- Uy, David, que hace frío…
- Mete la cabeza debajo de las sábanas…
Eran la 3 de la madrugada de un día sábado. David y Guillermo estaban desnudos en la cama del mayor, y como aquella habitación resultó ser un claustro congelado, ambos se taparon con el cubrecama para quedar en la oscuridad. Guillermo apoyó su cabeza en el torso desnudo de su pareja, y comenzó a delinear con su índice el pecho de David quien sonreía levemente.
- Me encanta los viernes…- dijo Guille.
- A mi también, y los sábados también.
- Más los viernes.
- ¿Por qué? Es lo mismo…
- Nop, no es lo mismo- discernió sonriendo tímido- la noche del viernes es más cercana a los 4 días de abstinencia a la semana que tenemos.
- Buen punto… pero a veces también lo hacemos los miércoles…
- Pero no nos quedamos así hasta las 3 de la mañana, nos dormimos de inmediato, y a mí me fascina estar así, en silencio… pensando en miles de cosas entre tus brazos.
- Si creo que también me gustan más los viernes- y le besó la cabeza- oye… bueno… hace mucho tiempo que he estado pensando en algo… es… una duda que no puedo pasar por alto, ¿Puedo preguntarte?
- Claro, lo que sea…
- ¿Me podrías contar… lo que pasó con tu padre, tu madre? Desearía que me lo contases todo, para no volver a hablar de esto.
Guillermo dejó de mover su dedo, y lo escondió formando un puño endeble.
- Creo que… es lo justo, no puedo seguir dejando que te narren la historia por mí, no soy tonto, sé que debes de escuchar muchos rumores en los pasillos…- respondió el muchacho, y lo abrazó- Yo… maté a mi padre.
“Era cierto” pensó David.
- No te lo dije porque tenía miedo, ya sabes, de decepcionarte- habló casi como un susurro- Ese día estaba muy asustado, él había llegado con tanto ímpetu, que me dio miedo, era la primera vez que lo veía, yo tenía 13 años. Mi mamá estaba sola, y al verlo descontroló, él la tomó de los brazos, y ella se movía para que la soltase… ella le gritaba que se fuera, que le había hecho mucho daño, que no quería verlo nunca más. El insistía en que lo mirara. “Fuera de mi casa” le dijo ella, “¡Fuera de aquí, te odio!” el continuaba afirmándola, pero ahora se veía que lo hacía con demasiada fuerza, comenzándola a zamarrear, yo salí de mi habitación y me interpuse, pero el estaba muy exaltado, empujándome con brusquedad, yo… recuerdo que caí contra un mueble… ella dio un grito, él le dio una cachetada y le ordenó que la escuchase “Si vuelves a comentarle a alguien que yo te violé, juro que te mato, y a tu crío también”, y ante aquella amenaza lo comenzó a ofender, lo que provocó que este la agarrase del pelo para volver a repetir lo antes dicho- hizo una pausa- Fue ahí cuando recordé haber visto el revolver de mi abuelo, no quería dispararle sólo asustarlo ¿entiendes? Darle un susto para que se marchase, pero cuando me vio apuntándolo, lo que menos vi en sus ojos fue temor. Y en vez de largarse me encaró, y cuando lo vi encima con su rostro enardecido… mierda… le disparé…-las lágrimas brotaron involuntarias de sus cristalinos ojos verdes- en esa noche supe tres cosas: La primera es que era un cura, la segunda era que era mi padre, y la tercera es que ella estaba enamorada de él…- y estas últimas palabras gatillaron su llanto.
David aferró fuertemente la cabeza del pequeño contra su pecho, muy por el contrario de una persona normal, aquello no lo encontró aberrante, horroroso era él, pero no quería decírselo, menos como consuelo.
- No te preocupes- murmuró el hombre- Yo jamás me decepcionaría de ti, menos por eso…
- ¿De verdad?- con suerte pudo formar esa pregunta.
- Si… ven- lo tomó de sus brazos y lo jaló suavemente para que el pequeño subiera un poco para quedar al nivel de él, y así mirarle a los ojos- Mira… tu tienes un mundo paralelo ¿cierto?
- ¿No?- frunció el ceño extrañado por tal aseveración de su vida.
- Mm, me expliqué mal… no es que vivas en otra estratósfera, sólo digo que tú estás en este mundo, y lo vives de una manera diferente…
- ¿…?
- ¡Por la mierda Guillermo ! ¡Entiende!
- No te enojes, tontito- y le dio un pequeño beso en los labios- Claro que te entiendo… ¿Qué hay con eso?
- Que quiero que vivamos en él los dos… juntos, o sea, quiero que lo compartas conmigo…
- Eso no tienes por qué decirlo… es un hecho.
Y comenzaron a besarse con pasión, como si fuese la última noche que estuviesen juntos, Guillermo cada día se colocaba más cariñoso, y más intenso, devorando con gran gula, cada parte de su pareja que se volvía loco con el contacto de su boca con la piel de este, locura que fue levemente interrumpida por una imagen…
…un parque azotado por el otoño…
A diferencia de las veces anteriores, esta imagen en su mente era fragmentada, siendo muy poco clara y corta, y en tanto Guillermo recorría su cuerpo con su lengua, David experimentaba aquel golpe visual que cada vez se extendía más.
*Un parque azotado por el otoño, las hojas se repartían por el suelo, como una alfombra dorada que amortiguaba a su cuerpo caer sobre ellas, la gente que pasaba ignoraba lo que hacía este en el suelo, y de repente miró a su lado y vio a Guillermo sonriéndole cálidamente, con gorro café cubriendo su cabellera azabache, una enorme bufanda verdosa atada a su cuello, y una chaqueta color mármol que le quedaba grande.
• - Nunca se es grande para esto ¿cierto?- le dijo animoso, y le arrojó unas cuantas hojas a la cara.
• - Es verdad…- y le devolvió la mano aumentando la cantidad de hojas tiradas por su “enemigo”
• - Me pone realmente contento la idea que me hayas acompañado, David eres lo máximo.
• - No es para tanto…- se sacó una hoja que tenía sobre la cabeza- Para eso están los amigos.
• - Sí lo sé… pero es que estaba tan asfixiado en mi casa… que gracias… por acompañarme, realmente eres un buen tipo.
• - Ya, no es nada…- respondió modesto.
Guillermo lo miró detenidamente, posando la verdura de sus iris en su rostro, y pudo notar que por unos segundos los ojos de este se desviaron hacia su boca volviendo a su mirada.
• - David… sabes que… debo decirte que… te amo…
• - ¿Cómo?- dijo pasmado.
• - No puedo contenerme más. Sé que no te gustan los hombres, pero… no puedo guardarme más este sentimiento, estoy loco por ti.
• ¿Por…? ¿…mi?
• Sí, es más fuerte que yo… - estaba sonrojado, lo que le pareció encantadoramente sexy- Es… te amo demasiado, desde el primer día que te vi… en la casa de Marcela.
• - Bueno tu sabes que primero no me ligan los hombres y segundo estoy con Marcela, así que no tienes oportunidad…
• - Claro…- dijo cabizbajo *
Y cuando recobró la conciencia Guillermo estaba sentado, en pleno coito, gimiendo lo más silencioso posible, y masturbándose al mismo tiempo.
Fue como haber entrado en un trance.
El pequeño comenzó a saltar con más rapidez, y David al asimilar la excitación que estaba sintiendo, lo tomó de la cintura, y se inclinó para que ahora Guillermo quedara acostado, terminando el trabajo que Guillermo había empezado sin su consentimiento- o quizás sólo con el de su cuerpo- y aún un tanto aturdido, se corrió dentro de su novio, mostrando cara de espanto al preguntarse cuanto tiempo estuvo ido en ese recuerdo.
Guillermo exhausto lo miró confuso – esa no debía ser la expresión de un hombre luego de correrse.
- ¿Paso algo?- dijo el pequeño con la respiración agitada.
- Eh…n-no… claro que no…
“No entiendo… ahora si que no lo entiendo, se supone que son premoniciones ¿Por qué se me declaró en el parque? ¡Si ya estamos juntos!”
Era una pesadilla, no podía relajarse un instante sin terminar siendo presa de alguna visión reveladoramente aterradora, pero sólo le sucedía esto cuando estaba cerca de Guillermo… ¿Guillermo le provocaba las alucinaciones? ¿Cómo? ¿Y por que presenció una imagen que rompía con el esquema de las “premoniciones”?
¿O acaso no eran premoniciones?
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