Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cambio de destino por Lalamy

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Recuérdame…

La oscuridad en la mente de David posesionó todo aquello hermoso que alcanzó al conocer a Guillermo. Con el transcurrir de los días, fue víctima de extrañas interrogaciones por parte de la policía de investigaciones, en donde el repetía una y otra vez que en el instante del asesinato de Ignacio se encontraba conversando con la profesora Marcela Arancibia. No obstante tuvo que someterse una y otra vez a los mismas preguntas, como esperando que el se contradijese en algún momento de descuido. Lo que no sabían era que David lo tenía todo fríamente calculado, hasta se inventó algunas emociones y anécdotas para darle más credibilidad a su coartada, resultando todo falsamente verídico, una falsedad de la que aún no podían darse cuenta, ya que él estaba por encima de todo, tanto de la mentira como de la verdad, y no pensaba cambiarlo a causa de un imprudencia.

 

No volvería a cometer el mismo error.

 

Sin embargo, había alguien quien no se tragaba ni media palabra que emergía de su labia mentirosa: El anónimo que le enviaba mensajes.

 

1 mensaje

+569867894XX

19:34:53

 

“eres tan conbinsente que asta yo me la estoi creyendo, aunke lo siento mi amor no lo aces del todo.”

 

“Hijo de puta” pensaba el castaño cada vez que le llegaban aquellos mensajes de improvisto, en distintas horas al día. Aquello le obligó a apagar el aparato para que algo tan exasperante como aquel acoso, no arruinase su serenidad, ni su buen humor. Pero erró, ya que incluso apagando el teléfono celular, no le daba su inocencia, siendo torturado por si mismo con su culpa.

Cada una de las palabras que el anónimo le dedicaba, tenían aveces una connotación sexual, romántica, o directamente se burlaba de la situación, variando con el tiempo, y aumentado la rabia de David, quien pacientemente había leído cada uno de los mensajes enviados, como si quisiera tener una excusa para odiar a alguien, una razón para querer cortar cada uno de los dedos de aquel ser que perturbaba su mente, y así no tuviese el valor de escribirle más. Necesitaba saber quien era. Lo que en un principio fue curiosidad, se transformó súbitamente en obsesión, que cegaba por las noches al asesino, y dormía en el día para no levantar sospechas en Guillermo.

- ¿Oye?- preguntó el castaño una tarde a su pareja, quien estaba pintando una caja como parte de un trabajo de artes visuales.

- ¿Si?- dijo el pequeño distraído.

- ¿Tú sabes si aquí muchos tienen celular?

- ¿Eh? ¿Qué pregunta es esa? No tengo idea… ¿Por qué?

- Es que se me está descargando, y el cargador se descompuso- eso era mentira, en realidad no lo tenía.

- ¿En serio? - Si, tuve que botarlo.

- Bu… pobrecito…- sonrió este- Mira, no sé si hay celulares, esas cosas las confiscan ¿sabes? Los que tienen uno deben ser excesivamente cuidadosos, por el asunto que muchas veces los curas se meten a las habitaciones y ven todo lo que posees.

- Ah…- era una información que carecía de importancia para el castaño- De modo que muchos se encuentras aislados del mundo.

- No del todo, hay muchos que hacen llamadas clandestinas.

- ¿Llamadas clandestinas?- inquirió mas interesado.

- Si, es como en la cárcel, un alumno tiene un celular con minutos, y vende las llamadas. En este caso puede ser mediante un trueque, porque aquí el dinero no sirve. Muchas veces pueden ser cigarrillos, drogas, tareas, información, hasta sexo, va dependiendo de la persona…

- ¿Y tú sabes quien vende llamadas? - ¿Para que lo necesitas? - Bueno, para no estar consiguiéndome un cargador con alguien, llamo a mis padres para que me compren uno nuevo.

- Mm…- Guillermo dejó de pintar y se quedó viendo un punto fijo en la cama- No, no sé quien podría ser…- murmuró, y volvió a pintar.

- Vamos, tu sabes… ¿Qué te cuesta decírmelo?- rió David.

- No tengo idea- insistió El hombre se puso en pie para ir a abrazar al pequeño a quien no le gustó para nada el interés de David por querer hacer un trueque a cambio de una llamada. - Oye…- le dijo- oye, mírame…

- No.

- Ya, no seas pendejo, mírame- le habló al oído.

- ¿Qué?- este lo miró de reojo.

- No tengo minutos en el celular… y necesito llamar a mis padres ¿entiendes?- comenzó a besarle el lóbulo de la oreja, y acariciarlo con su lengua cálida- dime…

- Mm… - cerró lo ojos- ¿Por qué eres tan manipulador?- y se apegó al cuerpo de David y con la mano derecha se sujetó de la nuca del hombre quien no dejaba de humedecer su oreja sensualmente-Mm… sabes que es mi punto débil.

- Tienes muchos puntos débiles…- le volvió a susurrar en el oído- Ya dime, ¿Quién es?

- Te digo, pero prométeme que no harás nada sexual con él. - Bueno. - Ni besos.

- OK. - Ni desnudos.

- Ya.

- Ni…Mm… nada de contacto físico.

- No te preocupes, las indecencias sólo las hago contigo…

- Está bien, confío en ti- se separó de su pareja – se llama Benjamín Uriarte, es mayor que nosotros, y para tu suerte está a dos habitaciones de aquí, a mano…- movió las suyas- … derecha.

- Jaja… ¿Por qué hiciste eso?

- Es que siempre me digo “La derecha es con la que escribo” jeje… tengo un problema con eso.

- Tonto…- sonrió serenamente, como si no llevase consigo el peso que arrastraba desde que llegó al internado, y que iba aumentando cada vez mas conforme pasaba el tiempo- Ya, voy…

- ¡No!- exclamó haciendo que el castaño diera un leve salto, por ser tan repentino.

- ¿Por qué no? Si me voy por un rato… además tu estas haciendo e…

- Tengo un poco de tiempo…-interrumpió.

- ¿Tiempo para que?

- Algo pequeño…- sonrió tímido.

- ¿Pequeño?- la sonrisa de David fue lasciva.

- Si, recuerda que estamos a media tarde, no podemos hacer mucho…

- OK, “Hágase su voluntad”- y se apoyó contra la cabecera de la cama.

- No seas blasfemo…

Y Guillermo le besó en los labios con una sonrisa de lado, si bien, David no estaba en condiciones de dejarse llevar por la pasión pasajera, no pudo detener a su pareja quien luego de ensalivarlo en besos, bajara su rosada y pequeña boca hasta el bulto erecto que sobresalía de su pantalón, bajando así con lentitud la cremallera. Luego de esto tomó el miembro de David y comenzó a besarlo, y a lamerlo horizontalmente con aquella delicadeza que sólo él, dentro de la pareja, podía hacer, ya que David resultaba ser un poco brusco y hasta obsceno al practicar el sexo oral. Guillermo, después de saborear el miembro, lo introdujo en su boca, para luego jugar con él en un entrar y sacar de su boca, en tanto David cerraba los ojos olvidando todo, y ateniéndose a sólo sentir como su amante postergaba su disfrute sexual, sólo para complacerlo a él, como una forma encubierta de manipulación…

Cuando tocó a la puerta, un joven calvo le abrió, este al ver quien era la “visita” sonrió maliciosamente. - ¿Qué pasa?- preguntó este, no era más alto que el castaño, pero si era mas corpulento que él. - Busco a Benjamín Uriarte- dijo seco de voz, y de trato. - Ah… -y miró hacia atrás

- Te buscan…

- ¿Quien?- se oyó en el fondo de la habitación.

- El chico rudo…- respondió sonriente- el de segundo año.

- Déjalo pasar, y ándate.

- Tú ladras… iré a ver a Black, vuelvo en seguida- salió de allí- nos vemos- sonrió lascivo.

David ignoró esto, y sin esperar que alguien le diese el pase, entró, cerrando tras de si la puerta con toda confianza, provocando una sonrisa divertida a un muchacho de rostro delicado, unos imponentes ojos de gato aguamarinas, una boca roja y fresca, y unos rizos dorados que caían rebeldes de su cabeza.

Se puso en pie para saludar al recién llegado, y David al ver semejante muchacho, no pudo evitar pensar “Típico niño rico y homosexual, que quiere ser artista, y sus padres añoran que ejerza una profesión tradicional, o alguna huevada que sea su frustración o el negocio familiar” un pensamiento prejuicioso, pero que poco le interesaba si era así o no.

- ¿Se te ofrece algo?- preguntó el joven amistosamente.

- Oí que cobras por llamada- David no era para nada agradable.

-Si…

- ¿Cuánto me saldría?

- Mm…- lo miró de pies a cabeza con detenimiento- Depende de cuanto te demores.

- Yo creo que será casi nada…

- Mm… entonces una mamada está bien…

David lo miró fijo.

- Yo no te voy a mamar nada…

- Entonces no hay llamada.

- Ni un problema- murmuró sereno, y se dio media vuelta para marcharse.

El muchacho al notar que David se iba dijo “¡Espera!” haciendo que el castaño sonriera mientras aún estaba de espaldas, girando después con su acostumbrado rostro impasible y frío.

- Está bien, como eres nuevo, me conformo con un beso- dijo el rubio.

- Adiós.

- Un beso o me veré con la obligación de decirle al padre Casimiro tus amoríos con el consentido.

“¿Es que todos saben acerca de mi relación con Guillermo?”

- ¿Y por que no me amenazas con el objetivo de chuparte el miembro?- preguntó David suspicaz.

- ¡Ja! Ni que fuera idiota, sé muy bien la clase de tipo que eres…

- ¿Y qué clase de tipo soy?

- Callado, serio, pero cuando te tocan los huevos te pones violento, ya supe lo del “incidente” del baño.

- ¿Incidente del baño?- frunció el ceño, con el corazón pegado al pecho. - Si, te volviste una fiera…

- ¿Ah, si?- y despidiéndose de la cordura sonrió malicioso, con los ojos saltones y fijos en el muchacho que sintió la amenazante mirada del hombre.

- S-si… cinco contra uno… dejaría mal a cualquiera, pero lograste hacerte respetar.

“¿Cinco contra uno?”

“Ah… ESE incidente” y sintió como la presión en su pecho súbitamente había desaparecido. Sólo sabía acerca de la vez que le tendieron una trampa, y Guillermo salió en su auxilio. Jamás se le pasó por la cabeza que se refería a ese hecho

- Ah… si, creo que a veces “pierdo la cabeza”- mantuvo la sonrisa, pero ahora aclaraba su rostro, no lo recargaba con aquella expresión malévola que surgió involuntariamente.

- Si, debes ser un hombre muy pasional- Benjamín volvió a relajarse- ¿Y? ¿Accedes, o no?

- ¿Seguro que no quieres que te ayude con la tarea mejor?

- ¿Un chiquillo de segundo año? ¡JA! Muy gracioso...- ironizó- Ni aunque pudieras, yo sólo deseo probarte.

“¿Es que en este maldito internado sólo me topo con homosexuales?” pensó “Bueno, supongo que al igual que muchos tipos de la cárcel, estos deben estar realmente necesitados”

- Sólo un beso ¿Entendido? No quiero ninguna mariconada de tu parte, o ya verás de lo que soy capaz- advirtió el castaño, en tanto el rubio asentía con la cabeza. No se le hizo gran problema, puesto que David descubrió su bisexualidad a lo largo del tiempo en que se encontraba interno, es por eso que proposiciones como estas no le espantaban para nada, aunque se inclinaba más hacia las mujeres… Guillermo era su gran excepción.

- ¿Seguro que eres completamente profesional?

- Tengo novio, y no quiero tener problemas con él- sonrió el muchacho.

- Está bien…

Y se acercó al muchacho de mirada felina, y con una ligereza producto de su inseguridad chocó sus labios contra los suyos dejando que Benjamín tomara la iniciativa, pues así no se sentiría tan culpable de traicionar a Guillermo.

Aunque ya lo haya traicionado con anterioridad…

Benjamín masajeaba los labios del castaño quien inerte atinó a cerrar los ojos, y se dejó llevar por aquel insignificante beso, que comenzó a sentirle un gusto especial, sin duda la culpa lo sazonaba dándole un sabor bastante interesante, que aumentaba de exquisitez con la lengua introducida en su boca abarcándola por completo…

- Continúa…- oyó esa voz por detrás.

Esa voz que no debería estar allí, no en ese instante, no así, no haciendo eso.

David se separó de inmediato de Benjamín, y empalidecido miró a Guillermo quien había ingresado a la habitación sin que ninguno de los dos se percatase.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué te detuviste? Se veía tan erótico…- dijo el pequeño fingiendo serenidad.

Y luego de este comentario Guillermo, completamente fastidiado, se marchó de allí, le parecía insólito que algo que le pidió expresamente a su pareja fuese ignorado con tanta facilidad, y pese a que David le dijo que esperase, el pequeño lo ignoró, definitivamente el castaño había traspasado el límite de su paciencia, y eso que no estaba al tanto de todo.

David al llegar al umbral de la puerta, vio como la figura de su pareja se alejaba entre los residentes andantes sin la intención de detenerlo, ni ir tras él. Benjamín frunció el ceño, preguntándole acaso no iba a correr para disculparse, o explicarle lo sucedido.

- Tenemos un trato… un beso, por una llamada, quiero el celular- respondió el hombre cerrando la puerta.

 

Mas tarde hablaría con él.

 

Y el joven de los rizos brillantes le entregó el celular, un aparato pequeño y delgado de color negro, al que desbloqueó para marcar el número que salía registrado en cada uno de los mensajes de texto recibidos.

Luego pegó el aparato a su oreja…

 

“Usted no tiene mensaje, para personalizar su buzón, marque 3”

 

- Lo sabía- murmuró- esto sí que es suerte…

 

“Llamaron desde aquí” pensó, luego de esto miró al rubio quien interrogante recibió el celular en sus manos.

- ¿Tienes un registro de tus clientes?-preguntó.

- ¿Por qué haría eso?- sonrió confundido.

- ¿Últimamente has tenido un cliente frecuente? ¿Uno que haya llamado casi todos los días? Benjamín calló, no porque no lo supiera, sino porque le parecía una pregunta muy extraña.

- No- respondió.

- ¿Seguro?

- Segurísimo, es más, en estos días el número de personas que han llamado es tan reducido que con suerte serían unos… tres… dentro de la semana, y ninguno se ha repetido ¿Por qué?

- Eso no te incumbe- se colocó la mano en los bolsillos y se dirigió a la puerta, deteniéndose al tocar la manilla- Ah, ¿Me puedes decir con quién compartes habitación?

- ¿Por qué debería decírtelo?- dijo desafiante.

- Mira…- giró la cabeza- sólo responde a lo que te pregunto ¿vale? Ya estoy bastante molesto, y no quiero desquitarme contigo, así que hazme el favor…

- Se llama Hugo.

 

“¿Hugo?”

 

- ¿Qué Hugo?

- El que ya conoces…

- Así que “ese” Hugo… -susurró con la mirada perdida en los recuerdos ¿Cómo no olvidar a ese chiquillo? Aquel que le dio un recibimiento bastante inusual, al masturbarse con su ropa interior.

¿Cómo olvidar aquel incidente en el baño?

¿Es que acaso aquel mequetrefe tenía algo que ver con los mensajes anónimos?

“Si es así, es un estúpido” pensó.

Y abandonó la habitación, en búsqueda de Guillermo…

Ahora todo se le estaba aclarando…

Recorrió todo el internado para hallar al pequeño, no sabía que decirle, tampoco tenía deseos de estar inventando excusas, ya estaba copado con tanta intriga que una discusión con Guillermo era lo último que quería para finalizar el día.

Conociendo muy bien a su amante, sabía que de no estar en su habitación, estaría en un lugar apartado de todo mundo, y como solía resultar muy predecible cuando se le conocía un poco más, llegó a la conclusión de que se encontraba en el balcón del tercer piso, en un corredor exento de personas, puesto que las habitaciones se encontraban en reparación, para recibir a nuevos estudiantes al año próximo.

- Sólo a ti se te ocurriría venir aquí- dijo el castaño a su pareja quien ni se movió al oír su voz.

- ¿Qué quieres?- pregunto cortante.

- No te vas a enojar por eso ¿O si?

- Estoy enojado por muchas cosas, demasiadas…

David tenia el presentimiento a o que iba.

- Bueno, es tiempo de que las expulses, dime ¿Qué te enoja tanto de mí?

- Que eres un mentiroso- se dio media vuelta- la mitad de las cosas que dices o son mentiras, o son mensajes completamente confusos ¡¿Qué es lo que tanto ocultas?! ¡¿Ah?! ¡¿Por que no eres sincero de una puta vez conmigo, y me cuentas que es lo que sucede?! ¡Yo ya no creo esa basura del cargador, tú deseabas llamar por otro asunto, a otra persona! ¡¿Qué hay detrás de todo esto?!

- ¡Deja de fantasear, pendejo! ¡No hay nada detrás de nada!

- ¡No me hables así! ¡Y no me trates como a un idiota porqué se bien que ocultas algo!- vociferó molesto.

- ¡No eres idiota, eres paranoico! ¡ENFERMO! ¡Deja esas imbecilidades, sólo fue un maldito beso, no tienes que hacer de esto un drama!

- ¡Sabes muy bien de lo que estoy hablando!

- ¡No! ¡No lo sé!

- ¡Si lo sabes!

- ¡No lo sé!

- ¡SI LO SABES!

- ¡ANDATE A LA MIERDA!-gritó David con la sangre hirviendo, yéndose para evitar las descalificaciones hacia su querido novio, quien se quedó de pie junto al balcón apretando los dientes, al igual que ambos puños, conteniendo la rabia, conteniendo las interrogantes. Completamente molesto con la actitud de un asesino que se le estaba acabando la paciencia.

David estaba conciente de que era un ser pasional, y arrebatadoramente impulsivo, alguien que se cegaba al verse acorralado, y actuaba imprudentemente trayendo consigo un desenlace desafortunado.

Bajó con un paso pesado los peldaños de la escalera, y al llegar a la planta baja, Hugo chocó con él aparentemente sin intención.

- Perdón- dijo el joven de abundantes cejas.

- …

David miró al sujeto, quien correspondió aquel mar azul de un asesino que examinaba los movimientos del sospechoso. Ya le parecía raro que Hugo después de la paliza que le dio se hubiese quedado de brazos cruzados, pero lo que le resultó insólito es que este mismo sujeto lo mirase tan desafiante activando así en David el instinto destructivo de un hombre que se descontrolaba cuando alguien daba por seguro que lo tenía atrapado entre sus manos…

 

Pero no podía ser imprudente, un segundo homicidio sería colocarse un revolver en la boca, ya que si mataba a Hugo, luego tendría que asesinar a Benjamín, y si asesinaba a Benjamín, tendría que luego hacer lo mismo con el calvo que salió de la habitación, lo que provocaría una cadena de asesinatos innecesarios.

Ignoró a su “supuesto” chantajista, y caminó arbitrariamente por la escuela, pensando en la manera de zafarse del asunto que ya le estaba pudriendo.

Los estudiantes pasaban a su lado, al igual que los curas, y profesores, se sentía incómodo, no porque tuviese esa idea paranoica de que todos lo miraban, o que leyesen su mente; le incomodaba por la simple razón de que sentía que ya aquel, no era su lugar. Pensó en irse, sin importarle que Hugo abriese la boca, ya que estaría lejos de allí antes de que la bomba noticiosa estallase… pero pensó en Guillermo, era lo único que frustraba sus planes.

Se sentó en una banca que se apoyaba en una reja baja, separando el cemento de un pequeño jardín. Un frondoso árbol cubría del día, y respirando hondo se puso a pensar…

“¿Y si me llevo a Guillermo?” “¿Pero que le diría?” “”

- No, es horrible- se tapó el rostro desesperado.

“Yo y mi insensatez, sólo me trae problemas”

Definitivamente no se llevaría consigo a su pareja. Escaparía sin él, aunque le doliese, no tenía opción, lo amaba, lo amaba mucho, pero o era optar por someterse a las interrogaciones, los chantajes, entre otras cosas, o ser libre…

Así no perjudicaría a su novio en nada, así evitaría otras desgracias peores que las ya hechas.

 

 

 

Guillermo llegó a su habitación muy tarde, al ingresar vio a David tirado en su cama muy sonriente. Al recién llegado le extrañó tal recibimiento, lo normal es que este fuese nulo, ya que siempre David luego de una pelea estaba sumergido o en un libro o en sus pensamientos, pero jamás tumbado en su cama con esa amplia sonrisa…

 

…con esto solo rectificaba lo que ya pensaba, no tenía idea quien era realmente David…

 

Guillermo se paró frente a los pies de la cama, sin saber que decir, ni como reaccionar.

- ¿Qué pasa?- preguntó el castaño- ¿Por qué te quedas ahí?

- ¿No estabas tan enojado?

- Si, pero ya se me pasó… ahora ven…

El muchacho lo miró detenidamente.

- Lo que menos quiero es pelear contigo por algo tan insignificante como Benjamín.

- Pero…

- Guille, mucho por hoy ¿Bueno? Ya se que falté a mi promesa…- hizo una pausa- … oye me incomoda que estés tan lejos, ven… hablemos más cerca ¿Te parece?

- No.

- Guille…

Y pese a su molestia, accedió a acurrucarse en los fuertes brazos de su novio, quien lo apretaba y le besaba la cabeza con mesura. A Guillermo le encantaba quedar contra su pecho, David emanaba un aroma natural muy agradable, que lo embelesaba al punto de desvanecer su enojo.

- Yo te amo, Guille- dijo de la nada, con un nudo en la garganta- y eso es lo único que importa…

- No, hay cosas que seguramente me ocultas que lo deben ser más…

- NADA…- interrumpió- nada es más importante para mí que tu, recuérdalo siempre, NADA… y no quiero que me cuestiones eso ¿vale?

- Vale…- susurró, aspirando ese aroma que lo volvía loco, apagando sus ganas de discreparlo.

- Espero que algún día me perdones.

- ¿Perdonar que?- dijo con su voz suave.

Y fue empujado con violencia por su novio, quien tomó la lámpara del velador golpeándole en la cabeza con tal fuerza que lo dejo inconsciente. Por un momento temió ejecutar esta acción, no deseaba matarlo, pero no creyó que un simple golpe lo haría. De igual forma verificó su estado, oyendo su respiración.

Estaba vivo.

Pasó su mano por el rostro del joven, acariciándolo sutilmente, podía disfrutar de esa textura suave y lisa que tanto adoraba, aquella carne adolescente, fresca y pura que sólo Guillermo podía alardear, si así lo quisiera, y ya nostálgico por su futuro abandono, presionó el labio inferior de Guille con su boca, para luego besarlo de una manera tan serena y delicada que no parecía ser él quien lo hacía, pero no le importó, continuó probando aquellos labios inertes y cálidos, que se encontraban entreabiertos, lo que provocaba en el castaño unos profundos deseos de devorárselos.

Se detuvo, frunciendo el ceño.

“Esto parece necrofilia”

Y se alejó, pensando en que no debía perder el tiempo en estupideces como esa.

Le sacó los zapatos, dobló las sábanas casi diagonalmente, y tomó el cuerpo para dejarlo en la parte descubierta para así taparlo. Luego de esto se fue hacia su cama volvió a doblar las sábanas de la misma manera, y colocó todas las almohadas que pudo encontrar, incluyendo ropa, para formar un bulto que simularía ser él durmiendo.

Hecho esto, sacó del bolsillo de su pantalón una hoja de cuaderno mal doblada y la dejó sobre el velador junto con la lámpara.

Estaba todo listo.

Miró la hora en el celular.

“21:47”

Lo volvió a apagar.

Pronto los curas vendrían a verificar que todo estuviese en orden como la rutina de cada noche. Tomó su chaqueta azul marina con la insignia del internado, una cruz plateada sobre un fondo negro, se la colocó, y apagando la luz se marchó de allí, para nunca más volver.

Los pasillos estaban vacíos, una de las reglas primordiales del establecimiento, era que todos debían ir a la cama a las nueve treinta, comenzando las inspecciones a esa hora exacta desde la planta baja hacia arriba. No podía descender por la primera escalera que daba al patio, porque estaba por fuera, y alguien lo vería. Debía ir hasta la última escalera del otro extremo del corredor, que daba al lado opuesto al patio central, para poder bajar y llegar al primer piso.

Y así lo hizo, con cautela bajó asegurándose de que nadie rondase la planta baja. Sintió unos pasos a lo lejos, y se escondió tras la escalera viendo luego de unos minutos al padre Agustín, un hombre de diminuta figura y espalda jorobada, caminar con tranquilidad, abriendo cada una de las puertas con total libertad, para cerciorarse de que todo estuviese en orden.

Los ojos azules de David, leían cada movimiento del hombre, y los analizaba, él estaba seguro que aquel “topo”- como le llamó en ese momento, sin razón aparente- no se percataría de su presencia, pero de igual forma tomó en cuenta la posibilidad de que podría suceder, nunca estaba de más preverlo.

“Si me ve, lo golpeo y listo”, fue lo único que pensó, y eso, no requería una planificación minuciosa.

Y tal como lo imaginó de un principio, el hombre no percibió nada. Subió las escaleras con lentitud, haciendo escuchar sus pasos con fuerza, oyéndose por todo el corredor, a causa del eco.

Y con la desaparición del sacerdote, David atisbó a su alrededor antes de salir, y como el viento, volvió a deslizarse de un extremo a otro del pasillo para poder bordear la escuela, pasando así por el jardín central. Su objetivo era llegar a la muralla en donde Marcela lo encontraría del otro lado, para lanzarle una soga, y este pudiese cruzar el muro, escapando de allí sin ser visto.

Escurridizo corrió en la oscuridad, notó que unos hombres conversaban sin advertir su presencia, tuvo que arrastrarse en unos momentos para que sombra no lo delatase.

 

Para todos el debía desaparecer.

 

Al llegar al murallón, vio el cuarto donde guardaban los cachivaches inservibles, y recordó aquel día cuando, en compañía de Ignacio, tuvo la pésima idea de deshacerse de Guillermo engañándolo con él… se maldijo en ese instante, si él no hubiese cometido aquella imprudencia, nada de esto estaría sucediéndole, pero el destino era cruel con él, y le puso en su camino a un obsesivo…

Y se quedó inmóvil por unos instantes, detuvo su vista en el firmamento oscuro que abarcaba sus pensamientos inseguros y asustados, sintiéndose completamente miserable, incluso para un hombre como él, que llegaba a caer en la insensibilidad, e inconciencia, no podía dejar de sentir aflicción por abandonar a una de las personas más hermosas que había conocido, y amado, por no decir la única. Y viendo las estrellas, como puntos minúsculos que se esparcían como escarcha sobre la negrura concentrada de la noche, no pudo evitar formarse un nudo en su garganta, resignándose ante su infelicidad, y su naturaleza desgraciada. Y si bien el suicidio para él era una opción recurrente en sus pensamientos, le resultaba difícil poder concretarlo, ya que tenía la inocente esperanza de volver a ver a Guillermo, y arreglar las cosas, una ingenua luz tan pequeña que se le era casi imperceptible.

 

“¿Pero como puedo arreglar las cosas si escapo de ellas?”

 

Y agachó la mirada, perdiéndola en la tierra, y los objetos inservibles.

- Ps… ¿David?- oyó la voz de Marcela del otro lado de la pared- ¿Estás?

- Si…- dijo este tratando de no hacer un escándalo con su voz, mirando hacia arriba sin saber por que- trata de encontrar un desnivel que hace que la pared sea mas baja…

- Bueno.

 Luego de unos segundos en donde la mujer analizó la altura de la muralla, lanzó la cuerda que cruzó la muralla, y le preguntó a su cómplice si estaba bien sujeta.

- Si, la sujete a mi auto, no te preocupes.

Y se sujetó con fuerza de la soga, apoyando sus zapatillas de gimnasia contra el cemento. Se requería de gran fuerza física, fuerza que a David le sobraba, pese a la apariencia delgada de sus biológicos dieciséis años.

Apretando los dientes, intentó subir, en un principio le fue un poco difícil, pero al hallar la técnica logró ascender sin mayor problema. Al encontrarse en la cima del muro, oyó unas voces jóvenes que se acercaban, dos muchachos que entre besuqueos se desnudaban en la oscuridad de una noche menguante, ignoraron al joven que los miraba inquieto por su inoportuna aparición, y producto de un impulso se lanzó al suelo de forma temeraria, siendo este acto tan inconciente que cayó pésimo, doblándose el pie izquierdo de tal manera que hasta Marcela sintió un gran escalofrío al verlo.

- Hombre, ¿Cómo te tiras así?- susurró esta agachándose, en tanto David se contenía el quejido.

- Fui estúpido ¿Ya? No me cuestiones- dijo este levantándose con ayuda, apoyándose en Marcela para poder caminar.

- ¿Te habrán oído?- preguntó esta avanzando lentamente.

- No se y no me importa, no pueden hacer nada al respecto, porque sino los expulsarían.

David vio el auto estacionado frente a ellos, un Citroen c3 pluriel, rojo, reluciente y de techo oscuro.

- No sabía que a los profesores se les pagara tanto- comentó este al abrir la puerta.

- Ja, sueña… esta belleza es el producto de una herencia merecida.

- Ah…

Como ya se había descrito con anterioridad, el internado estaba en medio de la nada, teniendo como único acceso la carretera que a esas horas estaba desolada.Marcela luego de quitar la cuerda y subir al vehículo, no encendió las luces del auto para no llamar la atención, y al apretar el acelerador, David, con el tobillo adolorido, sólo pudo preguntar entre un suspiro silencioso, y el vapor de su boca fría…

 

- ¿Y ahora que?

 

 

 

 

Cuando Guillermo abrió los ojos eran las cuatro veinte de la madrugada. Se levantó de un solo golpe, y miró de inmediato a su lado, viendo el bulto en la cama de su novio…

No comprendía lo que le había sucedido.

¿Qué recordaba? Nada… sólo unas cuantas palabras al aire, unas imágenes que perfectamente pudieron ser de ayer, de antes de ayer, o simplemente de un sueño. Cerró los ojos para forzar a su cerebro y recordar cómo se quedó dormido, y la razón por la que le dolía tanto la cabeza.

“Espero que algún día me perdones” resurgió de la negrura de su mente aún atontada…

- ¿Perdonar que?- dijo este nuevamente, en un murmullo seco.

Y se bajó de la cama rápidamente para caer encima de David, dándose cuenta que el cuerpo de este era demasiado blando para ser normal.

Su corazón se aceleró.

Buscó con desesperación el interruptor de la luz, bufó por la molestia que le provocaba el no poder hallarlo, teniendo que intentar encontrarlo tras el velador.

“Click” hizo al presionar el botón del interruptor, y una tenue luz develó lo que ya se había percatado.

… sólo había almohadones…

“Entonces era cierto” pensó “Algo malo había en todo esto” “¡Pero que significa esta mierda!” Y se sentó confuso en el borde de la cama, tratando de armar un rompecabezas en donde la mitad de las piezas estaban ausentes dejando sólo interpretaciones de una verdad que resultaba ser falsa.

...hay cosas que seguramente me ocultas que lo deben ser más…”

NADA… nada es más importante para mí que tu, recuérdalo siempre, NADA… y no quiero que me cuestiones eso ¿vale?”

Y dentro de su amalgama de hechos sin uniones, se preguntó ¿Dónde estaba? ¿En que habitación se encontraba? ¿Acaso había decidido irse a encamar con Benjamín?

Ya no tenía la certeza de nada, ni si quiera de una infidelidad, simplemente lo que hacía o decía David era tan confuso, que ya ni se podía malinterpretar sus acciones, volando todos los pensamientos del pequeño en una ambigüedad enfermiza.

Y aleatoriamente miró hacia el velador…

Un papel.

“No recuerdo…” “No, imposible, estoy cayendo en la…” y después de dudar, se abalanzó sobre el pedazo de hoja doblada, cuya superficie visible tenía por escrito “Para Guille”, provocando que su respiración se dificultase, y unos nervios afloraran en su estómago producto de la sugestión, ya que de sólo imaginar lo que decía le inducía un mal estar que difícilmente apareciese con tal magnitud.

- “Puede que estés confundido en este momento pero… no podía marcharme sin darte una explicación…”  Mierda…- y se encorvó para cubrir su rostro con el papel extendido, al que estaba arrugando con toda su tristeza de sólo confirmar que se trataba de una carta de despedida.

Respiró hondo, pero no tuvo el valor de gesticular con su boca las palabras que David le dedicaba con aquella letra ilegible, optando así por una lectura silenciosa.

Puede que esté cometiendo una grave equivocación, lo sé y no me importa, puedo engañar a todo el mundo, más no quiero engañarte más a ti. Me odio, me detesto por ser tan cobarde, pero es que debes entenderme, jamás se me dio la oportunidad de ser valiente, estoy en un limbo donde bordeo la razón y la locura, y si me voy sin confesarte lo que sucede conmigo y mis sentimientos, creo que me adelantaré a lo previsto, y perderé la cabeza por completo…”

“Esta es mi confesión: Soy un asesino.”

 

Era imposible que Guillermo no se detuviera ante esto, para poder decodificar aquello que para él se le hizo difícil ingerir.

 

“Yo maté a Ignacio, lo ahorqué hasta asfixiarlo, y si bien fue involuntario, no te mentiré al decir que cometí otro asesinato con previa meditación.”

“Tu estás conciente de que me quise alejar de ti, para no hacerte daño, pero eres tan terco, tienes un pésimo olfato para detectar el peligro. Intenté hacer una vida normal contigo, con sentimientos normales, pero… ¡Mierda! Cuando se empieza mal, los resultados siempre serán nefastos, como en la torre de naipes, y veo que ya llegué a mi límite, esta se derrumbó, y como el cobarde que soy me largué, porque no quiero que me encierren en un reformatorio, y no quiero que estés a mi lado.”

“Pude haber sido egoísta al no decírtelo pero… lo hice porque te amo, si… te amo, fue lo único que no pude esconderte ¿Podrás perdonarme? ¿Podrás seguir amándome pese a todo? Espero que no, realmente quiero que me odies, pero no soy tu, y eso es lo que más adoro de ti, que somos completamente distintos…”

“Bueno, lamento mucho que la única vez que te escribo una carta, sea diciendo algo tan desagradable como lo anterior, comprenderás que el romanticismo nunca ha ido conmigo, pero te juro que pese a mi insensibilidad yo me enamoré de ti. Puede que más allá del sexo, no te he demostrado lo que siento… pero te prometo que la intensidad que guardo, esa pasión contenida es verdadera, ¡Yo sé que es verdadera! Y no me importa que mis sentimientos carezcan de metáforas, o de una poesía en donde se utilicen elementos abstractos, yo lo siento… yo te siento aquí, dentro mío, por cursi que suene, te amé desde antes de haberte visto, antes de darme cuenta que podía amarte, y ten presente que este maldito asesino siempre, siempre, pensará que eres la persona más maravillosa que alguien puede conocer, y que no entiendo como la gente no te ame como lo hago yo con desquicio"

“Y si el destino así lo quiere, mi amor, nos volveremos a topar, si es que así aún lo quieres, y si no deseas volver a verme, no importa, en silencio te veré pasar por la calle, y no me temas, jamás me permitiría hacerte daño, es de lo único que estoy seguro, jamás le haría daño al hombre que me hizo querer comenzar de cero, y aunque el intento se haya frustrado, te estoy profundamente agradecido”

“Y con esto finalizo, no creo que sea sano continuar. No me busques, no te buscaré, démosle el mejor fin a esta historia de amor, y demos vuelta la página, recuerda que te amo, y espero que logres alcanzar la felicidad fuera de esa mierda de internado, perdón por abandonarte en el trabajo de ciencias jaja, y suerte en lo que resta de tu vida...”

“ Y Con lo único bueno que tengo, mi amor por ti, se despide con un beso a la distancia… David”

 

Lo que sintió Guillermo después de leer la última palabra en aquella carta, fue confuso, era tanta la mezcla de sentimientos que experimentaba que ya no lograba palpar ninguno, quedándose impávido, perdido en una despedida que no estaba dispuesto a aceptar, el tenía muchas cosas que decir ¡Muchas! ¿Cómo podía acallarlas así como así? ¿Cómo David tenía tal falta de tacto como para no darse cuenta que no era la manera en como se hacía las cosas?

¿Cómo podía dejar que se fuera, sin que él haya podido decir “adiós”?

Notas finales:

Bueno debo disculparme por la demora, tuve un problema con esta historia que ha solucioné, así que supongo que la actialuzacion será más rápida.

Como siempre el agradecimiento por continuar leyéndola hasta el final, porque debo decirles que es el antepenultimo capitulo.

Espero que les haya gustado, gracias por dedicar un poco de su tiempo para apoyar esta experimental historia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).