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Gotta be Somebody por DraculaN666

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Notas del capitulo:

Odios las secuelas, las odio con todo el alma...

Pero dije que haria una segunda parte ¡Y aquí está! Nadie puede decir que no cumplo con lo que prometo (????)

Gracias a LadyHenry, como siempre, por betear la historia y perdonar mis horrores ortograficos, mis incoherencias y ser la que me termino ayudando a darle fin (?) a está historia.

Cualquier parecido con la realidad es cohincidencia, el incesto no existe y es sólo un mito (???????)

.___________.

La mujer estaba sorprendida. No comprendía ese cambio de actitud tan radical en sus sobrinos. No es que le molestara ni nada por el estilo, pero no podía pasar por alto el hecho de que las cosas estaban un poco extrañas desde hace unas semanas.

Los dos chicos, que la mayor parte del tiempo se la pasaban discutiendo o ignorándose, sí bien no tenían una relación muy íntima, por lo menos se le podía llamar cordial. No se evitaban como antes, se saludaban como dos seres civilizados y las comidas familiares de los fines de semana ya no estaban cargadas de tensión como anteriormente. Aunque se sentía una tenue capa de nerviosismo, era algo que podían sobrellevar con normalidad y armonía.

Su alegría y la de su esposo no podía ser mayor, aunque encontraran algo extraño todo eso, no se quejarían y disfrutarían de la paz que ahora reinaba en la casa y se despedirían del carpintero que siempre arreglaba las puertas cada dos o tres semanas. También, viendo que el cumpleaños de Josh estaba muy cerca, podía por fin cumplir su sueño de pasar una agradable velada familiar todos juntos, sin la amenaza de que los dos chicos en cualquier momento comenzaran a insultarse o golpearse, nada podía ser más perfecto que eso.

— Olvídalo tía. —Dijo Zack de manera definitiva.

— Vamos Zack ¿qué te cuesta? Hazlo por mí. —La mujer puso su mejor cara de chantaje.

— Que ya no nos estemos matando no significa que seamos amigos o que nos tengamos tanta confianza.

— Venga ya, sólo es un pequeño favor, no te afectara en nada. —Volvió a insistir.

— Está bien, pero vete mentalizándote para el no rotundo que me dará. —Se rindió por fin el menor, levantándose de su lugar y yendo al cuarto de su hermano.

— ¡Por eso te quiero tanto!

Zack no respondió a eso y simplemente continuó su camino.

Su tía le acababa de pedir que convenciera a su hermano para que pasara su cumpleaños con ellos, no todos los días cumple uno la mayoría de edad, o algo así había dicho como excusa. La verdad, dudaba de que con sólo pedirlo su hermano accediera, y más si se lo pedía él. Pero nunca sabía decirle no a esa mujer y seguramente ella estaba aprovechándose de eso, pues Josh tenía muchas formas de persuadirla a ella y a su tío. Aunque el mayor error, volvía a repetir, era mandarlo a él, pues no había ninguna diferencia, al final, si no quería aceptar la idea, no lo haría y punto.

Alejó sus pensamientos al llegar frente a la puerta del mayor. Respiró hondo y tocó, como si se preparara mentalmente para la guerra. Admitía que las cosas estaban mejor desde San Valentín, pero no por eso se habían convertido en los mejores hermanos, más bien fingían que nada había sucedido y volvían a sus rutinas, aunque esta vez ya no eran tan hostiles sus encuentros, eso debía admitirlo.

Sin embargo, para Zack era muy difícil olvidar todo de golpe y fingir que nada había sucedido. Sus labios quemaban ante el recuerdo del beso y la indiferencia le lastimaba mucho. Sabía que no podía pedir nada a cambio o esperar que avanzaran en ese sentido, pues eran hermanos. Pero eso a él no le importaba, y se moría por saber la razón por la cual Josh le había besado, saber si había sido sólo un momento de debilidad, si de alguna forma bizarra e imposible, quizás sintiera lo mismo que él.

Se rió ante ese pensamiento y tocó nuevamente la puerta. Era inútil darle vueltas al asunto. Seguramente fue algo que surgió en el momento, su hermano se arrepentía de ello y lo había olvidado. Por doloroso que eso sonara, así debían de ser las cosas.

— ¿Qué quieres? —La voz de su hermano logró sacarle de sus pensamientos.

— ¿Podemos hablar? —Preguntó nervioso. No podía evitarlo, la presencia del mayor siempre lograba los mismos efectos en él.

— ¿Y qué se supone que hacemos? —Volvió a decir su hermano de manera cortante.

— Bueno, yo… —Se quedo callado un momento, pensando en qué diría.

Estaba a punto de sufrir un ataque de nervios. El  tono cortante o agresivo de su hermano lograba aterrarle ¿cómo se suponía que hablaría con él en ese estado?

Inhaló y exhaló varias veces, tratando de darse un poco de valor y procurar no tartamudear.

— Mi tía ha dicho que le gustaría que pasáramos tu cumpleaños en familia. —Susurró con la cabeza gacha.

— ¿Y?

Mierda, mierda, mierda. Repetía en su mente. Su hermano sólo le estaba complicando las cosas y a ese paso lograría molestarlo lo suficiente como para volver a pelear. Eso no le parecía buena idea, por fin había algo de paz en esa casa y no era ni el momento ni la razón adecuada para exaltarse. Así que, no muy convencido, decidió volver a hablar.

— Pues quiere que no hagas planes con tus amigos o… novia. —Dijo la última palabra en voz más baja, apenas audible, como si no le gustara pronunciarla. — Y que salieras con nosotros, que ella luego te dejaría salir a celebrar hasta tarde.

Bien, quizás lo último era mentira, pero su tía le debía una por hacerle pasar por eso, así que tendría que acceder o ella sería la que lidiaría con el problema. Él se lavaba las manos del asunto.

Por otra parte, Josh estaba tratando de tranquilizarse, estaba enojado por los últimos días en la escuela y no era un buen momento, ni siquiera había pensado que pronto sería su cumpleaños. Aunque lo verdaderamente importante era la reacción de Zack. No le gustaba esa actitud temerosa que mostraba el menor, y trataba de hacer algo al respecto, pero éste no ponía de su parte llegando en momentos tan inoportunos.

— Ya he hecho planes. —Soltó de pronto, sin saber por qué sí realmente era una mentira.

— Aún puedes cancelarlos. —Agregó el menor.

— ¿Y sí no quiero?

El de ojos verdes levantó el rostro, topándose con el azul intenso en la mirada de su hermano mayor.

Seguramente saldrá con su novia de turno. Pensó abatido y sus ojos no lograron ocultar la desilusión que ese pensamiento le causaba.

— Bueno… como quieras. —Se rindió por fin. Por lo menos lo había intentado y su tía no se podía quejar de eso, que su hermano se negara era lo más obvio desde el inicio.

Apunto de dar media vuelta, Josh lo detuvo, haciendo que le mirara de nuevo.

— Está bien, pasaré todo el día con la familia, pero dile a mi tía que tendrá que dejarme salir hasta tarde el próximo fin de semana. —Lo soltó del brazo y cerró la puerta de su habitación, dejando a un Zack algo confundido.

¿A qué venía un cambio tan repentino de actitud? Decidió no darle mucha importancia al asunto, su hermano había aceptado y eso era más que suficiente. Aunque ahora debía convencer a su tía de que le dejara salir, seguro que no se negaría ante el pedido.

 

— ¿De verdad aceptó pasar el día con nosotros? —Pregunto incrédula la mujer.

— Sí tía, es lo que acabo de decir. —Respondió el menor resoplando con exasperación.

— No me lo creo ¿cómo lo has logrado?

— Muy simple, el próximo fin de semana tendrás que dejarlo salir hasta la hora que él quiera.

— ¿Qué te hace suponer que haré eso?

— Ni idea, si no lo haces ya será tu problema, yo cumplí con lo que me pediste, me lavo las manos del problema. —Le sonrió inocentemente a la mujer, levantándose de la mesa donde se encontraba comiendo unas galletas y tomando el café con leche que la mujer le había ofrecido.

— Qué conveniente. —Bufó la mujer, levantando los platos de la mesa.

El menor sólo volvió a sonreírle, saliendo de la cocina y tomando su chaqueta que se encontraba en el sofá.

— Saldré un momento. —Avisó desde la puerta.

— ¿A dónde vas? —Se escuchó la voz de la mujer desde el interior.

— Por ahí, por acá. —Rió tontamente. — No tardo. —Y salió definitivamente de la casa.

— Este niño. —Suspiró la mujer. — Se aprovecha de que tiene encanto ¿no crees Josh? —Miró al joven que bajaba las escaleras.

— Supongo. —Contestó cortante.

— Hay cosas que no cambian. —Susurró abatida la mujer, viendo que a pesar de todo, el comportamiento del mayor no había mejorado del todo.

Por lo menos era un progreso que aceptara salir con ellos, por eso mismo no presionaría mucho, ya tenía bastante con su cara de mal follado –según la expresión de su adorado sobrino menor- como para provocarle un enojo.

Josh, por su parte, veía poco agradable el comportamiento de su hermano menor. Eso de salir sin concretar a dónde iba no le daba buena espina. ¿Quizás había vuelto con su novia? La mujer le había estado marcando los últimos días, y aunque Zack se negara a verla o a entablar una conversación por más de cinco minutos, la joven era bastante persistente y a ese paso terminaría convenciendo a su hermano de volver con ella. Le molestaba mucho la conducta tan pasiva del menor, aunque sabía que en parte era  culpa  suya debido a su comportamiento, pero estaba a dispuesto a cambiar esas cosas y muchas más.

 

Zack caminaba sin mucho ánimo, Wendy seguía insistiendo con volver y la situación le estaba superando. Era más que obvio que no tenía ninguna intención de volver con la chica, pero la mujer no podía, o mejor dicho, no quería comprender. ¿No fue ella la que dijo que él se arrastraría de regreso?, Entonces ¿por qué se mostraba tan persistente? Esa sería la última vez que hablarían del tema y de frente dejaría las cosas claras. Suficiente tenía con saber que al día siguiente saldrían todos como una “familia feliz”, no necesitaba más presión en su vida. De sólo pensar en que pasaría todo el día con su hermano, como cuando eran niños, se frustraba enormemente, lo único que lograba era recordar una y otra vez que eran hermanos, cosa que le llevaba a la resignación.

Suspiró abatido. ¿Qué más podía hacer? Al final los dos terminarían por diferentes caminos, casados, con hijos y recordando viejos tiempos, añorando el tiempo de su niñez, riendo de las peleas que tenían y escondiendo de todos, incluso de ellos mismos, ese beso que compartieron aquella noche lluviosa. Enterrando cualquier sentimiento que pudieran tener porque eran hermanos.

No quería nada de eso, el sólo pensar en su hermano casado con una mujer, alejándose más y más de él le angustiaba. Pero así eran las cosas ¿no? Esa era la forma correcta en la que todo debía terminar y no podía interferir en nada eso.

 

Ya eran las nueve de la noche cuando Josh escuchó que su hermano llegaba. Se encontraba en su habitación, pensando. Últimamente era lo único que podía hacer. Sus amigos le notaban distante, cambiado. Ya no salía con mujeres como solía hacer siempre, se mantenía retraído y abstraído en sus pensamientos. ¿Qué les iba a decir? “Verán, creo que estoy enamorado de mi hermano.” Sí claro, y después de tacharle de inmoral homosexual dejarían de hablarle el resto de sus vidas. No es que le importara realmente, pero no era algo que debiera andar divulgando por el mundo. Primero tenía que poner en orden sus ideas.

Lo que sí tenía muy claro, es que por ningún motivo permitiría que Zack volviera con esa arpía de mujer. Muchas veces pensó en decirle en cómo Wendy se le insinuaba cada vez que la mujer iba a visitarlo, en cómo le había hecho considerar el salir con ella, después de dejar a Zack, claro está.

No estaba tan desesperado como para caer tan bajo y tampoco llegaría tan lejos como para quitarle a su hermano la novia. Lo mejor era quedarse callado, estaba casi seguro de que el menor no regresaría con ella, porque… no lo haría ¿verdad?

Trató de alejar esos pensamientos, sólo le enfurecían más y la hora en la que había llegado el otro no le ayudaba en nada. ¿Y si regresaron? ¿Qué podía hacer entonces?

Desde aquel día no podía dejar de pensar constantemente en lo que había pasado, en la imagen de su hermano llorando. El tacto de sus labios, su cuerpo esbelto y desnudo. Tan frágil y hermoso. Y era suyo, nadie cambiaría ese hecho, ni sus tíos, ni siquiera el mismo Zack. Desde hace mucho tiempo, su hermano era suyo y de nadie más.

Y, por supuesto, haría algo al respecto.

Más calmado y con sus pensamientos un poco más despejados, se dispuso a dormir.

 

Al día siguiente era sábado. El cielo estaba despejado y una ligera brisa soplaba en la ciudad, dándole a la mañana un toque muy agradable.

La tía de los chicos irrumpió en la habitación del mayor con una bandeja en las manos, donde un humeante y recién hecho desayuno se dejaba ver bastante apetitoso.

Josh agradeció con una sonrisa tímida por la inusual atención y se dispuso a comer, después de que la mujer depositara un suave beso en su frente seguido de un “feliz cumpleaños.”

Desde la puerta su tío le sonreía cariñosamente deseándole igualmente un buen cumpleaños, acompañando a su mujer después de que  abandonara la habitación.

Supuso que Zack aún no se había levantado. Le restó atención al asunto y se dispuso a desayunar. Iba a ser un día bastante largo y quería comenzar de buena manera porque, quizás, al final del día podían torcerse las cosas, todo dependía de cómo manejara el asunto.

Paciencia. Se dijo a sí mismo llevándose la comida a la boca. Ese era su mayor problema. No tenía mucha paciencia y generalmente terminaba arruinando todo por su mal temperamento. Pero en esta ocasión tenía que controlarse y dejar que las cosas fluyeran si quería tener a su hermano entre sus pequeñas y sádicas manos.

Con una sonrisa de satisfacción, continuó con su comida, más alegre de lo que jamás había estado.

 

Para Zack el día paso de manera lenta. Una breve felicitación a su hermano después de despertarse, sin muchos roces, simplemente diplomacia y modales. Notó la incomodidad de su hermano mayor ante su frialdad, pero no quiso entrar en detalles. El resto del día sería una caminata, todos juntos por el parque, después regresarían a la casa para arreglarse y, finalmente, ir a cenar a un lujoso restaurante de la ciudad. Le parecía algo sosa toda esa celebración, pero no era quien para poner en duda los métodos de sus tíos.

A las siete en punto los cuatro se encontraban frente al restaurante. Los dos jóvenes observaban con asombro lo ostentoso del lugar.

— Se ve tan bonito. —Alabó la mujer, observando el enorme jardín iluminado del lugar y la enorme fuente que se encontraba justo en medio.

— Se ve tan… caro. –Dijo Josh, creyendo que era demasiado lujo para un simple cumpleaños.

— No te preocupes por eso querido, tu tío movió un par de hilos y logro que nos hicieran un fabuloso descuento, hasta podrán ingerir alcohol todo lo que quieran. Tú no Zack, aún eres menor.

— ¡Tía! –Replicó el menor, nada contento con esa decisión.

— Vamos mujer, que tanto es tantito. —Salió su tío en su defensa.

— Pues si recordaras tus días de juventud, sabrías por qué me opongo.

— Sólo un poco, tía, yo me encargo de que no se exceda demasiado con el champagne. —Josh sonrió burlón, viendo la expresión fastidiada de su hermano.

— ¿Y quién se encargara de ti? —Suspiró resignada—. De acuerdo. —Aceptó finalmente—. Pero más vale que sean moderados, no quiero llevarlos a casa en coma etílico.

— Dramatizas mucho tía, ni que fuera yo un alcohólico en potencia.

— Pues te diré querido, puede que lo lleves en la sangre. —Miró con resignación a su esposo.

— A mí no me eches la culpa. —El hombre se lavó las manos del asunto y comenzó a caminar para ingresar al lugar, seguido de su familia.

 

La cena fue bastante amena. Platicaban de todo un poco, recordando viejos tiempos, añorando aquel de cuando los jóvenes eran niños, la tía soltaba un par de lágrimas diciendo lo mucho que habían crecido en tan poco tiempo, que cuando menos se lo esperaran terminarían la universidad, tendrían novias, se casarían y harían sus vidas lejos de ellos, teniendo niños a los que cuidar y esas cosas que se suponía que tenían que pasar.

Sin embargo, cada palabra dicha por la mujer era como una dolorosa puñalada en el corazón de Zack, pensarlo por su cuenta era una cosa, pero que alguien más lo dijera casi como una afirmación, como si eso fuera lo que tenía que pasar sin que ellos pudieran negarse, era tan doloroso e insoportable, que con mucha fuerza de voluntad ahogó el grito desesperado que quería dejar salir para callar esas palabras.

No podía hacer nada contra ello. Sus propios sentimientos eran inmorales, una sola palabra sobre el asunto desataría el caos total entre sus familiares. Le verían como una aberración, un enfermo al que no dudarían dejar de lado.

Dio un largo trago a su bebida, su garganta se sentía seca y áspera, comenzaba a considerar seriamente en pedir algo con alcohol, uno lo suficientemente fuerte para hacerle perder la razón, que le borrara la memoria y le hiciera sumirse en la ensoñación de la ebriedad, sólo así lograría sentirse mejor.

Pero no era mucho de beber, en realidad no le gustaba el sabor amargo de las bebidas y era débil ante sus efectos. Una sola copa bastaría para embriagarle. Seguro que si le llevaban sidra también le haría efecto. Así que se conformó con su refresco, dándole largos sorbos, tragándose todos sus comentarios.

Por supuesto, toda su conducta no pasaba desapercibida para su hermano. Quizás sus tíos eran demasiado lentos para tomar en cuenta al menor y  cómo la plática le ponía ansioso, como si quisiera rebatir alguna de las palabras dichas. Sentía mucha curiosidad por sus reacciones y quizás estaba algo ¿esperanzado? No sabía, pero sentía deseos de interrogarle y sacarle hasta el más íntimo de sus secretos. Después… después simplemente pasaría lo más obvio, borraría de su mente cada palabra dicha por su tía y le haría saber que todo se puede con un poco de esfuerzo.

Ya habría tiempo para eso, de momento tenía que seguir con el momento familiar, en un momento más oportuno hablaría con su hermano y, de paso, cobraría su regalo de cumpleaños.

Sin embargo, el ameno momento de la familia se vio abruptamente interrumpido.

— Buenas noches. —Saludo Wendy, la ex de Zack.

Mierda. Fue el primer pensamiento que paso por la mente del joven al observar a la rubia frente a ellos.

De todos los malditos lugares en los que podían encontrarse ¿por qué justamente ahí? No, aún más importante ¿por qué justo ese día? Dios debía odiarle mucho para ponerle en una situación tan comprometedora, no le había dicho a sus tíos que había terminado con la joven y ella sabía bien cómo ganarse el afecto de las personas.

Recordaba vagamente  una vez que su hermano la había llamado zorra manipuladora. La cara de indignación de la mujer fue de fotografía, pero como el buen novio que no era, tenia que defenderla, lo que provocó una de las tantas peleas que tuvo con Josh, a pesar de que estuvo a punto de partirse de risa por el comentario.

Céntrate Zack. —Se dijo al darse cuenta de que estaba por reírse ante sus recuerdos— ¿Ahora que carajos hago?

— Buenas noches, querida. —Saludó amablemente su tía—. Qué milagro que te vemos, Hace tiempo que no habíamos tenido contacto.

— Sí, bueno, han ocurrido ciertas cosas… —Observó de soslayo al joven de ojos verdes, que simplemente la miró de mala manera, imaginando lo que tenía en mente— Pero eso es otro tema ¿qué les trae por aquí?

— Es el cumpleaños de Josh, ya es totalmente legal en el país. —Contestó el hombre por su mujer, se notaba ya bastante pasado de copas y muy eufórico ante la idea de que su “vástago” fuera todo un hombre.

— ¡Oh! Muchas felicidades Josh. —Dirigió esta vez su mirada al mayor de los hermanos.

Por su parte, los ojos azules del cumpleañero la miraron de una manera desgarradora. Zack juraría que si las miradas mataran, Wendy estaría hecha pedazos en el piso. Eso le hizo sentir bien, más seguro de sí mismo en ese momento al ver la aterrada mirada en el pálido rostro de la rubia, que disimulaba no darse cuenta de todo el odio que el mayor le profesaba.

— Gracias. —Fue la simple respuesta que obtuvo por parte del moreno, que se concentró nuevamente en su cena.

— Zack ¿podemos hablar? —Desvió sus ojos hacia el mencionado, tratando de olvidar la escalofriante mirada de la que fue víctima. No entendía el porqué de esa reacción, pero creía que era mejor no indagar en esos detalles.

— Ya hemos hablado Wendy, el resultado siempre será el mismo.

— Zack, por favor, sólo escúchame o lo diré frente a tus tíos.

El joven se tensó. Lo que menos deseaba era hacer una escena dramática frente a sus tíos, pero tampoco quería pasar por lo mismo que las últimas veces que hablaron. Palabras lindas, varias disculpas, negaciones rotundas y, al final, muchos insultos.

No era el mejor día para algo como eso. De hecho, pensándolo mejor, ningún día era bueno para eso, ¿quién quiere estar viviendo constantemente rodeado de dramas? Su vida ya era lo suficientemente dramática junto a su hermano como para agregarle a la ecuación esa molesta mujer.

Aún se preguntaba cómo terminaron siendo novios, seguramente era alguna fan loca de su hermano que vio la posibilidad de acercarse  siendo la novia de su hermano pequeño. Qué retorcidas mentes tienen las mujeres, aunque al parecer jamás le hizo caso, pues nunca se llevaron bien del todo, si mal no recordaba fueron varias peleas las que tuvo con Josh por causa de Wendy.

Ahora le daría toda la razón a su hermano, esa mujer era una zorra manipuladora.

Joder, Zack, regresa a la tierra y enfócate en el tema. —Volvió a recriminarse, se le estaban yendo demasiado los pensamientos en divagaciones sin sentido.

— ¿Zack? —Llamó la mujer al sentirse ignorada.

— Hoy no es un buen día, ni un buen momento. Quizás en otra ocasión. —Hizo un énfasis especial en el quizás.

— Vamos Zack, no puedes negarte a arreglar tus problemas con ella, todo tiene una solución —agregó su tía, hablando como si supiera a ciencia cierta  la situación.

— Ha dicho que no, tía. —Intervino Josh.

Podía soportar las insistencias de la ex de su hermano, pues ya tenía confirmado que éste no caería nuevamente en su juego, también podía tolerar el hecho de tener indigestión con la sola presencia de esa rubia y tratar de no regresar su comida al escucharle arrastrase ante su hermano. ¿No fue ella la que  terminó? Entonces ¿a que viene el drama? Admitía que el menor era alguien encantador, amable, servicial, aunque de carácter tímido, pero no por ello introvertido. Era bastante social y la mayoría de las personas que conocía lo querían mucho.

Estúpida ella por dejarle ir.

Lo que no soportaría es que su tía se metiera en medio. Si algo tenía seguro es que su hermano era demasiado condescendiente con sus tíos y con la suficiente insistencia de su parte, cedería ante sus caprichos.

— Hijo, sólo quiero que tu hermano haga las paces con Wendy, es una chica encantadora y las cosas no pueden terminar de una manera tan angustiosa.

Bien, la paciencia de Zack se estaba agotando. ¿Terminar de una manera angustiosa? Decía como si realmente supiera lo que había pasado. Esa mujer podía ser algo lenta.

Lo más preocupante era esa mirada llena de ira en el rostro de su hermano, a ese paso tomaría a las dos mujeres y las tiraría  al puente más cercano.

— Querida, mejor no te metas en los problemas de los jóvenes. —Habló el hombre mayor, deteniendo el próximo comentario de su esposa.

¡Gracias! Pensaron los dos jóvenes a la vez. A pesar del alcohol su tío mantenía un poco de razón en su mente y, aunque pareciera increíble, con sus palabras la mujer se mantendría al margen del asunto.

— Bien, si no quieres hablar en privado, lo diré aquí. —Puntualizo Wendy, harta de ser ignorada y de la resistencia por parte de Zack.

Nunca se había negado a nada de lo que le pedía. Nunca le llevaba la contra y mucho menos le rechazaba de una manera tan contundente. Y eso no le gustaba en  absoluto.

— Estoy embarazada. —Dijo por fin, después de observarles un largo rato.

Todos trataron de procesar la información, muy a su manera.

Josh comenzó a atragantarse con la comida y pensó, muy seriamente, en el hecho de moler a golpes a esa mujer por semejante estupidez. Sus tíos quedaron petrificados, observando con incredulidad a Zack. Éste, por el contrario, después de escuchar las palabras de la mujer y procesarlas de manera correcta, comenzó a reírse con ganas, como si le acabaran de contar el mejor chiste del mundo.

— Estás loca. —Sentenció una vez recuperado.

— ¿Qué has dicho? —Wendy no podía creerse que esa fuera la respuesta de Zack.

— He dicho que estás loca y, por lo que veo, también sorda. —Se levantó del lugar, observando a su alrededor y dando gracias de que nadie en el lugar reparara mucho en su plática.

— ¿Cómo te atreves? ¿Sabes lo que significa lo que he dicho?

— Sí. Significa que eres una zorra. —Sonrió con insultante alegría al ver la sonrisa discreta en el rostro de su hermano— En primera… —Agregó al ver que la mujer se preparaba para berrearle algún insulto-sólo tuvimos sexo una vez, hace tres meses y aún no se ha comprobado que besar embaraza, por lo que, en el caso de que realmente lo estés, el niño no es mío. —Casi disfrutó el rostro aterrado de la mujer—. Y, por si no te diste cuenta en el momento, use un condón que no tenían ningún problema, no se rompió y, con mucho pesar, a penas pude terminar.

El silencio en la mesa era casi asfixiante. La rubia no sabía qué más decir, se sentía tan humillada de que su “plan” se le saliera de control. Lo que realmente quería no era de esa manera, pero al ver el nuevo carácter que había adoptado Zack, todo se le había ido de las manos. Por otra parte, los tíos de los chicos estaban completamente anonadados. Jamás imaginaron que la dulce chica que conocían fuera realmente una hipócrita de esa calaña. Y, aparte de todo, esa nueva actitud que había adoptado su sobrino era algo insólita, como si no fuera realmente él o, por el contrario, fuera su verdadero yo, uno que siempre había dejado muy dentro de su mente.

Josh bebió un largo trago de su bebida, deleitándose con cada detalle de la escena.

— A tu salud hermanito. —se dijo a sí mismo, levantando ligeramente su copa y dándole un nuevo trago.

Amaba con locura ese carácter tan explosivo que guardaba muy dentro de él y sería todo un deleite explorar cada una de las facetas que tenía escondidas. Con tiempo y paciencia todo se podía.

Después del incómodo silencio, Wendy tomó la copa que Josh tenía en su mano, que contenía una colorida bebida amarilla y roja, y la vació sobre Zack. Dio media vuelta y se perdió entre las personas que pululaban en el lugar.

Zack se quedó quieto, sin expresar ninguna sorpresa o disgusto por la acción de la chica, mientras su hermano se debatía entre ir tras la mujer y, realmente, asesinarla de forma lenta y dolorosa, o pedir una nueva bebida.

El menor saco una pequeña cereza del bolsillo de su saco de vestir, que anteriormente se encontraba dentro de la bebida de su hermano. La observó curioso, tan roja y brillante. La metió en su boca, teniéndola curvada en una sonrisa burlona.

— Disculpen la escena, pero ya saben, no sé lidiar con mujeres, sin ofender tía. Si me permiten, iré al baño un momento. —Sin esperar respuesta, dio media vuelta y se alejó de la mesa.

Su hermano mayor observó cómo se perdía entre las mesas, diciéndole algo a un mesero en voz baja, que le observó algo curioso por la humedad de su ropa, para después perderse en el sanitario de caballeros.

— Iré a ver cómo está. —anunció a sus tíos, que sólo asintieron débilmente con la cabeza.

Se levantó de su silla y siguió el camino que momentos antes su hermano había caminado.

La tía de los jóvenes no terminaba de comprender qué había ocurrido ahí, era demasiada información en tan poco tiempo.

Vio con insistencia la bebida de su marido y se planteó muy seriamente el hecho de alcoholizarse hasta comprender lo que ocurría. Tomó el vaso, dio un largo trago hasta terminar el contenido y, un poco más calmada, llamó a un mesero pidiéndole un whisky… doble.


Zack se observó curioso en el espejo. Se sentía pegajoso por la bebida y el olor dulzón de la misma comenzaba a marearle.

Sex on the beach. —Recordó divertido el nombre tan peculiar.

Abrió la llave del agua, mojó sus manos y las pasó por su rostro, tratando de quitar parte de la bebida. Humedeció su cuello y dio por caso perdido su camisa.

A pesar de todo se sentía alegre, renovado, como si un gran peso se le hubiera quitado de encima por fin, haber dejado en su lugar a esa mujer… No es que la odiara, ni mucho menos. Pero su relación siempre se basó en encuentros extenuantes, donde ella hablaba sin parar por horas, él le dedicaba débiles asentimientos con la cabeza y algún par de cortantes monosílabos. La única vez que tuvieron sexo ni siquiera lo disfrutó, era su primera vez y no se sentía realmente excitado. Al final tuvo que pensar en su hermano desnudo para poder tener una erección decente y cumplir la demanda de la mujer.

Y, ahora que lo recordaba, una enorme sonrisa se formó en su rostro. Seguro que él tampoco se esperaba esa actitud de su parte. Siempre tan correcto y amable con todas las personas y, de la nada, cambiar su forma de ser sólo porque estaba harto de que le trataran como un sirviente, que cumplía cada orden impuesta.

Las únicas veces, que él pudiera recordar, donde se había dejado llevar por sus emociones, estallando y dejando ver cómo realmente era su forma de ser, era cuando peleaba con su hermano. En esos momentos, a pesar de todo, se dejaba llevar por la adrenalina, como si todas las emociones acumuladas encontraran una vía de escape mediante los golpes y los insultos que se dedicaban.

Quizás, si lo analizaba un poco, tenía más en común con su hermano de lo que podía ver. El carácter no estaba muy lejos de ser el mismo, pero cada quien sabía manejarlo a su, muy bizarra, manera.

La puerta del sanitario se abrió, sobresaltándole al encontrarse tan ensimismado en sus pensamientos.

— Vaya escena la que han montado. —Fue el primer comentario que hizo Josh, caminando lentamente hacia su hermano, después de asegurar la puerta.

— Será mi karma. —Contestó con simpleza.

Continuó con su vano intento de asearse un poco, pero ahora se encontraba húmedo y algo incómodo por la sensación que le producía el líquido de la bebida que se había colado por su pecho.

— Luces fatal. —Volvió a hablar el mayor.

— Me he visto peor ¿no crees? —Le dedicó una sonrisa divertida, comenzando a desabotonarse la camisa para limpiar el resto de su cuerpo.

Josh vio eso con una mirada cargada de lujuria, el menor le estaba tentando y ni se daba cuenta de sus acciones. Se acercó sigiloso hasta quedar tras él y, con movimientos hábiles, retiró las manos de su hermano de los botones y continuó él con la tarea de quitársela.

— Creo que luces bastante sexy. —Susurró en su oreja, acariciando con su aliento el cuello de Zack.

El menor se estremeció por las palabras y las acciones de su hermano. Se tensó un momento, pues la cercanía y la intimidad del momento le ponían bastante nervioso.

— No sé cual será tu definición de sexy, pero sin duda en estos momentos esa palabra no me va. —Trató de zafarse de los brazos de Josh, pero éste logró colar sus manos y acariciar el pecho ahora desnudo de Zack.

— Tu definición y la mía están muy lejos de parecerse algún día. —Siguió acariciando su pecho, bajando por su vientre donde hizo pequeños círculos alrededor del ombligo.

Por fin, al darse cuenta de que realmente no le molestaban para nada las caricias de Josh, al contrario, las disfrutaba enormemente, Zack se dejó hacer soltando un suspiro de satisfacción cuando uno de los dedos del mayor trazó el recorrido de una gota de agua que resbalada por su pecho, subiendo desde su ombligo hasta uno de sus pezones, donde continuó con las caricias. Un gemido se escapó de sus labios cuando el mismo dedo, acompañado de otro, atrapó el botón de carne, apretándolo ligeramente hasta dejarlo erecto.

Los dos sabían que estaba mal, no sólo por el hecho de ser hermanos, se encontraban en un lugar público, donde cualquiera podría entrar de un momento a otro y encontrarles en esa posición tan comprometedora.

Pero, siendo sinceros, en ese mismo momento les valía mierda lo que pasara. Zack disfrutaba enormemente de encontrarse entre los brazos de su hermano mayor, siendo acariciado de esa forma tan sugerente, torturando su pecho y su entrepierna, que casi suplicaba ser liberada y atendida. Por su parte, Josh sentía que perdería el control en cualquier momento, pues tener al menor entre sus brazos, sumiso a sus deseos y soltando esos débiles gemidos que le ponían tan caliente, no le ayudaba a pensar con claridad.

Absortos en su mundo, tan concentrados en las sensaciones que embargaban sus cuerpos, unieron sus labios en un beso, ése que habían deseado desde hace semanas, o quizás más tiempo.

Zack ladeó lo más que pudo la cabeza hasta encontrarse con la de su hermano. No era una posición cómoda, pero no quería que esas manos dejaran de tocarle. La lengua de Josh invadió su boca, encontrándose con la suya. Se acariciaron suavemente, temerosas aún de un posible rechazo, pues cualquiera podría entrar en razón en ese momento y alejarse sin más. Pero eso no sucedió, continuaron el beso, de forma más apasionada, sin resistirse más a eso que sentían.

Josh, perdiendo completamente el juicio, volteó a su hermano hasta quedar de frente. Le tomó firmemente de los glúteos y le subió al lavamanos, acomodándose entre las piernas de Zack. Éste, sorprendido por la acción, soltó un gemido que se ahogó en la garganta contraria. Rodeó con sus brazos el cuello del mayor y profundizó el beso, llegando cada uno a lo más profundo de la boca contraria.

El mayor mordió el labio inferior del de ojos verdes, y se separó un poco, observando su rostro sonrojado y su respiración agitada. Zack, en un acto más que sugerente, pasó su lengua por sus rojos e hinchados labios, tentando a su hermano para que volviera a besarle. Éste, sin rechazar una invitación más que clara, volvió a apoderarse de sus labios. Con sus manos masajeaba el trasero de su hermano, deseando desnudarlo ahí mismo y empotrarlo contra alguna pared.

Sin embargo, cualquier acción quedó congelada cuando tocaran a la puerta, pues Josh le había puesto el seguro antes de entrar, sabiendo que no resistiría la tentación al estar a solas con su hermano.

Los dos maldijeron a toda la parentela de la persona que les interrumpió pero, a la vez, lo agradecieron pues al ritmo que llevaban, estaban más que seguros que terminarían sin controlarse.

El de ojos azules soltó de manera lenta al menor, aún deleitándose por la sugerente vista. Los labios rojos e hinchados de Zack, su respiración entrecortada y la camisa abierta de par en par mostrando su blanca y suave piel. Se alejó, dirigiéndose a la puerta, si seguía observándole terminaría por tomarle ahí mismo como tanto deseaba y esa no era muy buena idea con alguien al otro lado de la puerta.

Zack, por su parte, arregló un poco su aspecto y trató de regularizar su respiración. Volvió a mojar su cara, en la que tenía pintada una nueva sonrisa llena de alegría y satisfacción.

— La toalla que me pidió. —Escuchó la voz de uno de los empleados, el mismo con el que había hablado antes de entrar al baño.

— Muchas gracias. —Dijo desde su posición.

El mayor, sin esperar una respuesta por parte del mesero, cerró de nueva cuenta la puerta, después de tomar la toalla blanca que le ofrecía.

— Mejor nos damos prisa, la tía debe estar ahogándose en alcohol. Ya sabes que no sabe lidiar con las sorpresas tan… ¿escandalosas? Seguro que el tío está en las mismas condiciones, aunque el por mero gusto.

Dicho eso, secó su rostro y parte de su cuello, acomodó como pudo su cabello y, después de una rápida inspección, se encaminó a la puerta.

Sin embargo, antes de lograr salir del lugar, fue tomado del brazo por Josh, que sin decir ni una palabra le plantó un nuevo beso en los labios. Más apasionado que los anteriores, aunque más corto, robándole totalmente el aliento.

— En la casa hablaremos… más claramente… —Susurró al oído de su hermano pequeño, regalándole una sonrisa de satisfacción al ver su rostro sonrojado, saliendo primero que él.


Los dos se mostraron muy sorprendidos al llegar a su mesa y encontrarse a su tía tomando largamente una bebida alcohólica, alentada por su marido, que le incitaba a beber hasta el fondo y pedir un nuevo trago.

— Dime, tía ¿Cuántas copas llevas ya? —Preguntó algo preocupado Zack.

— Una, dos, cinco, diez… ¿Pero quién las cuenta precioso? Salimos a divertirnos ¡Divertirnos! Así que dile al mesero de trasero sexy que traiga esa botella y que deje de verme como si yo fuera algún bicho raro. —Habló la mujer algo entonada  agitando el vaso frente a los chicos.

Sin duda, era un buen momento para emprender la retirada del lugar, antes de que a los mayores les diera por montar un espectáculo.


Josh manejó de vuelta, pues ninguno de sus tíos estaba en condiciones aptas  para tomar el volante. Los mayores se encontraban en la parte trasera del auto, aferrados fervientemente a la casi vacía botella. El menor les observaba con preocupación, pues nunca les había visto en ese estado y comenzaba a sentir un deje de culpabilidad.

—No es tu culpa. —Dijo su hermano mayor, como si pudiera saber en lo que pensaba— Pero son muchas emociones por un día, merecen algo de desahogo.

El de ojos verdes no contestó, simplemente se concentró en la ventana, perdiendo su vista en cualquier punto de la oscuridad de la noche.

Una vez en la casa, sus tíos se disculparon torpemente por su estado.

—Tus regalos están en la sala. —Articuló con dificultad el hombre mayor— Pero espera hasta mañana para abrirlos, tu tía quiere estar presente. —Observó a su inconsciente mujer, que reposaba de manera descuidada sobre uno de sus hombros.

Josh asintió levemente, dándoles las buenas noches.

Cuando los mayores se perdieron en la privacidad de su habitación, los dos hermanos se quedaron frente a la escalera que daba al segundo piso, pensando qué hacer ahora.

Claro que sabían que podían hacer, aunque no estaban seguros de cómo comenzar. El mayor sabía que sus tíos dormirían como troncos gracias al alcohol, lo que le brindaba una buena oportunidad de no estar tan pendientes de ser discretos.

Harto del incómodo silencio, tomó a Zack por la cintura.

—Hay un regalo que puedo desenvolver en este momento. —Susurró seductoramente al oído de su hermano.

El menor se tensó al sentir los brazos de su hermano rodeándole por la cintura, atrayéndolo en un posesivo abrazo. Se removió algo inquieto en su lugar. No negaba que las sensaciones eran bastante placenteras, pero no le agradaba la forma tan descuidada con la que actuaba su hermano.

— ¿A-aquí? —Tartamudeó con dificultad, sintiendo las traviesas manos del mayor recorriendo su pecho.

Josh sonrió de manera perversa. Ver al menor en una situación tan comprometedora le ponía mucho, pero entendía a qué se refería y, por muy imprudente que fuera, conocía bien sus límites.

Sin decir una palabra, avanzó con algo de dificultad por las escaleras, subiendo escalón por escalón de manera pausada, recorriendo a su vez el cuerpo de su hermano con sus manos.

Con algo de trabajo lograron llegar hasta la habitación del mayor, pues era la más alejada de sus tíos. En cuanto entraron, sin perder un segundo, el de ojos azules despojó al menor de la parte superior de su ropa, observando su pecho con deleite. Se perdió un momento en los ojos verdes de Zack, que resaltaban por el sonrojo que adornaba sus mejillas. Relamió sus labios con ansia y le beso.

Mucho tiempo estuvo pensando en cómo llevar la situación sin asustar o incomodar a su hermano menor, pero éste no dejaba de provocarle con sus sonrojos, su mirada. Todo en el gritaba por ser corrompido bajo sus manos, sus besos. Y Josh no era nadie para negárselo.

Sus labios seguían fundidos, ignorando la necesidad de respirar. La lengua del mayor recorría lentamente cada rincón de la boca de Zack, saboreándola como si se tratara de un dulce, rozando la lengua contraria de vez en cuando, que se mostraba tímida pero trataba de seguir el ritmo.

Se separaron con algo de pesar. Josh hizo retroceder a su hermano hasta tumbarlo en la cama, quedando sobre él. Le observo entre la oscuridad, escuchando su agitada respiración. Dio un rápido beso en sus labios y se perdió en su cuello, degustando el sabor salado por el perlado sudor que les cubría a ambos por la excitación. Maniobrando de manera ágil logró quitarse la parte superior de su ropa.

Zack trataba de procesar la información, pero su hermano no le daba tiempo ni de tomar aire y al quedar su torso desnudo ahogó un gemido en su garganta. Era hipnotizante lo perfecto que era Josh. Llevó sus manos hasta rozar los pectorales, acariciando con la punta de sus dedos de manera tímida pero decidida, haciendo que su hermano soltara un par de suspiros ante el toque. Continuó bajando por su vientre, trazando un círculo en el ombligo  avanzando un poco más hasta llegar al borde de esos molestos pantalones que le impedían tocar más piel.

Con algo de torpeza los dos se deshicieron de los zapatos y los calcetines, soltando un par de risas ante los movimientos poco coordinados.

El mayor, algo exasperado, llevó su mano hasta el miembro del menor, apretándolo con un poco de fuerza sobre la ropa que aún les quedaba. Se regocijó al escuchar el jadeo que salió por los rosados labios de Zack y sin esperar más, desabrochó el botón y bajó el cierre que le impedían continuar con su camino,  perdió su mano entre los boxers del menor, sujetando su miembro ya despierto.

El de ojos verdes no pudo más que gemir ante el tacto tan placentero. La mano de su hermano subía y bajaba con lentitud, enloqueciéndole totalmente al usar su pulgar en la punta.

— Josh… —Susurro ahogadamente.

— ¿Qué?

Esa era una buena pregunta. No quería nada realmente, sólo necesitaba decir su nombre en voz alta. Tenía ganas de repetirlo una y otra vez hasta quedarse sin voz, pero la vergüenza podía más que él, así que mordió su labio inferior, callando cualquier sonido que pugnara por salir de su garganta.

Josh no pudo evitar reír nuevamente ante las acciones de su hermano pequeño. Era adorable la forma en que trataba de no gritar por el placer que le proporcionaba. Pero aún faltaba mucho más.

Con su lengua comenzó un lento recorrido desde su cuello, bajando por su pecho. Delineó uno de sus pezones hasta dejarlo erecto, jugando un poco con la punta antes de seguir bajando. Succionó en su vientre, dejando una pequeña sombra rojiza, como si marcara su territorio. Continuó bajando hasta llegar al borde del pantalón y, observando el sonrojado rostro del menor, los bajó de un sólo tirón junto con la ropa interior.

Instintivamente el menor cerró las piernas, avergonzado por la situación al sentirse tan expuesto.

El mayor pensó que era una imagen realmente tierna, pero no pudo evitar reírse con algo de burla. Habían llegado muy lejos, ya se habían tocado cada parte de sus cuerpos y ahora se venía a sentir avergonzado.

Encantador y divertido.

Ignoró el ceño fruncido de su hermano, que estaba más que molesto por su risa, y separó sus piernas con algo de fuerza, exponiendo cada parte que tratara de ocultar.

La erección de Zack dio un respingo. Sentía morbo, mucho morbo al tener los zafiros de su hermano posados en él, recorriendo su cuerpo de lado a lado, como si el más mínimo detalle fuera importante de recordar.

Su vergüenza quedó de lado cuando Josh se agachó hasta quedar a la altura de su miembro, respirando sobre la punta. Sus manos acariciaban sus muslos, sintiendo la suave textura de la carne del más joven. Embelezado, observaba con deleite el estado en el que se encontraba el menor debido a él, cosa que le enorgullecía bastante.

No lo pensó demasiado y le dio una lamida al miembro de menor, desde la base hasta la punta, donde succionó con fuerza y engulló despacio, dejando que su hermano sintiera el lento recorrido de su boca por toda la extensión de su miembro.

Zack arqueó su espalda, sintiendo cada fibra de su cuerpo vibrar de placer, concentrándose en el subir y bajar de su hermano, lento, demasiado lento para su gusto. Tenía que amoldarse al ritmo de su hermano, la velocidad que éste impusiera y la idea no le parecía para nada agradable. ¿Por qué tenía que ser él quien soportara todo?

Decidido, alejo a Josh de su miembro, observando el rostro confundido que ponía al ver que era alejado de manera tan abrupta.

No sabía hacer las cosas con la misma experiencia que su hermano, lo admitía, pero ya era hora de tomar un poco la iniciativa, sin vergüenza, dando un poco de rienda suelta. Si iban a hacer eso, lo iban a hacer bien.

Tumbó al mayor en la cama y se colocó a horcajadas sobre él, observándole desde arriba con algo de presunción.

No pronunciaron palabra alguna, Zack no veía la necesidad de hacerlo ya que Josh era lo suficientemente inteligente como para pillar una indirecta.

Quitó con algo de desesperación cada prenda que aún llevaba puesta su hermano, desde la camisa hasta la ropa interior, arrojándolas al azar por aquí y por allá en la habitación. Observó el miembro erecto de Josh y lo tomó entre sus manos, masajeándolo de arriba abajo con su mano derecha y con la izquierda acariciando la punta, hipnotizado por el líquido preseminal que salía. Dio una rápida mirada al rostro del mayor, sonriendo orgulloso por ver la mueca distorsionada por el placer que reflejaba ésta. Sus ojos cerrados con fuerza y mordiéndose los labios para no proferir los suspiros y maldiciones que su garganta quería soltar. Aspiraba con fuerza por la nariz, resoplando cada vez que Zack presionaba su glande, lubricando su mano con los fluidos que el mismo emanaba.

El menor sintió que su propio miembro daba un tirón al ver esa imagen y se preguntó qué tanto podía provocar a su hermano hasta que terminara.

Sin pensarlo demasiado, se agachó hasta que la punta del miembro que sostenía entre sus manos quedó frente a su boca. Dio una lamida a la punta, sintiendo el espeso sabor que no le desagradaba. Volvió a lamer la punta una y otra vez, de forma lenta, sensual, fijándose en la manera en que su hermano apretaba las sabanas con fuerza. Continuó con las lamidas, esta vez de arriba abajo, y metiendo sólo la punta, donde daba una pequeña succión y repetía la operación.

Josh se sentía en el mismo cielo. Nunca le habían dado una mamada de esa forma tan intensa. Cada momento que sentía que se correría, su hermano apretaba un poco sus testículos, no estando muy seguro de si lo hacía con intención o sólo era un mero reflejo. Le veía concentrado y no era capaz de concentrarse. Le gustaba lo que le hacía, pero no quería que fuera todo de esa forma.

Así que, con algo de pesar, retiró a su hermano de entre sus piernas. Zack no se negó y se incorporó con lentitud, relamiendo sus labios y observando con sus ojos cristalizados por la lujuria al mayor, que juraría que con sólo esa visión estuvo a punto de correrse.

Bien. Pensó Josh. Dejémonos de preámbulos.

Tomó a Zack por las caderas y lo sentó sobre él, dejando que su erección se restregara entre sus nalgas y le besó de forma profunda, hundiendo su lengua en la boca del menor, recorriendo desenfrenadamente cada rincón que se le cruzaba. El de ojos verdes soltó un jadeo de sorpresa, respondiendo inmediatamente al beso de la misma forma, restregando su lengua con la de su hermano, dejando que se enredaran ambas.


Ligeros sonidos húmedos impregnaban la habitación, jadeos ahogados y succiones resonaban entre las paredes mientras sus manos se perdían en el cuerpo contrario.

Se separaron jadeantes, con los labios hinchados y los ojos entrecerrados, observándose atentamente, esperando el siguiente movimiento.

El de ojos azules fue el primero en reaccionar, tumbando boca abajo a su hermano y colocándose detrás. Era una visión erótica la manera en que su hermano dócilmente abría más las piernas, consciente de lo que seguía.

Masajeó el miembro de su hermano, sintiendo como la humedad impregnaba su mano, lo suficiente para utilizarla como lubricante.

Con su mano derecha separó un poco sus glúteos, dejando su entrada expuesta. Observó su mano húmeda y, sin pensarlo si quiera, lamió sus dedos uno a uno.

Un jadeo se dejó escuchar en la habitación y Josh observó como su hermano veía cada una de sus acciones desde su incómoda postura, que le hizo sonreír con deleite.

Sin perder el contacto visual, llevó la mano que había lamido hasta la entrada de su hermano, donde comenzó a hacer pequeños círculos alrededor de ésta, humedeciendo poco a poco. Sentía las contracciones de esa tibia carne y los suspiros deseosos de su hermano  llegaban hasta sus oídos, como una sinfonía sensual resonando desde las paredes. Hundió su dedo índice, sólo un poco, expectante ante las reacciones del menor. Continuó introduciéndose lentamente, hasta meterlo todo y dejarlo reposar.

Zack sentía la extrañeza de algo invadiendo su cuerpo, más que nada porque estaba quieto, sin hacer demasiado. Impulsó sus caderas hacia atrás y luego hacia delante, él mismo simulando una penetración, jadeando ante las desconocidas sensaciones.

Su hermano le observó, gratamente sorprendido y continuando con su labor al introducir un segundo dedo.

Nuevamente el menor jadeó, sintiendo esta vez cierta molestia en su entrada. Lo ignoró, quería más, necesitaba más y la inesperada delicadeza que su hermano estaba utilizando le desquiciaba.

Repitió la operación, empalándose el mismo esos dos dedos hasta el fondo, gruñendo cuando rozaron dentro de él cada fibra sensible. Dolor, placer, incomodidad. En realidad no sabía lo que sentía, pero le gustaba y quería que continuara.

Josh comenzó a meter ya sacar los dos dedos, abriéndolos y cerrándolos conforme fuera necesario, ensanchando la estrechez de esas paredes que le recibirían.

Tentado por la imagen, las sensaciones, abrió sus dedos y en medio de estos introdujo su lengua, metiendo y sacando al mismo ritmo de sus dedos. El incremento de los gemidos fue su recompensa.

La humedad, el calor, los movimientos frenéticos que sentía dentro de él le estaban enloqueciendo. Sentía la saliva de su hermano resbalar entre sus nalgas, humedeciendo y permitiendo que los dedos entraran con mayor facilidad.

Josh se retiró, limpiándose un poco los labios húmedos e introdujo un tercer dedo con menos cuidado, desesperado por remplazar sus dedos por su miembro.

Los movimientos eran aún más frenéticos, de forma circular, entrando y saliendo, abriéndolos un poco.

Sin embargo, el mismo Zack fue quien retiró las manos de su hermano y le tumbó boca arriba en la cama, sentándose en su vientre y observándolo con ojos obnubilados por el placer. Colocó el pene de Josh justo en su entrada y, conteniendo un poco la respiración, se dejó caer el mismo, enterrándose hasta el fondo cada parte de la hombría del de ojos azules.

Los dos soltaron un sonoro jadeo al mismo tiempo, experimentando mil y un sensaciones a la vez. La opresión, el calor, un poco de dolor, mucho placer.

El menor estaba maravillado. Le dolía, claro que le dolía. Pero era uno con su hermano que estaba dentro de él. Josh llegaba a lo más profundo de su cuerpo y eso lo hacía completamente maravilloso.

Éste, por su lado, se moría por moverse, necesitaba hacerlo. Pero quería cerciorarse de que lo que sentía era real, que no era un sueño húmedo más en esas noches solitarias en que imaginaba cómo penetraba hasta la saciedad a su hermano pequeño.

Un ligero movimiento involuntario de caderas por parte de Zack los trajo de regreso a la realidad, donde se dieron cuenta de que nada era un sueño y eso se sentía jodidamente bien.

Las manos de Josh se posaron en las caderas de su hermano, mientras éste se inclinaba ligeramente hacia atrás, recargando sus manos en la cama y comenzando a moverse de forma lenta. Zack subía y bajaba con la ayuda del mayor. Lentamente, sintiendo su miembro llenarle por completo, saliendo un poco y enterrándose de nuevo con fuerza, golpeando su próstata en cada arremetida.

Aceleró los movimientos de sus caderas, aumentando el ritmo de las penetraciones, pero aún así sentía que faltaba algo más, no se estaba completo con todo eso.

El mayor vio como el menor aceleraba. La presión en su miembro y el roce de su carne le hacían delirar, pero quería tocar más a su hermano… cada parte de su cuerpo, y la posición no se lo permitía. Se impulsó hacia delante colocándose sobre Zack, que enredó sus piernas en su cintura.

Mucho mejor. Pensaron los dos. De esa forma Josh tomó el control de las penetraciones, sintiéndose aún más profundo.

Trataban de gemir lo más bajo posible, pero era difícil concentrarse en todo a la vez, las sensaciones, las caricias, los besos y aún así seguir pendientes de no ser demasiado escandalosos. Zack gemía quedamente en el oído de su hermano. Las palabras salían sin coherencia de sus labios. Quizás el nombre del mayor, quizás pidiendo más, o sólo balbuceos sin sentido, que incitaban a su hermano, quien arremetía con más fuerza, golpeando una y otra vez su próstata hasta el delirio.

El final estaba cerca, lo sabían muy bien, los dos sentían los espasmos del orgasmo, Zack sin ni siquiera tocarse, alentado sólo por el roce de sus vientres.

Con un gruñido de total satisfacción, Josh terminó dentro de su hermano, percatándose en el último segundo de que éste aún tenía erecto su miembro. Llevó su mano hasta ahí y con un par de movimientos sintió el viscoso líquido humedecer sus manos.

Los dos jadearon y se dejaron caer en la cama, Josh al lado de Zack. Respiraban con dificultad, tratando de recuperar un poco de todo el aire perdido. El menor observó el techo entre la oscuridad, tratando de que su mente formara ideas coherentes, lejos de los espasmos orgásmicos y la sensación húmeda entre sus piernas. El mayor, por su parte, no quería pensar, se sentía completamente pleno, satisfecho y eufórico. Aunque no pudiera expresarlo libremente por el terrible cansancio que se estaba apoderando de su cuerpo.

Los dos voltearon a verse al mismo tiempo, analizando atentamente las palabras adecuadas que debían decir.

— Creo… —Salió al mismo tiempo de sus bocas.

Se miraron a los ojos y comenzaron a reírse sin razón aparente, divertidos por todo lo que había pasado en tan poco tiempo.

— No sabía que eras tan bueno en estas cosas Zack.

— Ni yo. —Contestó aún riendo.

— ¿Sólo una vez con Wendy y aprendiste todo esto? —Analizó el mayor—. No hubiera sido mala idea que lo hubieran hecho un par de veces más…

— Imbécil. —Volvió a reír el menor, golpeando el hombro de su hermano sin mucha fuerza.

Permanecieron unos minutos en silencio, acunándose en la tranquilidad del momento.

— Zack… —Habló de nuevo el de ojos azules.

— Josh…

— Te amo. —Dijo por fin, como si un enorme peso abandonara su cuerpo.

Abrazó el delgado cuerpo del menor, recargando la cabeza de éste en su pecho y perdiendo su nariz entre los cabellos de su hermano, embriagándose con su aroma.

— Y yo a ti. —Respondió, correspondiendo al abrazo con una sonrisa en sus labios.

Se quedaron dormidos, sin saber en qué momento, ajenos a cualquier cosa que no fuera el calor del otro. Abrazados bajo las finas mantas, desnudos y satisfechos.

Ésa era la forma en que querían permanecer siempre.

Notas finales:

Ya saben donde dejar las mentadas de madre, los tomatazos o las declaraciones de amor (??) ¬¬...

Yo me ire a sentir dichosa (?) lejos de aqui...


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