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Das leben. por UminoIrukaKawaii

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Notas del capitulo:


Título: Gélido calor.
Pareja
: Iruka & Kakashi.
Género
: Angustia, AU, Romántico & Tragedia.
Advertencias: Muerte de un personaje.
Palabras: 1037
Resúmen
:

Espérame.

-

-
Gélido calor.

Espérame.

-

Dolor, miedo, angustia.

Ruidos lejanos, voces de personas queridas; la voz de esa persona tan querida. El terror lo paraliza; su cuerpo débil, en notoria decadencia, aún lucha por seguir en pie, batallando contra el enemigo. Sus dientes apretados, rechinan. Su garganta, seca y adolorida, maldice.

Ganar la guerra no le importa; que sus compañeros mueran, hasta un punto, tampoco; que la sangre que corre por sus venas se termine, mucho menos. Lo que su mente confundida por los estallidos solamente quiere y anhela, es el calor de su persona amada. Gritos lo devuelven a la realidad.

Su amigo lo llama. La cara está quemada completamente, el brazo amputado, y uno de las piernas, cuelga inerte apenas unida del tendón.

El moreno lo toma de la mano, amistosamente, y le dice que no se preocupe, que todo estará bien, ellos ganaran la guerra; deben ganarla. Le habla sobre los sueños que podrá cumplir, sobre su familia que lo recibiría con alegría, sobre aquella muchacha de la cual estaba tan enamo-

Al diablo con sus palabras de aliento; su amigo ya no respira.

La aún tibia mano de Hayate esta apretando la suya. Ojos oscuros, abiertos débilmente mirando al cielo, junto con una sonrisa triste y pacifica son adornos finales para el pálido rostro manchado con barro y cenizas…

Él no puede acabar así.

Él debe volver.

Él tiene que vivir, para poder estar aunque fuese una última vez con él.

Ya son pocos los soldados que quedan, cientos son los que descansan en el piso, algunos ya fríos, otros, templados. Ve un hombre con chaqueta azul, y siente que las esperanzas y la felicidad vuelven a el. Solo los capitanes usan esas chaquetas. Se acerca con una sonrisa en los labios y toca el hombro del otro sujeto.

Su labio sangra de rabia.

El hombre, un joven capitán, con mirada perdida y asustada, sale corriendo del lugar. Seguramente ya se ha dado cuenta que ésta guerra está perdida.

Emprende nuevamente su camino. La campaña de su amado está a solo unos metros de él; parecen quilómetros. Finalmente llega; el lugar esta en orden, sin un rasguño. Eso es bueno. Busca a su capitán con la mirada, pero no lo encuentra. Desesperación. ¡El debía estar ahí!

—Iruka.

El nombrado corre, guiado por la débil voz. Cuando lo encuentra, su mundo se va a pique y sus ojos se humedecen.

Todavía no acaba.

Trata de tapar con sus manos las hemorragias en el cuerpo de su capitán, pero las heridas son muchas y el solo tiene dos manos. La sangre se filtra entre sus dedos; tapa inútilmente con trapos los agujeros en el cuerpo de su amado. Pronto un charco rubí los rodea. Todo empeora, todo se va al demonio. El hombre de plateados cabellos está tumbado en el suelo, mirando con ternura las acciones de su soldado por mantenerlo con vida.

—Lo siento —dice la garganta reseca, con sabor a metal—. Lo siento tanto, Iruka…

—No hable —le ordena el moreno.

Se aleja del herido y va hacia la puerta, cerciorándose de que no hay ningún enemigo cerca. Vuelve rápidamente al lado de su capitán para atenderlo.

—Taichô, quédese quieto, y no se p-preocupe, vamos ganando, ¿sabe? Nuestros enemigos caerán pronto, ya lo verá.

Y como desearía que eso fuese verdad.

Si antes la piel era pálida, ahora es traslúcida. Ya casi no hay más sangre en el cuerpo del mayor; el corazón cree que su trabajo de bombear el calido liquido ya no es necesario. Por lo que el atareado músculo va quedándose prendido a un lento y rítmico sueño.

El soldado no sabe que más hacer. Ha hecho lo posible por detener la hemorragia, pero esta no se detiene. Y no lo hará, demonios. Los ruidos de disparos no cesan, y el joven samurai cada vez esta mas nervioso.

—Iruka, escúchame…

— ¿Si, mi Taichô?

—Dame tu katana.

En silencio, obedece. Le entrega la espada, se la deposita con cuidado sobre las frías manos. La punta de la filosa arma es llevada de inmediato al blanco cuello, y es allí cuando el soldado entiende lo que pasará.

—Necesito tu ayuda, Iruka.

No, de ninguna manera, el no podría hacer aquello. ¡Maldición, no! Iruka niega con la cabeza repetidas veces. Sus puños se aprietan. La mirada del peliplata se llena de agua.

Sus pupilas se encuentran.

Dolor, miedo, angustia; comprensión.

Ya no hay nada que hacer.

Iruka, con el pulso tembloroso, toma las manos de su capitán entre las suyas. Filo contra la yugular; una mirada llena de cariño. Ojos nublados. Frentes se unen. Por primera vez se sienten uno. Completos, felices. Cierran los ojos, desfrutando.

Lentamente la katana corta la fina piel. Del trazo casi invisible empieza a salir en abundancia la cálida esencia. Labios se juntan débilmente. Un susurro al unísono. Te amo. El último que escucharán de la boca del otro, por lo menos en vida. El único calor que siente el gélido cuerpo de Kakashi, es el palpitar del corazón de Iruka. Dedos bronceados pasan por parpados de ojos disímiles, ofreciéndoles descanso; manchándolos con sangre.

Ya nada importa.

Iruka se levanta, temblando. Mira a su alrededor. Una sonrisa quebrada.

Soldados.

Soldados enemigos lo rodean, la casa entera esta cercada por militares del bando contrario, armados, listos para disparar. El castaño es observado por todos. La mirada negra se fija en el charco en el que está parado. Toma la espada que esta incrustada en el cuerpo de Kakashi; tiembla ante el sonido de la piel muerta cortándose y la sangre resbalando por la punta de la espada, salpicando con gotas rojas el rostro dormido y relajado de su capitán.

Bajo la mirada de sus enemigos, hace presión en su cuello con la katana. En un segundo, recuerda, imagina, como habría sido su vida al lado de Kakashi, si toda esa mierda de la guerra se hubiese solucionado en su momento.

Besos, caricias, pieles; leche con chocolate.

Un último aliento.

La katana cae. El cuerpo se desploma. Color rojo inunda todo.

Los presentes se marchan en silencio.

Pero Umino Iruka solo se queda mirando a un lugar fijo, con la luz de sus ojos extinguiéndose, antes de que pueda encontrar la palabra correcta…

Espérame.

-
-Ende-

Notas finales:


No se me da el angst. Pero estaba tan emo que debía hacer algo lacrimoso xD. Aunque al final me quedó muy fluff... Asd. Les diré que ODIO matar a estos dos (sobre todo a Iruka, lol) y, no sé; tenía ganas de matar a alguien pero mi madre no estaba cerca (wtf).

Espero que les haya gustado y los haya echo llorar xD!

Besos (L).


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