Entreabrió los ojos y se llevó la mano a la cabeza; se habría dado un buen golpe. Incorporó su cansado cuerpo y después de frotarse los ojos, miró a su alrededor. Se encontraba en medio de un aparentemente interminable pasillo oscuro. Intentó levantarse pero las primeras veces falló, sus extremidades estaban débiles. Cuando consiguió sostenerse sobre ambas piernas; a trompicones; echó a correr pasillo abajo, a veces apoyándose en la pared. Cinco minutos después, al fondo, pudo diferenciar un rayo de luz, iqueño pero esperanzante. Con la poca fuerza que le quedaba, echó una última carrera y, cuando llegó, se encontró en una habitación sin muebles, fría y de paredes de piedra. Un joven se hallaba sentado en el suelo, su espalda apoyada en la pared y abrazando sus piernas; se acercó y se agachó a su lado.
Fleeting memories rise
From the shadows of my mind
Sing ‘ nonomori ‘ endless corridors,
Say ‘ nonomori ‘ hopeless warriors.
You were there.
- ¿Estás solo?- apoyó su mano en el hombro del joven; este lo miró a través del pelo de color morado y largo que escondía su fino rostro. Sus ojos casi no tenían brillo y lo miraba algo aterrado; sus labios eran finos y estaban cortados.- No recuerdo por qué me encuentro aquí, ¿Podrías ayudarme?
- Ellos…te necesitan; tú eres especial; tú eres esencial para ellos…- para sorpresa del otro, el joven posó su fría mano en su pómulo.- Tu belleza se consumirá, el rojo de tu pelo se convertirá en el rojo de su sangre; tú eres su vida y ellos tu muerte. Debes escapar de aquí, no importa el pasado; abandona este castillo.- apartó el flequillo del rostro del otro.
- ¿Y tú?¿ Por qué estás aquí?¿Cual es tu nombre?- el aludido apartó la mano rápidamente y apretó el pecho, dolorido.
Entre jadeos, el joven habló.- Me llamaron Kaoru; me tienen aquí, pero no sé exactamente que quieren de mí. Vamos, márchate.- Se giró y gimió de dolor, apoyando la mano en la pared. El pelirrojo se levantó y cogió el brazo del otro.
- No puedo dejarte aquí; te matarán.- Estiró del brazo, haciéndolo levantar. Vestía una túnica blanca, trasparentando levemente su cuerpo e iba descalzo, enseñando las piernas hasta el nivel de las rodillas.
- Pero yo fui creado para morir, ese es mi destino.- el pelirrojo echó a andar, cogiendo de la mano al otro.
- No será tu destino mientras estés junto a mí. Ambos nos iremos de este lugar.- tiró de la mano de Kaoru y salieron de aquella habitación, llegando a un tipo de terraza.
Miraron hacia abajo y Kaoru se echó hacia atrás, asustado. Metros y metros abajo se encontraba el final del castillo y el comienzo de un acantilado; de fondo el extenso mar.
- Está muy alto, tengo miedo.- Kaoru abrazó el brazo del pelirrojo y se estremeció al notar una ventolada de aire; que meció violentamente su largo pelo.
- No temas, no te sueltes y no mires abajo.- notó que el abrazo de Kaoru se apretaba. Comenzó a andar con cuidado, pegándose a la pared; hasta que llegaron a la entrada de otra habitación. Encima de la puerta, una figura estaba sentada, con las piernas cruzadas y con una gran sonrisa. Kaoru se escondió tras el pelirrojo.
-Vaya, vaya, vaya…las ratas intentan escapar de aquí.- comenzó a aplaudir.- Bravo, sois valientes; a nosotros ni se nos habría pasado por la cabeza. Qué pena que no tengáis otra salida más que la muerte.- Un aura oscura lo rodeaba y su rostro cambiaba de facciones en todo momento. Tenía la voz de un hombre y una mujer al mismo tiempo. Kaoru sufrió otro ataque y cayó de rodillas al suelo.
-¿¡Quien eres!?¡Dinos por qué nos tienes aquí!- el pelirrojo gritó, amenazante.
- Nosotros somos tu libertad, los que reinarán en este mundo; seremos inmortales gracias a ti.- la figura sonrió, enseñando sus blancos dientes. En una fracción de segundo, desapareció.
El pelirrojo se giró a atender al joven, agachándose junto a él y cogiéndolo de los hombros. Kaoru miraba al suelo y tenía la boca abierta; gotas de saliva cayendo de esta. Se apretaba el pecho y jadeaba, le costaba respirar; pero un momento después, se tranquilizó y su respiración estabilizó.
-¿Te encuentras mejor? Vamos, te ayudaré a levantarte.- Movió sus manos a la cintura de Kaoru y con cuidado, lo ayudó a levantarse. Kaoru se echó encima del otro y lo abrazó, con ojos llorosos.
-Si supieses la verdad, te amo tanto…Te he extrañado mucho.- lo abrazó aún más fuertemente, mientras que el otro yacía ahí, extrañado por el comportamiento del joven.
- Lo siento, pero…no entiendo qué ocurre; aún así…te ayudaré a salir de aquí. Te lo prometo.- el pelirrojo correspondió aquel abrazo.- Haré lo que sea por ti.
Tiene tanta valentía como el Dios Dorminiano de la guerra, Daisuke; quizás deberías heredar ese gran nombre.- lo miró a los ojos pero ningún brillo apareció en sus ojos; tampoco sonrió.
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