Guillermo notó un cierto cambio en la actitud de David, en cosas pequeñas, pero reveladoras.
- ¿Qué pasa mi amor?- dijo el pequeño
- Ah… nada- dijo sobre la cama sin dirigirle la mirada.
- Estás raro.
- Son ideas tuyas…- se puso en pie y se marchó.
No podía ignorarlo, ni tomarlo en cuenta.
- ¿Qué pasa David?- oyó un voz que interrumpió sus pensamientos… como lo odiaba…
Era Ignacio.
- Nada…- respondió este parco.
“Dios, que molesta este hombre” pensó.
- ¿Problemas con Guille?- sonrió entrometido.
- ¿Quieres que los tenga?-lo encaró. Había perdido la paciencia.
- Epa… ese tonito no me gusta…- sonrió malévolo- Trátame con amor…- dijo sensualmente.
- Te gustaría…- murmuró y se marchó. Ese tipo no era un tipo normal. No era como Hugo, o como los demás. Debía de tener cuidado.
Ignacio aprovechando de que David había desaparecido, entró a la habitación en donde se encontraba Guillermo. El muchacho estaba haciendo figuritas con plasticina, y cuando vio a su compañero de curso soltó de inmediato el objeto aún no acabado.
- Se toca la puerta antes de entrar…- dijo serio.
- Lo sé…pero yo soy especial ¿no? Para mi las reglas no existen- se fue acercando como un felino.
- Aléjate…
- ¿Qué me vas a hacer? Vas a… ¿gritar?- continuó su camino hacia su víctima- Mientras más años pasan, mas exquisito te ves, ya me cuesta disimular al verte…
Guillermo se puso en pie, para evitar que Ignacio se lanzara.
- Dame una oportunidad de hacerte feliz…
- ¡Fuera!
- ¿A ver?- caminó hasta quedar cara a cara con el pequeño- ¿Ves esto?- le mostró una navaja- ¿Lo ves? Si no me das un beso, te juro que me volveré loco, dame un beso ¿ya? Como los que nos dábamos en esta misma pieza… ¿te acuerdas?-acercó su boca a la oreja de este- dame de esos besos inexpertos que tanto me encantaban… los besos de un loco… de… -comenzó a lamer el lóbulo de su oreja-… de un asesino…
- Yo no maté a nadie…
- No seas mentiroso…todos sabemos que lo hiciste…
- Ándate por favor…- suplicó cerrando los ojos. No se sentía para nada excitado.
- Esta bien… pero… si no quieres que tu amor lo sepa…harás lo que yo quiera cuando llegue el momento ¿vale?
- ¡FUERA!-gritó aún cerrando los ojos.
Cuando sintió la puerta cerrarse las lágrimas escaparon de sus ojos, y apretando lo dientes tomó sus sábanas y las sacó arrojándolas al otro lado de la habitación. Las almohadas, sus figuritas de plasticina, todo lo que era suyo lo arrojó. Subió a la cama y rasgó los collages que había echo en los días que se mantuvo internado, estaba desesperado, rompió todo.
Y luego sollozó entre las ruinas.
Cuando David entró no notó ninguna diferencia a cuando se había marchado. Estaba todo en su lugar, el collage, las figuritas, las sábanas, lo único que no estaba si, era Guillermo…
El pequeño caminó por el patio sin rumbo fijo. Todo el desastre que había provocado no fue más que en su propia mente, se sentía tan reprimido, tan solo, que ya no sabía distinguir entre lo que había echo y lo que había querido hacer.
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