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La fuerza de mi corazón por TaloDB

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Notas del capitulo: Después de unas vacaciones, estoy de vuelta con las pilas súper cargadas para darles más de lo que pidieron ^^
Dedicado a todos quienes fueron pacientes conmigo después de casi tres meses sin actualizar esta historia.

-¿Así que éste es tu entrenamiento especial?- Soltó Momo las palabras, habiendo ignorado por un instante que le hablaba ni mas ni menos a esa persona especial para él. Sujetando aún la pelota perdida, mostró su sonrisa y alegría características- Pues está muy mal, muy mal.

-Momo…- La mirada, reflejo del espíritu ardiente acompañada de ese susurro, delator de la aún muy presente inocencia de Takashi, hicieron a Momo temblar desde la punta de sus cabellos hasta las uñas de sus pies. Algo había en ese momento; una de las pocas veces que se había podido apreciar ambos lados del chico bipolar en un mismo segundo. Ver mezcladas la inocencia y la confianza, lo que ves en un chico y lo que ves en un hombre, en una misma cara, sin ocultar nada- ¿Q-Qué haces por aquí tan tarde?

-Al igual que tú, entrenaba- La voz del muchacho de ojos violáceos temblaba; había algo en ese momento, que lo hacía lucir intimidado. No sabía que era, pero estaba seguro que no era por Kawamura- Pero por lo que veo, yo he progresado más.

-No lo dudo- Definitivamente, no eran ellos lo que los ponía nerviosos. Era el mundo, un mundo que los observaba, que seguía sus movimientos, que sabía de sus secretos y deseos, y que de seguro iba a interferir en lo que deseaban, si era necesario- Disculpa, pero tengo que seguir practicando.

-¿No crees- Takeshi no estaba seguro si lo que iba a hacer sería perjudicial en su futuro. Aunque era una buena causa ahora, ¿Lo seguiría siendo después?- Que necesitas algo mejor que una pared para entrenar?- El castaño volvió a mirarle, pensó un momento las cosas antes de responderle con suavidad.

-Por ahora, es todo lo que tengo para practicar.

-Puede que sea así- Sonrió con confianza el muchacho- Pero sé que hay alguien aquí que estará gustoso de ayudarte- Sus ojos comenzaban a emitir esa pasión que desenvolvía en cada uno de sus juegos, aunque ese detalle no parecía haber sido percatado por el castaño.

-¿Y quién sería esa persona?- Estaba intrigado por saber, ignorante de la profundidad de las palabras del chico en frente de él.

-Pues yo, quién más- El brillo era más fuerte, tanto que ahora el ojimarrón lo notaba sin problemas; un brillo como nunca antes había visto. En ningún partido anterior había observado tal brillo en los orbes violetas del muchacho, quien seguía sonriéndole.

-¿Estás seguro de que me quieres ayudar?- Definitivamente la raqueta no lo había poseído por completo en esa ocasión; la voz suave y tranquila, sin exclamaciones ni sobresaltos era dominante en aquel momento.

-¡Pues claro que sí!- El grito sorprendió a Takashi, quien alzó rápidamente la vista ante la afirmativa- Vamos a las canchas de inmediato, Taka-san.

-¡S-Sí!

 

Momo lanzaba, Takashi respondía, había un suave peloteo y luego el castaño intentaba finiquitar la situación. No había ni mucha fuerza ni mucha precisión en el lanzamiento, pero se iba notando el progreso. De a poco el lanzamiento fue cobrando más poder, y los chicos se habían relajado y animado bastante a medida que veían cómo su esfuerzo iba dando frutos.

-¡Taka-san, hace falta más fuerza!- Momoshiro, único testigo del poder de ese nuevo lanzamiento, le hacía ver que toda la fuerza que ponía aún no era suficiente para lograr dar por perfeccionado ese lanzamiento. Takashi obedeció la orden, imprimiendo más fuerza en la pelota. Momoshiro sintió la presión que sentía las veces que le tocaba enfrentarse a su compañero; la fuerza arrolladora que siempre lo hacía retroceder. Ya no faltaba mucho para que el tiro estuviese completo, pero si era con la misma fuerza de siempre, no iba a tener sentido haber puesto tanto empeño- ¡Aún hace falta más!

-¡Claro!- Al girar la raqueta, sintió esa horrible sensación. La recordaba bien, cómo olvidarla, si era lo más desagradable que podía sentir. Pero si algo le daba su raqueta, además de fuerza, era el descuido; con tal de lograr el objetivo, lo que hiciera falta. Lanzó con toda la fuerza que pudo, haciendo que el dolor aumentara de forma considerable, obligándolo a caer de rodillas al piso.

-¡Taka-san, ya casi…!- Sintió Takeshi una fuerte presión; otro nivel de fuerza. Quizás podía darle aún mucha más fuerza, pero no hoy. No había notado que su compañero había caído, soltado la raqueta y agarrado su muñeca derecha con el brazo contrario- ¡Taka-san!- Saltó la red sin mucho esfuerzo y se dirigió a revisar la zona que le dolía al bipolar- ¡Taka-san! ¿Estás bien?

-S-Sí. No te preocupes, n-no es nada serio- Aún cuando le dolía bastante, con el tiempo se había acostumbrado a esa clase de dolores; un poco de agua fría y no darle mucho esfuerzo hasta el día siguiente harían que su brazo estuviese de nuevo en funciones- Pero creo que por hoy debemos terminar. M-Muchas gracias, Momo.

-No hay nada que agradecer- Takeshi se adelantó por sus cosas, las que seguían en los vestidores. Como no era una persona muy ligada a lo médico, no supo qué llevarle a su compañero para apaciguar el dolor, por lo que tomó una toalla que había por allí y salió veloz de la habitación.

 

Pasó por la pared donde Takashi había practicado hacía un rato para recoger también las cosas del moreno. En el momento que se agachó y tomó el bolso, sintió que el tiempo se estaba deteniendo. Su cuerpo dejó de responderle, apenas si podía oírse respirar, todo lo que sentía era el fuerte golpeteo de su corazón. No se había regresado corriendo; no había motivos para que estuviera así de agitado, entonces, ¿Qué le sucedía? ¿Desde cuándo alguien que siempre se había ido por el buen camino, e pegaba semejante resbalón? ¿Cómo alguien como él tenía esa clase de pensamientos hacia alguien de su mismo sexo? ¿Qué le sucedía que sentía tan extrañas cosas cuando compartía con esa persona, más aún en el último tiempo? Algo no estaba bien con él, eso era seguro. No era posible que Momoshiro Takeshi sintiera algo hacia un chico, pero si eran así las cosas, ¿Qué era eso que sentía? ¿Por qué nunca se había sentido así con una mujer? ¿Qué tenía Takashi Kawamura que lo hacía sentirse tan extraño? Tenía que averiguar qué pasaba… No, lo que tenía que hacer era olvidarse de Kawamura, alejarse de él. Olvidar que alguna vez sintió algo por él, y si era mejor, olvidar que alguna vez le conoció.

 

Arrodillado, dejando que el agua corriera y enfriara así el fuego que se escondía tras la piel de su antebrazo, Takashi, con los ojos cerrados y la cabeza gacha, se transportaba a lo más profundo de su persona. Desde hacía cuanto que se había dado cuenta de que las chicas no eran lo suyo. Quizás fue cuando decidió terminar con la única chica que había salido; tantas ilusiones se había hecho la pobre, ilusiones que se hicieron añicos cuando decidió cortar la relación a los ocho meses. La hirió mucho, lo sabía, pero era mejor clavarle el cuchillo con fuerza que seguir dejándola cortarse con él. Desde ese punto nadie había ocupado un lugar importante en su mente. Los muchachos del club eran guapos, pero sabía que ahí no encontraría nada, además que estaba en él porque le apasionaba jugar. Pero en algún momento se distrajo, y fue allí donde alguien logró colarse en sus pensamientos. Momoshiro era un tipo genial, muy divertido, siempre alegre y optimista. A su vez era alguien muy apasionado y entregado, siempre luchando para ser el mejor. Eran opuestos, completamente. ¿Qué tenía él? Una sonrisa permanente en el rostro, y un aura serena y tranquila, las que generalmente eran completamente falsas. Tenía que sacarse a Momoshiro de la cabeza; ya había visto a uno de sus compañeros destrozado por creer en algo que jamás existió, ni existirá. Momoshiro estaba, definitivamente, fuera de su alcance.

 

-Toma- La voz del susodicho muchacho le retumbó varios segundos en la cabeza del moreno- Te traje una toalla, si te ayuda en algo. También traje tus cosas- Señaló hacia donde estaba el bolso.

-Muchas gracias, Momo.

-No hay de qué- Con eso era ya suficiente charla- Bien, yo ya dejé cerrado así que…

-Espera- Dijo Takashi mientras se incorporaba.

-¿Qué sucede?

-Debes tener hambre, supongo- Y suponía bien; hacía rato que a Takeshi le rugía el estómago- ¿Quieres ir por unas hamburguesas? Yo invito, claro.

Tienes que decirle que no. Invéntate cualquier cosa, lo que sea, pero no vayas con él.

-Seguro, por qué no.

-Bien- Takashi sonrió- Vamos entonces.

 

¿Qué me pasó? ¿Por qué le dije que sí? ¿Qué es lo que estoy haciendo que no puedo negarme a él? Eran, entre otras, las muchas preguntas que se hacía Momoshiro mientras se dirigían a la hamburguesería. El silencio entre ellos se iba haciendo cada vez más incómodo. No hallaba ya el tiempo de romperlo, pero el temor a cometer otro arrebato como el de unos minutos atrás le sellaban los labios antes de que pudiese articular alguna letra. Por su parte, Takashi no sabía qué preguntar para hacer el camino algo más ameno, que no fuera ni vergonzoso ni que lo hiciera lucir nervioso. Se estaba una vez más dejando llevar por sus deseos, deseando en lo profundo de su mente que una simple ida a comer con un amigo se transformase en la cita de su vida, aún siendo conciente de que eso jamás sería así. El nunca va a corresponderme, debo dejar de soñar de una buena vez

 

Si había algo más raro que ver a Takashi comiendo con rapidez, era sin duda ver a Momo dando suaves mordiscos a su hamburguesa; apenas si estaba comiendo, demasiado distraído estaba como para enfocarse en comer. El bipolar, por su parte, intentaba parecer tranquilo, pero la velocidad con la que comía y lo concentrado que se veía viendo un punto invisible en el ventanal lo hacían delatar aún más; estaba nervioso, sin duda lo estaba. Si alguien se hubiese detenido a pensar un segundo qué le pasaba a esos dos, de seguro hubiese tenido los más diversos pensamientos, sin embargo nadie parecía poner atención en las poco peculiares actitudes de los muchachos. ¿Para qué hacerlo, de cualquier forma? No estaban haciendo nada malo. Quizás fuera el estrés o algún partido próximo a realizarse lo que los tiene así, quien sabe; son jóvenes, ellos hacen un dramón por cualquier cosa.

 

Finalmente acabaron de comer, y como sus casas se encontraban en la misma dirección, decidieron acompañarse. El silencio una vez más reinó entre los chicos, quienes ya ni siquiera se miraban; no había razón para hacerlo. Llegando a una plaza vacía, y con las primeras estrellas de la noche haciendo guardia en el cielo, Takashi decidió que ya era tiempo de hacer algo, lo que fuera, a fin de acabar con el hielo que se interponía entre ambos.

-Momo- Murmuró suavemente.

-Dime- Por el tono serio esa frase le pareció a Kawamura un Al fin vas a dirigirme la palabra.

-Recordé que tengo que hacer un mandato- Si bien no era precisamente el “Romper el hielo” al que se refería, podría sentirse mejor sabiendo que caminaba en solitario en vez de con alguien que ni siquiera le miraba- Creo que aquí nos separaremos.

-Bueno- Momo alzó la mano para estrecharla con Kawamura…

 

Momo, ¿P-Podrías… S-Soltarme?

 

Inconciente de todo, Momoshiro abrió los ojos sin saber lo que había pasado en los últimos momentos; sus brazos rodeaban a su compañero, su cabeza se posaba en el hombro de Takashi, sentía perfectamente la respiración agitada de su compañero, así como el fuerte golpeteo de su corazón, seguramente generados por el repentino hecho que vivió. Completamente fuera de sí, supuso, había abrazado a Takashi Kawamura. La sorpresa fue tal que el ojivioleta no reaccionaba ni siquiera a soltar al moreno.

-Momo…

-¡D-Disculpa, sempai!- Se separó en un suspiro de su compañero, notando el sonrojo que había en sus mejillas, y percatándose al segundo siguiente que las suyas ardían intensamente; un sonrojo que no tenía explicación.

-No… No fue nada, Momo- Articuló con dificultad Kawamura- Descuida.

-Yo… Tengo que irme- Se volteó con rapidez para ponerse a correr a toda velocidad, dejando solo a un Takashi aturdido y confuso.

 

¿Por qué rayos le abracé? ¿Qué me está sucediendo? ¿Por qué estoy haciendo estas cosas cuando estoy con él? El debate mental de Takeshi se iba agravando a medida que seguía corriendo por las calles, que le parecían infinitamente largas; como si alguien jugara con su mente para hacerlo caer en la locura. ¿Qué estaba pasando entre él, y Takashi?

 

Al final la excusa del mandato no era tan falsa; Takashi deambulaba por las calles, como quien busca algo con urgencia pero que tiene todo el tiempo del mundo. A paso lento, recorría las calles, con la cabeza siempre mirando al suelo y la angustia inyectada en sus venas. Hacía rato que la muñeca no le dolía; lo que le dolía ahora era otra parte de su cuerpo, un dolor el cual no podría curar por más que lo intentara. Se sentía muy vacío, como si ese abrazo se hubiera llevado consigo todo su ser, caminando quizás recordaría si quiera quién era y qué hacía antes de ser envuelto en esos cálidos brazos, los que lo hicieron sentir, por un corto instante, tranquilo y feliz. Quizás mañana podría recuperar esa satisfacción que le provocó el abrazo repentino de Takeshi, cuando se volvieran a juntar para acabar de una buena vez con el entrenamiento de su nueva técnica. Así sería, siempre y cuando Momo asistiera a las canchas al día siguiente, pero así como quedaron las cosas, lo sorprendente sería volver a verlo alguna vez en lo que le quedaba de vida.

Notas finales: Espero les haya gustado este episodio, muy pronto la continuación de la historia. Momo se presentará? Qué significó ese abrazo? Qué tan revuelta están la cabezas de estos dos muchachitos con todo lo que han vivido en tan solo unas horas? Algunas, o quizás ninguna respuesta en "Una carrera, un refresco y un beso ilusorio"

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