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EL ESPECTRO por Shaka_Rubi

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Notas del fanfic:

Ok... Este fic fue inspirado por el relato homónimo de Horacio Quiroga, OJO yo no le llego ni a los talones a ese héroe literario *O*. Así que no se ilusionen tanto... Quiero también mencionarles que aquí leerán mi primer "limoncito" de DN xDDD!!! Bueno vamos al fic sip!!!
Death Note no me pertenece, le pertenece a los genios Tsugumi Oba y Takeshi Obata, así como el relato que inspiró esta wea pertenece al autor uruguayo Horaciio Quiroga.

Se despertó en media madrugada; empapado de sudor, con el corazón latiendo a toda prisa, pugnado por salir de su pecho, a punto de detenerse, frío como un trozo de hielo. Había sido la cuarta noche consecutiva en la cual su sueño placentero se turbaba de manera intempestiva por una serie de pesadillas acres e incongruentes pero desmesuradamente reales.

Se levanto cabizbajo, arrastrando los pies en dirección al baño, insultando al por mayor al protagonista de sus incontables alucinaciones.

Se miró detenidamente en el espejo, la nítida imagen devuelta por el objeto era deplorable. Su cabello estaba revuelto, sus ojos de ámbar enmarcados por unas negras ojeras y sus pómulos más marcados de lo habitual le daban un aire enfermo. Había bajado varios kilos. Se mojó el rostro con violencia mientras el eco del agua cayendo al desagüe resonaba por todo el recinto produciéndole escalofríos.  Regresó a su lecho aún con la cara húmeda, maldiciéndose mil veces por las estúpidas sensaciones pueriles manifestadas en su cuerpo, todo era parte de un juego atroz producido por su mente cansada.

Miró hacia el techo repitiéndose una y mil veces lo mismo.

“Ryuuzaki esta muerto, bien muerto… Ahora mismo los gusanos deben estarse dando un banquetazo”

El fúnebre pensamiento le produjo una sonrisa macabra de regocijo, la muerte de “L” era el mayor de sus recientes triunfos. Recordó entonces el cuerpo inerte entre sus brazos, el delicado calor emanando aún de esa piel de alabastro, los ojos negros brillando por primera vez ante el portal de la muerte, gritando en silencio; “tú eres Kira”, y su mano, fina y huesuda apretándole el hombro por última vez… 

Sus párpados comenzaban a cerrarse sin premura con algo de pesadez, la remembranza de aquel maravilloso suceso le acogió el corazón brindándole sosiego... Más sin embargo un punzante olor a café y golosina penetró en su sensible órgano olfativo.  Sus ojos se abrieron de par en par y su cuerpo más veloz de lo acostumbrado salió casi de un salto de la tibia cama. Miro a su derecha, a su izquierda, miró con una furia infernal a sus espaldas y no había nadie. Su cuerpo se heló de repente y notó consternado el claro descenso en la temperatura de su habitación.  Se frotó los brazos para brindarse un poco de calor y su cuerpo se engarrotó preso del pánico al sentir el firme agarre de una mano cadavérica en su hombro derecho. Un gritó quiso salir de su garganta pero se quedó atrapado en su boca, sellada por una extraña fuerza poderosa. El olor, olor nauseabundo se intensificaba a cada milésima de segundo; era asfixiante, perturbador.  Su cuerpo se congeló aún más cuando una vocecilla monótona, empalagosa y muy conocida retumbó en sus oídos.

-Eso es lo que quieres creer Light, yo no estoy muerto. Tú logras que aún este vivo…

-¡AHHHHHH!-El grito ensordecedor nacido de las entrañas de Light Yagami hizo saltar del susto a los agentes encargados del caso Kira.

-Light, hijo ¿te encuentras bien?-Preguntó visiblemente preocupado el jefe de la policía japonesa y padre del sucesor de ”L”.

-Si padre estoy bien.-Contestó presuroso mientras se levantaba de su asiento, se había quedado dormido en horas de trabajo.

Aizawa, Matsuda y Mogi miraban incrédulos al hombre castaño. Ese episodio extraño protagonizado por Yagami los dejo llenos de interrogantes que no se atrevieron a externar por respeto a su joven superior y su progenitor.

-Sí, padre, estoy perfectamente bien… solo tuve una pesadilla.-Aclaró notablemente apenado ante las penetrantes miradas de sus compañeros.

-Hijo, te hace falta descansar y comer bien, últimamente te has dedicado de lleno al trabajo.

-Estas en lo cierto, creo que me he sobrepasado.-Le dio la razón, lo último que deseaba era aclarar lo que en realidad le sucedía.

-Jefe…

El hombre que había invadido la plática de padre e hijo era Matsuda-san. El pelinegro denotaba una clara preocupación en la mirada.

-Dime Matsuda.

-Ya es casi hora de comer y bueno yo…-Detuvo sus palabras azorado.-Bueno, si Light-kun desea algo de comer yo puedo ir por lo que él quiera y mientras nosotros almorzamos él puede descansar un momento aquí…-Propuso con sus acostumbrados titubeos el detective.

-Me parece una gran idea Matsuda-san.-Quién había respondido era el mismísimo Light.

Una sonrisa infantiloide se dibujo en el rostro del torpe muchacho de cabello oscuro. 

-Gracias Matsuda, ya has oído a mi hijo está de acuerdo.

-Faltan solo cinco minutos para el descanso, si lo desean pueden retirase.-Anunció tranquilo el más joven de los agentes.

-¿Estás seguro Light?-El siempre responsable Aizawa no deseaba irse hasta cumplir por completo sus reglamentarias horas de trabajo.

-Si… si-Respondió algo cansado, deseaba con todas sus fuerzas estar solo.

-Está bien hijo, nos iremos de una vez… descansa y si algo anda mal avísame por favor.-Suplicó inquieto su amable padre.

El chico asintió.

-Descansa Light, también me puedes llamar a mí por cualquier contratiempo.- Mogi le palmeó la espalda mientras decía aquello.

Los dos restantes detectives recitaron casi las mismas palabras que su colega.

 Estaba arto, tanto embrollo por un maldito sueño.

No pasó demasiado tiempo hasta que la central de investigaciones quedó solo en compañía del joven Yagami.

Raito suspiró agotado, sus noches eran un constante ir y venir de sueños espantosos engalanados con la lúgubre presencia del detective muerto. Faltaba poco para el cumplimiento de un año del fallecimiento de su némesis, el suceso había tenido lugar el día 5 del mes 11. Se recostó con fastidio en un mullido sillón doble mientras masajeaba delicadamente su cuello.  Estaba agobiado, nervioso pero por sobre todas las cosas furioso. El maldito bastardo no lo dejaba tranquilo ni en sus sueños, y, las nítidas palabras pronunciadas por el bastardo le habían petrificado los huesos. Si continuaba a ese ritmo no pasaría demasiado tiempo para que él fuera el próximo cadáver.

-Maldita sea, esto es una obsesión… si me enfrasco en lo mismo yo cavaré mi propia tumba.-El silencio en el cuartel general actuó como un bálsamo para su me mente y deplorable cuerpo, en realidad había adelgazado varios kilos, eso no era parte de ninguna pesadilla.  Sus ojos no tardaron en cerrarse, por fin dormiría.

Un fuerte ruido proveniente de la región de los ordenadores lo sobresaltó al grado de proferir un grito ahogado.  ¿Qué mierda había sucedido ahora? Corrió al lugar donde se había originado el estridente sonido para encontrarse con el humo negro saliendo como chimenea de la computadora que el detective usaba regularmente y ahora le pertenecía él. Había sucedido un corto circuito. La mueca de disgusto en el castaño era solo comparable con el mal humor creciente en su interior.

-Me lleva el averno, ahí tenía todos mis datos… -Giró la cabeza iracundo mientras pateaba con violencia su silla, y se quedó inmóvil, presa de un miedo demoledor.

Ahí, frente a sus ojos; estaba ese maldito objeto que alguna vez perteneció al mejor detective del mundo…

Su silla, su silla giratoria, continuaba clavada en el mismo lugar como parte del cimiento que sostenía al edificio. ¡¿Cómo era posible?! Si el mismo mandó a tirarla después de haber enterrado al puñetero detective y haber pisoteado su tumba hasta el fastidio.

Con los labios temblando, el sudor corriendo abundantemente por su frente y las manos crispadas, se acercó a paso lento al aterrador objeto. Las piernas le temblaban a cada paso, sus músculos estaban renuentes a acercarse pero su mente más valiente y fría que la de cualquier mortal daba las órdenes y su cuerpo tenía que obedecer.  Se tambaleo repentinamente sintiendo el vómito subiendo por su garganta, parpadeó varias veces mientras se llevaba las manos a su boca para controlar el espasmo y lo consiguió. Pero al abrir de nueva cuenta sus irises le vio. La figurilla escuálida del detective estaba a unos metros de él, sentado en su vieja silla como antaño. Y, lo recordó… Ese había sido el sueño recurrente de las últimas noches tenebrosas. Siempre era lo mismo; despertaba en el cuartel general, se encontraba con la maldita silla del detective, se acercaba, las nauseas le mareaban y al abrir los ojos lo veía. Más nunca lograba completar su objetivo; verle el fantasmal rostro.

-Esto es otro sueño… voy a terminar con... esta mierda de una vez por todas…-Dijo entre susurros entrecortados, temblorosos, debido al oxígeno que comenzaba a escasear en el aire pesado que flotaba en la habitación llena ahora de un olor dulzón proveniente del inframundo. –El olor… está de nuevo aquí…-Extendió su diestra para posarse en el frío metal pero un escalofrió en la columna vertebral le hizo dudar por un momento, sacudió la cabeza con decisión para ahuyentar sus demonios y a continuación sintió el helado material entre sus manos… un poco más, solo un poco faltaba para tenerlo de frente y romperle la cara. En cada pesadilla todo se repetía con precisión de equilibrista. Sus delgadas manos solo lograban mover hacía él unos centímetros el asiento del detective, ¿hasta cuándo llegaría el día de verlo a la cara?

-Dime que buscas maldito…-Giró el objeto un poco más, estaba como lo había dejado en su último delirio… solo unos centímetros más… Ya alcanzaba a visualizar las pálidas orejas.

¡TOC TOC  TOC!

El castaño se despertó profiriendo otro desgarrador grito, la fuerza de sus movimientos sobrepasó los límites llevándolo a caer violentamente al suelo alfombrado.

-¡¿Light ¿estás bien?!-Escucho la voz preocupada de Matsuda que le hablaba desde afuera.

Se apresuró a levantarse acomodándose el cabello y la ropa. Aún con el alma pendiendo de un delgado hilo y el órgano cardíaco a punto de sufrir un colapso, abrió la puerta mostrando una extraña sonrisa en su rostro pálido.

-Matsuda, estoy bien…-Fue lo primero que dijo al ver la cara de susto del otro hombre.

El chico de cabello oscuro comenzó de inmediato su perorata, preguntándole hasta la saciedad al castaño que le estaba pasando. Light trato de guardar la compostura, sin embargo la tentación de usar la “Death Note” para deshacerse de aquel idiota fue tremenda. Al final logró convencer a Matsuda no decirle nada a su padre, para dejarlo conforme; comió todo el alimento que le había llevado.

Las horas pasaron lentas en el cuartel de investigación, todos estaban preocupados por el joven genio que se había convertido en su líder; el cual, gastó el resto de su energía fingiendo un bienestar que estaba lejos de sentir.

Yagami llegó a las once de la noche en su lujoso departamento. Bajó con premura su auto del año y notó con malestar la presencia del convertible rojo perteneciente a su novia. Tenía unos meses sin verla, la inverosímil mujer se había embarcado en una gira artística, promoviendo su belleza en la región occidental del mundo.

Suspiró resignado. Ahora, además de sus problemas personales tenía que soportar las pláticas insípidas, superficiales y cargadas de estupidez de su novia. ¡Dios como la detestaba!

Solo abrir la puerta los delgados brazos de su amante le apresaron el cuello y los gritos asfixiantes de la mujer le acribillaron los oídos. La apartó con suavidad.

-Hola, Misa…-Saludó con frialdad a la rubia.

-¡Amor, te extrañaba mucho! Misa-misa te necesitaba tanto…-Dijo melosa para después depositar un ardiente beso en la tentadora boca de su único amor.

Light le correspondió, no tenía la energía de siempre para rechazarla con más vehemencia.

Las caricias se hicieron presentes, las prendas se clavaron en el piso y la pareja de amantes no tardó en instalarse en la tibia cama que habían compartidos desde meses atrás. Light Yagami no alejó el cuerpo de Amane como en otras ocasiones. Ahora necesitaba sentirla, llenarse de su esencia para olvidar el martirio que lo acorralaba desde hacía unos días. Pero sobretodo, necesitaba a la hermosa rubia para borrar de sus memorias las formas masculinas del cuerpo que tantas noches había cobijado entre sus brazos.

El apuesto hombre besaba con auténtico deseo a la mujer gótica que se estrujaba contra su cuerpo, los voluptuosos senos rozando sus pectorales, las piernas de la chica enredadas en su cintura mientras él con fuerza la llenaba por completo. La dama gemía presa del deseo reprimido por varios meses; a punto de alcanzar el ardiente clímax que solo Light era capaz de desbordar en su delicado cuerpo.  Kira estaba perdido entre los gritos de placer de su amante, sentía los claros espasmos de un muy cercano orgasmo. Su cuerpo respondía por mero instinto al deseo, a la fricción, a la pasión de otro cuerpo en contacto con el suyo.  Pero su mente y su ajada alma estaban en total ausencia, porque él no amaba ni nunca amaría a Misa Amane.

Con agraciada maestría acarició la espalda suave la chica, haciéndola estremecer, inevitablemente la suavidad de esa piel le recordó a alguien más.

Abrió los ojos ansioso y a quién vio no fue a Misa. El que gemía debajo de sus fuertes músculos era Ryuuzaki… La vista se le nubló pero no sintió miedo, las irises le temblaron con candor y sin siquiera razonarlo le abrazó.

-Ryuuzaki…-Dijo entre jadeos con voz ronca y sensual.

-Light… ¿eso es todo lo que puedes darme?-Preguntó aquel ente con el sonrojo pintado en sus mejillas.

Yagami sintió un pinchazo de placer en la punta de su miembro al escuchar las palabras burlonas del hombrecillo esperpéntico que lo apresaba con intensidad entre sus fuertes y blancas piernas. Con el instinto animal manando de sus poros tomó a Ryuuzaki de la cintura, girando sobre su cuerpo hasta posicionarlo sobre su abdomen. El de ojos vacuos le miró de manera degenerada mientras chupeteaba su dedo pulgar con insistencia.

-Muévete… Ryuuzaki… Muéstrame hasta donde tú puedes hacerme llegar.-Murmuró con la voz cargada de erotismo, simplemente irresistible.

Lawliet acarició los músculos del abdomen del castaño con la punta de sus largos dedos flacos, apenas rozándolo.

-Oh, dime Light-kun…  Tú me conoces bien y siempre logro hacerte gritar-Movió entonces sus caderas sintiendo el miembro de Raito chocar un punto sensible en su interior provocando en cada uno de sus furtivos encuentros el estallido de placer que lo hacía sentir vivo.  Tomó las manos de su castaño y las paseó por sus muslos, su abdomen, hasta posarlas finalmente en sus rosados pezones, invitando con ese mudo gesto al oriental a acariciarlos hasta hacerlo vibrar.

Light no se conformó con el único contacto de sus manos en aquellas pequeñas protuberancias, su boca exigente succionó con frenesí los duros pezones masculinos, logrando con esto la contracción de los músculos de la parte baja de cuerpo de Elle.

-¿Ya te vienes?-Preguntó pegando su cara en el húmedo pecho del inglés mientras mordía con ansia.

-Si…-Guió la mano del castaño hasta su grueso y endurecido miembro para que el otro le masturbara. Light lo recorrió con lentitud, deteniendo su diestra en la rosada punta, apretándola y obteniendo así el líquido trasparente que anunciaba el cercano orgasmo de Lawliet.

-Ah… tócame más… ¿Qué esperas?-Casi había gritado, comenzando a traspasar la intangible pero existente línea que separa la locura de la escurridiza cordura. Movió sus caderas con fuerza, clavándose sin piedad en el dotado órgano masculino. Gritó sin control cuando la punta del falo rozo contundente la pequeña semilla sensible en su interior y, la mano de Light apretando con insistencia traviesa la cima de su virilidad le hizo correrse abundantemente en la mano del japonés. Light sintió las contracciones de Ryuuzaki. La humedad en su mano, abdomen, y rostro lo turbaron, olvidándose de toda lógica y civilización. Apretó las caderas del detective con ahínco; encajándolo en su miembro, mordiendo su cuello hasta hacerlo sangrar mientras vertía su caliente semen en las entrañas suaves y ardientes de su peor enemigo, su mejor amante.

Abrazó entonces al detective, sintiendo su respiración volviendo a la normalidad. Se separó un poco de él, lo necesario para contemplar los opacos ojos enmarcados por una mata negra de húmedo cabello. Con inusitada ternura apartó los cabellos adheridos a la frente del inglés mientras su otra mano acariciaba las tersas mejillas. Ryuuzaki lo miraba intensamente más su rostro se mostraba impávido como de costumbre. Lawliet no dijo absolutamente nada, usó sus labios para hacer algo más interesante que hablar; beso profundamente al castaño. Las lenguas se acariciaron, las salivas se mezclaron con sinuosa lentitud al ritmo impuesto por los amantes. El afamado investigador dejo aquellos labios para descender con pequeños besos hasta el bronceado cuello de Light. Besó primero con dulzura y, sin que Yagami lo tuviese previsto; clavo sus dientes en la tibia piel hasta romperla, el más joven profirió un alarido de dolor.

-Calma Light-kun.-Puso dos de sus dedos en los labios del chico, para tranquilizarlo.-Ahora pasará la molestia…

Con verdadera ansiedad el mayor de los hombres limpió con la punta se lengua el hilillo de sangre que había comenzado a correr en el cuello acanelado; logrando que Kira gimiera intensamente por la sensación contradictora de la mezcla del dolor y placer.

-Eres un enfermo Ryuuzaki…-Dijo con los dientes apretados el apuesto magnicida. Odiaba cuando aquel mito de carne y hueso le hacía perder los sentidos, delatando su lado más animal.

-Raito-kun, soy un pervertido ¿recuerdas?-Comentó con aire inocente mientras clavaba sus ojos nocturnos en la mirada clara del oriental.-Pero así te vuelvo loco.-Y tras decir aquello mordió con fuerza los tersos labios de su compañero, lesionado la suave piel…

-¡AHHH NO!-Gritó exasperado mientras apartaba las sábanas que cubrían su cuerpo.

El fuerte aullido y los movimientos bruscos de Raito despertaron a la hermosa joven que dormía profundamente acurrucada junto a su cuerpo.

-Light ¿Qué sucede? ¿Estás bien?-Cuestionó la chillona vocecita femenina mientras sus manos acariciaban la fuerte espalda de su apuesto amante.

-Misa… -Se frotó la frente confundido, alterado, con el corazón a punto de sufrir un vahído irreparable.

-¿Tuviste un mal sueño?-La jovencilla lo miraba acongojada, Light era su razón de ser y verlo en ese estado hería profundamente su alma egoísta. Porque para Amane Misa el mundo podía desquebrajarse a sus pies mientras pisoteaba los cuerpos sangrantes de los infortunados moribundos tomada de la mano del omnipotente Dios Kira sin manifestar un ápice de compasión o tristeza… nada importaba más que su felicidad y dulce bienestar en un mundo quimérico junto a su única deidad: Light Yagami. Si él moría ella le seguiría hasta el infierno.

-Si… Misa, tuve un mal sueño… ¿Qué hicimos hace algunas horas?-Preguntó mientras veía el pequeño reloj digital que marcaba las 4:50 a.m.

-Oh, Light…-Chilló sonrojada-Hicimos el amor como siempre, después te quedaste inmediatamente dormido junto a mí.-Explico la rubia pegando su agraciada figura a la varonil anatomía de Raito.

-¿Eso fue todo?

-Si…-Respondió confundida, nunca había visto tan inseguro al psicópata dueño de su alma. La rubia iba a añadir algo cuando notó gracias a la luz de la ciudad que se colaba a su habitación una extraña marca roja en el labio inferior del castaño.-Light… ¿Qué te ha sucedido en la boca?-Gritó asustada acercándose al lugar de la herida.

A Light se le revolvió el estómago víctima de un vértigo enfermizo adueñándose de él al recordar el dolor agudo que le hizo despertar. En su pesadilla, el bastardo detective le había mordido con ferocidad el labio inferior… ¡No, ese estúpido sueño no podía tener efectos en su realidad!

Totalmente aterrado apartó a su mujer con hosquedad, la joven se quejó adolorida pero él no la escuchaba, sus oídos no procesaban los sonidos, ni sus ojos captaban las imágenes. Corrió al baño con la mente nublaba y el alma escapándose por la garganta. A duras penas sus músculos realizaban sus labores motrices.  Nada más encender la luz se dirigió al espejo y sus nervios temblaron al percibir el rojo de su sangre en su boca, pero el verdadero asombro se cernió sobre él al notar una herida fresca en la delicada piel de su cuello. Llevó sus manos a la boca para calmar su respiración alterada y sus receptores olfativos captaron el olor a dulce y café… Se concentró en el sabor residente en su boca y no era el sabor de la sangre la que manaba sus papilas… Era su sabor; el intoxicante sabor de “L”.

Su crisis había llegado a su límite, a un punto sin retorno, era tiempo de terminar con la paranoia que lo había apresado desde días atrás. Salió del cuarto de baño y se embutió en el primer pantalón que encontró, abotonó con desespero la camisa blanca que usó el día anterior y se calzó los zapatos sin ponerse los calcetines. Todo aquel torbellino se llevaba a cabo ante los ojos incrédulos de la modelo, la cual no abrió la boca del asombro.

-Me voy.-Avisó el nuevo “L”.

La voz átona del joven detective rebotó en los oídos de Amane haciéndola regresar a la realidad.

-¿A dónde vas?-Preguntó nerviosa y con los ojos cuajados, el descontrol de su novio la estaba asustando. Nunca, ni en los momentos más tensos de su enconada batalla con “L” lo vio tan desquiciado.

-Al cuartel general, tengo un asunto que aclarar…

-¿Con quién?-Continuó con su interrogatorio mientras dejaba el tibio lecho.

-Con “L”.-Murmuró con voz gutural el Dios del Nuevo Mundo a lo cual la joven dama tembló hasta sus adentros.

-¿Con “L”…? El está muerto.-Gritó mientras las lágrimas comenzaban a desprenderse de sus ojos esmeralda.

-No… no entenderías…-Dijo con voz de entera frialdad mientras sus pasos se dirigían a la puerta. Las delgadas manos de Amane se trabaron como zarpas en su camisa… Más Light no sentía nada, no se detuvo ante la impertinencia de la rubia, ni mucho menos ante sus gritos histéricos.

La puerta se cerró con violencia dejando detrás de ella a una muchacha llorosa y con la entera seguridad de que jamás volvería a ver al amor de su vida. Cayó de rodillas en el piso mientras cubría su cara con las manos. Sabía que no podía seguir a Light, y ella, siendo su sierva más fiel no desobedecería ninguna de sus órdenes… Todo iba a esta bien porque Raito era una deidad; se repitió una y otra vez para darse paz.  Se puso con dificultad de pie mientras paseaba desesperada la vista por la habitación deteniendo sus ojos en el calendario digital que marcaba el día 31 del mes 10.

Abrió los ojos desmesuradamente; en occidente había aprendido el significado de ese misterioso día…

Una fuerte brisa helada invadió el lugar de manera inexplicable.

A Misa se le congelaron los huesos.

Light se apresuró a abordar su moderno auto gris, no perdería ni un día más de su prometedora vida por culpa de un maldito espectro que estaba pudriéndose mil metro bajo tierra. No, ninguna de sus noches volvería a ser perturbada por ese malnacido. Puso el auto en marcha y rebasando los límites de velocidad emprendió el viaje al encuentro de su eterna antítesis mientras las calles de Tokio comenzaban a iluminarse con los primeros rayos solares.

Llegó al amplio edificio y a toda prisa se introdujo a él con decisión. Estaba ansioso, furioso y su mente profería un sin número de insultos al detective que ni muerto dejaba de fastidiarle la existencia.

Después de algunos minutos el elevador por fin llegó al piso indicado; Yagami se encontró a solo unos cuantos metros de la enorme puerta de metal blindado que protegía las oficinas principales en donde él presidía como líder. Solo pisar el suelo brillante del pasillo, su corazón comenzó a brincar enloquecido queriendo escapar de su pecho; mientras una densa nube de energía macabra se expandió como torbellino helado por toda el área. Sus pasos antes seguros, ahora comenzaban a flaquear mientras sus sentidos se ralentizaban y su boca se secaba. Tenía mucho frío. Se frotó las manos con desespero y recordó aterrado que no estaba dentro de uno de sus sueños. Estaba en el mundo real, enjaulado dentro de sus propios temores… Descubriendo que su mayor miedo era la presencia misma del afamado detective. Aquel pequeño espantajo que había convertido en su amante con el único objetivo de domarlo, envilecerlo y humillarlo hasta el hartazgo para su propio placer.  

-No hay lugar para el miedo… yo te vencí…-Susurró entre jadeos con la respiración errática a falta del oxígeno. Todo se estaba repitiendo. Más ahora, una gruesa capa de neblina le impedía vislumbrar con claridad su camino. En un gesto de desespero llevó sus manos a la cabeza revolviendo y jalando con fuerza de sus cabellos cobrizos hasta casi desprenderlos del cuero cabelludo.-No entiendo nada…-Repentinamente su cuerpo chocó dolorosamente contra la puerta metalizada sin poder evitarlo, la blancuzca niebla embotaba su visión.

Y ahí estaba…  A solo unos pasos de Ryuuzaki, podía sentir su presencia. Incluso su mente cansada ya podía entreverlo sentado como un guiñapo en su vieja silla mientras se embutía de glúcidos y alcaloides para estimular su sistema nervioso…

 ¡Dios quería romper de tajo con ese juego antes de perder por completo la razón!

Kira tanteó la puerta para encontrar los controles que abrían con una clave de seguridad el gran portal. Más como ironía del destino a más bien como parte de un juego macabro la puerta se abrió repentinamente emitiendo un ensordecedor ruido que hizo eco en todo el moderno edificio. Light entonces se petrificó; todo se había precipitado.

El psicópata más grande de la historia hizo uso de toda su frialdad y racionalidad para mantener el control de sus emociones, eso era algo que él dominaba a la perfección. Dio un paso firme al interior de la oficina e, increíblemente ni la niebla, ni el frío, ni olor de Ryuuzaki estaban presentes.

Pero ahí, justo frente a él estaba la frágil figurilla de su sempiterno adversario. Estaba tan cual lo había dejado en su última pesadilla; con la cabeza mirando hacia el frente, su asiento mirando sesenta grados hacía su dirección dejando ver la oreja del detective. Nada cambió… Si, algo había cambiado, el sueño traspasó el mundo incorpóreo y se trasformó en realidad.

Light miró profundamente la espalda curvada de la nefasta aparición que le atormentaba, sonriendo socarrón ante la idea siniestra que se estacionó en su maligna mente. 

“Para todo mundo él está muerto… ¿Qué más da si le vuelvo a asesinar?”

-Cuanto tiempo sin vernos amigo-Dijo burlón el homicida, escupiendo veneno y malicia en cada palabra.

El hombre mayor no respondió.

Yagami profirió entonces una risotada tétrica mientras sus ojos se tornaban escarlatas y arrojaban un odio desmedido. Se cruzó de brazos y ante el mutismo del “fantasma” resolvió seguirlo insultando.

-Dime “L”, ¿este es un jueguito para joderme la vida? ¿Porqué, porque te vencí?-Detuvo sus palabras mientras pensaba los vocablos vejatorios más indicados y prosiguió– ¿Porque me burle sobre tu tumba hasta el hartazgo? Vamos “L” te creí un mejor perdedor. No sé quizá lo que realmente te hirió fue que solo te abría de piernas para oírte gemir como una ramera…-Se carcajeó de nuevo, ahora sin control.-¡Pues ya basta maldito!-Gritó trastornado mientras a grades zancadas se aproximaba al lugar del moreno. Y, sin una pizca de temor tomó el respaldo de la silla entre sus largos dedos y tiró con fuerza.-Por fin nos veremos las caras…

Y tal como lo había dicho el japonés tal cual así las cosas sucedieron. Ahí frente a sus ojos estaba él, el hombre de los mil nombres e identidad desconocida para el mundo entero. La agonía de la muerte no había hecho mella en su semblante; eran los mismos enormes ojos de arpía reflejando el color de las tinieblas, el mismo cabello similar a las alas de un cuervo, la piel macilenta semejante a la de un cadáver; adherida con ímpetu a los delgados músculos de acero.

Al asesino se le borró la sonrisa y las palabras se extinguieron en su garganta ante tal visión. La parálisis en sus miembros era total.

-He he… Mucho tiempo sin vernos ¿eh Light-kun?-Ironizó el pálido hombre deslizando en sus labios una sonrisa bufonesca por demás repulsiva. –Oh… querido amigo, sé que has pensado en matarme de nueva cuenta.-Fue ahora su turno de burlarse ruidosamente en las narices del menor.-Pues déjame informarte que no puedes matar a un muerto Light-kun… Yo estoy completamente muerto , cariñito.-Se levantó de un salto de su asiento y enterró con fuerza su dedo índice en pecho del inmovilizado castaño, escuchando con deleite sus gemidos entrecortados- Tú, mi dulce Light me has traído de vuelta, ya te lo había dicho…-Susurró pegando su boca a los labios del cruel delincuente logrando así que percibiera su aliento tibio y con olor a dulce.-Piénsalo Raito-kun, desde mi muerte no hay un día que no pienses en mí…-Metió el dedo pulgar en su boca fingiendo una inocencia inexistente.-Hasta para correrte entre las piernas de Misa-san tienes que recrear turbias fantasías en donde mi persona juega un papel protagónico… Oh, Light eres un sádico pervertido…

El cuerpo del Dios terrenal comenzó a temblar incontrolable mientras sudaba copiosamente mojando todo su cuerpo. Su boca quería hablar, sus ojos necesitaban cerrase ante el ardor que la rigidez de sus parpados le producía. Aquello era el infierno. Más Ryuuzaki no le ayudaba tan solo se burlaba en su cara. ¡MALDITO! ¡Alguien tenía que ayudarlo!

-Te duele.-Preguntó sonriente el espectro.-Pues que mal… Aún no has sentido nada…

Lawliet entonces le besó y al contacto con esa boca sintió que mil cuchillas penetraban en cada poro de su piel mientras una fuerza sobrehumana desgarraba sus piernas. Oía gritos, alaridos lastimeros, llantos desgarradores, voces suplicantes presas del miedo, todo se volvió oscuro y a su alrededor solo pululaban imágenes de gente destrozada entre las llantas de un auto, hombres cayendo de altos edificios, una mujer de cabellera negra sacudiéndose mientras una soga obstruía su tráquea, y, los ojos crispados de cientos de personas con la mano en el corazón víctimas de un paro cardíaco lo miraban con sombría insistencia. Sangre… la sangre y la muerte lo llenaban todo. Quería cerrar sus ojos pero no podía, ¡por el amor de Dios que alguien detuviera esas visiones, ese dolor en su piel, esas manos despedazando sus piernas…!

Lawliet entonces rompió con el beso y la tortura cesó. Light cayó de rodillas para después azotar su cara contra el piso; seguía convulsionándose.

-Lo ves Light-kun… ¿Ves la magnitud de tus pecados?

El nombrado se incorporó con dificultad, sentándose en el piso.

-Los… pecados… no existen, ni el cielo, ni el infierno…-Respondió con extrema dificultad mientras un líquido sanguinolento fluía de sus ojos.

Elle entornó los párpados comenzando a caminar con lentitud, se arrodillo y ayudó a ponerse de pie al castaño.

Con exquisita calma acarició el rostro prematuramente envejecido de su sucesor. Besó su frente sudada, descendió su mirada clavándola en los ojos dorados. Tomó las manos frías de Yagami entre sus tersos dedos con infinita tristeza.

-Tú no entiendes Light… pero tienes una eternidad para hacerlo…-Susurro pegando sus pálidos labios a la carnosa boca rosa de su ahora víctima.

Light abrió completamente sus ojos, iba a replicar pero el avasallador abrazo de “L” no le permitió emitir un ruido. Los flacos brazos se habían enredado en su espalda.

-Light-kun… Tú ahora me perteneces.

Sintió sus huesos quebrarse en medio del doloroso abrazo del moreno, ahora sí, gritó con todas sus fuerzas mientras sentía con amargura como su alma era arrebatada de su cuerpo.

El chillido de Light Yagami alertó a los detectives que recién llegaban a las oficinas centrales del caso Kira en aquella mañana del 31 de octubre. Corrieron asustados y con los nervios rasgados introdujeron la clave que abría la puerta sellada.

Lo que sus ojos vieron no sería olvidado con facilidad en mucho tiempo, sobre todo por el cándido padre.

Ahí, frente a ellos, estaba inerte el cuerpo cadavérico de su joven líder, su rostro dibujaba una mueca de terror atrofiante y, sus ojos clavados en techo eran los mudos testigos de una muerte macabra jamás antes vivida.

 

FIN.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales: Hahaha me rio porque el fic de repente me recordó a "Pesadilla en la calle del infierno", Elle-sama parecía Freddy Kruger xDDD!!! Naaa, apenas me doy cuenta de la similitud... Pero a Raito le vamos a cantar...
"1, 2, corre veloz
3, 4, ponle llave al cuarto
5, 6 Elle te jala los pies"
xDDD
¿Era así la cancioncita de Fredd? Jeejejeje como verán gusto de ese tipo de películas "finas". See soy medio gore...
Bueno, espero algún review, pues no les quita muxo tiempo y me dejan saber que les pareció... Pero entiendo que semejante historia no guste mucho, la escribí en dos días y generalmente tardo en escribir algo coherente el triple de tiempo. Como sea...espero opiniones.

Pd: Tengo un fic añejo que varias personitas bellas me han pedido actualizar se llama "LA BROMA", les prometo que esta semana publico la conti.

¡Salu2!

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