Se podían divisar muchos árboles, estaban llegando al bosque, cruzando por ay llagarían más rápido a las prisiones. Aun cargaba a Frederick en uno de sus hombros, pero el cansancio lo venció, bajo al Demonio y lo dejo apoyado en un árbol, respiraba agitado cargarlo todo el camino fue tedioso, y ahora tenería que cargar con su carácter toda la noche eso seria mas pesado que cargarlo por casi dos horas. Frederick se apresuro en quitarse el pañuelo de la boca miro a Albert quien estaba apoyado en el árbol agitado y le dijo.
- Eres un bastardo!! Como te atreves atratarme así?!!... – quiso levantarse – auch!!! Me duele la espalda… eres una bestia!! – le decía mientras se sobaba la columna. Albert lo miro de reojo mientras intentaba recuperar el aire y pensó.
- Este entupido… yo fui el que lo cargo por mas de una hora y el esta adolorido por dios que hipócrita- y le dijo- Lo lamento su alteza – dijo en tono altanero – la próxima ves me asegurare de atarme unas cuerdas sujetadas a una carreta y hacer el papel de un caballo – decía mirándolo con desprecio
Se levanto rápido y lo tomo de su camisa atrayéndolo hacia el y le dijo – Eres un maleducado!!... te exijo respeto! Yo soy tu amo… debes obecerme… - lo interrumpió
- Y no es mi amo, ahora haga lo que quiera, yo me voy – dijo para luego darse la vuelta y empezar a caminar bosque adentro, dejando parado y solo a Frederick en la oscuridad quien de pronto comenzó a sentirse nervioso, no estaba parado cerca de los árboles de su casa, estaba en un bosque, con serpientes, osos, arañas miro para todos lados y grito
- Oye!! Albert!!
Se detuvo un instante se quedo de espaldas y le dijo – váyase a casa a menos que quiera ser devorado por un oso hambriento – lo cual puso mas nervioso a frederick quien le contesto
- Eres idiota o que?... no puedo volver solo- decía aun parado sin dar un paso, es mas no podía moverse
- De que hablas – se dio la vuelta y lo miro estaba con su mano en la espalda tenia algo, y le pregunto – acaso no sabes caminar o que?
- No es eso idiota, lo que pasa es que… nací con una par de vértebras mas pequeñas de lo normal en mi espalda y tu entupida fuerza bruta hizo estragos en mi espalda y ahora no puedo caminar es mas no puedo ni moverme – decía con reproche en los ojos – si me abandonas aquí y muero te buscaran para toda la vida, y te mataran – decía mirándolo fijamente
Se quedo pensativo un instante que debía hacer, obviamente odiaba a Frederick pero no podía dejarlo ay solo y “herido” como el decía, lo ultimo que quería era cargar con la muerte de ese chico entupido por toda su vida, esta bien era molesto, irritante, pero no podía quedarse ay inmutable y dejarlo solo, luego andaría preocupado de si estaba bien o no, así que camino unos pasos hacia el rubio, que lo observaba como se acercaba y le dijo
- qu..que haces?! – le dijo un poco nervioso, cuando vio que Albert se puso en posición para cargarlo en su espalda
- Vamos súbete… no te dejare aquí… a diferencia de ti no soy un asesino y no quiero que mueras por mi culpa… vamos ven – le decía aun agachado esperando que Frederick subiera en su espalda.
Se sintió muy sorprendido nunca pensó que Albert haría algo así por el, lo miraba con los ojos muy abiertos y sin decir mas se acerco muy despacio y se subió a la espalda del pelinegro, entrelazo sus brazos alrededor del pacho de Albert, quien tenia la cabeza gacha, se acerco un poco a su hombro y le dijo
- Si te sirve de algo, yo so como llegar a la prisión por este bosque – Albert alzo la cabeza muy rápido y lo miro de reojo muy sorprendido y le dijo
- Pero… por que tu…- se vio interrumpido por una voz que le dijo
- Esto es por no dejarme abandonado, soy un Noble demonios, tengo modales
- Ja… deberías mostrar esos modales mas seguido sabes, te sientan bien – dijo para luego bajar la cabeza con una sonrisa dibujada en su cara, en realidad no sabia que había hecho que Frederick se comportara así de repente, el decía que eran sus modales pero, no era verdad obvio, bueno no importaba mucho, levanto otra ves la cabeza y dijo – apurémonos esas nubes nos quietaran en un rato la luz de la luna. Así se encaminaron directo al bosque, llevaba caminando mucho rato Frederick le iba indicando vagamente por donde debía dirigirse hasta llegar al río que luego de llegar allí seria pan comido llegar a la prisión, pero el río quedaba muy lejos almenos estarían vagando por el bosque dos días antes de llegar.
Ya había caminado demasiado debía buscar un lugar para descansar, debajo de algún árbol, en alguna cueva, cualquier lugar seria bueno para recostarse un rato y descansar sus piernas y entonces le dijo a Frederick – debo descansar, puedo bajarte un rato? – le decía agitado y quedándose quieto,
- Ni pienses que me bajaras aquí en el piso sucio lleno de insectos horribles y pegajosos – decía poniéndose duro para no bajar
- Ay, demonios , creo que podrás sobrevivir a la mordedura de una hormiga, no seas tan delicado – le decía ya frustrado
- Yo no dije que no podrías bajarme, solo no quiero que me bajes aquí,- dijo mirando para todos lados- si no me equivoco por aquí debe haber una cabaña abandonada, que pertenecía a una banda ladrones que se ocultaban aquí luego de cometer sus crímenes – Albert pensó – como demonios este tonto conocía tanto el boque y lo peor como le podía tener miedo? Era anormal o que?, pero bueno no tenia otra opción el conocía muy poco el bosque, casi nada no tenia otra que confiar en Frederick.
Siguiendo sus instrucciones, llegaron rápido a donde estaba la cabaña, en verdad existía !... eso sorprendió mucho a Albert, al fin este chico servia para algo que no fuera ser un Noble. La cabaña se veía vieja y sucia por fuera, sus maderas estaban podridas dando al lugar un color negro y mal oliente, entraron, era muy amplia por dentro aunque solo tenia una habitación era bastante amplia, tenia una mesa en medio con una silla vieja un ropero estante detrás con algunas botellas de vino vacías y algunos trapos colgando, había unas sabanas muy sucias al costado amontonadas, y dos ventanas en el frente, era un cabaña fea y común, pero al menos le servia para sus intenciones, las cuales eran descansar al menos por esa noche. Cuando ya estuvieron adentro acomodo al rubio en la silla, luego de eso se dejo caer al piso de rodillas por el cansancio, Frederick vio como se callo y le pregunto – Estas insinuando que soy pesado? – Albert lo miro de reojo y le dijo – si idiota eres un pesado en todos los sentidos, no quiero volver a tenerte sobre mi nunca mas
- eres un… achuzzz – estornudo con fuerza – maldición pesque un resfriado
- Esta haciendo frío, y tu solo tienes puesta esa camisa con una blusa muy fina enzima, eres el candidato perfecto para contraer un resfriado en esta noche – decía aun tirado de rodillas en el piso y mirándolo con la cabeza un poco torcida
- No estaba en mis planes, salir a rescatar criminales esta noche – decía mirando al pelilargo, con una expresión de molestia - en verdad hace frío…grrrr… wa que fue eso – dijo muy sorprendido mirando hacia abajo
- Fue tu estomago gran genio… acaso tienes hambre? – le dijo observándolo interrogante
- bueno… si un poco, no tuve tiempo de cenar por salir a perseguirte, todo es tu culpa
- ashh – dijo levantándose – no puedo creer que me sigas culpando de todo, no cambias más – miro por la ventana estaba entrando la luz de la luna las nubes se habían marchado, se veía muy claro afuera una luz azul se apodero del interior de la cabaña, y entonces dijo – aprovechare esta luz para salir a buscar alguna fruta por los alrededores, no salgas de aquí – le dijo, para luego quitarse la única camisa que llevaba puesta y poniéndosela en la espalda Frederick, quedando todo su torso al descubierto, al ver esto Frederick se sorprendió un poco Albert había cambiado demasiado, de donde
había sacado ese cuerpo, esos brazos, su abdomen era diferente al suyo, no era plano y delgado, tenia como unas marcas de abdominales luego de ver a su casi desnudo compañero que colocaba su camisa cuidadosamente para protegerlo del frío le pregunto
- Por que lo haces? – dijo sonrojado – vuelve a vestirte! – el cual le respondió
- No deseo, levantarme en la mañana y tener que cargar con un enfermo todo el día, a diferencia de ti los perros de la calle soportamos mas el frío, y no como tu, como un gatito domestico delicado que no puede soportar una ventisca fría ,
- Quien dijo que era un gato domestico?!! – dijo muy enojado
- Si no quieres ser un Gato domestico no te comportes como tal – le dijo poniéndose de espaldas dispuesto a salir, Frederick se le quedo observando su parte trasera, la luz de la luna dejaba notarse muy bien esas marcas, esas cicatrices marrones, se encontraban por toda su anatomía trasera, por esa espalda grande y bien formada, eran muchas, se había olvidado del hecho de que esos latigazos dejaban marcas permanentes, bajo la mirada un poco, Albert lo había hecho apropósito ponerse de espaldas frente a el y le dijo
- No te sorprendas, esto es gracias a ti – dijo dando vuelta un poco su cabeza – Gerardo también tiene una así que atraviesa todo su pecho – dijo para luego salir de la cabaña, Frederick levanto muy rápido la cabeza, pero Albert ya se había marchado, trago saliva, y puso su mano en su boca como si sintiera nauseas, unas lagrimas comenzaron a caer de sus ojos, haciéndolo caer de rodillas al piso, definitivamente la crueldad de Albert no estaba ni cerca de lo cruel que había sido Frederick toda su vida y el lo sabia, la culpa se apoderaría de el en algún momento, y no podía evitarlo, se sintió muy herido y sumado a ese sentimiento que venia cargando durante la noche, no un sentimiento que venia cargando desde hace un tiempo, pero no quería aceptar.
Se calmo un poco y se levanto secando sus lagrimas, que denigrante para el ponerse a llorar así, el no tenia por que sentir pena por nadie, que bueno que colapso en ese momento y no cuando vio las marcas de Albert, hubiera sido lo mas humillante, de toda su vida no podía permitirse así mismo verse así frente de nadie, el futuro conde de Paris debía ser recto e inquebrable, se sentó otra ves en la silla, puso sus codos sobre ella y poso sus manos sobre su cara, trayendo a su mente las cicatrices profundas, que traía dibujada esa hermosa piel. Sintió un espasmo en su pecho, se puso nervioso, en verdad consideraba hermosa la piel de Albert, y esas marcas no disminuían su belleza. Como podía siquiera pensar algo así. Suspiro muy hondo acostó sobre el respaldo de la silla su espalda, se quedo mirando el techo de la cabaña, cerro sus ojos e intento pensar un poco
– Debo calmarme, que me pasa, por que siento una presión extraña en mi garganta y mi pecho?,por que tengo las manos frías?, no entiendo, por que aún tengo tantas ganas de llorar, debo dejar de negarme, no es bueno, no se cuanto mas podré negarme algo que no me atrevo a pensar ni en sueños, siempre lo evito por que me siento avergonzado de mi mismo, avergonzado y todas las cosas espantosas que hice, no puedo perdonarme, no puede perdonarme, a veces pienso que hubiera sido si yo fuera diferente y hubiera conocido a Albert en otras circunstancias, como seria nuestra relación hoy?, no que estoy pensando nunca hubiera conocido a Albert, el viene de un lugar muy distinto, diferente al que pertenezco, cuando era pequeño siempre estaba ansioso por verlo, verlo rendido a mí pies, verlo suplicándome clemencia la cual yo estaba dispuesto a dárselo, mi necesidad enferma de verlo disminuido y suplicante me llevo a lastimarlo, no solo en carne, sino también su orgullo, su persona, nunca me costo conseguir lo que quería, pero con el nunca supe como actuar, me costaba tanto conseguir de el lo que quería, convirtiéndose en una obsesión para mi, si solo hubieras suplicado una ves Albert, hoy no estaríamos así, desde la primera vez que te vi ese día, todo sucio, mal oliente, pero traías esos ojos que luego de un par de mis insolencias, se llenaron de fuego, algo que nunca había visto en ningún otro niño, siempre veía ojos de miedo, esos ojos tuyos me parecieron los mas hermosos, llenos de vida, a menudo los veía, cuando presenciaba tus castigos, nunca quitabas tu mirada de mi, haciendo de tu mirada algo intimidante para mi, unos ojos que nunca me mirarían diferente, necesitaba ver tus otros ojos, pero no lo conseguía!!... demonios… quería quietarme ese sentimiento de enzima, matarlo, quería matarte, pero ni eso pude conseguir, soy tan inútil.
Esos pensamientos lo ponían triste y enojado, en verdad había logrado sincerarse con sigo mismo, al fin pudo sacarse un peso bastante grande de enzima, esos sentimientos negados tanto tiempo, ese maldito orgullo que no lo dejaban ver la verdad, como pudo, cargar con algo así tanto tiempo, ni el lo sabia , todo lo referido a Albert era raro.
Suspiro Hondo otra vez, el rostro de Albert se apodero de su mente, esos ojos azules, ese cabello negro azulado, largo recogido en una coleta, ese cuerpo tan varonil, había cambiad tanto desde que eran niños, seguro se debía a su trabajo en la granja, las cosechas, el cortar madera todos los días, le habían dado ese físico, ahora era un hombre, mas hombre que Yo, no quiero perderlo, por eso no podía permitirle irse, aunque yo me decía a mi mismo que era por que lo odiaba y quería hacerle la vida imposible, era mentira, siempre fue todo una mentira, lo supe y me asuste, cuando estaba apunto de dejarme solo en el bosque, por eso tuve que mentir para que me llevara con el
.
Miraba el techo, sumergido aun en sus pensamientos, cuando sintió un fuerte dolor de cabeza, unas puntadas horribles y mucho mas frió que antes, intento enderezarse en la silla, pero se mareo, se quedo quieto un rato, el dolor no cedía, estaba congelado, comenzó, a sentir nervios, no sabia que tenia y además, Albert estaba solo en el bosque, aun no regresaba, ya comenzaba imaginarlo dentro del estomago de un oso, o herido en algún lado, tenia que salir a buscarlo, intento levantarse y se sostuvo de las paredes, abrió la puerta, un viento frío lo hecho al piso, se levanto, se puso la camisa del pelinegro que muy amablemente le había dejado, yéndose desnudo, en verdad no podía ser tan amable, el no se lo merecía, o al menos así lo pensaba.
Salio de la cabaña y miro para todos lados, cual esposa se para en la puerta de la casa esperando a su marido, camino un poco, los ameos no cesaban y ese viento frío no ayudaba en nada, la luz de la luna ya se había perdido detrás de unas nubes color negro, tan espesas y tétricas, camino por mas de 5 minutos sin rumbo, siempre derecho sin desviarse, cuando ya no pudo mas cayo en el piso, se acorruco, estaba temblando y se encontraba muy sudado, su respiración estaba agitada, solo quería ver a Albert, no deseaba nada mas en el mundo que verlo para pedirle perdón, algo que quizá nunca conseguiría de el, pero el debía saberlo, no quería justificar de alguna manera su actuar en el pasado, solo sentía la necesidad de decirle la verdad a Albert, ya quedaba en el si creerle o no, pero no iba a poder decirle nada si moría ay, debía levantarse y continuar buscándolo, una vez mas se levanto como pudo, cuando ya estuvo de pie se sostuvo de un árbol cercano a el, sitio un ruido, algo como un rugido, desvió la mirada hacia su izquierda para su maldita desgracia, a su lado se encontraba un oso pequeño olfateándole los pies, y detrás de el una osa enorme color marrón, estaba muy furiosa, Frederick estaba atónito, no podía moverse el miedo se apodero de su cuerpo, hasta el mareo se había ido, solo veía a ese enorme oso, su cuerpo temblada con el de un niño, el oso se aproximo lentamente, Frederick no supo que hacer y como pudo se quito uno sus zapatos y se lo lanzo en la cabeza, fue un error eso enfado aun mas al oso, que se dirigió rápidamente hacia el dispuesto a atacarlo, cerro los ojos muy fuerte y sintió un empujón que lo hizo caer sobre el árbol, no había sido el oso, fue muy suave, abrió los ojos, y en frente de el estaba Albert deteniendo con sus brazos al oso para que no avanzara, eso fue lo ultimo que vio con claridad su vista de vio nublada y luego se vio todo negro, se había desmayado pero ante alcanzo a balbucear algo –
- Al...bert – y ue cuando cayo desmayado
Lo recostó sobre esas sabanas sucias, no había otro lugar donde poder ponerlo, le toco la frente y debajo del cuello, estaba ardiendo en fiebre, no paraba de quejarse, su respiración estaba agitada, no sabia que hacer, solo traía una botella de agua en su bolso, junto con su cuchillo y un pañuelo, remojo el pañuelo con el agua y lo puso en la frente del rubio, mientras lo hacia, recordaba esas palabras que Frederick le había dicho en el bosque cuando lo traía en brazos, no estaba despierto, no habría lo ojos, fue como si hablara dormido, pero preocupado, esas palabras resonaban en su mente, que le había pasado en su ausencia, y por que fue tan entupido de salir a buscarlo?, bueno todas esas cosas no importaban, se sentó junto a el, mojaba cada tanto el pañuelo, lo había conseguido su fiebre había disminuido, ahora estaba durmiendo, no parecía tener signos de la fiebre otra ves, a todo esto ya era de día casi las 6 de la mañana supuso Albert,el sol estaba apareciendo y entraba por la ventana, no había dormido en toda la noche, cuidando del ya no tan Demonio.
