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Cambio de destino por Lalamy

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Te amo


Guillermo oyó silencio absoluto del otro lado de la puerta, y se extrañó al notar que nadie le abría “¿Por qué no me abren?” se preguntaba, tratando de agudizar el oído, mientras lo apegaba a la puerta, no escuchó ruido alguno, y eso le incomodaba.

 

 

 

Volvió a insistir golpeando con más fuerza.

 

 

 

Oyó algo azotarse contra la posibilidad de que la casa estaba abandonada-está bien, él sabía que Marcela estaba dentro, pero de todas formas tomó irracionalmente en cuenta esta opción-, fue algo similar a un derrumbe de objetos cayendo al suelo, era la única asociación que se le vino a la mente, y no estaba errado. Rodeó la casa para observar con detención cada detalle, preguntándose si quien estaba adentro no abría a propósito…

 

 

Un presentimiento tiró de su pecho

 

 

Bordeó la casa para doblar hacia el jardín trasero, sin entender bien porque insistía tanto con el asunto; quizás se estaba aferrando a esa pequeña posibilidad de poder encontrarlo, de dar con él antes de que se destruyera todo, antes de que el libro de su vida por obligación cambiase de página, antes de decepcionarse por completo. Necesitaba salir de allí con una respuesta, vaga, confusa, casi indescifrable pero con ella sobre su palma, tenía hambre de verdad, y eso, no se seseaba con dudas, menos con especulaciones.

 

 

Sus pies violaron toda privacidad, la oscuridad en ese sector lo beneficiaba, pero debía de estar alerta de todos modos. Tenía esa idea firma de que debían de abrirle ¿Por qué Marcela no lo haría? ¿Qué tan ocupada debía de estar si acababa de llegar a la dichosa casa? Notó que existía una puerta trasera frente al peladero al que se le denominaba “Jardín trasero”, que daba con los misterios de su situación…

 

Pegó su oreja al fierro del segundo acceso a la verdad…

 

Seguía oyendo un ruido, era débil, pero lo sentía.

 

 

Tocó la manilla fría con inseguridad, y la giró…

 

 

Estaba abierto, sin imaginarse de que el castaño le había quitado el seguro para ir a buscar unas herramientas del cuarto, salida que tuvo que postergar, por temor a ser sorprendido.

 

 

Con delicadeza tiró de la puerta para ver al interior de la casa, iba a dar aviso de su intromisión, no obstante, notó que todo estaba oscuro, teniendo la ligera impresión de que sus residentes dormían.

 

 

¿Qué debía hacer?

 

 

¿Irse para volver después o… forzar la situación y disipar sus dudas? El no era una persona impulsiva pero…

 

¿Tenía más opciones?

 

 

Y fijó su vista hacia el corredor sin despegarse de la entrada. La puerta dio un suave chirrido y la sujetó para que no se moviera más y lo delatase.

 

 

Decidió entrar.

 

 

El temía que si no lo veía todo ahora que se encontraban desprevenidos, David se ocultase de él como el cobarde que lo fue siempre, y necesitaba encararlo, en ese instante, no en otro, quería verlo ya.

 

Cerró la puerta tras de si.

 

 

Sigilosamente pisó la alfombra que ocultaría el sonido de sus pasos, y tratando de abarcar con sus oídos todos los sonidos a su alrededor, no logró dar con ninguno, era un silencio total, si no hubiese visto a Marcela entrar hasta podría aseverar que la casa estaba esporádicamente abandonada.

 

 

 

 

Su corazón se agitó al estar al tanto que su acción era insensata, y se agitó con más violencia cuando, saliendo de la nada, vio a David inexpresivo, con la camisa salpicada en sangre fresca, como parte de un mal sueño, como parte crucial del resquebrajamiento total de sus ilusiones.

 

No vio más que un gélido extraño que estaba de pie frente a él, y ojala sólo fuera esto, ya que sumado a su frialdad se le adhería que era un homicida, quien sin duda acababa de volver a matar a alguien.

 

 

Guillermo se quedó inerte ante esta imagen.

 

 

-         ¿Qué es lo que haces aquí?- preguntó el hombre quien había dejado el cuchillo carnicero en el bolsillo trasero de su pantalón.

 

 

Guillermo abrió la boca, pero no salió sonido de ella, estaba impactado, jamás imaginó que la prueba definitiva sería tan gráfica, y sin siquiera medir sus palabras, se le escapó un débil…

 

 

-         Quería verte.

 

 

Ambos estaban de acuerdo que esa frase era carente de todo sentido.

 

 

-         Pensé que el enfermo era yo- dijo David aún inexpresivo.

-         ¡¿Y que quieres que haga?! ¡¿Qué me quede sentado en ese puto internado oyendo como todos especulan acerca de ti?!- gritó- ¡David fuiste un miserable! ¡Me mentiste todo el tiempo!

-         ¡Excelente! ¡Te debiste quedar ahí odiándome!

-         ¡No! ¡Claro que no iba a hacer eso! ¡¿Es que acaso no me conoces?!

-         ¡Guillermo! ¡Entiende!- hizo una pausa, para poder controlar el volumen de su voz, de modo que la bajó súbitamente-. No te voy a decir que soy bueno. Tampoco te diré que estaba mintiendo al escribir esa carta, no te diré que soy inocente,  y que mentalmente soy sano… ¡Ni siquiera yo se lo que me sucede, por la mierda! Veo cosas… escucho voces…- su voz comenzó a temblar-… no recuerdo lo que debería estar aquí…- y apuntó su sien con su dedo índice- ya no recuerdo nada… quizás, yo ni siquiera morí ¿Quién sabe? Quizás esta es la primera vez que maté a Marcela- oyó sus propias palabras y se horrorizó- Mierda… pero que basura estoy diciendo…- esto lo susurró- ¿Ves? No soy normal, no entiendo… no entiendo nada, y de eso tengo mucho miedo ¿Qué se supone que hago aquí? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dios me está castigando?

 

El joven se le quedó viendo confuso, completamente consternado ante su desquiciado monólogo, sin dar crédito a la triste escena de la que era espectador.

 

David se tapó el rostro con angustia, y Guillermo sólo pudo agachar la mirada como buscando en la sucia alfombra la solución impalpable a su dilema.

 

Era como si no quisiese darse por vencido, insistía  en creer que el estado de David aún podía mejorar.

 

-         Lo siento pero no te puedo dejar ir…- se oyó a David decir, alzando la vista nuevamente con aquella mirada fría.

-         ¿Y… y que harás al respecto?- dijo el joven,  luego de tragar saliva.

-         Perdón… es el destino…- su mano tomó el mango que sobresalía de su bolsillo trasero, para sacar el cuchillo de allí.

 

Guillermo siguió esta acción con sus ojos, y al confirmar sus peores miedos no hizo más que apaciguarse.

 

Otra reacción incoherente para su historia.

 

 

-         Me vas a matar…- murmuró.

 

 

El castaño calló, y no pudo evitar romper el hielo al ver una leve sonrisa aflorar en su rostro.

 

-         Está bien, hazlo… ¿Quieres hacerlo? Mátame, no te voy a poner resistencia. Es la mejor idea que se te pudo haber ocurrido- dijo sonriente- Vamos, hazlo, venga… yo sé que puedes, un cuerpo mutilado mas ¿Qué importa?- su corazón palpitó con más fuerza cuando el castaño quedó a unos centímetros de él.

-         Estúpido…- espetó David-Jamás haría eso…

-         ¿Eh?- Guillermo ciñó las cejas- ¿Entonces…?

 

Lanzó el arma blanca al suelo.

 

 

 

 

-         Estoy muy cansado para esto…- cayeron delgadas las lágrimas por su rostro- Me rindo… ya, no quiero más- susurró.

-         ¿Rendirte de que?- le tomó del brazo.

 

Y el castaño se le lanzó para retenerlo entre sus brazos, sollozando como un niño, completamente perturbado, con miedo, y perdido entre realidades de las cuales ya no sabía a la que estaba enfrentando, siendo lo único importante aquel  pequeño quien lo sostuvo con un temblor en sus manos, y muchas dudas herrando por su mente.

 

Le desesperaba ya no saber que hacer con su situación, atinando a susurrarle cuanto amaba a ese joven frágil, extraño, y único, quien pese a todo aún lo aceptaba, tal como era, ya que no percibió discriminación en su consuelo. Y fue cuando detuvo sus ojos en los suyos cuando comenzó a experimentar una nueva visión, como le sucedía cada vez que se encontraba cerca de Guille, o pensaba en él…

 

Fue como revivir su pesadilla.

 

 

-         ¡No me vengas con esa mierda! ¡Te acostaste conmigo, no lo niegues!- Guillermo le dijo exaltado, estaban en la habitación de David cuando vivía con sus padres, la pudo recordar por los miles de libros acerca de biología.

-         ¡No quiero que me recuerdes ese error!  ¡Fue una soberana estupidez! ¡No se ni como estuve el estómago de haberme acostado con el hermano de mi novia!

-         ¡No seas cruel conmigo! ¡Sabemos muy bien que tus sentimientos por Marcela no son verdaderos! ¡Tú no la amas!

-         ¡¿Y acaso crees que te quiero a ti?! ¡No seas ingenuo! ¡Te ofreciste tanto como una ramera que no me quedó otra que aceptarte!

-         ¡Eres una imbécil!- y vio como corría hacia el para tirársele encima y golpearlo- ¡Me cagaste la vida, David! ¡Me la cagaste!- intentó detener al hermano menor de su novia, su compañero de curso, su mejor amigo.

 

 

 

-         ¿Qué pasa David? ¿Estás temblando?-le preguntó Guillermo en tanto seguía siendo abrazado por el castaño quien estaba en trance.

 

 

 

 

-         Hola David, ¿Recuerdas a mi hermana? Se llama Marcela…

-         Hola, David, un gusto- le sonrió la mujer.

 

 

 

 

 

-         ¿Qué? ¿Acaso te gusta ella?

-         Si… ¿Qué hay de malo?

-         Es mayor que tu…

-         ¿Y eso qué? Está buena… me gusta las mujeres con experiencia…

-         No creo que esté bien…

 

 

 

 

-         ¡¿Por qué no me dejas de joder?! ¡Sé que estás enamorado de mí, pero no tienes para qué culparme por eso!

-         ¡No te estoy jodiendo!

-         ¡Entonces no te metas! ¡¿Sabes?! ¡Llegaste hasta tal punto de hostigamiento homosexual que ya ni siquiera quiero que estés cerca de mí!

-         Por favor, no me digas eso…

-         Lo siento, pero me das asco…

 

 

-         ¿Qué? ¿No te había dicho? Guillermo se fue a Ecuador con mi padre.

-         ¿Y que mierda va a hacer allí?

-         ¿Qué se yo?

-         ¿Y cuando vuelve?

-         No se si vuelva…

 

 

 

 

 

 

 

 

-         ¡¿Es que acaso crees que soy tonta?! ¡¿Qué no me doy cuenta?! ¡Te acostaste con mi hermano!

-         Deja de moverte, me pones nervioso, no quiero cho…

-         ¡Choca! ¡¿Qué carajo me importa?! ¡¿Hace cuanto que no me tocas David?! ¿¡Hace cuanto?!

-         Estás ebria…

-         ¡No estoy ebria! ¡Estoy dolida! ¡Dices que sólo te costaste con él pero…! ¡Yo sé que tú lo amas!

-         ¡Eso no es cierto!

-         ¡Te estabas masturbando en el baño David, por la mierda! ¡Con su foto! ¡Dios! ¡¿Pero como quieres que perdone eso?!-comenzó a golpearlo- ¡Estás enfermo! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto, imbécil?! ¡¿Es que no te da asco?!

 

“¡Por supuesto que me daba asco! ¡Sentía repulsión de sentir lo que sentía por él, teniéndolo todo!”

 

-         Deja de empujarme, o harás…

-         ¡MUERETE! ¡MUEEEERETE! ¡A MI QUE ME IMPORTA! –comenzó a  golpearle el volante.

-         ¡Para!- trato de alejar a la mujer del volante-¡Para Marcela, para! ¡PARA!-gruñó entre dientes.

 

 

 

 

-         ¡David! ¡¿Por favor que te pasa?! ¡Me estás asustando!- le gritó Guillermo, tratando de alejarlo de él para poder asimilar por lo que estaba pasando.

-         No puedo creer que haya sido siempre tan irresponsable- murmuró- ¿Es que no le daba lástima su hijo?

 

“No llevaba ni cuatro meses de gestación”

 

-         Siempre fue tan irresponsable y estúpida…- dijo David rodeando el cuello de Guillermo con fuerza- Siempre fue tan, tan estúpida… y por estúpida está bajo tierra…

-         David…

-         Tú no eras así-interrumpió-, tu siempre fuiste prudente e inteligente, jamás cometiste ningún error, eras tan perfecto…

-         Yo…

-         Pero yo fui más imbécil, el rey, un perdedor, un oficinista muerto de hambre que pechaba de la limosna de sus suegros para poder mantener su miserable vida, y a su miserable madre media muerta. Que jodida vida de perros…- se distanció del pequeño quien prefirió omitir más comentarios, pues el castaño ya no estaba en condiciones de oír a nadie, y fue ante esta mirada conformista cuando David comprendió la triste, por cuestión de segundos, la  verdad de todo, y  siendo víctima de la peor visión en compañía de innumerables escalofríos…

 

 

 

Él había matado a Guillermo.

 

 

 

 

Su rostro se paralizó al igual que todo su cuerpo, y solo atinó a taparse la boca espantado.

 

-         Entonces tu…- murmuró con los ojos saltones.

-         ¿Yo…?-Guillermo se mantuvo calmo.

-         Yo….yo… maldita sea, soy un desastre- se tapó el rostro en tanto forzaba a su mente a recordar con lujo de detalle aquella mañana de invierno que decidió cambiar el transporte público por una caminata hacia un destino definido.

 

Había sido la peor semana del mes; por su desmotivación por la vida, y la clara alteración de su personalidad por toda clase de fármacos, y drogas, lo habían despedido de su trabajo, terminando así solo, abatido, y perdido en el mundo.

 

Recordaba que iba por la vereda en rumbo a la casa de su amigo, este le llamó confirmando la llegada de “su nueva adquisición” en alucinógenos, David no tenía nada más que hacer, así que se aventuraría nuevamente por las turbias aguas de una realidad paralela, en el que todo se le hacía maravilloso, pegando su visión en cual mínimo objeto ante los efectos del alucinógeno.

 

Detuvo su mirada en un tipo que conversaba enérgico frente a él, estaba de espalda, y aún así pareció reconocerlo, su voz era tan armoniosa, y sus movimientos tan ligeros que no pudo evitar pensar en que se parecía mucho a Guillermo…

 

Y cada acción que el extraño hacía se acercaba más a la posibilidad de su similitud, por otra parte el desconocido no percibió que alguien lo estaba observando a sus espaldas, continuando con una conversación trivial acerca del costo de unos pasajes hacia Islandia.

 

“¿Islandia?” se preguntó contrariado, ese era el país con el cual siempre soñó ir aquel muchacho de tímidos sentimientos de amor. El siempre le recriminó ese lugar, decía que era demasiado despoblado, que prefería una gran ciudad de muchos vicios, siendo Islandia la soledad en persona.

 

 

Y continuó observándolo, sin importarle que hubiera desviado su camino hacia la casa de su buen amigo Arturo.

 

 

-         ¿No crees que es demasiado precipitado ir para allá solo?-le preguntó un sujeto que le acompañaba, un hombre macizo y moreno que no sabía combinar su ropa.

-         Los riesgos no me interesan, es mi sueño, y si nadie me quiere acompañar, pues voy sólo ¿Qué importa?

-         Pero Guillermo, no seas inconciente…

-         Lo siento, ya lo tengo decidido, Islandia si o si será mi destino…

 

Era Guillermo, era su Guillermo, el inofensivo, tímido, y excéntrico Guillermo que había hecho un quiebre nuevamente en su fatigosa vida sólo para hacerle sentir todos aquellos sentimientos empeñados en destrozar, pero que jamás tuvo el valor de hacerlo, ya que  prácticamente era lo único bueno que le estaba quedando.

 

 

Pero no se atrevió a hablarle, su boca se habría sin emitir ningún sonido, su estómago se contrajo, los nervios lo estaban enmudeciendo, él tenía que hablarle, fueron amigos de la infancia, conociendo a Guille el jamás le negaría un saludo, es más, hasta la brindaría  una sonrisa…

 

Y sus planes se vieron frustrados cuando arbitrariamente la pareja decidió cruzar la calle aprovechando que no habían automóviles ¿Lo iba a dejar ir? ¿Desaparecer pese a la oportunidad que se le estaba brindando? Todo aparentemente jugaba a su favor, sólo era cuestión de aprovecharlo, todo iba a estar bien.

 

 

-         ¡Guillermo!- le gritó bordeando la vereda, en tanto el aludido miró hacia atrás sorprendido.

 

Se le quedó viendo pasmado.

 

-         ¿David?- murmuró, y un auto se encargó de empujar su cuerpo hasta el punto de hacerlo deslazarse un metro aproximadamente, y su bien Guillermo recibió el frenazo del vehículo, quedó inconciente de inmediato.

 

 

Lo demás se le hizo confuso.

 

 

Sintió el castaño que su cuerpo se tambaleaba y que unas nauseas quisieron dominar su boca, se la tapó para no dejar escapar nada, y con espanto vio como el amigo de Guillermo corrió hacia el cuerpo yacente en el pavimento, en tanto el auto se dio a la fuga frenéticamente zigzagueando.

 

 

Y en contra de todo lo que debió hacer, retrocedió, en tanto el sujeto que estaba frente a Guillermo llamaba a una ambulancia.

 

 

David no estaba preparado para ese momento, y si bien ninguno lo está, él no se encontraba en las condiciones para sobrellevar el asunto, fue en cosa de segundos, fragmentos de segundos que resultaron ser fatales, y su inestabilidad emocional no fue capaz de soportarlo.

 

Dándose también a la fuga.

 

 

 

 

 

Fue todo lo que pudo recordar.

 

 

 

Y como un impulso se lanzó sobre el muchacho quien confundido no tuvo más opción que recibirlo nuevamente, tenía miedo, y se encontraba desconcertado al ver que se había encariñado con otro loco…

 

Como si aquello fuese su karma.

 

 

Sin embargo, este caso fue distinto, pues estaba seguro que David jamás le haría daño, y ante este pensamiento no pudo evitar llorar. El castaño notó esto y apoyó su frente en la de él para sentir la respiración de su amante en su rostro.

 

-         Guillermo yo te amo…- le dijo- pero no permitiré cagarte la vida otra vez.

-         David por favor no digas más esas cosas, que yo no te entiendo- sollozó-. Te juro que lo intento, David, pero no puedo entenderte, siempre hablas en plural, y cuando creo que sé de lo que hablas… me vienes con algo tan absurdo, que nuevamente no lo entiendo…

-         No lo entiendas….- sonrió conteniendo el llanto-Sólo perdóname.

-         Pero por…

-         Por todo el daño que te he hecho; en esta vida, y en la otra.

-         Pero…- siguió sollozando-¡Está bien!- exclamó molesto, pateando el suelo como un crío- ¡Te perdono, mierda! ¡Pero estoy harto de esto! ¡Ya no quiero más!

-         No habrá más, te lo prometo…- y le besó los labios, presintiendo que esa sería su última vez, porque su destino era así, retorcido, desgraciado, incoherente, completamente burlesco.

 

 

Y por su parte Guillermo intentó cegarse con ese tibio beso del cual ya no quería necesitar, siéndole imposible, pareciéndole enferma su reacción ¡Besaba a un homicida! No obstante, algo en él lo impulsaba a hacer caer sus sentimientos como un kamikaze en su vida.

 

 

Inconcientemente sus manos tiritaban, haciendo que David apelara a calmarse entre el susurro de sus besos, aquellos húmedos, suaves, y compasivos besos…

 

 

Fue una imagen digna de cuestionar.

 

 

Luego de esto se abrazaron, ambos igualmente asustados, equivalentemente destruidos, entonces Guillermo pensó “Un loco no está conciente de su locura” perturbándole la sola idea de que aún tenía esperanzas de que todo volviese a ser normal…

 

 

¿Normal?

 

 

“Jamás nuestra relación fue normal”

 

 

 

David lo estrechó con fuerza, en tanto experimento un unos espasmos extraños, que fueron en aumento, su respiración comenzó a dificultarse, haciendo un sonido extraño al inhalar.

 

 

Guillermo se horrorizó.

 

 

-         ¿Qué tienes….?

-         N-no lo sé…- titubeó asustado, era capaz de controlarse.

 

 

Retrocedió unos cuantos pasos más, sus piernas comenzaron a flaquear y Guillermo lo tomó del brazo como un movimiento producto de un reflejo involuntario.  David fue incapaz de poder sujetar su cuerpo por su cuenta, sintió que su cabeza pesaba y que su vista se oscurecía,  haciendo que el rostro de Guillermo se escondiera entre espesas nubes negras, y su voz comenzara a ocultarse también tras la oscuridad de su mente.

 

 

Guillermo terminó quedándose solo en aquella casa, ante el latido en paro del castaño que con la mirada quieta en el techo seguía había perdido el conocimiento ante las convulsiones.

 

 

Por una extraña razón, toda etapa de su vida terminaba en una escena trágica…

 

 

 

 

 

 

 

 

-         Te dije que se estaba pasando…

-         Bueno, no soy su mamá para estar al pendiente…

-         ¿Y que vamos a hacer? ¿Lo llevamos al hospital?

-         No, es peligroso… dejémoslo por ahí, si ya esta muerto…

-         ¡Es mi amigo!

-        ¡Pero murió por sobredosis! ¡No pienso tener problemas      por eso!

 

La voz de Guillermo fue intercambiada por tres conocidas, que parecían alteradas, él trató de abrir los ojos, pero le resultó imposible, no sabía que pasaba con él, de lo único que estaba seguro, es que todo apestaba a cloro…

 

-         Movió el dedo…- se escuchó decir a uno de ellos.

-         Estás dopado, no ha movido nada…

-         ¡Te lo juro, compadre! ¡En serio! ¡Movió el dedo, te lo juro por mi mamita que está en los cielos!

-         En el infierno está la vieja puta…

-         ¡Cállate maricón! ¡Yo te voy a…!

-         ¡Ya paren! Es verdad… movió el dedo chico…

-         El meñique, bestia…

-         Para de joder ¿Ya? Esto es serio…

-         Ni me caía bien el compadre…

 

David comenzó a moverse con suavidad, hasta que producto casi de un shock eléctrico se sentó con rapidez, haciendo que todos saltasen del susto, y gritasen por la impresión.

 

 

El castaño se quedó quieto por unos segundos…

 

 

Comenzó a respirar con profundidad, en tanto el trío lo miraba atónito.

 

 

-         P-p-pero tu estabas muerto…- titubeó Arturo, quien vestía una polera gastada y unos jeans rotos.

-         Ah,  ¿Si?- dijo el castaño a voz baja con la vista en la baldosa anaranjada.

-         Dejaste de respirar de repente, estábamos apunto de llamar a una ambulancia…- mintió un tipo de abundante barba.

-         Ah…

-         De verdad, te pusiste pálido, y te dieron convulsiones… ¡No sabíamos que hacer!

-         Pensaba inyectarte al…

-         Ya da igual lo que pasó…- murmuró David tratando de colocarse en pie con dificultad.

-         No te esfuerces, hombre… acabas de resucitar- le habló un tipo más joven, que vestía una polera amarillenta.

-         No hables mierda…- el castaño se tambaleó- ¿Traje algo conmigo?- dijo casi sin modular.

-         ¿Cómo?- preguntó Arturo aún sentado en el suelo, junto a los otros.

-         ¡Que si traje algo conmigo!

-         Ah, no… oye, pero ¿Te vas?

-         Si, tengo que ver a Guillermo…- se tocó la cabeza.

-         Pero si me dijiste que pobre estaba muerto…

-         ¡QUE TENGO QUE VER A GUILLERMO!- exclamó como un energúmeno- ¡¿Cuánto…cuánto ha pasado de que estuve supuestamente “muerto”?!- su lengua estaba adormilada.

-         Eh… no sé… una hora, hora y media… no… no sé con exactitud.

 

Miró hacia la puerta de entrada.

 

 

Las mismas imágenes del último suceso en su vida acosaron a su mente frágil, ya no había oportunidad para ser cobarde, tenía que enfrentar la realidad…

 

 

Tenía que verlo aunque fuese muerto.

 

 

 

-         ¡¿A dónde vas, enfermo?!- gritó Arturo al verlo correr hacia la puerta, abrirla de golpe y desaparecer de su vista.

 

 

 

Fue así como intentó prestarse para el juego de su destino, él ya no lo iba a dejar, abandonado a su suerte, sólo en esa casa, con esos falsos recuerdos, y si bien el pasado de lo que fue su mejor amigo resultó ser trágico,  no se comparaba a la fantasía terrorífica de aquel purgatorio desgraciado.  

 

 

Corrió tras su destino.

 

 

No había que adivinar en donde estaría Guillermo, sin duda su acompañante llamó a la ambulancia del Hospital Central, lo demás sólo sería buscar…

 

…y confiar…

 

 

 

Al cruzar la puerta de aquella imperiosa construcción se encargó de preguntar en recepción, y está lo derivó a otro piso para que preguntase, ya que ella se encontraba ocupada.

 

¿Qué iba a decir? ¿Cómo iba a enfrentar todo? ¿Cómo afrontaría la sala palabra “muerte” cuando preguntase por su amante?

 

¿Cómo había sido capaz de dejarlo tirado en la calle?

 

 

 

 

 

Aún se sentía débil.

 

 

 

Y en su eterna búsqueda vio en una fila de asientos al sujeto que acompañaba a Guillermo en el accidente, el hombre al verlo lo reconoció de inmediato.

 

-         ¿Qué haces aquí?- inquirió con clara molestia.

-         Vine a ver a Guille…

-         Lo viniste a ver….- repitió pasmado- ¿Y que fuiste a hacer? ¿Ah? ¡Huiste como un cobarde! ¡Siendo que  la culpa de todo fue tuya!

-         ¡Pero estoy aquí, y no me jodas que no estoy de humor para estar dándole explicaciones a nadie!

-         ¡Oh, perdón su alteza!- el tipo se puso en pie- ¿Sabes porque te haré caso? Porque Guillermo me habló de la clase de persona que eres… ¿Eres David no es así? Sólo un cobarde como lo describió el podría escabullirse como rata...

-         ¡No jodas! – vociferó, siendo regañado por la enfermera que iba de paso.

 

Ambos callaron, mirando el suelo.

 

 

El castaño bufó antes de preguntar como estaba Guillermo.

 

 

-         Está en coma, el impacto fue muy fuerte, pero no lo suficiente para…

-         Entiendo…- interrumpió sentándose en aquellos asientos plásticos azules que estaban sujetos al suelo, apoyando así sus codos sobre sus muslos, para tapar su rostro con ambas manos.

 

Era la última oportunidad de comenzar de cero, la tercera y última oportunidad para ser las cosas bien, pensó en que si la divinidad que existiera era bondadosa le permitiría remendar su error, sin embargo, temió de que la muerte de Guille fuese la verdadera moraleja de su triste historia.

 

Estaba asustado, y más que en cualquier otro momento, empezando a sollozar como un pequeño adulto con todas las esperanzas rotas, pero esto lo hizo en silencio, aún quería conservar la compostura.

 

El sujeto colocó su mano sobre su hombro, y pudo sentir que con ese gesto le extirpaba un mínimo trozo de responsabilidad ante el hecho acontecido.

 

-         Hay que tener fe…

 

 

“Nunca he sido un hombre de fe”

 

 

-         Pablo viene en camino…

-         ¿Quién es Pablo?- dijo casi sin voz.

-         Su pareja.

 

 

El castaño alzó la vista impactado con tal aclaración, y tragó saliva con dificultad, realmente no se esperaba eso, que manera de ser apaleado su corazón, golpe tras golpe, pero eso era incomparable con el daño que le hizo a su pequeño.

 

 

 

 

 

Y así pasaron los días, Guillermo fue trasladado a una clínica y David estuvo tiempo completo en la sala de espera, pues Pablo siempre vigilaba al paciente en su habitación cuando se le era permitido. Todos le insistían al castaño que se fuera a descansar, que su presencia era innecesaria, hasta el mismo novio de Guillermo, un tipo trigueño, fornido,  y de estatura media, le pidió fríamente que se fuera, mas no le importó.

 

 

El ignoró cada petición y mandato, por violento que este fuese, yéndose por las noches, y volviendo cada mañana, prometiéndose que no descansaría hasta que el paciente abriera sus ojos, o los cerrara para siempre.

 

Todos comenzaron a identificarlo, “El sujeto en espera” le decían los funcionarios, se transformó casi en parte de los adornos de la sala, mucho más que el novio, o los amigos del paciente.

 

Sin duda a Pablo esto lo exasperaba, sin embargo, David no le daba mayores razones para increparlo, puesto que se mantenía tranquilo en un rincón, siempre con una revista, o un diario en mano, sólo esperando en el más estricto silencio.

 

David recordó que el único momento que pudo a ver visto a Guillermo luego de que se fuera a Ecuador, fue en el funeral de Marcela, de la cual se rehusó a asistir.

 

 

Una mañana, en la que le fue negada la visita al paciente por unos minutos,  David se dispuso a soñar despierto, en tanto aparentaba leer con atención un artículo de Ana Ormaecbea en la revista Muy interesante extraída de los recuerdos de su casa, una señora se sentó a su lado, quejándose sutilmente en el intento.

 

David la miro de reojo y con desdeño.

 

-         Vez que vengo te veo aquí sentado-le dijo la mujer de menuda figura, y espalda jorobada- . No sé que tan importante haces, si casi no te paras de tu asiento.

-         Estoy preocupado, señora, eso es todo.

-         ¿Y no te puedes preocupar en tu casa?

 

“¿Y a usted que le importa vieja metiche?”

 

-         Es asunto mío- dijo tajante.

-         Eso no lo pongo en duda- se arregló su falda ligeramente arrugada- ¿Y a quien esperas tanto?

-         A un amigo.

 

 

Ella sonrió levemente.

 

-         Pero que buen amigo eres… ni una esposa muestra tanta preocupación como tú.

-         No joda, señora…

-         ¡¿Y por que te enojas?!- rió asmática, lo que provocó una ligera tos-.  Mira pendejo, no trates de engañar a esta mujer, que se mas cosas de diabla que de vieja… tal como el refrán.

-         De eso me estoy dando cuenta…- este se sintió incómodo, lo único que quería era que se fuera- ¿Y usted a quien espera?

-         A nadie.

-         ¿Entonces?

-         Cosas de viejos; muchos dolores, muchos exámenes, poca expectativa de vida…

-         Ya veo…- murmuró.

-         Tu… “amigo” debe de estar muy mal.

-         No, está respondiendo bien, o es lo que creo, ha mostrado signos de vida que podrían develar una mejoría- volvió a responder cortante.

-         Ya veo… debes quererlo mucho, digo, para…

-         No le incumbe.

-         ¿Siempre era tan arrogante?

 

Él la miró con detención.

 

-         No lo sé, y no es algo que quisiera conocer con usted.

-         Ja, entonces la vida te dará una buena golpiza.

 

Y ante aquel comentario el castaño miró la hoja imprenta de la vieja revista, en tanto la mujer esperaba una respuesta.

 

-         Quizás- dijo él-. Si es que no se ha cansado de darme lecciones.

 

Ella volvió a sonreír.

 

-         Bienvenido a la vida, hijo…-la mujer se puso en pie, dispuesta a marcharse.

-         ¿Oiga, usted…?

-         Te llaman…- lo interrumpió, David frunció el ceño, desviando sus ojos hacia el médico que apareció de repente, haciéndole una señal con su mano para que se acercase.

 

Sintió todos sus órganos en su garganta.

 

 

-         ¿Pasó algo?- se vio impaciente.

-         Si… desde anoche que Guillermo abrió los ojos. Tiene ciertas limitaciones en sus movimientos, sin embargo, por impresionante que esto suene habla muy bien.

-         ¿En serio?

-         Así es.

-         Y… ¿Y puedo verlo? ¿Puedo…hablarle?

-         Claro, pero intente no agitarlo.

-         Muchas gracias- sonrió emocionado- Ah… pero… ¿Pablo está con Guille?

-         Está solo.

-         Entonces supongo que no hay problema…

 

Con timidez ingresó a la pálida habitación, siendo atracción principal el cambiado cuerpo de su Guillermo.

 

El paciente quien estaba acostado, miró sorprendido a la visita que se sentó en una silla, la cual desplazó de un rincón, a su lado.

 

-         Da… ¿David?- dijo intentando moverse.

-         Sí, quédate ahí, no te muevas- ordenó cohibido, jamás pensó que aquella mañana hablaría directamente con él-. Me… alegra que te hayas despertado, bueno, siempre fuiste una roca, así que no me…- hizo una pausa, pues se detuvo a analizar cada rasgo del rostro de su “ex” pequeño, quien parecía ahora todo un hombre.

-         ¿”No me…”?

-         Ah, perdón…eh…no me extraña, eso- rió nervioso-. Perdón, es que, te había visto, pero… no había notado bien tus cambios físicos.

-         Sí, tu también estás destinto- dijo a voz baja, sus ojos brillaban  como siempre.

-         ¡No, pero tu estás casi igual! Sólo cambiaste ciertos rasgos,  ¡Pero estás igual!

 

Guillermo rió calmo.

 

-         Oye…- dijo el castaño después de tomar aire- quería pedirte disculpas.

-         ¿Por qué?

-         Todo esto es mi culpa.

-         ¿Qué? ¿Pero de qué hablas? No lo hiciste a propósito ¿O si?- dijo sonriente.

-         No…pero… ¡Igual! Sólo a un enfermo como yo se le ocurriría llamarte a mitad de la calle en donde cualquier inconciente maneja sin respetar señales…

-         David, en serio, no te disculpes- habló casi sin voz-. Son cosas que pasan, estoy bien, y eso es lo que importa.

-         Mierda, Guille, siempre tan comprensivo.

-         Hablas como si fuéramos aún compinches.  

-         Ah, si… bueno, yo…- tragó saliva con dificultad- quería decirte algo…

-         Dime.

-         Yo…- perdió su mirada en las sábanas blancas que cubrían hasta el cuello el cuerpo del paciente- hay tantas cosas que no me perdono.

-         … - ciñó las cejas.

-         Demasiadas…- murmuró-Guille, yo…

-         David, relájate, no importa.

-         ¡Si importa!- exclamó producto de los nervios- Guille yo… yo te amo.

 

Por unos segundos un silencio incómodo se apoderó de sus bocas, el cual debía ser interrumpido por cualquier impertinencia, para sentirse mejor.

 

-         No, David, no…

-         ¡Sí!

-         Oye, no es algo que deberíamos hablar, menos ahora ¿OK? Han pasado siete años, ya… ya no es momento, eso pasó.

-         ¿A caso no sientes nada por mí?

-         Estoy muy bien así, David, lo siento…

 

Inevitablemente los ojos de David lagrimearon, sin posar aquella mirada cristalina y azul, en el rostro afligido de Guillermo.

 

-         Perdón, en serio… yo seguí con mi vida… y no quiero cambiarla, discúlpame.

-         Entiendo- murmuró.

 

El se imaginó estar presente en cualquier situación, menos en esa, y no estando preparado, siendo parte de un escenario improvisado de la vida, se le derrumbaron todos los temores, pudiendo sólo ante aquel golpe bajo sonreír.

 

Miró hacia la puerta  presa de una sensación de ser observado, viendo en el marco de la puerta a la pareja de Guillermo, esperando con ansias su salida.

 

Volvió a mirar a Guillermo.

 

-         Es mejor que me vaya…

-         David…

-         No, cállate, es suficiente- dijo queriendo no hablar más.

 

Se puso en pie.

 

-         Pero ¿Vas a volver…?

-         No, no es sano- mantuvo la mirada gacha-. Creo que serás más feliz sin mí a tu lado…

 

“Es el fin perfecto para esta jodida historia de amor”

 

-         Suerte en lo que te quede de vida…

 

Guillermo lo miró con extrañeza, y esta mirada fue percibida por el castaño.

 

-         ¿Qué?

-         Eh… no…no sé, sólo fue un dejavú…

 

Y ante esto David rió, sin querer citó casi las mismas palabras que escribió en la carta, y si todo lo vivido fue cierto, si realmente existía vida después de la muerte, Guillermo las recordaría…

 

…sin duda una fantasía romántica de la que quiso creer…

 

-         Si, suele pasar- terminó por decir-. Ahora si, me voy,  cuídate mucho.

 

Ahora fue Guillermo quien se vio devastado.

 

-         ¿David?- trató de alzar la voz lo máximo posible.

-         ¿Sí?

-         ¿Aun vives en la misma casa?

 

 

 

 

El castaño asintió con la cabeza, y se marchó para no volver.

 

 

 

Se sintió destruido, completamente ridículo, ¿Cómo no había pensado en esa posibilidad? Sin duda a alguien le gustaba frustrarle la vida con cosas inesperadas.

 

 

Pero pese a la angustiosa respuesta ante su interrogante- si él y Guille podrían estar juntos- se vio tranquilo, yo no tenía nada que ganar, ni perder, era caminar con calma por la calle, ser parte de la multitud, sin temor a ser juzgado por ninguna de sus acciones, porque en el fondo, el no había hecho nada malo, sólo errores que las personas suelen cometer cuando creen que jamás tendrán que comérselos. Fue el momento en que salió de ese hospital cuando cambió, y nadie pudo especificar en qué, pues desde ese día David comenzó a actuar como un hombre diferente. Se alejó de todos sus conocidos, redecoró la casa entera, buscó un empleo completamente  distinto al anterior, y su actitud pareció ablandarse un poco más, pero no lo suficiente como para dejar de ser ese hombre imponente.

 

El estaba empezando de cero, quitando de una patada todas las piedras de su camino, no quería ser el hombre perfecto amado por Dios y todos los santos, sólo se dispuso a ser feliz con cosas sencillas, eliminando los fármacos de su vida.

 

Extirpando la cobardía de su esencia.

 

Y como la vida no era desgraciada como él acostumbraba a pensar, cuando menos lo esperó, en tanto veía una película de ciencia ficción en compañía de una lata de cerveza, y papas fritas, un ángel cayó a su puerta, la tocó, y le preguntó con los ojos llorosos si aún lo amaba y si tenía todavía cabida en su vida… y como un año no pasa en vano,  y sólo sirve para disiparse, o afianzar los sentimientos, el castaño sólo atinó a responder con un beso en la boca a todas las agresiones que se dieron tanto en la realidad, como en sueños, desapareciendo  el asesino que sólo se había creado para adherir una culpa que jamás había tenido, demostrando sólo así su real nobleza, la cual fue  recompensada en su totalidad, ante la ría brisa de un pequeño lugar llamado Islandia, donde si bien no procuraron ser felices para siempre, disfrutaron el presente en compensación de todo doloroso pasado, hasta que en su historia se escribiese su final…

 

 

 

 

 


 

 

 

Y he finalizado. Perdón por la tardanza, una serie de cosas me impulsaron a retrasarme, lo siento.

 

Espero que haya sido de su agrado, en realidad cuando veía el final de esta historia no podía evitar escribir uno triste, pero como ellos no se lo merecían intenté hacerlo real, sin miel, ni hiel…

 

Bueno, no puedo creer aún que lo he finalizado, son las 02:25 am, y debería irme a dormir, en fin, ya estoy aquí.

 

Agradezco el apoyo de todos, de verdad, es una historia bastante… rara, y no sé si logré disipar dudas, sino, lo lamento.

 

Cualquier crítica será bien recibida, después de todo sólo soy una aficionada en búsqueda de la mejora.

 

Mm… y eso sería, espero que se encuentren bien, reitero los agradecimientos, jamás pensé que la terminaría, y aquí estoy.

 

¡Besos! ¡Cuídense! ¡Y muchas gracias!

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ah, me siento muy apenada por los horrores, digo, errores ortográficos y de redacción en los capítulos anteriores, quise corregirlos ya subido los capis, pero la pagina no me lo permite.

 

Intenté colocarle toda atención a la correción de este, si hallan algun error, lo lamento.

 


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