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Cambio de destino por Lalamy

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Un sonido lo despertó de su sueño, entreabrió sus ojos con mucho esfuerzo y maldijo en su mente a la cosa que lo estuviese interrumpiendo a cuatro horas de iniciar las clases.

“¿Una alarma?” se preguntó adormilado, y colocó con pereza la mano sobre el velador, recordó que estaba acostado en la cama de Guillermo sólo porque al momento de palmotear aplastó un objeto blando, el cual sería una figurilla de plasticina.

El sonido se detuvo.

Se sentó sobre la cama.

- Mm… ¿Qué pasa?- dijo Guille enroscándose como un minino.
- Nada…- susurró- duerme...
- Te quiero…- murmuró casi sin modular.

Si, el pequeño estaba entre dormido.

Cuando David se propuso volver a dormir, antes de sumergir el cuerpo completo debajo de las sábanas, volvió a escuchar ese sonido agudo que le había espantado el sueño, percatándose de que era tan corto que seguramente provenía del celular de Guillermo… pero recordó que Guillermo no tenía celular.

Volvió a acallarse.

Esperó un poco más.

Y la tonada volvió. David se levantó de un salto y agudizo el oído para hallar el objeto hasta ahora desconocido, todo estaba oscuro, y no podía atisbar con facilidad su entorno, se detuvo para poder analizar de donde provenía aquella corta tonada, notando que emanaba desde el suelo… ¡debajo de la cama!

El sonido nuevamente desapareció, pero sonó lo suficiente para extraer desde la lobreguez, un celular aparentemente plateado con una coraza que servía para proteger la pantalla, levantándola así para ver lo que tanto molestaba.

3 mensajes de texto.

“Reproduce el video 005 y 006”

“Reproduce el video 005 y 006”

“Reproduce el video 005 y 006”

Eso no era bueno.


Menú… galería… Videoclips…video005… abrir…

Salía él y Guillermo.

Detuvo de inmediato la reproducción del video, pues estaba a un volumen muy fuerte, haciendo que Guillermo se moviera un poco, sin llegar a preguntar lo que sucedía, sumergiéndose nuevamente en sus sueños.

Lo dejó en silencio, y lo volvió a reproducir.

Claramente se veía como Guillermo y David tenían relaciones sexuales en su habitación, recordando muy bien aquella madrugada, pues fue la única ocasión en la que Guillermo accedió a atarse las muñecas a la cama con las corbatas de sus uniformes. Para David fue muy excitante, ya que al estar el pequeño amarrado pudo disfrutar con más regocijo el sensual movimiento pélvico del apresado, quien mordía con erotismo su labio inferior para contener aquellos ensordecedores gemidos que se resumieron a unos leves sonidos que se incrementaron con su respiración profunda y a la vez agitada. Palpando aún entre sus pensamientos aquel cuerpo húmedo del chico quien cerraba los ojos, y abría la boca sin emitir palabra alguna…

Fue una noche larga, que en el video solo consistió en 5 minutos, en donde se evidenciaba la identidad de ambos, porque si bien en un principio se mostraba sólo a David de espalda, justo en aquel instante él desamarró a Guillermo, y el joven se abalanzó sobre el mayor para continuar el coito, pero esta vez era el pequeño quien estaba arriba de David viéndose con claridad su rostro sudado, disfrutando cada movimiento que este mismo hacía sobre su novio…

- Mierda… - fue lo único que dijo el hombre al verlo en ese momento a través de la pantalla.

No recordaba haber dejado la puerta sin llave, quizás fue en uno de esos tantos descuidos por confiar que nadie se aparecería a las tres de la mañana para inspeccionar lo que hacían.


Y finalizó el video.


Video 006…

No pensó que aquel video firmaba con sangre su condena…

Se vio a si mismo asesinando a Ignacio.

Pudo notar la violencia con la que zamarreaba al pobre esperpento en tanto lo apretaba con ambas manos su blanquecino cuello, y también vio el violento golpe que se dio contra la muralla que seguramente o lo dejó inconciente o fue el que lo mató.

Aquel video sólo duró un minuto.

Al finalizar, oyó un leve chirrido proveniente de la puerta, que al mirar hacia ella, percibió que estaba entre abierta.

Seguramente era quien le estuvo insistiendo con los mensajes de texto.

Se levantó de golpe, con una expresión hasta aún desconocida por él – desconocida porque jamás se la ha visto- no era la de un hombre asustado, ni curioso, ni siquiera culposo, era la de un homicida, un asesino que había sido sorprendido.

Abrió la puerta con violencia, pero no la arrojó para que esta se azotara contra la muralla, podía estar exaltado, pero no inconsciente de sus actos.

Cuando salió al pasillo sólo la oscuridad atestiguó su presencia. El corredor se veía más amplio que de costumbre, y el silencio era legítimo, aquel silencio que sólo un sordo podría apreciar.

Sus pasos fueron absorbidos por la cautela, no veía nada, ni a nadie, se preguntó si sólo fue la brisa… ¿Pero que brisa? No había ventanas en aquel claustro, sólo una espesa negrura, y una duda que acosaba la mente del ambulante nocturno.

No, definitivamente no fue una brisa, de seguro fue alguien que se ocultó en las tinieblas, alguien quien observaba con sigilo cada movimiento, cada expresión facial y corporal del sujeto que veía los videos de su condena, ¿Pero quien podría hacerlo? ¿A caso alguien mas, descontando al difunto Ignacio, estaba interesado en su relación clandestina con Guillermo? ¿Alguien más estaba interesado en destruirlo? ¿Alguien más deseaba extorsionarlo?

No había respuestas claras a sus interrogantes, pero luego se mentalizó, recordó y recreo lo sucedido aquella mañana en donde volvió a saborear el amargo gusto del homicidio, siendo este último más brutal y directo que el anterior, y pudo detenerse en un detalle…

Sólo Marcela estaba allí en ese instante.


Y se devolvió hasta su habitación sólo para volver a tomar el aparato arrojado al suelo de madera, y registró el contenido, desde los contactos telefónicos, hasta las imágenes, y otros mensajes recibidos, llegando a una aberrante conclusión…


… el celular era de Ignacio…


- ¿Qué haces?- oyó a Guillermo quien estaba sentado sobre su cama, con su cabello todo despeinado. Sus palabras tomaron por sorpresa a David quien atontado lo miró.

“No, mierda, si sabe lo que pasó puede cagarme, no creo que quiera estar junto a un asesino”

- Eh… nada…
- ¿Nada? No sabía que tenías celular, me parece extraño porque por lo general esas cosas no son aceptadas aquí.
- Eh, bueno… no siempre uno debe apegarse tanto a las reglas.
- Mm… si- sonrió avergonzado por su comentario- tienes razón, tiendo a ser bastante correcto para esas cosas, hasta exagero, llego a parecer tonto…
- No, estas bien- su corazón latía con tal brutalidad que tenía la ilusión estúpida de creer que Guillermo podía verlo sobresalir de su pecho. No debía mostrar nerviosismo, no era la primera vez que se enfrentaba a una situación así de crítica. Tragó saliva y le sonrió.

Su actuación debía ser perfecta.

- ¿Y por qué estás revisando, a las cuatro de la mañana, tu celular?
- Es que… estaba… sonando mucho, se le está descargando la batería.
- Ah…- asintió con lentitud- ¿Lo puedo ver?
- Mañana, mañana- dijo acelerado- mañana… duerme, yo lo cargo y te lo muestro.
- Bueno- sonrió, y obedeció a su pareja sin más cuestionamientos.

Otra mentira más a su lista.



Al amanecer David se levantó muy temprano, no para aprovechar las duchas que aún estaban vacían, sino para esperar a la llegada de Marcela a la sala de profesores. A diferencia de los curas y el alumnado, los profesores eran los únicos quienes vivían en sus respectivas casas, caracterizándose aquella mujer de las ondas doradas, por ser una de las primeras en llegar al establecimiento…

Aquella mañana no sería la excepción.


- Bah… ¿Y esta sorpresa?- sonrió la maestra coqueta al ver que su alumno predilecto la estaba esperando.
- Tenemos que hablar, a solas… ahora- respondió este con rostro grave.
- Si es lo que quieres… espérame en la sala que está en reparación del tercer piso, voy te alcanzo inmediato- mandó esta apacible.

David desapareció de su vista.



Guillermo cuando escuchó cerrarse minuciosamente la puerta para no ser despertado, se levantó enseguida y se vistió frenéticamente para no perder tiempo. Lo que no sabía David, era que el joven estuvo todo el tiempo alerta de lo que este hacía, y si bien, no vio el video, pudo notar que algo malo le estaba escondiendo su pareja.

Se colocó los zapatos como mejor pudo, y la corbata se la colgó del cuello como si se tratase de un collar, procuró arreglarse el cabello para no levantar sospechas, y como aún era demasiado temprano corrió por el pasillo para buscar a David, primero, donde “debería” estar: El baño.

No obstante no lo encontró, tal como se lo había imaginado. Claro, ¿Qué más podía pedir? Desde un principio David siempre había sido bastante extraño, con actitudes que se contradecían unas con otras, a veces temía que aquel hombre de sus sueños se materializara en alguien parecido a lo que fue Ignacio alguna vez ¿Es que se había hecho tan difícil confiar en alguien? No quería desconfiar de David, realmente no deseaba hacerlo, pero la situación le hacía pensar que por mucho amor que sintiese por él, siempre había una sombra tras sus palabras y acciones que no podía ignorar más.




- Ya… ¿Cuál es el problema?- dijo la mujer al entrar.
- Este- y reprodujo el video, mostrándoselo a la distancia.

La mujer arrugó los ojos, ciñendo también sus cejas, y con lentitud se acercó hacia la imagen que proyectaba aquel aparato plateado que le mostraba la verdad tangible del delito de David. Llegó a tal distancia, que pudo coger el celular y mirar más de cerca cada detalle que se presentaba en aquellos escasos segundos de filmación. David no le mostró el video en el que Guillermo y él hacían el amor, pues le pareció innecesario, y su punto estaba enfocado hacia el segundo video, en el que sólo la mujer pudo ser testigo.

- ¿Cómo pudo ser…?- susurró ella estupefacta.
- No te hagas la tonta, tú fuiste la única que pudo filmar esta porquería- sentenció el hombre molesto.
- ¡No!- exclamó ella dejando de ver la reproducción- ¡No! ¡Te juro que yo no haría eso!
- Lo que aún no comprendo- ignoró su exclamación de inocencia- es como lograste conseguir el celular de Ignacio.
- ¡QUE YO NO SE NADA ESTÚPIDO!-pateó el suelo con su pie derecho.
- Mentira…

La mirada de David estaba cargada de emociones, una de ellas era miedo, terror de perderlo todo, de llegar a un punto en el que ya no pudiese salir; el segundo era rabia; el tercero era rencor… este último era propulsado por aquella ninfa quien intentaba parecer lo más sincera posible, sin surtir efecto en la mente siniestra de David quien nuevamente comenzó a maquinar con su imaginación la manera segura de quitarse aquella piedra en el camino…

Marcela le era un estorbo otra vez…

- David, te prometo que yo no tengo nada que ver con ese video.
- Entonces explícame como pudo haber sucedido, si yo…


“Si…”

“Yo…” pensó como en un trance momentáneo.


“¡PERO QUE IDIOTA!”


- ¡PASAME ESO!- le arrebató el celular, y volvió a reproducir el video con ansiedad, una idea destelló de la oscuridad de sus pensamientos, y pudo darse cuenta, a tiempo, de dos hechos que podrían exonerar a Marcela de su acusación.

Primero y mas obvio, de ser ella quien le mandó los mensajes de texto, debió de estar al pendiente de que él haya visto los videos, ya que sino fuese de este modo, no habría dejado de enviarlo de momento que él los terminó de ver ¿Entonces cómo pudo haberlo hecho si ella estaba en su casa? Eso sin contar de que la puerta se encontraba entre abierta, lo que implicaba que alguien podría estar observándolo, alguien, quien debió de esconderse en una de las habitaciones al instante que David salió a su encuentro.

La segunda y más reveladora prueba era que la filmación estaba demasiado cercana como para haberla hecho desde la entrada del baño, e incluso si la hubiese acercado con una de las aplicaciones del mismo celular, el ángulo donde fue filmado era demasiado directo, a diferencia de la entrada, lo que se podría deducir que alguien estaba oculto tras una de las puertas de las mamparas que dividían a cada inodoro, siendo sólo un estudiante quien podría ejecutar esta acción, estudiante que también tenía más acceso a las pertenencias de Ignacio…

Alguien frío e igual de sanguinario que él, que sólo se atuvo a grabar…

- ¿Qué?- dijo la mujer molesta por la agresiva actitud de David y su silencio repentino- ¿Descubriste algo? Espero que demuestre mi inocencia.
- No estás completamente liberada, pero si, mis sospechas están recayendo en alguien más.
- ¿Alguien en especial?
- Eso no te incumbe- y se puso en pie, yéndose en dirección hacia la puerta.
- Eres raro, David… ni siquiera debería estar cubriendo tus arrebatos de ira…
- ¿Y por que lo haces?- preguntó el hombre dando media vuelta para mirarla.
- Porque siento una horrible atracción por ti, eres… tan distinto a los demás, que… aunque suene lunático, me vuelves loca.

Sintió como el palpitar de su corazón se aceleraba…

… inexplicable era la sensación que experimentaba ante aquellas palabras de su esposa, pero debía serle indiferente a esto, pues algo mucho más importante le pisaba los talones aquejando su tranquilidad.

- ¿Te doy un consejo?- dijo la mujer al no oír respuesta a su declaración- Aléjate de aquí, ahora, vete.
- ¿Irme? ¿No será sospechoso?
- ¿Prefieres que alguien te chantajee?

“No”

- ¿Y si me denuncia?
- ¿Y si lo matas y te vas?- rió- Mira, estás contra la espada y la pared, y yo también, porque soy tu cómplice, así que la decisión que tomes me involucra a mí también- hizo una pausa- Te advierto que estás en la mira.


No. El no podría irse sin saber quien estaba detrás de los mensajes anónimos. Tampoco dejando a Guillermo en aquel claustro maldito… ¿Debía escapar? ¿Era sensato huir y evitar algo peor?

¿Cuál era su prioridad?

¿De quien debía escapar?

¿Por qué debía quedarse, si aquella no era su realidad?

¿Qué era más fuerte, el amor que te hace enfrentar al mundo… o el miedo que te empuja a huir de él?

Y recordó la cándida sonrisa de Guillermo cada vez que él atravesaba el umbral de su habitación...




El miedo.















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