Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Quizás por A_nonima

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:  

Disclaimer: Yugioh no me pertenece (de ser así el protagonista y la historia serian bien distintas *¬*) Tampoco la canción, que es (del que la haya escrito) cantada por Enrique Iglesias

Advertencia: La vida es como una caja de bombones. Nunca sabes que te va a tocar. Song-fic

 

Esta canción llevaba mucho tiempo rondándome por la cabeza, antes incluso de escribir Winner, y me pareció apropiada para esta segunda parte.

Soy de la opinión que segundas partes no son buenas, pero total, me contradigo en tantas cosas que una más no me va matar.

 

La dirección a la que va Kaiba realmente existe, y celebran bodas con Elvis. Siempre he deseado casarme en Las Vegas, si alguna vez llego a ir creo que incluso me casaría con el primero que pasara por la calle si no logro convencer a nadie (total, si al regresar a España no lo valido no sería legal... creo. Ya me enteraría XD) Y en el Hotel Bellagio también celebran bodas (aunque mas sosas y convencionales XD) (Es el que suele salir en las películas con los chorritos de aguas y los famosos)

Estoy trabajando en Seducir a Kaiba, palabrita.

Muchas gracias a SYRY que me betea en tiempo record estando superliada. Muchas gracias por "Matices"( http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=42848) . Besos, guapetona. Suerte y ánimo.

Y gracias también a ti por leer

 

Se enderezó en el asiento, desabrochando el cinturón con el avión aún en marcha.

Impaciente apremió a la azafata, una nerviosa joven que llevaba cinco años trabajando para él, y que nunca había visto a su jefe tan agitado. Bajó en dos saltos las escaleras del jet privado y corrió hasta el coche que le esperaba a pocos metros.

-¡Al 201 de Clark Avenue! - Ladró al chófer- ¡Tiene diez minutos para llegar allí!

En la autopista marcó una vez más el número del móvil, pero el contestador repetía incesante que no se encontraba disponible. Un doloroso resquemor le apretaba el pecho desde que recibiera su llamada el día anterior... ¿o fue el anterior a ese? Estaba tan cansado y ofuscado que ya ni sabía en que zona horaria estaba.

"Mañana a las cinco me caso. Desearía que estuvieras aquí, pero lo comprenderé si no es así". No esperó a que le respondiera y su teléfono comunicó desde entonces.

Volvió a comprobar la hora en su reloj, notando nervioso que llegaba con el tiempo justo. Maldijo el día en que se dejó convencer para permitirle continuar su vida en otro país. Maldijo el día en que no notó que sus mensajes y llamadas se espaciaban cada vez más, y que empezaba a hablar con demasiado entusiasmo de su compañero de trabajo. Las luces de la ciudad empezaban a encenderse. Torció el gesto cuando pasó bajo el cartel luminoso de Las Vegas, recordando cuando le decía que le parecía tan romántico y divertido casarse allí, en una ceremonia oficiada por Elvis.

…l reía divertido y le preguntaba con quién se casaría, recibiendo por respuesta cientos de besos y una afirmación convencida de que sería con él, sólo con él. Que nunca amaría a un nadie como lo amaba a él. Y le gustaba tanto que se enfurruñara cuando le decía que eso era imposible.

Cuánto añoraba los espontáneos gestos de cariño. Los abrazos y besos sin motivo...

El corazón le latía desbocado cuando llegó a la capilla. La típica capilla de bodas de Las Vegas que siempre aparecía en esas series y películas que tanto le gustaban, y por las que trasnochaba pese a sus reproches. No pudo reprimir el gesto de desagrado al ver el cartel que anunciaba:

Ceremonia con Elvis en capilla con tour

de 1hr. de fotos en limusina Recorriendo Las Vegas

Con un Elvis cantando... ¡¡¡¡¡¡¡¡la mejor de todas!!!!!!!!

 

Todo se volvió negro para él. Una furia irracional le nubló la mente conforme avanzaba hacia el interior. Hizo caso omiso de las parejas que allí esperaban, casi atropellando a la recepcionista que trataba de evitar su entrada a la boda en curso. Quiso gritar al ver el letrero con la luz encendida, más al oír la burda imitación de Elvis que le llegaba a través de las puertas cerradas. En su lugar hizo a un lado a la insistente mujer y entró como un poseso al interior de la improvisada iglesia, sobresaltando a quienes esperaban dentro.

"Elvis" interrumpió su canción, y las cuatro personas que le escuchaban se volvieron a mirar quién había entrado. Ignoró al adolescente de color y a la chica rubia que ejercían de padrinos y testigos y fulminó a la chica morena que llevaba el ramo de flores en la mano.

-¡Detén esta patraña inmediatamente!- gritó enajenado, avanzando hacia el estrado.

El novio se colocó frente a la chica, devolviendo la dura mirada sin el menor atisbo de temor. Ante los ojos castaños, Seto Kaiba se detuvo titubeando. El dolor en su pecho se intensificó al tiempo que recorría la estilizada figura del joven rubio y no se detuvo ni siquiera al, prácticamente devorar con la vista, los antaño conocidos y amados rasgos.

-No puede ser...- susurró.

La novia empujó con suavidad al rubio, sin poder ocultar la satisfacción que sintió al ver al castaño. Le entregó el ramo a su amiga y corrió desde el estrado a los brazos del sorprendido hombre, que sólo atinó a sujetarla sin abandonar su escrutinio.

-¡Oh, papá! ¡Has venido! ¡Has venido!

En los segundos siguientes la realidad perdió todo sentido y por más que trató no le encontró ninguno. Un nuevo tumulto se oyó, procedente de la entrada, y una nueva sensación se extendió por todo su cuerpo. Seto Kaiba era un hombre de intelecto y sutil raciocinio, de modo que únicamente pudo atribuir a esa parte primitiva de su cerebro, a su cerebro reptil, el presentimiento de quién sería quien entrara por la misma puerta que él.

Y no tuvo que esperar mucho. De la misma colérica y teatral manera que él pocos minutos antes, un doble, más adulto, del rubio novio entró como una tromba en la sala.

-¡Detened esta patraña inmediatamente!- vociferó plantando con los brazos en jarras- ¡Joseph Taylor! ¿Qué demonios crees que estas haciendo organizando esta estúpida boda? ¡Y no contento con eso traes a tú hermano a Las Vegas! ¡Os la habéis cargado!

Ante el tono furioso el novio torció el rostro en algo que sólo se podía calificar como disculpa, mientras el otro chico sonreía sin el menor asomo de culpa, dirigiéndose al recién llegado.

- Te dije que nos pillaría, Josh- dijo-Vamos papá, ¿es esta forma de presentarte ante tu consuegro? ¿Qué va a pensar de nosotros?

-...Joey...- llamó al hombre que durante tantos años había deseado volver a ver.

-...Seto...

En el instante que sus ojos se encontraron el peso de todos esos años separados le vinieron encima como una pesada losa. Sólo el calor de su hija entre sus brazos le aseguraba que no estaba soñando. Lentamente una triste sonrisa curvo los labios de Joey.

- Hola Seto- musitó con ojos tristes- Ha pasado mucho tiempo.

-Joey- repitió, adorando la forma en que su boca pronunciaba su nombre.

-Lamento interrumpirles- intervino la recepcionista, apareciendo tras Joey con una recortada bajo el brazo- Pero hay parejas esperando. Y si no van a continuar con la ceremonia les agradeceríamos que se marcharan.

Descuidadamente, levanto el arma con ambas manos, produciendo un siniestro ruido metálico al quitar el seguro y cargar el arma.

- No se admiten devoluciones- continuó con tono profesional- Y por supuesto, esperamos que abonen el importe de los desperfectos.

 

 

Hola viejo dime cómo estás,
los años pasan y no hemos vuelto a hablar
y no quiero que te pienses
que me he olvidado de ti.

 

 

-¿Tú tampoco tenías idea de esto?

Era de madrugada cuando finalmente lograron convencer a Kisara, la reticente hija de Seto, a que pospusieran la boda y hablaran antes de cometer una tontería. El joven Joseph resulto ser  más inteligente y pragmático. Con suaves palabras y serena actitud logró convencerla para pensar las cosas con calma y oficiar la boda más tarde con la presencia y beneplácito de sus padres.

Algo que Seto no pensaba permitir. Menos al descubrir que, a sus diecinueve, el novio era casi cinco años menor que su hija. ¿En qué demonios estaba pensando Kisara?

Ahora, sentados en un reservado del bar del Hotel Bellagio, Seto lidiaba con antiguos sentimientos al tener frente a él a Joey.

El tiempo había sido generoso con el rubio. Su rostro mostraba la plenitud de sus más de cuarenta años, pero la única marca de la edad eran las arrugas que se dibujaban en sus ojos y en la comisura de los labios al reír. El pelo corto y la ropa informal de buena confección mantenían la ilusión de juventud, que parecía brillar a su alrededor. Las modernas gafas de pasta negra completaban el cuadro del atractivo hombre de mediana edad en que se había convertido. Seto sabía que su presencia era impecable, pero se preguntó como resultaría a los ojos de su acompañante el convencional traje sastre y los cabellos canos en las sienes que había adquirido.

-Ha sido toda una sorpresa descubrir que tú eres el padre del... novio de mi hija- a pesar del tiempo, aún le costaba pensar que su hija no era ya la niña que se sentaba en sus rodillas y le decía que se casaría con él. Sólo imaginar que ahora esas palabras eran para otro hombre...

-Kisara es una chica... hmmm... interesante, y diferente de lo que podía esperar.

Sonrió ante la diplomacia del rubio. La verdad es que a veces se preguntaba cómo había criado a una niña tan impulsiva y sentimental.

-La hemos consentido demasiado. Al ser la única chica nos desvivimos por ella.

Joey bajó la mirada ante el uso del plural por parte de Seto, encubriendo el gesto al coger el vaso de licor de la mesa para beber de él.

- Antes no bebías...- musitó Seto obteniendo otra sonrisa triste del rubio.

-Antes no hacía muchas cosas.

De nuevo se quedaron en silencio. En otra época Seto había amado esos silencios cómodos en los que se sumergían a veces, disfrutando de la anormal calma del hiperactivo rubio. No obstante esa época había pasado y este silencio tenía poco de cómodo.

- ¿Joseph es...?

-El hijo de Tristan y Serenity- completó el otro recostándose más cómodamente en el sillón.

-Lamenté mucho su pérdida. Fue una tragedia que murieran en ese accidente.

Los ojos de Joey se humedecieron por los recuerdos, pero en esta ocasión la sonrisa que le regaló estaba llena de ternura.

- Aún duele pensar en ellos, Joseph era muy pequeño en aquel entonces...- titubeó, buscando los ojos azules con su mirada húmeda- Recibí tu carta. Muchas gracias, nunca pude agradecértelo.

Sin pensarlo, sin proponérselo siquiera, Seto tomó la mano de Joey que descansaba en la mesa entre las suyas. Ambos temblaron ante el contacto, incapaces de apartar los ojos uno del otro. Cuando se enteró de la muerte de la única hermana de Joey y de su marido estuvo tentado de abandonarlo todo e ir en su busca. Empleó a sus abogados para preservar el seguro de vida y el patrimonio y que ambos fueran íntegramente abonados a una cuenta para el hijo del matrimonio. Y eso fue lo único que se atrevió a hacer, aquella fue una época dura también para su familia, no tuvo el valor de abandonar a las personas que le habían apoyado y amado y entonces le necesitaron.

-Ojalá hubiera...

-No, Seto- le interrumpió Joey apartando la mano de las suyas- Te agradezco lo que hiciste, pero los hubiera no existen. No habría soportado que estuvieras allí.

-Nunca tuve ocasión de disculparme.

-¿Disculparte por qué Seto? ¿Por dejar de amarme? Eso no es culpa de nadie- prosiguió antes de que el castaño tuviera ocasión de contradecirle- Son cosas que pasan. No somos los primeros ni los últimos a los que les ha ocurrido algo así. Además, mira todo lo que nos ha regalado la vida. Tienes una familia envidiable y pronto serás el dueño del mundo- Seto sonrió ante la referencia al poder de su empresa, que dominaba el mercado a nivel mundial, y tenía ingresos que competían con los presupuestos de países desarrollados- y yo también tengo a mis hijos. ¿Quién lo hubiera pensado, eh?

Seto recordó entonces al muchacho de color que había ignorado en un primer momento en la capilla. Un irracional arrebato de celos le llevó a repasar cada gesto del joven desde que llamara papá a Joey. Sus rasgos, aunque suavizados, eran claramente afroamericanos; piel oscura, labios llenos y pelo crespo. Pero sus ojos mieles y su sonrisa eran las de Joey. Joseph era su sobrino, idéntico a él, pero su esencia estaba en cada gesto, cada actitud, del otro chico.

-¿Cuántos?- aunque dolía quería saber, porque a esas alturas saber era mejor que nada.

- Oh, sólo Joseph y a Shane. Adopté a mi sobrino legalmente un año después de la muerte de sus padres, y Shane... Bueno, él fue una sorpresa inesperada. Ese demonio es un quebradero de cabeza, ahora entiendo mejor a mis padres.

Se sorprendió al poder sonreír. Quería preguntar mas cosas; aparentaba unos catorce años... ¿Cómo era su madre? ¿Cuándo se había casado? ¿Por qué?.... ¿Había dejado atrás todo lo que sintió por él? Especialmente esta última le quemaba los labios. Pero sabía que no tenía derecho. Nuevamente se perdió en los ojos de Joey, queriendo grabarlo en su memoria, hasta que fueron interrumpidos.

-¿Señor Kaiba?

A pesar de saber que no era él, el parecido entre su sobrino y el Joey de sus recuerdos era perturbador. Se descubrió no pudiendo ser todo lo desagradable que quería con el hombre que le había quitado el amor de su hija.

No hombre, no. Crío. Era un niño de diecinueve años. Y se atrevía a querer casarse con su hija.

-¿Sí, Joseph?- respondió, encontrando el tono seco que usaba en las juntas.

-…sta es la copia del acuerdo pre-matrimonial que enviamos a sus abogados esta mañana- le dijo sin dar muestras de incomodidad, pasándole una voluminosa carpeta- Dentro también encontrará mi expediente académico y médico, así como las cuentas de mi economía y del préstamo universitario. No tengo antecedentes penales, pero como no tiene forma de saber si le miento me he tomado la libertad de añadir el teléfono de mis profesores, de las comisarias de las ciudades donde he vivido y demás datos de interés que pueda necesitar.

Asombrado ante la seguridad del joven, Seto abrió la carpeta al azar, encontrando dentro una relación ordenada alfabéticamente.

-Kisara me comentó que en el pasado tenía el hábito de investigar a sus amigos, así que decidí adelantarle el trabajo. Si desea enviar a algún detective a comprobar mis referencias es libre de hacerlo, pero le ruego que no deje que ella se entere. No se toma bien estos gestos de protección. Para cualquier otra cosa que desee saber estoy a su disposición. No obstante, no se confunda, pensamos casarnos mañana mismo aún sin contar con su aprobación.

De reojo vio como Joey se tapaba la boca con la mano para disimular una sonrisa.

- ¿Crees que haya olvidado algo, papá?

- Sólo que a los siete años te rompiste un brazo al caerte de un árbol - añadió suavemente el rubio mayor tomando otro trago de su vaso- Y que llevaste aparato de dientes hasta los quince. Aparte de eso... nada que recuerde ahora mismo.

Joseph le devolvió la sonrisa a su padre, antes de inclinarse frente a Seto y despedirse cortésmente.

- No tengo idea de a quién ha salido ese chico- comentó Joey sin molestarse en ocultar su risa- No a mí, desde luego.

-¿Estás seguro que sólo tiene diecinueve años?- ironizó el castaño.

El rubor de orgullo y satisfacción que cubrió su rostro hizo palpitar el corazón de Seto.

- Es de los primeros de su promoción- confió con paternal orgullo- En el instituto se saltó varios cursos, y en un año terminará la carrera de derecho. Hace casi dos que trabaja como becario en un buffete de abogados del centro.

- En el de mi hija- corroboró Seto descubriendo el nombre de Kisara en la lista que hacia referencia a jefes y puestos de trabajo.

-¿Por qué nunca me comentó nada de ella?- se preguntó Joey extrañado.

Seto pensaba lo mismo. Notando en ese momento que su hija nunca le había mencionado el nombre de ese compañero con el que se llevaba tan bien. Decidido cerró la carpeta y sacó su móvil.

-¿Qué vas a hacer?- preguntó Joey, censurándole con la mirada- No tendrás intención de investigarlo, ¿verdad?

-Por supuesto que sí- confesó sin el menor tinte de arrepentimiento- Pero en realidad ahora llamo a un organizador de Bodas. ¿Crees que logre convencerlos de que la pospongan un par de meses?

Lo único que logró conseguir fueron un par de días. Cuando un agobiado organizador tomaba medidas para los trajes, Joey le preguntó porqué aceptó con tanta facilidad ese enlace.

-Porque un Kaiba- dijo Seto, lanzándole una mirada que hizo que las piernas le temblaran- siempre consigue lo mejor.

 

 

Yo por mi parte no me puedo quejar,
trabajando como siempre igual,
aunque confieso que en mi vida
hay mucha soledad.

 

 

Aquel fue el día más largo de la vida de Seto Kaiba.

Improvisar una boda con cuarenta y ocho horas resultó mucho más complicado de lo que hubiera imaginado. Por supuesto, pensaba celebrar una ceremonia decente a su regreso a Japón, donde invitar a socios y personalidades a las que era imposible reunir con tan poca antelación. Por ahora se conformaría con una íntima boda occidental en la capilla del Hotel Bellagio, pero nadie le privaría de ver a su hija con el Kimono Shinto tradicional.

Los tres varones Kaiba arribaron esa misma mañana; todos altos, fuertes y orgullosos. No podían negar la procedencia de sus genes. Seto se sintió herido en su orgullo paterno al comprobar que Hisahito, el primogénito, y Masato, el tercero, ya conocían a Joseph y estaban más que complacidos de que entrara a formar parte de la familia. Solo Tsubasa, el menor, se mostró lacónico y reticente a la hora de ser presentado. Tal vez fuese la afinidad de caracteres o la cercanía de edades, Tsubasa cumplía en breve los dieciocho años, pero a las pocas horas el hijo de Joey logró vencer la reserva inicial de su futuro cuñado, y obtener su aprobación para la boda.

Aquello era una traición en toda regla. ¿Acaso era él el único que pensaba que Joseph no merecía a Kisara?

Cuando llegó el turno de presentar a Joey resultó un tema distinto. Aunque todos sus hijos se mostraron cordiales y educados con él, tuvo la sensación de que entre los mayores corrió una especie de comunicación de la que no se sintió partícipe. Joey también pareció incomodo en su presencia, y evitó toda la mañana permanecer demasiado tiempo en la misma habitación que ellos. El joven Shane resultó totalmente opuesto, con absoluta confianza y espontánea chulería se presentó a sí mismo, incluyéndose en cada conversación que podía. Una vertiginosa sensación de  déjà vu le recorrió cuando Shane y Tsubasa decidieron que no se caían bien a los pocos minutos de conocerse. Casi escupe el café que bebía al oír al primero murmurar por lo bajo algo que parecía un "ricachón consentido" y al segundo responder un "perro idiota".

La calma no duró más allá, el resto de la mañana se encontró inmerso en cientos de preparativos y detalles de última hora que parecían imprescindibles, y tan importantes que la boda no se podría celebrar sin cada uno de ellos. En un momento de tranquilidad logró encerrarse en su suite para vestirse y tener unos momentos de paz. Frente al espejo repasó las canas y el estado de su aspecto en general. Aquel día, por primera vez en años todos sus hijos estaban reunidos, incluso su hermano se había presentado con su familia en el último minuto. Los años no le habían tratado mal, podía dar gracias por todo lo que la vida le había dado. Únicamente había perdido una parte de sí mismo en el camino, una que nunca recuperaría.

Y saber eso le había privado de todos sus sueños y deseos.

 

 

En el fondo tú y yo somos casi igual
y me vuelvo loco solo con pensar.

 

 

- Esto es genial mamá, no puedes ni imaginar la enorme habitación que me han dado. Soy menor de edad, no dejan que me acerque al casino... Papá no para ni un segundo...  Le diré que te llame cuando termine la ceremonia... Sí, sí... muchas fotos, seguro...jajaja. Cuídate.

Shane apagó el móvil y sacó su PSP para matar el rato hasta que lo llamaran. Al levantar la vista se encontró con la mirada azul índigo de Seto Kaiba fija en él. Tragó saliva pensando, con mayor acierto del que podía suponer, que no era del agrado del hombre. Se enderezó arreglando el esmoquin a medida que vestía, y que aún se preguntaba cómo había logrado el mayor conseguir con tan poca antelación, y adoptó su mejor pose rebelde. Esa que había visto en las fotos de su padre de joven.

Los ojos fríos que lo miraban se volvieron dolidos y lejanos, y en ese instante sintió una incomprensible simpatía por él. A veces pecaba de orgulloso, pero no podía permanecer indiferente ante el sufrimiento que veía con tanta claridad en el castaño.

-¿Puedo ayudarlo en algo?

-Te pareces mucho a tu padre. Lo conocí cuando era... éramos... jóvenes.

Shane sonrió halagado. Eran pocos los que lo notaban, siempre señalaban el evidente parecido entre su hermano adoptivo y su padre antes que el suyo. A pesar que realmente él era su hijo biológico.

-Gracias- dijo. Alguien que usaba tanta calidez para hablar de su padre no podía ser una mala persona. En la iglesia ya había intuido que se conocían, pero no recordaba que apareciese en ninguna de las fotos de cuando su padre vivía en Japón.

-¿También era usted amigo del tío Yugi? ¿Y del tío Tristan?

-Se podría decir que sí. Fui campeón antes que él del duelo de monstruos.

-Uuuuuff. Papá intentó enseñarme una vez, pero esos juegos tan viejos nunca me han llamado la atención.

Sin duda Seto se estaba volviendo mayor, últimamente la facilidad con que herían su orgullo era pasmosa.

-Tu madre...-  eso era lo que realmente quiso preguntarle desde que colgara- ¿No vendrá?

-Está trabajando en el Líbano de corresponsal- respondió.

- Que contrariedad. De haberlo sabido habría organizado un vuelo para ella.

El chico no replicó y ambos quedaron sin saber qué más decir. Seto lo miraba tratando de idear cómo continuar esa conversación y sonsacar la información que realmente quería conocer. Y Shane empezaba a sentirse incómodo frente a aquel extraño sujeto.

-¿Tienes alguna foto suya?- Shane hizo ademán de llevarse las manos al bolsillo.

- No tengo aquí mi cartera- confesó, mostrando el videojuego en cambio.

-Será mejor que vayas en busca de tu hermano- admitió dándose por vencido- Estaría mal visto que el padrino llegara tarde.

-Josh me mataría- rió

-Si no te atrapa antes mi hija.

Shane exageró un escalofrió y una mueca de terror, ganando una sonrisa de Seto. Con una mano en su bolsillo, y la otra por encima de los hombros del adolescente, lo acompañó para cumplir con su papel.

Tampoco a él le gustaría ser el receptor del enfado de su neurótica hija.

 

 

Quizás, la vida nos separe cada día más,
quizás, la vida nos aleje de la realidad,
quizás, tú buscas un desierto y yo busco un mar,
quizás, que gracias a la vida hoy te quiero más.

 

 

Y tal como empezó todo terminó rápidamente.

La boda fue perfecta. Ataviada con un sencillo vestido de seda francés, Kisara caminó hasta el altar del brazo de Seto. Llevaba el pelo rizado y recogido. Un fino tocado de plumas y un elegante velo corto dulcificaba sus rasgos, acabado en el mismo encaje que la pequeña cola del vestido. Un elegante diamante azul con forma de lágrima, regalo paterno, reposaba entre sus senos, brillando en la misma tonalidad que sus ojos. En el altar Joseph la esperaba más nervioso de lo que su familia lo había visto nunca, luciendo un traje blanco, con chaleco y corbata azul a juego con la novia.

Sentado en el banco opuesto Seto notó que Joey dejaba dos asientos reservados, ocupados por la alargada caja que había recibido ese día por mensajero.

Todos los varones Kaiba lloraron ese día, viendo como su única hermana e hija se casaba para formar su propia familia. Al pronunciar los votos Seto recordó su boda, los sentimientos que lo acompañaron aquel día mientras unía su vida a la mujer que le dio el regalo más valioso, sus hijos. Una mujer a la que había estado agradecido pero que nunca había podido amar como merecía.

Cuando los novios se besaron, miró al lado contrario, donde Joey se sentaba. …l también lo estaba mirando. Y en ese instante supo que pensaban lo mismo. Durante ese momento echaron un vistazo al pasado, un intervalo de una vida que nunca volvería. Seto recordó el sabor de los labios de Joey y éste rememoró cómo latía el corazón del castaño cuando dormía sobre su pecho. Cuando volvieron a la realidad se dieron cuenta de la distancia, no física, eso era una nimiedad, que los separaba. Era irónica la forma en que la vida te da cosas y te las quita con la misma facilidad. Si mereció la pena dejar al hombre que ahora estaba delante suya por tener a sus hijos, era algo que ninguno de los dos permitiría dudar a nadie. Ambos vivían y morían día a día por sus hijos.

Pero si sólo pudieran dar marcha atrás...

Pero los "pudieran" son como los "hubiera". Un momento perdido jamás se recupera, y los recuerdos se desdibujan con la edad. Las cosas buenas no fueron tan buenas, ni las malas tan malas.

El paso del tiempo los había colocado a cada uno en su lugar; para, en una pirueta fulminante, volver a plantarlos cara a cara. Y ambos eran felices. Esa felicidad, que trabajaron por alcanzar y mantener.

El grito de los invitados saludando a los novios los devolvió a una agridulce realidad, durante un momento habían compartido un dolor que, ni todo el tiempo del mundo, borraría. Ahora era tiempo de otros de ser felices.

 

 

Hola viejo dime cómo estás,
hay tantas cosas que te quiero explicar,
porque uno nunca sabe si mañana esté aquí.

 

 

En la pista los novios se mecían, aquello no podía considerarse un baile, suavemente. Los ojos fijos en el rostro amado, las frentes descansando juntas, las manos entrelazadas junto al corazón.

El resto de invitados bebía, comía y bailaba con mayor o menor acierto. En una especie de palco, elevado sobre los demás, Seto Kaiba observaba sus movimientos sintiendo el peso de la soledad en los huesos. Observó la mesa principal, en cuyo centro la caja que Joey llevó a la Iglesia mostraba su contenido. La espada que regalara el restaurante a Tristan y Serenity como recuerdo de bodas y que el rubio había guardado todo ese tiempo. Con un nuevo baño de plata, ahora además mostraba la fecha de la boda de su hijo. Un detalle que había hecho llorar al novio.

Un movimiento brusco en una de las mesas de invitados le hizo fruncir el ceño. Tsubasa y Shane competían uno contra otro en algún absurdo juego que no alcanzaba a distinguir, mientras lanzaban bravatas al aire. Era como ver el pasado.

-Es siniestramente perturbador, ¿verdad?

Seto se volvió hacia Joey que traía un par de copas y una botella de champan consigo. Ambos observaron con ceño fruncido a los dos jóvenes unos minutos.

- El destino tiene un retorcido sentido del humor- corroboró Seto.

Observó como Joey abría la botella y servía el ambarino licor en las copas, pasándole una después.

- Por las coincidencias retorcidas- brindó- y por los novios.

Apuraron la mitad de la copa de un trago y se sentaron a seguir bebiendo. Una antigua balada, una canción de amor cantada con voz desgarrada, llenó el lugar, y en un impulso, Seto se levanto y le tendió la mano a Joey. Nunca sabría qué provocó que el otro la aceptara.

En aquel lugar, reservados de ojos y oídos indiscretos, dos hombres bailaron en brazos uno del otro en respuesta a la nostalgia de sus corazones. Al principio fue incomodo, habían olvidado cómo moverse juntos, sus cuerpos habían cambiado y existían espacios vacíos que no se rellenarían. Pero poco a poco todo volvió a ser como recordaban, se adaptaron al cambio. La canción terminó y otra la sustituyó pero a ninguno le importó, ellos bailaban en otro tiempo. Seto guió su mano en una caricia por la espalda de Joey, y éste escondió el rostro en su cuello, permitiéndoselo. El pelo castaño le hizo cosquillas en el rostro, llenándole los ojos de lágrimas que no derramaría.

-Nunca dejé de amarte- susurró Seto, abrazándolo más estrechamente.

- Lo sé- contestó.

- Deseé tantas veces ir en tu busca... dejarlo todo y rogarte que me perdonaras...

-No lo habría hecho

-Eso fue lo que me detenía a última hora- rió con voz rota-, siempre te gustó llevarme la contraria.

- Como si yo fuera el único cabezota orgulloso...- le recriminó en tono cariñoso, igual que tantas veces hiciera.

 

 

A veces hemos ido marcha atrás
y la razón siempre querías llevar,
pero estoy cansado,
no quiero discutir.

 

 

La música se detuvo y las luces en el salón se apagaron. Siendo los últimos en la pista de baile Joseph colocó un mechón de pelo de Kisara tras su oreja, besando la misma después. Susurró unas palabras y la novia sonrió. Separándose de él y tomándolo de la mano se marcharon.

Joey y Seto no se dieron cuenta de nada de esto, se movían a su propio ritmo saboreando el final de su reencuentro.

- Desearía poder volver a ser los que éramos- dijo Seto

- No es bueno quedarse anclado en el pasado, Seto. Ahora miro adelante.

Para Seto el futuro se presentaba solitario y angustioso. Volver a ver a Joey había reabierto heridas, que llevaban más de la mitad de su vida supurando. Era triste ver que al final él había resultado ser el más herido por su separación.

Triste, pero justo.

-¿No hay posibilidad para nosotros en tu futuro?

Joey se quedo sin aire y Seto se arrepintió en el acto. Estaba rompiendo las reglas, a fin de cuentas lo que ahora tenían era mejor que nada.

- Perdóname...

Un leve beso fue la respuesta de Joey. Algo se rompió dentro de Seto.

Su rostro se desfiguró en angustia, viendo impotente como se le escapaba de entre las manos. No quiso ser visto de esa manera, pero Joey le conocía de una manera que jamás había permitido, ni deseado, abrirse a nadie. El abrazo salvaje con que estrechó al rubio le fue regresado, ignoraba si por lástima o algo más, pero no estaba interesado en descubrirlo. Se encontraban en un tiempo prestado.

Igual que en el pasado la pasión rugió en sus venas. Atrapó la cara del rubio forzando un beso, sin darse cuenta que no era necesario. Los labios que se abrieron, recibiéndolo, no eran los de antaño, como todo lo demás en él se había operado un ligero cambio. Pero seguían siendo suaves y dulces, y todo su ser se estremeció ante el descubrimiento.

Pero lo bueno no dura para siempre...

 

 

En el fondo tú y yo somos casi igual
y me vuelvo loco solo con pensar.

 

 

- Perdóname - repitió alejándose del rubio.

- Si no lo hacías tú, lo hubiera hecho yo- Joey sonrió y volvieron al presente.

Los años, las canas y el paso de la vida volvieron a hacerse presentes, recordándoles quienes eran. Seto rellenó las copas, entregándole la suya a Joey. Desde abajo les llegaba el ruido del equipo de limpieza, pero ambos deseaban posponer la separación todo el tiempo que pudieran. En pocas horas uno se marcharía a la otra punta del planeta, y posiblemente no volvieran a verse en mucho tiempo. Quedaban muchas cosas por contar, pero este no era ni el momento ni el lugar para recuerdos tristes.

- ¿Crees que les vaya bien?- El castaño desprendió la rosa que llevaba en el ojal de la chaqueta y se puso a darle vueltas entre los dedos.

-¿Ahora vas a tener dudas sobre la elección de tu hija? ¿No es un poco tarde para eso?

- Son demasiado jóvenes, sobre todo Joseph.

- Yo era más joven que él cuando me obligaste a vivir contigo.

- Nosotros éramos distintos- dijo Seto, sonriendo al recordar aquellos días- Estábamos hechos de una pasta más dura.

- Les irá bien- Seto hubiera deseado tener la misma firme certeza que él, pero su propia experiencia le inclinaba a creer lo contrario.

- Es duro saber que mi hija se ha convertido en una mujer.

- Si te sirve de consuelo, estoy convenido que no han esperado a la boda para tener relaciones.

-No lo decía en ese sentido- gruñó, irritado ante la sonrisa lasciva del rubio- Y no es algo que quiera saber ¡Ni siquiera quiero pensar en ello!

No podía enfadarse con el rubio cuando reía de esa manera, libre y desenfadada. Eso no había cambiado, y se alegro de poder volver a oírla. De poder ser partícipe de ella.

-Nunca pensé que volvería a tomarte el pelo.

- Ni yo que echase de menos tus ridículas pullas.

- Siempre pensé que faltaban más risas y humor en tu mansión.

- No fue lo único que faltó.

Lentamente habían terminado la botella. Una delgada línea de amarillas, naranjas y rosas iluminaba el cielo anunciando el amanecer. Era hora de dar por terminada la fiesta.

-¿A qué hora sale el vuelo de los chicos?

- A las tres- respondió Seto dejando la rosa sobre una mesa- Creo que iré a dormir unas cuantas horas. Me marcharé tras despedirlos... Te veré en un rato.

Fue una huida. Seto sabía que no podría acompañar al rubio hasta su cuarto y no suplicarle para que le dejara entrar. Nunca en su vida se había contenido tanto. La gente tiende a pensar que las personas que lo tienen todo no deseaban nada más, pero él siempre había sido ambicioso y egoísta. No se conformaba con lo que tenía. Quería más.

Joey permaneció casi una hora más en el mismo lugar sin moverse. La sonrisa que mostrara todo ese tiempo se borró en cuanto Seto se marchó, dejándole solo.

Recogió la flor que Seto dejó allí, llevándosela a los labios tras aspirar su aroma. Un sollozo rompió el silencio mientras el rubio la apretaba contra su pecho.

- Sólo pídemelo, idiota...

 

 

Quizás, la vida nos separe cada día más,
quizás, la vida nos aleje de la realidad,
quizás, tú buscas un desierto y yo busco un mar,
quizás, que gracias a la vida hoy te quiero más.

 

 

Aquella tarde Kisara y Joseph se embarcaría en un vuelo privado hasta New York, donde comenzarían su viaje de novios tras arreglar un par de asuntos relacionados con sus trabajos. Seto esperaba que tras terminar sus estudios, su hija y su yerno decidieran regresar a Japón. Tenía planes para ellos.

Riendo, Jospeh la tomó en brazos para subir la escalinata hasta el avión, mientras sus hermanos y padres los veían partir, a pocos metros de distancia.

Tras ellos, Seto se marcharía en otro vuelo privado junto al resto de su familia. La perspectiva del viaje acompañado de sus hijos varones otorgaba un leve consuelo a su viejo corazón. Ver partir a su hija lo gastó. Fue como si envejeciera cinco años de golpe. Decirle adiós a Joey le añadió otro lustro más.

La despedida fue seca y tensa. Seto reconoció el desafío en los ojos de Joey, pero no entendió qué esperaba de él. Quizás, a la luz del día, viera el beso que le diera la noche anterior con otros ojos.  Quizás se arrepintiera, y lo culpara. Lo único seguro es que estaba enfadado con él.

La azafata  cerró la compuerta de embarque, y se disponía a sacar su portátil cuando el móvil sonó.

Había olvidado apagarlo. No reconoció el número, pero lo cogió de todas formas.

-¿Diga?

-¿Cuándo perdiste las agallas, Kaiba?

Reconoció el tono brusco y desafiante en el acto. Sorprendido miró por la ventanilla, para asegurar que no estaba alucinando. Desde donde despidieran a sus hijos Joey miraba hacia el avión, con un teléfono al oído.

 - O debe ser la edad, que te ha vuelto un imbécil.

- ¿Joey? ¿Qué?

- Llevo toda la vida mirando por encima del hombro. ¿Sabes por qué, Kaiba? - Seto negó con la cabeza inútilmente. Desde esa distancia Joey no era capaz de distinguir el movimiento, pero tampoco le hacía falta- Siempre he tenido la convicción de que no me dejarías marchar... De que un día, tarde o temprano, vendrías a por mí. Siempre te he buscado a mi espalda Kaiba, siempre te he esperado. Cada vez que oía mi nombre y me volvía, esperaba que tú estuvieras ahí. Y siempre me he odiado por eso.

- No comprendo...- musitó el castaño. El corazón le latía con tanta fuerza que temía estar teniendo un ataque, y que esa conversación fuese producto de su imaginación.

- No, claro que no. A ti siempre hay que decirte las cosas claramente. Si no, no entiendes.

Sujetó el brazo de la azafata, ordenando que pospusieran el despegue.

- Nunca tuve valor suficiente para enviarte mis condolencias. Aunque no me creas, lamenté la muerte de tu esposa Seto.

- Gracias...- dijo sin entender el cambio de conversación. No era raro que Joey supiera de la enfermedad  de su esposa, meses luchando contra un cáncer que se la llevó finalmente casi ocho años atrás.

-¿Y sabes por qué no pude? Porque me sentía sucio al pensar que ahora eras libre y volverías a mí... Pero no lo hiciste, ¿verdad? Nunca haces lo que espero.

- Joey...

- Esperaba merecer algo más que un beso de compasión, Kaiba. Parece que me equivoqué contigo.

Seto se arrancó el cinturón de seguridad, poniéndose en pie.

- Pero Shane... su madre...

- Aamori siempre supo que era un homosexual convencido. Ya te dije que Shane fue una sorpresa inesperada... ¿Recuerdas lo que me preguntaste antes de besarme Kaiba? Sigues siendo un cretino impaciente, si me hubieras dejado te habría contestado.

Dentro de la cabina el aire le faltaba. No podía esperar más, ya había esperado como un idiota demasiado tiempo. Y como siempre necesitó que alguien le escupiera la verdad a la cara para reconocerla. Seto Kaiba se consideraba como un empresario que sacaba el máximo beneficio de la mínima ocasión. Tal vez Joey tuviera razón y la edad le hubiera vuelto un poco senil para no reconocerla en un principio, pero no pensaba dejar pasar esta milagrosa oportunidad.

Si Joey le brindaba el más imperceptible resquicio para perdonarle, se aferraría a ella con uñas y dientes.

- Si me hubieras dejado... Te habría contestado, que quizás...

 

 

Hola viejo dime cómo estás,
los años pasan y no hemos vuelto a hablar
y no quiero que te pienses
que me he olvidado de ti.

 

 

Sus hijos vieron cómo abandonaba el avión.

En cuanto se puso en movimiento desabrocharon sus propios cinturones y se apiñaron en torno a las ventanillas, viendo a su padre correr con una vitalidad y energía que hacía tiempo que no mostraba. Cualquiera que lo viera así pensaría que era su hermano, no su padre.

Joey se quedo en su sitio sin moverse, viéndolo correr hacia él. Pero cuando Seto llegó a su lado y lo abrazó abandonó su reserva, entregándose a un desenfrenado beso que arrancó exclamaciones en todos los presentes.

Tsubasa observaba con ojos como platos como su padre le comía la boca a otro hombre sin la menor pizca de decoro.  Hisahito y Masato se miraron por encima de su cabeza, compartiendo una sonrisa de complicidad.

Segundas partes nunca son buenas; pero dicen que a la tercera, va la vencida.

 

Notas finales:

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).