El viento resonaba en aquel ya solitario parque, las agujas de la iglesia cercana y el repicar del reloj advertían que las tres de la mañana se acercaban. Como era costumbre había solo un alma en el interior, el único que visitaba a esta hora el parque concurrido por niños y algunos payasos, mimos y de vez en cuando algunos exhibicionistas por la mañana y la tarde. El hijo del reconocido reportero Richard Keehl conocía el parque como la palma de su mano, desde muy pequeño su madre lo llevaba a jugar por las tardes, se sentaba en la misma banca donde su madre solía contemplarlo mientras jugaba en la caja de arena. Su infancia no era algo que le gustara recordar pero el lo necesitaba, necesitaba recordar a su madre como cualquier sediento por tres días de no beber agua. El lago que se encontraba en frente de el le traía buenos recuerdos, a veces su madre rentaba una lancha para ir al centro y darle de comer a unos cuantos patos, tortugas y peces que abundaban…
- Madre, ¿Estarás siempre conmigo?
Esa era la pregunta de todos los días del pequeño Mihael desde que escucho a su padre y madre hablar de la enfermedad de la Señora Keehl. Con tan solo cuatro años de corta vida Mihael entendió que no todas las promesas se pueden cumplir, que a veces la voluntad de la persona es impuesta ante un Dios que tiene la última palabra y decide por ellos. Los últimos años de vida de la madre de Mihael fueron felices hasta que la enfermedad la tiro en cama impidiéndole levantarse para compartir un segundo más con su hijo. Pero siempre hubo alguien muy apegado a él; el fue quien le hizo más ameno la situación tan dolorosa por la que pasaba, se trataba de alguien más que un amigo, más que el hijo de los mejores amigos de su padre. …l era su mejor amigo, casi hermano, Nate River.
Tendré que comentar un poco sobre este personaje, Nate era un chico excepcional en la escuela con excelentes calificaciones, como ya mencione es el mejor amigo de Mihael, sus padres lo querían mucho y le entregaban el amor incondicional que al joven Mello le hacia falta.
- Oye Mihael, que te parece si nos ponemos apodos
- ¿Apodos?
El gran niño prodigio había aportado una idea no tan convencional, pero muy divertida para unos niños apenas de 6 años.
- Si, te llamare Mello. Lo he pensado mucho y creo que ese será tu apodo
- Suena bien, ¿Tengo que ponerte uno yo?
Nate asintió con la cabeza mientras seguía jugando con su muñeco nuevo que su papá le había dado de regalo en su cumpleaños.
- Te llamare Near
- ¡Vaya! Parece que tienes más imaginación que yo
Después de un año de la muerte de la madre de Mello sucedió otra tragedia pero esta vez para la familia River, los padres de Near abordaban un avión justo el día de su cumpleaños, el motor se averío y este se estrello. Hubo unos cuantos sobrevivientes pero lamentablemente los padres de Near murieron. Como era de esperarse su amigo estaba junto a él en todo momento, dándole su apoyo.
- No tienes porque parecer fuerte, llora te hace falta
En ese momento el ya frustrado niño se soltó a llorar en el regazo que le ofreció Mello, este no solo lo consoló, también secó sus lagrimas y le dijo unas palabras de aliento, las mismas que él le entregó cuando se suscito la muerte de su madre.
- No sientas miedo, yo siempre estaré contigo
La herencia por parte de sus padres era por mucho dinero, millones, todo en dólares, pero a él no le importaba el dinero que de cierta forma a su corta edad no sabía que poseía tanto poder. El padre de Mello tomo la responsabilidad de aquella promesa que le había echo a sus amigos.
- Richard, si llegamos a morir quiero que te hagas cargo de Nate
Aún así no comprendía por que los padres de Near hablaron de esa manera tal vez sentían un presentimiento el cual se cumplió. Fue así como a partir de ese día el señor Richard adopto a Near, más bien solo se declaro su tutor para que el apellido River siguiera en su nombre. Crecieron de una manera un poco solitaria pero mutuamente supieron sobrellevar el asunto. Se divertían jugando con la gran cantidad de juguetes que Near tenía y comiendo el chocolate que Mello solo compartía con Near. Nunca se separaron y prometieron nunca separarse.
Es así como llegamos a la noche que narraba en un principio, Mello era un chico un poco inseguro de si mismo, mientras que Near era mucho más seguro y tranquilo, nunca buscaba pleitos y se la pasaba sentado jugando aún teniendo ya 15 años, Mello siempre había sido lo contrario, le gustaba competir aunque se tratara del propio Near.
El repicar del reloj de la iglesia volvieron resonar en la mente de Mello, mientras miraba la luna que ya se ocultaba en un cielo no tan estrellado como hace algunas horas. El sonido de un auto que se paraba en la puerta del parque le atrajo. “Ya me encontraron” pensó mientras se dirigía a la entrada del parque. Del carro bajo un joven, por la vestimenta era el chofer, para explicarlo mejor era el chofer de Mello.
- Joven Mihael, su padre entro a su cuarto y se dio cuenta de su ausencia el Joven Nate lo quiso cubrir pero esta muy enojado, tenemos que ir a casa si no lo retaran otra vez
El pobre chico llego jadeando del cansancio y puso sus manos en las rodillas encorvándose un poco.
- Vamos Light, tu siempre preocupadote por mi, pareces un viejo y apenas tienes 20, no seas tan amargado. De retarme estoy seguro que lo hará.
Subieron al Mercedes Benz negro y condujeron despacio casi saliendo del estacionamiento del parque Mello observo a unos chicos que intimidaban y golpeaban a otro, Mello ordeno que parara el coche, bajo corriendo en busca de golpear a esos bravucones aprovechados.
- Oigan cabrones por que no se meten con uno de su tamaño
Los dos jóvenes voltearon a ver a su rival dejando de prestarle atención a su victima. Ellos se conocían iban a su colegio, por mala suerte en el mismo salón.
- Mira Michael, aquí tenemos al salvador Mello, patético como siempre
- Era de esperarse que estuviera por aquí, Roby, vámonos
Uno de los jóvenes dio la vuelta y se dispuso a irse, ya que no por nada lo llamaban el salvador, Mello era bueno peleando, hasta los más valientes y altaneros de toda la escuela le temían. Los chicos se retiraron dejando una victima asustada.
- ¿Estas bien?
- Si
El aludido se levanto con la ayuda de Mello, se quedaron mirando fijamente hasta que el chico bajo la mirada.
- ¿Como te llamas?
- Mail. Me tengo que ir, lo siento me esperan en casa
Tomo su mochila del piso y salio del parque dejando a un Mello confundido y con un sentimiento de culpa por no haberlo detenido y con un sentimiento que acababa de despertar muy dentro, que jamás había experimentado por alguien con tan solo haberlo visto una vez.
- Vámonos Yagami
- ¿Paso algo joven Mihael?
- Nada, solo que ese chico no agradeció
Los dos rieron por el comentario esta vez condujo hasta la casa de Mello donde afuera se encontraba el preocupado Near.
- ¡Mello! Que bueno que llegas, solo te advierto que esta muy enojado trate de calmarlo pero no puede…
- Tranquilízate Near, se como tratar con el viejo yo solo
- Pero…
- Nada de peros, mejor vete a dormir, todavía ni amanece. Y además mañana es nuestro primer día de clases en ese horrendo colegio.
Mello sonrío y se dirigió al estudio de su padre donde era lógico que se encontraría.
- ¿Puedo pasar?
- Mihael, Mihael, no se que haré contigo, no pasas todo el día en casa y aparte te descubro fuera por la noche. Pienso en reprenderte y castigarte, pero veo que eres inmune a todos los regaños. Además, ¡mírate!, como te vistes, acaso no te da vergüenza salir así a la calle
Mello solo bajo la mirada mientras escuchaba el sermón de su padre, sin decir ni una palabra, ya que la última vez que lo quiso contradecir el señor Keehl le dio una bofetada.
- Son las 5 de la mañana en una hora quiero que estés listo, no me vas a poner de excusa que no dormiste para no ir a la escuela, ahora vete no te quiero ver.
Mello salio del estudio, subiendo las escaleras rumbo a su habitación todavía sin articular palabra, giro la perilla de la puerta y se dejo caer en la extensa cama. Recordando a ese misterioso chico que acababa de conocer. Saco su uniforme ya planchado, el cual detestaba.
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