le importaba lo que viniera después.

_ ¿Se puede saber que pasa por tu hueca cabeza Uzumaki?
_ ¿Qué?_ encolerizó el rubio_ ¿Qué mas te da? Rozamos la treintena y puede que mañana amanezcamos muertos… No tenemos nada que perder.
_ No está bien, Naruto.
_ Perdona que te diga Uchiha_ dijo el rubio tras una irónica carcajada_ pero eres el menos indicado en decir una frase como esa. Si no te gusta, mátame.

El beso fue tan podo candente como su predecesor, pero eran dos enemigos. Dos hombres hechos y derechos saboreando la boca temblorosa de un pasado que ni siquiera ellos mismo se habían querido conceder. Una lengua acarició los labios de la boca contraria que, cohibida, pese a la personalidad de su dueño, se dejó hacer. Sus manos se fueron volviendo un poco más locas, conforme ellos iban introduciendo esa droga en su ser, acariciando cada recodo de piel que podían tocar. Ambos torsos desnudos se acompasaron para mimetizar unas respiraciones muy dispares, unos corazones igualmente acelerados.

_ Basta, Naruto_ gimió el moreno al sentir la ávida mano del otro acariciar su hombría._ ¿Y si te viera tu pueblo?

Tan absorto como estaba por ese tacto y ese sabor, le costó reconocer su propio cuerpo, tanto que el simple hecho de mover la cabeza para divisar a través del cristal de su ventana a Konoha dormir, le resultó costoso. Sasuke tenía razón. Debía parar por todas aquellas buenas gentes que al salir el sol arriesgarían su vida por su causa.

_ Al menos… durmamos juntos, como si fuera una noche eterna, como si no existiera el mañana.

Así se acomodó el vigente dirigente de la aldea de La Hoja sobre el pecho del descendiente de demonios, quedando ambos dormidos, en un sueño desvelado…

Despertó aquella mañana porque el filo de una espada le acariciaba el gaznate. Sus ojos se abrieron como platos al vislumbrar el brillo de la hoja junto antes de atravesarle la frente, justo cuando sus oídos recibieron la voz de Sasuke.

_ Por mucho que lo deseemos hay cosas que no cambian…

Sus pares de azabaches se quedaron impresionados al recibir, en lugar de gotas de sangre sobre su rostro, una bola de humo. Ahora era él el que estaba amenazado por un arma blanca que se adhería a su cuello por detrás.

_ Pero hay otras muchas que si lo hacen.

Todo el dolor, la desesperanza, el miedo… se unió para formar cada uno de los movimientos y ataques que se dispensaban los dos hombres, que sin descanso, vagaban por toda la diminuta habitación intentando cazar a su propio cazador. De repente, algo comenzó a cambiar en el cuerpo del rubio: la transformación del Kyubi. Sin embargo, aquella vez no era como cualquiera de las ocasiones en las que Sasuke había estado presente. De hecho, ni siquiera Naruto recordaba haber presenciado algo así dentro de él.
Y como una bala, en su mente el selló se partió en dos y el demonio de nueve colas quedó liberado en su interior, sintiendo el rubio como lo poseía poco a poco. Lanzó un zarpazo al aire, haciendo retroceder a su atacante, que había dejado su cometido relegado ante tan espeluznante visión.

_ ¡Lárgate de aquí Sasuke!_ bramó Naruto con una voz que no era la suya
_ ¡No voy a tener clemencia alguna contigo! ¿Por qué ibas a tenerlo tu conmigo?
_ Porque debes luchar contra mi, no contra el Kyubi
Un segundo manotazo del Hokage que le pilló en plena cara le mandó volando a través de la ventana que era el único filtro entre la realidad y ellos. Justo después una bola de energía naranja arrasaba con el propio apartamento al cual pertenecía esa ventana y todo lo que había dos manzanas alrededor…

. . .

Tocaron a su puerta sacándole sobresaltado de lo más que había dormido en un par de años. Eran las nueve de la mañana.

_ Hokage-sama, los generales le esperan para recibir órdenes.

Despidió a la muchacha con un condescendiente gesto de cabeza, intentando parar la respiración que, gracias a ese sueño producto de sus recuerdos, se había acrecentado. Fue a lavarse la cara en un lavamanos que había justo en la puerta de al lado de su despacho, acariciando casi con cariño aquella triple cicatriz que surcaba su pálida mejilla izquierda.
Naruto le había dado tan fuerte que ni siquiera la propia onda expansiva que consiguió acabar con él mismo, con el sexto Hokage, pudo alcanzarle. Era un nuevo día… un solitario y triste día, como otro cualquiera…
Notas finales: Gracias por leer...

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).