-Que mundo más asqueroso- suelta en un pequeño susurro al aire ya que era el único que lo acompañaba en ese momento. Alzando los brazos se posiciona en el lugar que tantas veces había premeditado, si, esa era la única forma de salir de ese dolor- ya nada me ata a esta vida… te perdí, la verdad es que nunca te tuve, nunca sentiste algo por mi…-luego de una pequeña pausa, en la que sus ojos mostraron todo el dolor que sentía, soltando las lagrimas que nunca pudo expresar libremente hacia esa persona- ya nunca sufriré por el cariño de alguien- una sonrisa forzada apareció en su rostro, la que intentaba auto convencerlo de que lo que estaba a punto de hacer era lo correcto.
Las olas chocaban con fuerza contra las rocas, en aquella noche de verano, un sitio al que comúnmente no concurría mucha gente y que esa noche solo tenia de testigos unos árboles, uno que otro farol que iluminaba escasamente las calles, el viento, las olas y quizás algo más que esperaba expectante lo que ocurriría.
-Bien… ya estoy listo, solo un paso me hará acabar con una existencia dolorosa… solo un paso- la idea rondaba en su mente, ¿era lo suficientemente valiente para arrojarse al mar y permitir que este lo llevara hasta donde nunca imagino?, si solo una cosa le indicara lo contrario, estaba dispuesto a dejarlo hasta ese punto, pero al parecer nunca llegaría alguien apreciado por él a pedirle que por favor no lo hiciera
-Vamos, tírate de una vez… nunca he visto como las olas se llevan a alguien en la noche- Una voz traviesa atravesó los pensamientos de quien quería terminar con su vida, asustándolo y desesperándolo a la vez- ¿es que acaso ya te arrepentiste?- la voz cambio a un tono mas aburrido; era irritante el solo pensar que alguien disfrutaba viendo aquello ¿es que acaso no bastaba con lo que sentía en ese momento?
-¡¿Quién demonios eres?!- se volteo completamente arto con la situación - ¡¿es que acaso tan bonito es ver como alguien se pudre por dentro?!- lloraba silenciosamente, su voz no se quebró en ningún momento.
Por detrás de un árbol una sombra comenzó a moverse para salir hacia donde hubiera algo más de luz – ¡Hola! – decía alegremente un chico de unos 19 años, él era delgado de cabello rojo, teñido, sus ojos no se distinguían por la escasa luz, además tenia ambos ojos cerrados por el saludo. Aquel parado en la orilla que daba al mar, lo observada algo extrañado, ¿Cómo alguien podía verse tan despreocupado frente a una persona que planeaba cometer suicidio? - dime entonces ¿que hizo esa mujer que ahora solo quieres tirarte a las olas? – se acercaba lentamente, su humor no pasaba de lo alegre-curioso.
-no sé quien seas… pero que mas da si te lo digo – se sostenía la cabeza con la mano derecha, comenzaba a reírse nerviosamente y algo cansado, al parecer no era capas de tirarse y terminar todo, definitivamente ni para eso servia; algunas lagrimas corrieron por sus mejillas- si hubiese sido una mujer cualquiera no sufriría así… cuando tu amigo de siempre, te dice que te querrá a pesar de todo… eso es una farsa… p-porque si por algún motivo le llegas a decir que lo amas como hombre no como amigo, él… él, te da la espalda y se burla de ti frente a todo el mundo – no pudo contenerse más, su voz ya no era clara, solo sollozos salían de su boca, sollozos tan fuertes que a pesar del ruido de las olas, su oyente pudo percibir, se dejo caer al piso para aferrarse a la tierra mientras lloraba.
-hey!, no llores así, hasta a un chico como yo le puedes hacer sentir mal – el chico se acerco sin titubear hacia aquel sujeto que yacía en el suelo y lo abrazo fuertemente – que mas quisiera yo que alguien como tu me amara así - el hombre al oír eso levanto el rostro y pudo apreciar como el chico lo miraba con una sonrisa muy tierna en su rostro – ves solo necesitas algo de cariño… por más que lo odies no puedes vivir sin él – aquel chico se puso de pie y le ofreció una mano para que se levantara.
-Ven, no creo que vayas a tirarte ahora ¿no?- cuando el sujeto estuvo de pie, sin soltar la mano, el más joven comenzó a guiarlo hacia una banca escondida entre dos árboles – parece que ya que arruine tus planes, deberé escucharte hasta que me canse- soltando la mano de su compañero, tomo asiento, mirándolo, esperando que él lo imitara.
Miraba atónito a este joven, que sin vacilar, se acercaba a un completo extraño y le daba algo de ¿cariño?, no, algo así no podía ser dado por un extraño, solo era compasión. Siguiendo lo que hizo aquel joven tomo asiento y se recostó, estaba exhausto, miro el hermoso cielo estrellado, extrañamente ya no se sentía mal, todo lo contrario, estaba tan calmado que hasta a él mismo le costaba creérselo – la verdad es que, hace mucho que no miraba el cielo por la noche de esta forma – una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro, sonrisa que solo duró unos segundos ya que la imagen de aquel que lo traiciono aparecía en su mente haciéndole recordar el dolor, que ahora se mezclaba con la rabia que le provocaba - pensar que por alguien tan miserable quería morirme – ahora se reía solo de él mismo.
-Entonces, ¿eres gay? – preguntaba algo entusiasmado, este hombre que estaba a su lado le daba mucha curiosidad, no solo porque lo observo mientras él pensaba en tirarse al mar, sino también porque extrañamente tenia algo que le atraía de sobremanera, quizás era ese cabello castaño, abundante, o talvez esos labios finos que pudo observar con detalle cuando lo abrazo, o eran esos ojos algo melancólicos de un color verde profundo, daba igual solo sabia que quería hablar con él aunque fuera solo una noche, no pedía nada más que una noche – ¿que edad tienes? – sus ojos no podían apartarse de él.
Sentía como era observado, quizás no había mucha luz para distinguirlo, pero ese chico lo examinaba con la mirada – tengo 24… y si es que soy… - ¿gay?, esa palabra le molestaba pues la usaron para referirse a él como un enfermo, para burlarse en su cara, cuantas risas eran dirigidas a él por aquella condición que lo hacia “anormal”…
Al ver que no recibía respuesta por parte de su acompañante, el pelirrojo decidió romper el silencio – yo soy ¡bisexual! – una gran sonrisa apareció en su rostro – ¡y me siento muy orgulloso de ello!, mucha gente me dio la espalda… pero la verdad es que no les necesito para nada, me basta conmigo mismo y con ese reducido grupo de personas que me dan su amor incondicional – su acompañante lo quedo mirando algo sorprendido, lo que provoco una pequeña risita en él
¿Que le ocurría a este chico?, porque le decía algo tan personal a él, ni siquiera se lo pregunto – oye niño, no necesito de tu compasión, lo que viste anteriormente fue solo un momento de locura nada más… dudo que lo vuelva a repetir, debo decir que fue un momento de debilidad absurda nada más – lo miró fijamente, sus miradas se cruzaron y el ambiente se puso algo extraño – yo… - apartando la mirada de esos pequeños ojos negros que no tenían vergüenza - creo que se me puede declarar como gay, después de todo mi primer amor fue un hombre – soltó un suspiro en la ultima palabra, “hombre”, cuantas veces quiso revertir eso, sin éxito alguno – oye niño, ¿y que edad tienes tu? – talvez era algo tarde pero dudaba que fuera un menor de edad cualquiera.
-19 hermosos añitos- de pronto comenzó a hacer más frío, por lo que el chico de 19, decidió sacar una frazada que tenia en su mochila a un costado de la banca, sintió como su compañero lo miraba extrañado, posiblemente preguntándose ¿cuando fue que una mochila llego ahí? – vamos hombre, no es nada del otro mundo… me estoy quedando en esta banca por las noches, necesito un lugar donde dormir – prefirió no mirarlo a la cara pues sabia que se toparía de frente con un par de ojos que lo estarían acosando con la miraba.
-vaya… nunca pensé que estarías quedándote aquí, ¿es que tus papas te echaron de la casa por rebelde? – sin pensarlo soltó una pequeña risita, frente a lo que acababa de decir, según él, todo parecía un juego de niños nada más que eso
-no idiota, mis padres murieron hace mucho, si me quedo aquí es mientras encuentra un trabajo o algo que valga la pena y que además me alcance para una cama decente… no soy tan loco como parezco – no estaba enojado, su tono de voz lo decía todo, simplemente estaba a gusto, nada podía arruinar su momento con este hombre, que le entregaba algo de alivio, ¿alivio de que?, pues ni él mismo lo sabia, solo lo sentía
-y yo creyendo que eras un rebelde sin causa- hizo una pausa, por la expresión de su rostro se notaba que pensaba algo muy detenidamente, se puso de pie y miro de reojo a su compañero – bien, movámonos de aquí, la verdad es que hace frío… no quiero que te sientas obligado, y no pienses que es con mala intención solo… tengo espacio en mi departamento, no me vendría nada de mal algo de compañía mientras tanto – comenzó a caminar esperando sentir como su nuevo compañero de piso recogía sus cosas y lo seguía, cosa que ocurrió a los segundos después
-debería comenzar a acércame a los locos suicidas mas seguido para tener una cama todas las noches, me dicen Ren – ofreciendo su mano para estrecharla con la de su nuevo compañero de piso - ¿Cuál es tu nombre?, o prefiere que solo te llame “loco” –
Miro aquella delgada mano y la estrecho con seguridad – me llamo Leo… un gusto Ren, espero que no seas muy ruidoso –
-¿Ruidoso?, no se suponía que era sin mala intención – lo miro haciendo pucheros lo que saco una risa de Leo – descuida prometo portarme bien… solo soy un joven que esta buscando nuevas oportunidades… nada más –
-Perfecto, ojala hagamos un buen equipo, ya necesitaba alguien que se preocupara de la comida… me estaba aburriendo de la comida preparada – sin saberlo, había recogido lo mejor que jamás pensó… en la calle y sin nadie que los molestara caminaban al mismo paso, tranquilamente junto a un silencio que era completamente agradable y cómodo para dos personas que acababan de conocerse.
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