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No estaba muerto por quezorallado

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Notas del fanfic:

no es un fic serio xd pero la idea me encantó so enjoy!

Notas del capitulo: Title: No estaba muerto.
Author: quezorallado
Serie: Death Note
Fandom: Matt x Mello
Iniciado: 29 de Agosto de 2009
Finalizado: 13 de Septiembre de 2009
Disclaimer: DN no me pertenece
Status: en construccion
Warnings: uuh... muerte de un personaje... una y otra y otra vez
Music: Perfect- Flyleaf
 

No estaba muerto

 

 

Las balas atravesaron la distancia entre su cuerpo y las armas cargadas con impotencia. Flechas lanzadas contra el viento, crónicas de su muerte anunciada, postergando el destino absoluto que le deparaba la razón de la fuerza.

Fue empujado por la invisible mano de la muerte, cayendo en los brazos de Dios; un corazón que no latía; la sangre que ya no fluía; la pureza de su piel pálida, mezclada con el tinte carmesí que brotaba de los abismos de la muerte, cavados en su propio cuerpo.

 

Todo había terminado y los agentes se preparaban para marcharse, ignorando su frío cadáver sobre el piso.

- Ha sido reducido, el cómplice en el secuestro de Takada•sama- Informó uno de ellos a través del comunicador.

- Patético.- Agregó otro- ¿En serio pensó que le creeríamos? ¡No nos jodas! Ni bajo tortura hubieras hablado.- Puso un cigarro en su boca, seguidamente, acercó la llama contenida en el encendedor a éste y cuando estuvo encendido, cerró los ojos aspirando el humo.

Una presencia tras él. Una mano en su hombro. Respiraciones agitadas. Ojos penetrantes. Mente en blanco.

- Disculpa, imbécil.- Dijo el ojiverde.- Puede que esto compense un poco el daño a mi precioso auto, creo.- Retiró el cigarrillo de la boca del agente y lo puso en sus propios labios.

 

Sus pupilas bajo aquellos lentes oscuros se contrajeron, reflejando al pelirrojo en ellas mientras aquellos lentes caían; como acompañamiento, sus ojos se abrieron de par en par seguidos del rítmico golpear de sus dientes, acoplado al tembloroso cuerpo que ahora retrocedía, cayendo frente al pelirrojo.

Las mujeres gritaron y todos los expectadores escaparon. Un nuevo tiroteo comenzó contra el pelirrojo fumador, algunas balas impactaron en sus propios compañeros y en algunos civiles. Mientras, el ojiverde daba una calada al cigarrillo y soltaba el aire por la nariz, siendo atravesado reiteradas veces por las balas.

La sangre saltó de forma elegante, sin manchar demasiado, mezclándose con los cabellos del hacker, quien cayó empujado por las balas junto a los agentes. Sin esperar, sin razonar, no perdieron tiempo y redujeron el cadáver del ojiverde, disparando una y otra vez hasta calmar ligeramente sus nervios.

La sangre bañaba su cuerpo y desprendía un metálico aroma que embriagaba a cada humano presente. Sus ojos verdes, escondidos bajo el tinte carmesí, giraron en torno a lo que su espacio personal se refería, llevándose la mano izquierda hasta la frente, frotando, contorneando las heridas de guerra.

¿Guerra?

Aquella palabra se agudizó y tomó todo el sentido que podía tener.

Devolvió los googles a su sitio, ocultando sus ojos en un mundo anaranjado, los agentes abrieron fuego por tercera vez, cambiando rápidamente los cartuchos acabados en el tiroteo anterior.

- ¡Joder, que monstruos!- Rió divertido.- Son todos iguales a Kira.

Cogió su cabeza con fuerza, poniendo ambas manos a cada lado e incorporándose; enderezó su cráneo sobre su cuello, tronando los huesos de éste y miró alrededor, complaciéndose con los rostros llenos de miedo.

Ojos incrédulos. Bocas de las que se escapaban maldiciones. Respiraciones agitadas. Almas sofocadas.

Entonces, una vez dada la última calada al cigarro, se acercó a uno de los agentes a su espalda, tan velozmente que ninguno se dio cuenta, y le golpeó de lleno en el rostro.

Giró sobre su hombro, otorgando a los policías una mirada psicópata y llena de libido, y sonrió mostrando sus blanquecinos dientes, sobresalientes en aquel elíxir carmesí que lo cubría.

Disparos en vano. Balas perdidas.

Y de un momento a otro, el pelirrojo se halló frente a otro de los hombres, con su puño a pocos milímetros de su rostro y tomándole por el cuello de la camisa. Le atravesó completamente el cráneo, con suma brutalidad en cada movimiento, sonriendo ampliamente mientras la sangre se regaba a las espaldas del sujeto, y recorría ansiosa el brazo del pelirrojo.

Con un certero y rápido movimiento se libró del cadáver que luego aventó unos metros, cerca de los demás agentes. Abrió y extendió hacia el frente su mano, y girándola unos centímetros dejó caer el cerebro arrancado hace pocos momentos del sujeto.

Un policía se abalanzó contra su espalda, cegado por la locura.

Un reflejo.

Se volteó en el acto, su mano derecha rígida, atravesando el entrecejo del policía. Dejó que el cadáver descendiera solo hasta el piso y se sorprendió al examinar su mano: en sus dedos índice y meñique estaban incrustados los globos oculares del agente, los cuales elevó haciendo una mueca de placer y, desafiante, quitó ambos con sus dientes para luego escupirlos en los cadáveres a sus pies. (N/A: wtf)

Otro agente desquiciado se le plantó a su espalda, con arma en mano y amenazante, lloraba la pérdida de su compañero, y con fiereza y odio, presionó el gatillo una y otra vez apuntando a la cabeza del ojiverde.

Todo acabó con la mano izquierda del hacker dentro del estómago del frenético castaño.

Una muerte más. Mas un juego de video. Un rival menos.

Refuerzos llegaron a cubrir, disparando a sangre fría, de la misma forma en que lo habían hecho los otros, sin la poca compasión que suelen tener los humanos. Devolvieron al pelirrojo al sitio inicial, junto a su auto, disparando contra éste también.

- ¿Más?- Murmuró para sí mismo, recibido ya el cuarto o quinto tiroteo en menos de media hora.

Se sujetó al asiento del automóvil e impulsó su cuerpo, poniéndose nuevamente en pie, aún  recibiendo las feroces balas de acero, cada una quemando su interior. Buscó dentro del vehículo. Dio media vuelta, encendiendo un cigarro puesto en su boca y recuperando la sonrisa y la mirada eufórica que hacían de él un repulsivo demonio.

Extrajo la metralleta del interior del auto y apuntó desde su costado derecho, disparando con fervor hasta el izquierdo, formando un semicírculo. Iluminó su rostro con cada disparo consecutivo, auto complaciéndose con cada grito de dolor.

Agachado, escondido momentáneamente tras su auto, esperó que el siguiente tiroteo, por parte de la mitad sobrante de agentes y policías cesara y saltó sobre el vehículo. Disparó contra lo que sea estuviera allí, cegado por las luces de los autos.

A sangre fría. Su sangre fría. Chorreante y ardiente sangre. Cubría su auto, cubría la calle y cubría un montón de cadáveres sobre éste.

Rió extasiado, bajando del auto en un salto, cayendo en cuclillas. Se levantó, subió al auto y arrancó, recibiendo una leve brisa de las ventanas rotas, asemejandose a una tela de araña de cristal, atropelló los cadáveres asesinados por su propia mano.

 

A través del espejo retrovisor divisó unos cuantos coches de policía y de agentes persiguiéndole. Por la ventana salió uno de ellos y disparó contra el auto del pelirrojo.

 

- Lo siento, Lemonie. No quería que las cosas acaba...- Fue empujado hacia delante, por una bala disparada a su rojiza cabeza, teñida con su sangre y la de sus víctimas, la cual levantó de inmediato, mirando seriamente al frente, lleno de una impotente ira; mostrando en medio de su frente el agujero hecho por la bala que sobresalía en su piel. Chorreando sangre, perdiendo por un momento la vista, extrayendo la bala con una de sus manos.

Limpió la sangre salpicada en sus googles y tiró la bala y el cigarrillo ya consumido por completo hacia el exterior de la ventana.

- No quería que las cosas acabaran así para ti.- Prosiguió, dando vuelta repentinamente, haciendo resbalar las ruedas en el pavimento.- Ups. Lo siento de nuevo, Lemonie.- Se disculpó dándole unas suaves palmadas al manubrio.- Aguanta un poco más ¿Si?

Uno de los autos de policía se le acercó lo suficiente para dispararle en el cráneo, el hombro y a su querido Lemonie.

- ¡Mierda, bastardos tercos!- Les gritó disparándoles con la metralleta desde su asiento.

A su vez, otro carro le chocó por la parte trasera, haciéndole perder el control.

Chocó, finalmente, en un poste de luz de la acera.

Luego de recuperado del golpe miró hacia fuera.

- No importa, ya estoy cerca.- pensó sacando un nuevo cigarro de la guantera.

 

El auto explotó al cabo de unos segundos. Un agente se acercó, mientras los demás coches se estacionaban alrededor, y comprobó que no se encontraba nadie dentro del vehículo. Apretó los puños e hizo crujir los dientes.

- ¡Sigan adelante!

 

- ¡Perdóname...! Lemonie.- Susurró con el cigarro humeante en su boca, corriendo y jadeando, ignorando su mala condición física de fumador.

Pronto oyó a lo lejos los automóviles rastreando su paradero- ¡Putos! ¿Qué no tienen sentido del fracaso?

Aún falta...

Una luz brillante le cegó la vista. Un empujón devastador.

Cargando con el peso del mundo sobre todo su cuerpo.

 

Un asustado conductor salió del auto, seguramente creyendo que su estado actual lo había ocasionado él al atropellarlo.

El pelirrojo apoyó una mano en el pavimento y levantó su "aplastado" rostro del piso, se irguió frente a la mirada atónita del hombre y, sosteniéndose el brazo izquierdo, se apresuró en empujar a un lado de la calle al sujeto y subir él en el vehículo. Tiró súbitamente de su brazo, devolviendo a su sitio su hombro dislocado y arrancó el motor.

Dio vuelta en U y continuó su travesía por la carretera.

 

La distancia entre él y los coches adversarios era poca, por no decir nula; salió por la ventana y disparó una bomba de humo.

Choques. Gritos. Maldiciones.

Pudo ver, por uno de los espejos laterales, a tres coches que continuaban con la persecución, y a un cuarto que se sumaba.

Giró repentinamente en una esquina, en un intento por perder a sus persecutores, y encontrándose de golpe, literalmente, con una redada.

- Mierda.

Hacían las cosas tan difíciles...

 

Se estrelló con el primer coche que vio. Salió rápidamente; y de nuevo el fuego en su cuerpo, de nuevo la sangre salpicando, de nuevo los mismos rostros de terror.

- Game Over para ustedes.- Se burló, dejándose empujar por las balas una y otra vez.

 Colgó en su espalda la metralleta.

Corrió, herido por las balas, y luego saltó y se impulsó pisando la cara de uno de los agentes, y así atravesar la barrera de coches en frente.

 

Corrió más o menos media cuadra. La persecución otra vez. Se volvía una rutina fastidiosa. Algunos agentes le seguían (y disparaban) a pie.

Se lanzó frente a una furgoneta que alcanzó a frenar, quedando a pocos centímetros del ojiverde; dos mujeres dentro gritaron. Era fácil. Sacó a tirones a la mujer mayor del asiento del copiloto y apuntó con el arma que traía en el pantalón a la muchacha al volante.

- A la iglesia.- Ordenó presionando con fuerza la boquilla de la pistola en la sien de la morena.

Sabía con certeza que un rehén no haría diferencia. Sabía que la matarían sin pensarlo. Sabía que era una mujer inútil en esas circunstancias, pero al menos así tendría la libertad de disparar sin preocuparse por el volante.

 

La morena lloraba y temblaba, acallando sus gemidos.

Una pistola. Una metralleta. Sangre. Miedo. Peligro.

- Si te desmayas te mato.- Amenazó el pelirrojo abriendo en sobremanera uno de sus ojos, viéndola fijamente y penetrando dolorosamente los de la chica. Golpeó la cabeza de la morena con la punta de la pistola; ella dio un salto y siguió llorando y gorbeteándose la nariz.

-Pobre chica.- Llegó a pensar en un alejado y recóndito lugar de su excitada y torcida mente.

No quedaba mucho por recorrer.

Un coche golpeó la punta trasera de la furgoneta, enfureciendo al pelirrojo, quien gruñó y maldijo y pataleó y golpeó el tablero del auto. Al parecer, se había vuelto un poco impulsivo...

- ¡Más rápido!- Le ordenó a la morena, retirando la pistola de su cabeza.

 

Oh, allí, frente a nosotros...

 

No llegó a usar la pistola.

Cayó de su mano hasta la separación de los asientos, dando un rebote en cámara lenta, seguido del sexto cigarrillo, cayendo de la misma forma.

Bajó el vidrio de la ventana y se asomó; una bala le rozó la mejilla. Saltó al techo de la furgoneta, perdiendo un poco el equilibrio, para luego caer de rodillas, aforrándose a la rejilla para maletas.

Estaba bastante cerca de esa camioneta blanca. Se puso medio en pie y calculó la distancia.

Balas en sus brazos, vientre y una en su sien.

¿Francotiradores?

Una sacudida.

La furgoneta comenzó a alejarse del camión.

- Por la mierda ¡Putos! Le dispararon a una pendeja inocente... ¡¡Maricones hijos de putaaaaa!!- Gritó sin perder más tiempo, saltando al techo del compartimiento del camión de carga.

Una vez en él, no le fue tan difícil mantener el equilibrio. Sacó al frente la metralleta y disparó sin descanso hasta que el tiroteo en su contra se detuvo por unos cuantos segundos; lo suficiente para entrar.

Contrayendo su brazo y enroscando sus dedos, ambos rígidos, atravesó con éstos el techo del compartimiento y removió un pedazo de metal, haciendo un agujero suficientemente grande por el cual entrar.

Se introdujo, cayendo en cuclillas, con el flequillo tapándole los ojos; mientras la pelinegra, enrollada en una simple sábana, lo miraba con desdén y escrúpulo.

Se quitó de encima la metralleta y la lanzó contra la par
Notas finales: Disclaimer:
ni death note ni hellsing ni cualqier anime, historia, pelicula, libro, fanfic con el qe pueda tener alguna relación por coincidencia me pertenencen.

oOOo

qedó un poqitín gore

un monton d abrazos y dulces y corazones y chocolate para mi beta-reader d este fic (q dudo q se halla metido ¬¬ pq ella ya lo leyó o sea no hay necesidad de meterse a ver y eso pero iwal qiero dar cuenta d su existencia y su trabajo q será recompensado con chocolate!)
sin ella no lo hubiera hecho TT¬TT!
bien
eso
matt no estaba muerto, saben? andaba d parranda
so
no pierdan las esperanzas d verle un dia d estos en un antro o en el super comprando chocolate
; )
ah, si no dejan rr voy a llorar y nana no tendrá su chocolate
no me sumerjan en el lago d depresion q ha llovido sobre mi abismo, no les cuesta nada opinar o darme unas palabras d aliento.

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