Te recuestas lentamente en la cama, mientras yo me acomodo encima de ti, ambos nos sacamos mutuamente todo trapo de encima, me sonríes, y luego cierras tus ojos. Acaricio tus caderas moviéndose al ritmo de nuestra respiración, me tomas de la cabeza y rosas mis labios. Eres y siempre serás mi mayor pecado, el más lujurioso que he probado.
Mientras tus caderas se mueven, se enrojece tu rostro, mi cuerpo siente cada vez mas cerca tu calor, ese que hace que el tiempo se detenga, mientras tus ojos se humedecen lentamente.
Hacia tu belleza se dirigen mis ojos, hacia tu rostro, que no disimula excitación pero si tranquilidad. Nos encontramos recostados, con nuestras cabezas sobre la almohada. Siento tu mano recorrer mi pecho, imitándote, dejo a mis manos explorar tu bello cuerpo, el cual siempre desee poseer. Por la ventana se puede ver todo, como se confunden nuestras sombras como una sola, como cuatro manos se vuelven locas de pasión y placer. La luna es testigo de todo, imágenes de pasión carnal.
Nuestros cuerpos se mezclan como queriendo enredarse, haciendo que nuestra respiración fuese cada vez mas intensa. Nos recorrimos cada parte del cuerpo, cada rincón puro de nuestro ser. De repente acercas tu rostro a mi cadera, pasas tu lengua por todo mi pecho y bajas lentamente hasta mi entrepierna. Me torturas con tu cálida boca, y tus suaves y tibias manos, tratándome como a una golosina. Yo solo frunzo el ceño y presiono mis labios contra mis dientes. Casi al terminar tu tarea aumentas la velocidad, me acaricias, y luego sacas de tu boca tu traviesa lengua, tratando de obtener lo que deseabas.
Besabas cada centímetro de mi cuerpo, en ningún momento nos miramos. No podíamos suprimir el placer, era inevitable llegar al punto máximo de la situación.
Acaricio tus pechos, los pruebo con mi ardiente lengua, mientras tu solo muerdes tus dedos. Abres tus piernas, dirijo mis manos a donde no debo, acaricio tu zona como tu a la mía, mis inexpertas manos te hacen gemir como nunca, mientras penetro lentamente tu cuerpo con tu juguete anterior. Tú pides mas, yo acelero bruscamente mis embestidas. Tu boca grita mi nombre una y otra vez, mientras la sello con mis desenfrenados labios. No se si alguna vez te lastime, nunca me lo dijiste. Nuestros cabellos se enredaban con el movimiento, mientras nuestras lenguas jugaban dulcemente. Nuestras mentes querían explotar, lo sabia, lo sentía. Los movimientos, caricias y besos aumentaron, nuestros ojos por primera vez se cruzaron, podíamos oler nuestros pelos, sentir nuestros cuerpos pegados el uno al otro, el placer que le correspondía a cada uno en cada movimiento. Respiramos fuertemente mientras tú, con tus manos en mi cabeza, me presionabas cada vez más fuerte contra tu pecho. Yo con mis manos llenas de sudor, empujaba tus caderas hacia mí, haciendo cada segundo más placentero. Gritamos como nunca, y con un último movimiento nos dejamos explotar de placer. Lentamente terminamos, con un beso en nuestras húmedas bocas, dejando gotear el sudor en nuestra desordenada cama.
Te recuestas a mi lado, apoyándote en mi hombro y acariciando mi pecho, mientras deposito un dulce beso en tu frente, sintiendo tu delicada y blanca piel junto a la mía. Lujuria jamás sentida por ninguno, deseos, provocaciones y pecados, no tuvimos ninguna vergüenza sexual.
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