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Mi niño de los castigos por gaby seigaku

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Notas del capitulo:

Esto es un delito lo se debo ser aprendida por el dios del yaoi! DX como pude desaparecer tanto tiempo!!!!! diossss soy una pecadora! me creen si les digo ke no me llegaba la insipiracion? jajaja ok no -.- bueno jejej aqui les dejo el sig cap leugo de una eternidad jaja la primera parte no prometo nada pero tendre pronto la segunda pàrte y asi intentare tenerlo todo el fin de semana que viene ya listo nyaa jaja prometo no abandonar mas ^^ 

 

Arthur Robert Rochester hijo primogénito del Conde Aparicio Karl Rochester, un niño de hermosos cabellos rubios ojos verdes agua, piel muy blanca, rasgos muy delicados, al parecer todos en el gran linaje Rochester gozaban de esa belleza nata que los hacia distinguir entre lo más altos círculos de la nobleza, Aparicio a pesar de su edad avanzada, 50 años, aun se notaba su gran porte, donde la canas danzaban por toda la extensión de su cabeza y aun seguía siendo un hombre muy hermoso evidentemente no solo los decsendintes de esta familia podrían alardear de su pocision en la nobleza sino también de su irresistible encanto.

Gerardo Edward Marx hijo primogénito de la ama de llaves “de confianza” de la familia Rochester nacido un año antes que el futuro Conde de Paris, un niño esbelto, de cabello color marrón roble, ojos café claros, piel bastante blanca, mejor amigo del Alice y Robert.

Alice Ruth Cirian hija primogénita y única del Duque Edgar Cirian nacida el mismo año que Robert Rochester, niña de cabellos color miel muy claros, ojos celestes, piel muy blanca y bastante pequeña de contextura física.

Los padres de Alice y Robert y otros mas de la nobleza solían juntarse seguido y organizaban grandes almuerzos y cenas a donde obviamente estaban invitados también los infantes hijos de los nobles y entablaran amistades, ya desde pequeños. La noche del cumpleaños del Conde se esperaba una gran fiesta para celebrar un año mas de su vida, todo estaba bien organizado, las invitaciones ya habían sido enviadas con anticipación, las mesas estaban muy bien puestas la pista de baile estaba resplandeciente, lista para que todos gastaran la suela de sus zapatos bailando y divirtiéndose toda la noche.

En su alcoba estaban el futuro heredero y su ayudante personal como el le llamaba.

 

- Gerardo debes ajustar mas el moño – decía el pequeño altanero de apenas 10 años mientras se miraba al espejo y tocaba el moño en su cuello acomodándolo un poco- se esta cayendo – dicho esto lo jalo y lo tiro al piso – ves?

 

- Señor por favor no se quite el moño – dijo otro pequeño de apenas 11 años, que corrió rápido al levantar el lazo del piso para volverlo a colocar en el cuello de su amo, anudo este mas fuerte y fue a seguir lustrando los zapatos de cueros que recién esa noche había adquirido el joven Robert. Mientras ponía empeño en lustrar aquel calzado, de reojo observaba al menor como se miraba y acomodaba bien la ropa en el espejo gigante de la habitación y dijo – por favor señor no tire así de su abrigo lo dañara.- El otro se dio vuelta lo miro y dijo

 

- Me regañas por todo Gerardo, no dañare el abrigo solo por jalarlo así – dijo para luego jalar con la mano hacia abajo el fino ropaje – que me crees tan tonto o que? Recuerda que el que usa las ropas finas aquí soy yo, no necesito los consejos de un sirviente para saber como tratar la ropa delicada sabes? –  se dio la vuelta y se cruzo de brazos mirando hacia la ventana.

 

- Señor Robert dice eso cuando apenas la semana pasada rompió dos de sus camisas de seda fina por jugar con sus dedos, solo le pido que sea más cuidadoso, la modista viene tres veces ala semana para confeccionar su ropa déle algo de crédito por las hermosas camisas que hace para usted – decía mientras lustraba aun con dedicación los zapatos.

 

- Si como no esa vieja arrugada, que solo sabe hacer camisas demasiado grandes o demasiado pequeñas, no hace nada bien, ahora que me lo recuerdas le dirás a mi padre que la modista ya no sirve que contrate otra, una que no me pinché con sus alfileres la espalda, estoy arto de soportar a esa vieja ciega y sus alfileres del demonio, ah y por cierto no me digas Robert, Gerardo me llamo Arthur cuantas veces mas tengo que decírtelo.

 

- Lo siento señor Robert, eh… digo Arthur, eh… digo Señor Arthur – decía con nerviosismo

 

- ashh, no tiene caso… sabes algo…- dijo acercándose sigilosamente al moreno – no me dejas estirar mi ropa, - se acercaba mas despacio aun – no me atas bien los moños en el cuello – Gerardo lo miraba un poco asustado por la manera en la que acercaba casi asechándolo – no me llamas por mi primer nombre – una sonrrisa socarrona se dibujo en su rostro – sabes que sigue luego?- levanto la mano en la que traía escondido un almohadón y dijo – guerra de alomadas!! – dicho eso lanzo un almoadonaso a la cabeza del mayor, este dejo los zapatos aun costado de la mesa de luz y tomo otro almohadón y comenzaron a golpearse salvajemente hasta que el lugar quedo repleto de plumas, se tiraron el piso muertos de cansancio mientras se hundían en risas, eran juegos de niños, juegos característicos de dos niños que son muy amigos tal cual lo eran estos dos – mira todo lo que hicimos Gerardo – decía Robert algo cansado – luego tendrás que limpiar tu sabes? ... jaja – dijo y tomo aire por que aun no se había recuperado

 

- Lo se… eje… pero almenos pude darte unos bueno golpes antes – dijo estirando su mano y poniendo en su pecho lo que quedo de uno de los almohadones.

De repente se abrió la puerta muy rápido y una mujer muy delgada con el cabello recogido y un uniforme muy bien puesto les dijo – Es hora de bajar señor Arthur, su padre lo espera – dicho esto el rubio se levanto desganado y dijo

 

-Si… espérame que aun me faltan los zapatos – se los puso muy rápido y salio de la habitación pasando por debajo del brazo de la sirvienta dejando a su compañero, la mujer volvió su vista ala habitación llena de plumas y dijo

 

– Gerardo limpia todo esto por favor, y arréglate rápido que debes atender al señoríto, ya lo sabes por favor no me hagas repetírtelo – dijo la mujer para luego cerrar la puerta y encaminarse al gran salón donde se estaba celebrando el gran cumpleaños.

Limpio todo y corrió a las habitaciones de la servidumbre y entro ala que el compartía con su madre cojio su abrigo, se puso sus mejores zapatos, se acomodo un poco el cabello, ya lo tenia medio largo y caían unos flecos por su frente hasta llegar un poco hacia lo ojos, y se fue lo mas rápido posible a buscar a Robert.

Cundo llego al gran salón camino un poco entre la gente mientras buscaba con la mirada al pequeño rubio, lo vio, estaba hablando con un niño que al parecer también era rubio solo que con unos rulos bien peinados y una cara medio altanera, al parecer Robert no disfrutaba nada de la componía de ese niño, Gerardo lo noto al instante al ver la cara de desagrado del rubio en su rostro, se acerco por detrás del otro niño y logro escuchar algo de lo que estaban hablando

 

- y eh viajado por todo el país, compitiendo con mis caballos, sabes soy el campeón  júnior en polo y también el campeón en equitación son dos deportes que séme dan ala perfección… - decía este niño vanidoso con aires de dios al futuro conde que no le interesaba nada de lo que decía

- mmm que divertido – decía Robert mirando a todos lados mientras buscaba con sus ojos a Gerardo, al fin lo encontró, estaba detrás del demonio con rulos, el moreno le hizo una señas con las manos, que al parecer le indicaban que fueran a algún lugar, Robert asintió con la cabeza y muy cortésmente mando al diablo al pequeño en frente suyo mientras lo dejo hablando solo.

Se encontraron afuera de la mansión Robert había corrido desde dónde estaba para llegar afuera, Gerardo ya estaba allí se paro a su lado lo miro, estaba un poco cansado no sabia por que Gerardo aun no le había dicho nada, le golpeó el brazo y le dijo

- que tanto miras – este no le contesto se paro un poco molesto y le dijo mas fuerte – oye! que miras!?- el moreno achino un poco los ojos y dijo

 

- no se si veo bien pero…allá ay alguien sentado y esta solo – dijo apuntando con su dedo índice hacia la banca que se encontraba en medio de los rosales, Robert corrió rápido la vista hacia donde apuntaba el dedo del mayor y dijo

 

-mmm… tienes razón pero… no se quien es no lo vi nunca – dijo poniéndose la mano en la barbilla

 

- ven vamos a verlo – dijo Gerardo agarrando el brazo del menor y jalándolo un poco, este se soltó violentamente y dijo

 

- no!... no quiero… mira esta de blanco…- su cara se puso pálida – y si se trata de un fantasma – se puso mas pálido aun  - mejor regresemos si jeje – dicho eso se dio la vuelta dispuesto a regresar ala seguridad de la mansión, pero fue cuando sintió una mano tomando el cuello de su abrigo de jalándolo hacia el

 

- no es un fantasma, es una niña no la ve? Tiene un vestido – decía mientras arrastraba contra su voluntad al pequeño heredero

 

- una niña fantasma no!!... Gerardo no quiero morir por favor suéltame! – gritaba mientras intentaba safarse del agarre del mayor. El moreno se detuvo y Robert tenia los ojos cerrados y le dijo – mire  - si es una niña, el rubio abrió los ojos muy despacio y pudo ver en frente suyo una niña muy hermosa sentada en la banca en medio de los rosales con un vestido blanco reluciente, con detalles en rosa, cabello largo y bien peinado unos zapatos blancos también, pero toda esa belleza estaba acompañada de unas lagrimas que derramaba la pequeña y que intentaba limpiar con sus pequeñas manos, los niños al ver la escena tragaron saliva al mismo tiempo y se quedaron mirando un instante a la niña que asemejaba ser un ángel, cuando esta se dio cuenta de la presencia de los dos observadores sin levantar la vista ni mirarlos dijo-

 

- ustedes… - los dos niños se sobresaltaron y se miraron el uno la otro con un aire de nerviosismo – si ustedes que desean? – dijo con vos altanera la niña y conservando toda la cordura y respeto hacia los dos pequeños, levanto la mirada y su cabeza también y miro fijamente a las dos figuras que se encontraban apenas a unos metros de ella y en su mirada se vio cierta fuerza al notar esto Robert dijo con un poco de inocencia.

 

- por que estas llorando y que haces aquí sentada sola? – al decir aquello avanzo unos pasos para poder verla mejor, ella respondió

 

- Una pregunta ala ves por favor… - dijo secando unas ultimas lagrimas – primero estoy llorando por que tengo la necesidad de hacerlo y segundo estoy sentada aquí por es un lugar muy hermoso- lo miro fijo de nuevo y dijo lo ultimo – si no tienes nada mas que preguntar les puedo pedir que se retiren por favor? – y se dio la media vuelta, Robert al escuchar tal falta de respeto hacia su persona por que así lo sintió, pensó por que lo trataba así? El era el dueño de casa, era su casa el no se retiraría así no mas por que una niña insolente se lo pidiera… además ella quien era para tratarlo de esa manera era inconcebible, la pondría en su lugar como debía ser y entonces intento decir

 

- Tu niña mal educa…- pero se vio interrumpido ya que Gerardo descaradamente le tapo la boca por detrás y le dijo al oído

 

- Señor no lo diga por favor, es una niña debe tener un poco mas de tacto con ellas son mas sensibles no lo ve? Ella no se encuentra bien por eso esta llorando… deberíamos si queremos acercarnos ser un poco mas caballeros no cree?

 

-Ahh???- dijo fuerte, Gerardo lo callo con un chillido estilo shhhhhh, bajo la vos y dijo – de donde sacas esas cosas tan raras es un niña no una princesa además eso de ser caballerosos crees que seré alguna ves algo así tan ridículo no por favor deja de decir tantas estupideces te lo pido – Gerardo miro al pequeño heredero y miro ala niña y dijo

 

- me acercare yo esta ves – dijo dejando a Robert ay parado, camino hacia la doncellita se sentó alado, el rubio observaba todo desde su lugar e indagaba sobre que podría pasar se preguntaba así mismo si la niña reaccionaria de mala manera y abofetearía a Gerardo eso seria divertido, o si saldría corriendo llorando aun mas por que el peli marrón no tenia una gota de sensibilidad, creyó que la situación era bastante predecible pero lo que ocurrió a continuación lo dejo perplejo por completo, vio como la niña abrasaba fuertemente a Gerardo y lloraba aun mas, era obvio, la situación mostraba que el mayor era algo así como un consuelo para ella, el rubio intento acercarse a los ellos y cuando ya estuvo bastante cerca se paro alado  del pelimarron y lo miro curioso el otro solo le regalo una mirada que lo decía todo – esta todo bien – mientras la niña aun chillaba pero con menos ganas ya, cuando se clamo alzo la mirada y vio a Robert ay parado, se seco la lagrimas y dijo

 

- Como se llaman ustedes dos? – Robert al instante respondió

 

- Yo soy el hijo del conde, Robert Rochester- dijo poniendo la mano derecha en su pecho- y el es Gerardo – esta ves lo señalo con el dedo índice, ella lo miro y miro de nuevo a Gerardo y este dijo-

 

- Soy Gerardo el hijo de la ama de llaves mucho gusto – dijo con vos suave y calmada haciendo una pequeña reverencia con la cabeza, a lo que la pequeña se ruborizo un poco, por que a pesar de tener tan solo 11 años Gerardo era un niño muy encantador.

 

- y tu como te llamas niña? – dijo Robert un poco altanero levantando la barbilla

 

- Alice Cirian, hija del duque Edgar Cirian, un gusto – dijo la infante muy amablemente, era de esperarse la nobleza, eran todos así, tan cordiales.

 

Al terminar la fiesta Robert y Gerardo se dirigieron al cuarto del menor y así prepararlo “para irse a dormir”, eso se supone que harían pero siempre luego de cada fiesta hablan sobre la jornada y se quedan horas burlándose de las ancianas que quedaban hebrias por tomar tanto vino y ni hablar de los hombres, pero esa noche seria especial, esa noche hablarían de la hermosa niña que los dos tuvieron el gusto de conocer y con la cual pasaron toda la noche hablando y riendo la pequeña Alice Cirian.

 

 

7 Años Después

 

Observaba con mucha admiración como montaba a Pegazo, su caballo favorito, parecía dominar muy bien al animal, no con todos se llevaba muy bien solo obedecía a Robert, pero esa tarde luego de una sesión de insistencia cedió y le dejo montar al equino, estos se comunicaban de forma maravillosa, nadie creería que hasta hace solo 6 años no podía ni estar cerca de los caballos por el terrible miedo que tenia hacia ellos, saltaba los obstáculos de la pista sin ningún problema, era casi profesional, ya había participado en varios torneos juniors de polo y obtenido dos veces en el mismo año el primer puesto en diferentes concursos, a pesar de ser una niña bastante débil sus ganas de superarse y ser la mejor podían por sobre su persona y gracias a esa determinación pudo obtener muchas cosas en muy poco tiempo, Robert le enseño a montar en caballo al principio le costaba bastante, hasta el simple hecho de subir al cuadrúpedo, pero aprendía rápido y en muy poco tiempo supero al futuro conde el cual en varias ocasiones se sintió muy celoso de su habilidad, pero no duraba mucho ya que Robert quería mucho a Alice, se puede decir que hasta estaba enamorado de ella.

 

- Otra ves te quedaste mirándola sin pestañar ni una sola vez – dijo el joven al cual que con el pasar de años le había cambiado la voz dándole una bastante varonil pero muy serena, se había vuelto un chico de lindo porte y estatura perfecta, su cabello había crecido y lo usaba recogido con una pequeña cinta, dejando caer unos cuantos mechones de largo estético sobre los costados de su rostro.

 

- Es que aun no deja se sorprenderme el hecho de ver a Alice montar de esa manera y esta es la primera ves que sube a Pegazo, de verdad que ella… - hizo una pausa- es genial no? Gerardo. – dijo girando su cabeza y dejándole ver al mayor sus ojos verde agua el cual respondió

 

- Si de verdad que ella es MUY especial – hizo énfasis en el “muy”. Continuaron observándola sin apartar sus ojos ni un segundo de ella, Gerardo también quería mucho a la señorita Alice pero conocía muy bien su lugar y sabia que era imposible una relación con ella, el era un sirviente y ella la futura Duquesa o quizás futura Condesa esposa de Robert, sabiendo eso no se hacia a la ilusión de tener alguna ves como suya a la hermosa de cabellos color miel. Aunque esos sentimientos de amor habían dejado de ser fuertes como lo eran unos años atrás, el pelinegro comenzó a darse cuenta de que su amor y admiración estaban en otro sitio.

 

Se detuvo en frente de los dos espectadores, estaba un poco cansada, los miro y dijo

- ay están mis dos caballeros de armadura reluciente – para luego mostrar una hermosa sonrisa, los cuales le devolvieron la expresión con otra sonrrisa mas, se bajo habilidosamente del caballo en un solo salto hacia el costado  y dijo – hoy el día esta hermoso no creen?... y gracias a ti Robert fue el mejor de todos… Gracias por dejarme montar a Pegazo es un animal fantástico – dijo para luego tomarle las manos y sonreírle hermosamente, Robert por el contacto de la joven se ruborizo un poco, lo cual no paso desapercibido ante Gerardo, quien observo la escena muy seriamente, posando fijamente su mirada en las manos del Rubio y la Señorita, sentía como si algo en su interior le doliera al verlos juntos, como si su corazón fuera apretado fuertemente, dolía el día a día dolía cada vez mas, dolía cada vez que miraba la mirada de Robert sobre Alice esa mirada tan apasionada, esa mirada que juntos le regalaban a la joven hacia unos años, pero luego cambio, la mirada apasionada de Gerardo ya no era para la señorita si no para el señorito, cambio cuando se dio cuenta que su amor por Alice era casi irreal, era más bien una búsqueda, quería encontrar aquello que a Robert le encantaba de la pelimarron, todo, quería saber todo lo que le gustaba de ella, tarde se dio cuenta de que lo que sentía era una especie de celo, en realidad lo que él quería era que su amo lo mirara de esa forma.

 Pero la situación no era tan simple, no lo era porque Alice no estaba interesada en Robert más que como una amiga, ella apenas unos meses atrás le había confesado su amor a Gerardo, un amor que no seria correspondido nunca, en otra época quizás hubiera sido posible, pero en ese momento no, ya nada iba a cambiar los sentimientos de Gerardo.

 Esa misma noche Alice se quedo a cenar en la mansión Rochester, Robert actuaba un poco extraño, lucia algo ansioso casi no miraba a nadie en la cena y cuando la jovencita le decía algo el salía de sus pensamientos solo para ponerse nervioso y tartamudear, Gerardo sabia que algo no andaba bien, el rubio actuaba muy raro y esa misma noche lo averiguaría. 

 

Notas finales:

fuiff! ^^u pronto la segunda partee! lo prometo enserioo DX jejeje GRACIAS POR LEER ^^


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