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Despues de la tormenta... por gatita _ro

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Notas del fanfic:

Casi que no lo puedo subir

Notas del capitulo: Espero que les guste
Llovía copiosamente en el santuario, parecía como si el cielo estuviera descargándose y al mismo tiempo partiéndose sobre los doce templos, era una fuerte tormenta como si se estuviera descargando el dolor y la furia, y así se sentía el guardián del octavo templo, tenia los nervios destrozados desde que volvieran a la vida, se había encargado de esconder su dolor y su frustración, en incansables fiestas, viajes y borracheras, secundado por algunos otros santos que no tenían una mejor manera de matar el tiempo, por que era lo único que hacían desde hacia algunos meses; matar el tiempo. La diosa estaba en el Japón junto a sus cinco santos divinos y ellos esperaban pacientemente sus dictámenes como cabeza de la orden. Entonces viendo el cielo estallando sobre sus techos no quiso seguir ahí en su templo solo y aunque se le atojaba solo un santo en toda la orden sabia que no lo iba a conseguir, empezó a ascender al templo del pez para pasar una noche de sexo desenfrenado con el ultimo custodio seguro de que este no se negaría ya lo había obtenido en otras ocasiones así que no le vio problema a ese día, pero, cuando iba llegando al templo de la vasija sintió que el estomago se le encogía. Su corazón ansiaba con todas sus fuerzas no pasar de ese templo, es más jamás salir de allí pero sus ilusiones y su amistad con ese caballero hacia tiempo que estaban rotas y muy en el fondo de su ser se recriminaba el no haber querido repararlas.

Cuando llego a la entrada quiso pasar de largo, pero el guardián apareció entre las sombras para detenerlo
- Milo – lo llamo con el rostro inamovible
- Camus – le contesto con la misma expresión y quiso seguir de largo
- No he dicho que puedas pasar
- ¿Qué? – y se coloco a unos metros en frente de el
- Lo que escuchaste
- ¿Pero que rayos te pasa?- y se acerco dos pasos más al anfitrión
- Nada simplemente que no vas a ascender más – Milo quiso refutarle, pero Camus lo detuvo con un ademán de su mano – ni tampoco vas descender, de aquí no vas a salir
- Si claro – y quiso volver sobre sus pasos, pero Camus volvió a colocarse delante de el
- ¿No entendiste?
- No aquí el que no entiende eres tu, no tienes ninguna autoridad ni derecho a retenerme; y si no me dejas subir pues no creas que me quedare aquí, ¿para que?- lo ultimo lo dijo en voz baja
- Afuera llueve como en el diluvio y estas mojado […] y se que no te quedaras en tu casa para descansar y cambiarte de ropa mientras escampa
- Eso a ti no te importa
- ¿Eso crees? – Camus miraba fijo en su rostro no había ninguna expresión
- Eso se – Milo no pudo sostenerle la mirada y se aparto dándole la espalda
- Ven Milo te daré una toalla para que te seques, estas empapado – Camus hablaba como si no escuchara las negativas, pero cuando el escorpión quiso seguir en su rechazo se dio cuenta que el de acuario iba rumbo a sus aposentos con su paso calmado, lo siguió con la firme intención de hacerse escuchar y decirle que no necesitaba nada de el; aunque se mentía, lo necesitaba todo, estaba ensimismado en su remolino de sentimientos que no se había dado cuenta que estaba en el marco de la puerta de la habitación del de ojos aguamarina y este le extendía en su mano el elemento que le había ofrecido
- ¿Porque haces esto? – preguntaba casi en una suplica el escorpión
- Porque estas empapado ya te lo había dicho – le respondían sin ninguna emoción
- Camus … tu y yo …
- Tu y yo ya ni somos camaradas gracias tu distanciamiento – le interrumpía como si le adivinara el pensamiento en la mitad de sus ideas pues no era por el, según el escorpión, que no había vuelto a tener ni siquiera un trato de camaradas con el hombre frente a el
- No fue por mi distanciamiento
- ¿Tus fiestas?
- No
- ¿Tus borracheras?
- No
- ¿Tus amantes? – Milo noto cierto tono de reproche
- ¿Acaso estas al tanto de todo lo que hago?
- No es difícil si veo a Afrodita pasar por aquí con Death Mask gritando a los cuatro vientos como fue la hazaña de la noche anterior
- Ay ya basta yo a ti no te reprocho nada
- No tienes nada que reprocharme
- ¡Claro que si! – exploto el octavo guardián
- ¿A si? ¿Qué? ¿Qué haya estado con los demás caballeros en el monolito hasta que nos revivieran? ¿Qué me haya unido a Saga y a Shura para el ardid de llevar a Atena frente a Hades? ¿Qué haya muerto en la batalla de las doce casas?
- ¡Te dejaste matar en aquella ocasión!
- Fue una pelea justa …l
- El nada tu te dejaste matar por el. Porque muy a tu pesar estas enamorado de tu discípulo
- No sabes lo que dices – y se acerco a Milo para darle la toalla
- Claro que lo se
- Si fuera como tu dices ni siquiera hubiera dejado que Hyoga pisara el santuario, ¿para que entonces hable solo contigo para que no le mataras al enfrentarte a el?
- Yo…
- Milo …
- ¡No digas más! Basta
- ¿Por qué estas tan tensionado? ¿De verdad te hace tanta falta estar revolcándote con alguien?, ¿Afrodita?, ¿Kanon?, ¿Death?
- No sabes lo que dices
- Si se, se que te la pasas por ahí ofreciéndote como un cualquiera, ni siquiera tienes amor propio como para tomar una pareja estable y …
- ¡Que te calles te dije! – avanzo un paso con violencia salpicando con el agua que escurría de su cabello a Camus, este tomo la toalla con las dos manos y la puso sobre la cabeza del de ojos turquesa y empezó a frotarle el cabello, Milo bajo la mirada al suelo sumiso
- No tengo voluntad con tigo, ni fuerza para luchar* – lo decía como para si mismo
- ¿Para luchar contra que? – Milo abrió los ojos fijándolos en él como dándose cuenta que acaba de confesar un crimen sin quererlo, Camus seguía en su oficio de secar el cabello de Milo
- Sigues tensionado
- ¿Cómo no quieres que este tensionado si desde que llegue me haz tratado como un chiquillo por el cual tienes que decidir? Sin contar con que te la haz pasado reprochándome mi proceder con mis amigos
- ¿Amigos? Esos no se pueden llamar amigos si solo te buscan por placer, … ahora te vas a tensionar más – y Camus descendió más sus manos hasta la cintura del griego tomando los bordes de la camisa para empezar a quitársela, la tomo sin prisa viendo como el hombre mojado frente a el se dejaba hacer sumiso al quitarla se maravillo de lo hermosa que se veía la piel perlada por la humedad del agua sin contar con las armoniosas formas del torso musculoso y bronceado por lo que paso sus delgados y blancos dedos por sobre el descendiendo hasta el pantalón
- ¿Y tú no me buscas por placer? – detuvo el avance del galo con una mirada de picardía
- No me malinterpretes, tu no estas haciendo nada para quitarte esa ropa mojada aunque seas un dorado puedes enfermar, pero hazlo tu solo, te serviré algo caliente – el francés se retiro de la habitación para dirigirse a la cocina, claro que quería seguir es su tarea de quitarle las prendas al escorpión y obviamente quería que entrara en calor pero no precisamente con el café de su cocina, pero no lo quería por aquella noche nada más, después de fijarse en la forma en que Milo había estado comportándose en los últimos meses quería ser el quien lo tomara de la mano para que no siguiera desgastándose de la forma en que lo estaba haciendo en esa vida desenfrenada que estaba optando por vivir, siempre había amado al octavo guardián creía que con estar a su lado como amigo y camarada era suficiente pero no contó con que su corazón también tenía voz y voto en su vida, y no se quería quedar callado ante la presencia del hombre en su habitación

Entro en la cocina y tomo dos tasas para servir el líquido que llevaría la habitación se había prometido que no dejaría salir al otro dorado de ese templo esa tarde y así lo haría, le confesaría su sentir, le diría que lo amaba con locura que correspondía sus sentimientos, Camus había visto llorar a Milo en más de una ocasión después de su muerte en la batalla de las doce casas y sabia de los sentimientos de su entonces amigo por el. Confiado en ello se dirigía a la habitación donde encontró a su amigo con la toalla envuelta en su cintura dejando ver su torso descubierto en todo su esplendor y parte de sus muslos, su cabello ya no goteaba agua y tenía una expresión de desanimo en sus ojos.

- Valla entonces si querías estar seco después de todo - entro a la habitación dejando las tasas sobre una mesita de dos puestos al otro lado, se sentó e invito al otro a que lo acompañara – y es verdad tampoco tienes fuerzas
- No, y parece que lo disfrutas – decía el griego mientras se acercaba a tomar la tasa quedando de pie bebiendo su contenido
- Es interesante tener delante de ti al escorpión dorado tan obediente – admitía en un tono de burla, cosa que empezaba a disgustarle al peli- azul
- Me pregunto si eres así con esos que se dicen tus amantes – Milo frunció el ceño coloco la tasa sobre la mesa dio media vuelta y empezó a caminar hacia la salida del templo
- ¿A dónde vas? Afuera esta lloviendo a cantaros – solo le respondió el silencio del recinto y el ruido de la lluvia afuera – Milo ven – llamaba Camus, pero el griego no paro su caminar; estaba dolido el único ser al que amaba lo ofendía y demostraba tener una imagen errónea de el; salio de la onceava casa con el corazón acongojado afuera llovía, en las escalinatas se formaban riachuelos y el viento hacia que la lluvia golpeara fuerte contra su persona, empezó a descender cuando sintió dos brazos protectores y calidos que lo tomaban por detrás
- Esta bien si te quieres mojar yo te acompaño – dijo el galo con su cara en el cuello del escorpión – aunque estas semidesnudo
- Suéltame
- Dame una buena razón
- No entiendes
- ¿Qué cosa?
- Si quería ir con Afrodita para pasar la noche con el – Milo sintió como el acuariano se tensaba – pero no es que me acueste con el primero que se me cruce por delante – Camus solo escuchaba a Milo y no tenía intenciones de soltarlo – el es el único con el que lo hago esporádicamente, aunque Death esta loco por el y en cuanto a Kanon el me ha dicho tantas veces que me ama que no seria capas de acostarme con el sabiendo de sus sentimientos; no soy lo que tu piensas, ahora suéltame – seguía lloviendo
- No, ya no volveré a cometer el mismo error - llovía
- ¿Crees que es tan simple?- un relámpago se vio a lo lejos
- Alguna ves un tonto me dio la idea de que un amor hay que dejarlo ir para que vuelva* - Milo se irguió e intento darse la vuelta para encarar al décimo guardián pero este no lo dejo – espera, si tu te vas, en este momento me vas a matar de pena, se que debí haberlo hecho antes, se que debí haberte dicho mis sentimientos por ti y te pido perdón, los celos me dominan y no puedo imaginarte en brazos de otro – Milo empezó a acariciar los brazos que lo tenían sujeto
- Si ya se que hay razones de más para no estar contigo pero es verdad me falta voluntad, por ti siento un amor que me deja sin voluntad, sin fuerza, para dejarte ir*... ¿Tú me quieres dejar ir?
- No – Camus lo soltó y Milo se giro para mirarlo a los ojos, los veía profundos y en ellos solo había alguien que los llenaba: el, solo el, estaba en los ojos del guardián de acuario, Milo se acerco a Camus lo beso en los labios, primero aprisionó el labio inferior y luego el superior provocando que el de melena aguamarina atrapara su boca e introduciera la lengua encontrando a su par, para empezar una danza que solo estaba despertando el deseo que tenían reprimido desde hacia tanto tiempo, Camus empezó a acariciar la espalda del escorpión y este metió las manos por debajo de la camisa para alcanzar esa piel tan deseada, cuando el galo quiso profundizar el beso tomando a Milo por el cuello sintió como su cabello destilaba agua, así que se separo un poco
- Milo espera – decía con la respiración agitada – no quiero - respondía el otro y volvía a besarlo
- [sonrisa] espera entremos, aquí nos estamos mojando
- No me importa quiero seguir besándote – y lo apegaba más a su cuerpo
- Yo también pero entremos y nos podremos besar toda la noche – el escorpión volvió a besar al de acuario y empezó el acenso torpe por las escaleras con el otro apegado a su cuerpo, caminaban por la mitad del templo dando torpes traspiés y tropezando con columnas y algunos muebles a su paso mientras que Milo iba despojando a Camus de su ropas, esa noche se entregaron mutuamente primero Camus, sentía que su corazón no cabía en su pecho cuando sintió al de ojos turquesas en su interior volviéndose loco de deseo, envistiéndolo con una pasión que solo se imaginaba en sueños, sintiendo como encontraba el punto exacto en su ser para crearle toda la ola de satisfacción que le provoco y al momento de llegar se descargaba dentro de él, aún con la respiración entrecortada, se coloco de lado para darle más facilidad de que también lo tomara y se descargara igual que el, no tomo mucho tiempo para que esto pasara y Camus ahora fuera el que envistiera y con un grito ronco se descargara en Milo pocos minutos después de tomarlo sonrieron el escorpión se giro y tomo el rostro de su amor en sus manos aún temblaban, y respiraban agitadamente, producto del orgasmo, se besaron tiernamente y Camus busco refugio en el pecho del escorpión; así con la respiración entrecortada quedaron dormidos poco a poco.

En la mañana el sol brillaba radiante por la ventana y los pajaritos cantaban parecía como si la noche anterior no hubiera caído una sola gota de lluvia los amantes despertaron, permanecían acostado abrazados, sonrieron al sentirse en compañía del otro

- Buenos días – decía Milo abrazando más a Camus
- Buenos días – contestaba el otro desperezándose, lo miro a los ojos y sintió toda la felicidad del mundo al despertar así
- No quiero que te vallas de aquí nunca Milo
- ¿Quien te dijo que me quiero ir? – sonrieron y se besaron con ternura. Milo miro a Camus y recordó algo que le había dicho la noche anterior, quería saberlo necesitaba saber quien fue el culpable de todos esos meses de sufrimiento por la ausencia de su amado ahora en sus brazos
- Camus ¿Quién fue el tonto que te dijo que tenías que dejarme ir para que volviera? – Camus lo miro como intentando conectarse de lo que le acababa de decir el escorpión, de repente sonrió y lo miro con un poco de complicidad y reproche en su rostro
- ¿El tonto que nos separo por tanto tiempo?
- Si
- ¿El que hizo que te alejaras por completo de mí y empezaras a vivir la vida loca?
- [Sonrisa] si
- Por ese imbecil pase noches en vela pensando, imaginándome y preguntándome en cama amanecerías y si algún día estarías así como estas ahora aquí conmigo
- Ay quien fue el idiota Camus – soltó con un dejo de impaciencia en su voz
- [sonrisa] fui yo – el de la octava casa aleteo una ceja con una mueca de obviedad
- No me sorprende
- ¿No?
- No, tu eres el único que puede hacerse sufrir hasta la muerte hasta que ya no resistas más y explotes
- Que bien me conoces
- Mas de lo que crees
- Te prometo que no lo vuelvo a hacer
- Eso espero – se besaron apasionadamente para dar inicio a muchas soleadas y calidas mañanas que seguirían a esa después de una noche de tormenta, truenos, relámpagos y mucha, mucha lluvia.


FIN
Notas finales: * me inspire en canciones de Gilberto Santarrosa (me gusta mucho bailar), espero sus comentarios

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