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Enzo&Francé por Yuri

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Enzo & Francé
Por. Yuri

I

*~ *~*~*~*
Un frío atardecer hacia arribó sobre el inmenso cielo, estrellas pequeñas tintineaban caprichosas e inalcanzables, era invierno, época de unión y fraternidad, la preferida de Francé, por su abundancia de bocadillos y obsequios, las reuniones familiares y la noche buena.
Francé observaba a la gente detrás del vidrio frío de su ventana cerrada, mientras el auto en movimiento avanzaba por la avenida principal rumbo a casa después de otro día normal de trabajo. Al volante se encontraba uno de sus sirvientes, con su uniforme impecable y su gesto serio, nunca un intercambio de palabras, quizás el saludo cotidiano y el vehículo volvía a permanecer en silencio, a excepción del manoteo suave de sus dedos impacientes sobre la fina piel que recubría su asiento.
Tenia ganas de algo diferente, un poco de sabor a su vida, un ligero cambio. Cargar con un ilustre apellido en ocasiones era demasiado para …l, tener el tiempo contado para despertar y vestirse, el tiempo justo para entrar de junta en junta, no tenia un momento libre, para admirar al sol ponerse en el horizonte, pero tal vez no era la escasez de tiempo, ni de lo apretado de su agenda, sino era algo mas, porque tampoco era desagradable ser un La Romaine, era feliz con su familia, con sus amigos, solo pedía algo... o mas bien alguien...
- Detente... - pidió al chofer de repente.- ¡Detente!- exclamó al notar el desconcierto del hombre.
El auto paró de golpe, sin siquiera estacionarse, en medio de la confusión de su chofer y de los reclamos “floridos” de varios conductores, bajó del vehículo aprisa, sin importarle mucho el trafico, zigzagueó entre la multitud de gente en las aceras para quedar de frente al luminoso anuncio de letras cursivas, donde detrás del escaparate de la tienda, podía apreciarse la figura alta de un joven rubio.
Se quedó unos minutos así, contemplándolo, se sorprendió de su belleza etérea, jamás en su vida, había considerado a un hombre bello, definitivamente algo andaba mal con …l, lo cual confirmó al cruzar por su mente la desquiciada idea de entrar y conocerle. Estuvo a punto de diagnosticarse loco y echar mano de la cordura acumulada para momentos de locura como ese, pero no sirvió de mucho ya que solo unos momentos después se aventuraba a entrar.
*~ *~*~*~*

Revisó los estantes con cuidado, despojando el polvo acumulado en algunos rincones y lanzó el ultimo vistazo hacia la puerta, hacia varias horas que nadie se paraba por ahí... hacia varios días que ningún libro había sido comprado, era una mala época, las ventas disminuían y sus deudas aumentaban. Acomodó sus delgados lentes sobre su nariz afilada al tiempo que tomaba ese viejo tomo de poesía entre sus manos, la abrió en una pagina cualquiera e inició la lectura, siendo casualmente uno de sus versos favoritos.
- No te des por vencido ni aun vencido... no te sientas esclavo siendo esclavo. Trémulo de pavor piénsate bravo, y arremete feroz si estas herido...
Si una lección les había dejado su padre, era tener fuerza de voluntad, fe de roca, por eso estaba ahí, intentando levantar la pequeña herencia de su progenitor, esa librería de corte literario llamada “Dreams Paradise”, aunque la gente hubiera olvidado el deleite de las metáforas, de romances imaginarios, del olor a buen libro, el sentir de la textura áspera y gruesa de una pasta hecha de roble, aun así tenia toda su vida puesta en ese lugar.
- Ten el tesón del clavo enmohecido que ya viejo y ruin vuelve...
- Pedro B. Palacios... - lo interrumpió una cercana voz.
Un leve respingó de sorpresa y alzó la vista para toparse de frente, solo a un cuarto de metro, un ojo gris inspeccionándolo divertido, mientras su compañero se mantenía oculto bajo el cabello oscuro que caía sobre su rostro.
- Disculpe no lo oí entrar... - sonrió Enzo apenado, mientras colocaba el viejo libro en su sitio.- ¿Se le ofrece algo?.- cuestionó atento, a la espera de una respuesta afirmativa.
- Si... - respondió Francé alegremente.
Ese chico de cabellos azabaches y de corte extravagante, de traje sastre y aspecto elegante, le observaba entretenido, recorriendo el cuerpo perfecto de Enzo, su cabello rubio sujeto por detrás, los ojos verdeazules detrás de los espejuelos y ese suéter de cuello alto y pantalones casuales, que jugaban a disimular la delgadez de su cuerpo varonil. Permanecieron solo unos cortos momentos mas así, hasta que Enzo desvió la vista, no se sentía cómodo con la penetrante mirada grisácea puesta en …l, como si desease ver mas allá de sus ojos o hubiera descubierto algo oculto en ellos.
- ¿Qué tipo de obra buscaba?- dijo para sacar a su cliente del transe en que se encontraba y caminaba señalando las columnas de libros que se alzaban ante ellos.- Hay una gran variedad de...
- ¿Puedo preguntar tu nombre?- preguntó sonriente, como si esa mueca picara estuviera tatuada a su rostro, intentado sonar casual, pero distaba mucho de serlo, esa situación no era muy común en su perfecta vida.
- ¿Perdón?- se mostró aun más sorprendido, por la inesperada pregunta.
- Si, ¿Cuál es tu nombre?- insistió.
- No... no lo entiendo.
Perfecto, se recriminó Francé mentalmente, ahora tenia a un rubio desconcertado y seguramente creyéndolo un maniático sexual, agachó la mirada y oculto las manos frías en los bolsillos.
- Aun no tengo decidido lo que comprare... echare un vistazo- sonrió mientras se disponía a recorrer los pasillos en busca de algo. Seria mejor no ser tan directo, sino quería ser considerado un demente.
- Esta bien... pero si requiere ayuda no dude en llamarme.- Enzo le regaló su mejor sonrisa comprensiva y se colocó tras el mostrador, pensando que seguramente había escuchado mal.
Las figurillas de cristal cortado, colgadas justo en la entrada sonaron con el viento nocturno al abrirse la puerta de improviso, dando paso a una pequeña figura de rubia cabellera, que con brazos extendidos y piernas ágiles se dirigía a abalanzarse sobre el chico de anteojos.
- ¡Hola!- gritó la chiquilla, antes de ser recibida en un fuerte abrazo.
- Hanna, ¿Qué haces aquí?- preguntó inclinándose para quedar a su nivel.
Francé quedo atónito ante la escena que se desarrollaba entre la pequeña y el apuesto vendedor de libros, sin dudar esa niña era algo del vendedor, ya que físicamente eran muy parecidos, acomodó su caro abrigo y se dispuso a ser solo un observador mas, en la seguramente reunión familiar, ocultándose sagazmente tras el estante de cuentos de horror y quitando uno de los textos para espiar mejor.
- Discúlpanos Enzo, Hanna insistió en que pasáramos por ti y como nos encontrábamos cerca... - dijo Kate desde la entrada, con su ya típica sonrisa apagada, en un fallido intento de lucir contenta.
- Esta bien, solo atiendo a mi cliente y nos vamos a casa ¿Te parece Preciosa?- se dirigió a la infante con tono mimoso.
- ¡Sí!- festejó la pequeña plantándole un dulce beso en la mejilla.
- Te esperaremos en el auto- dijo la chica antes de salir nuevamente con Hanna de su mano.
Francé lo miró entretenido, por lo menos ya sabia su nombre, “así que te llamas Enzo” pensó, ahora solo quedaba averiguar si esa mujer y esa niña eran su esposa y su hija respectivamente.
- Bonita familia... - comentó regalándole su mejor sonrisa, si es que era posible.
- Gracias, mmm ¿Ya se decidió por algún libro?- cuestionó interesado, intentando disimular la extraña sensación que le ocasionaba la continua mirada del hombre frente a …l.
- Sí... bueno mas bien... no.
- ¿No?- preguntó confundido.
- Bien, le explicare, necesito una recopilación de cuentos... Ahhh árabes, eso es árabes... - dijo de la nada, ciertamente su etapa de conquistador estaba pasando, ya que no tenia una buena idea en mente, por lo menos no una que no pareciera una estúpida excusa de preparatoriano, pero claro, ¿Qué experiencia se le podía exigir a un Don Juan fuera de practica?
- Tengo varios, tal vez...
- Mejor vuelvo mañana... así yo veo con calma y tu pues ir a casa con tu esposa y tu hija. ¿Te parece?
- Ellas, son mi cuñada y mi sobrina- aclaró sin pensar, definitivamente hablaba sin razonar antes, ¿Por qué tenia que ponerse a dar explicaciones a un completo desconocido, además con conducta irregular?.- Lo espero mañana entonces, tengo libros muy buenos y de gran calidad.
- Bien, nos vemos mañana.
Se despidió con su habitual sonrisa “tengo la vida perfecta”, mientras daba la vuelta y salía en silencio. Enzo lo vio partir mientras apagaba las luces del establecimiento y se disponía a cerrar.
- Que hombre más raro... - murmuró para sí, sin poder evitar seguirlo con la mirada hasta su salida.
*~ *~*~*~*

- Sr. La Romaine, me tenia preocupado... - dijo el chofer llegando a su encuentro al verlo salir de la pequeña librería.
- Ah, lo siento Basil, vamos a casa.- dijo sin cambiar su semblante despreocupado, dirigiéndose hacia el auto estacionado unas cuadras mas allá.
- Sí, Sr.
Continuara...

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