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Mi niño de los castigos por gaby seigaku

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Notas del capitulo:

Espero sea de su agrado, gracias por leer.

La cena en la mansión Rochester había concluido maravillosamente, habían degustado el más delicioso menú a mano de la mejor cocinera de Paris, o así  llamaba Robert a Petra para alagar su arte culinario.


-          ¿Qué tal te pareció la cena Alice?- dijo el rubio con una sonrisa en la cara como si anticipara la respuesta de la jovencita


-          Magnifica como siempre – respondió muy cortésmente Alice- ¿sabes que Petra pronto dejara tu puesto de cocinera en la mansión Rochester no?-  comento divertida


El rubio la miro fijamente mientras bebía de su copa, se podía ver una sonrisa dibujada en su rostro, bajo la copa y dijo – ah sí? Y puedes decirme donde planea marcharse Petra? – decía sin borrar esa sonrisa burlona de su rostro, eran cómplices en una conversación ocasional y divertida.


-  Bueno planeaba secuestrarla esta noche y llevarla a la mansión Cirian y ofrecerle un mejor puesto, como mi cocinera personal jaja-  dijo la hija del duque entre risas


Robert la miro fijamente y dijo en un tono un poco serio y divertido a la vez


-    Eso no será necesario


-   Entonces me dejaras que la lleve sin tener que robártela? – respondió la muchacha de cabellos color miel


-   Aun mejor… - hizo una pausa y trago un poco de saliva  - puedes venir- tomo las manos de la señorita que estaban posadas sobre la mesa-  y vivir aquí como mi esposa y no necesitaras llevarte a Petra a ningún lado


Alice abrió los ojos de manera irreal, se quedó quieta mirando fijamente a Robert, definitivamente no esperaba que una conversación divertida sobre la cocinera tomase tal rumbo. No tuvo el valor de soltar el agarre de Robert, solo se le quedo mirando mientras tragaba saliva sin saber que responder, el futuro conde se dio cuenta de su nerviosismo y para romper un poco el ambiente incomodo dijo


-    Solo bromeaba querida – dijo algo divertido mientras soltaba las manos de Alice y las llevaba de nuevo a su lugar. La joven solo bajo la mirada y sonrió tímidamente mientras llevaba una de sus manos a un costado de su cara como si acomodara su cabellera. – salgamos a caminar un instante – concluyo el rubio, Alice asintió con una sonrisa triste y dijo


-   primero pasare por el baño para lavar mis manos, solo será un segundo – seguido de esto se levantó del lugar y camino en dirección a los baños de huéspedes, Robert la siguió con la mirada y cuando ya se hubo alejado miro de nuevo la mesa y se agarro la cara con las manos tapándola por completo y dijo para si mismo


-  Soy un idiota ahh – suspiro se podía ver en sus ojos verdes como el agua, algo de miedo y tristeza – ¿qué hare si me rechaza? – expreso sin quitar la mano de su rostro, de repente vino a su mente la imagen de Gerardo se quedó pensativo un segundo, miro hacia los costados del salón, era el momento justo para que apareciera su mayordomo a consolarlo con alguna frase afortunada que lo ayudase a retomar el valor de confesársele a la señorita, pero Gerardo no estaba allí, es más, hacía mucho rato que no lo veía dando vueltas, nadie había llegado a levantar los platos del postre, pero eso no importaba ahora, lo importante era como podría declararle su amor a Alice.


Unos minutos antes


Gerardo estaba observando y escuchando disimuladamente desde lejos la cena poco convencional en la mansión, y por poco convencional no hacía referencia a la invitada especial, lo poco convencional era la actitud  de Robert con la señorita.


Gerardo conocía a plenitud los sentimientos del futuro conde para con la joven, estaba en pleno conocimiento del amor desmedido que sentía desde muy pequeño por Alice, desde esa noche en su cumpleaños número 10 cuando se cruzaron por primera vez en el jardín de la mansión.


El supuso quizás que, con lo torpe que era su amo no lograría nunca que Alice aceptara ser su esposa, pero ahora más que nunca dudaba fuertemente de ese pensar y tenía miedo que en algún punto todos sus miedos se cumplieran, Robert era una persona tenaz e insistente, así que aunque él no quisiera seguramente terminaría obteniendo la mano de Alice.


Esos pensamientos estaban haciéndose más fuertes luego de oír la inusual y repentina propuesta de Robert en la cena, sabía que estaba mal escuchar conversaciones de los patrones, pero no podía evitar averiguar por qué Robert parecía tan distinto durante toda la jornada y sabía que husmeando de cerca lo averiguaría, aun así no puedo evitar retirarse del lugar de forma violenta golpeándose con todo a su paso, la confesión lo había puesto muy nervioso, huyo hacia la parte trasera de la mansión, corrió unos metros lejos de la entrada y se escondió detrás de unos arbustos de frutos rojos, se quitó los guantes blancos que formaban parte de su uniforme diario, aflojo un poco el cuello de su camisa, se tomó el rostro con una de sus manos mientras se tapaba la mitad de la cara, frunció el ceño y fue en ese instante que unas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos y un leve sollozo se oía desde sus labios. Tenía el corazón destrozado, lo que sentía en su interior no se comparaba con nada que hubiera sentido antes jamás, una sensación de ahogo y aprensión, un dolor insoportable en los ojos como si sus lagrimas fueran veneno, su corazón a pesar de estar herido latía con mucha fuerza por el nerviosismo, mientras lloraba su respiración se atrofiaba cada vez más, no podía dejar de pensar en la posibilidad de perder a Robert, debía calmarse no podía volver con el rostro de esa forma a la mansión, aunque deseaba no volver nunca más a ese lugar, pero debía hacerlo, ese dolor era solo de momento lo superaría pronto y pondría su mejor cara en cuestión de segundos o eso creía él.


Se levantó del piso muy lentamente, el cuerpo le pesaba  demasiado como si cargara cien kilos sobre su espalda, suspiro, trago saliva, acomodo sus cabellos castaños hacia atrás, su imagen era deplorable, los ojos hinchados por el llanto, la ropa era simplemente un desastre, sus guantes estaban manchados por el lodo del piso, miro hacia el cielo y solo por un instante deseo con todo su corazón no haber nacido nunca.


Mientras tanto en la mansión, Robert continuaba esperando a la joven justo en frente de las escaleras, cerca de la entrada a la vivienda, las manos le sudaban un poco, ese era el día en el que quizás su vida tome un rumbo fijo definitivamente.


Deseaba más que nada que ese futuro sea acompañado de su amiga de la infancia, muy guardado en su interior sabía que no existía otra forma de vivir si no era con Alice, las otras opciones estaban descartadas, a pesar de nunca haberlo demostrado Gerardo también estaba muy reprimido en su corazón, el tipo de sentimientos que alguna vez tuvo hacia el no eran los correctos y se trataba de un pecado, el día que decidió dejarlo atrás fue cuando comenzó su historia con Alice, ella definitivamente lograría crear un futuro brillante para él y la familia Rochester, es el tipo de mujer que cualquier hombre desearía, inteligente, paciente, talentosa, hermosa, joven y soltera, no la dejaría ir y mucho menos por un amor olvidado.


Ella se encontraba en la baño de huéspedes, mojo sus manos con agua fría, las seco con la toalla que tenía próxima a su lado, se dispuso a salir cuando giro su cabeza hacia el gran espejo en forma de oval con bordes dorados que colgaba en la pared, miro detenidamente su rostro, se acercó un poco, toco el vidrio con la mano y dijo


-   Robert… por qué?- bajo la mirada con una expresión de suma angustia – no creo que pueda corresponderle sus sentimientos, incluso los míos no fueron correspondidos, ¿cómo puedo siquiera volver a empezar? – se quedó quieta un instante y salió del baño en dirección a la entrada para encontrarse con Robert.


Apareció reluciente como siempre, el la miro con unos ojos dulces y dijo


-  ¿Le gustaría dar un paseo señorita? – dijo con una sonrisa en su rostro


-  Amo pasear por los jardines de la mansión, para mí sería un placer acompañarte- dijo la peli miel muy cortésmente, a lo que el rubio la tomo muy gentilmente de su brazo, entrelazando el suyo con el de ella.


Dieron un paseo largo, contemplaban en silencio el paisaje nocturno de los jardines, era algo hermoso, todo estaba muy bien iluminado con farolas a vela, los rosales se veían increíbles, se estaba acercando la primavera, pero aun así ya habían florecido los primeros pimpollos que dibujaban un hermoso rojo y blanco a los rosales, Robert aprovecho la situación para hacer un comentario


-   Si tengo que describirte con una flor, diría que eres como una rosa Alice – decía sin parar de mirar los arbustos, la señorita solo se limitó a oír sin decir nada – creo que eres igual de hermosa que una rosa, eres algo por lo que vale la pena esperar para verlo florecer, eres muy hermosa y delicada por fuera, pero al igual que la rosa tienes tus espinas, es tu tenacidad y valentía con la que afrontaste tu vida a pesar de tener un cuerpo débil – se dio vuelta para mirarla fijamente soltó el agarre con su brazo, avanzo unos pasos y se puso en frente a ella – Alice… - hizo una pausa, la joven estaba ruborizada, la situación la puso un poco nerviosa, nadie había tenido el encanto de ser tan amable y cortes con ella nunca, los hombres la veían como competencia ya que era una talentosa deportista, y las mujeres de su círculo social le tenían envidia pura, por tener detrás suyo a uno de los hombres más codiciados de parís, Robert continuo luego de su pausa  - Alice – volvió a repetir –¿ quisieras convertirte en mi esposa? – dijo finalmente, el corazón le latía tan rápido que su respiración estaba un poco acelerada, ella se quedó mirándolo fijamente.


Desde lejos observaba la escena, no sabía de qué estaban hablando, pero lo sospechaba, había logrado retomar la compostura, salió al jardín, los encontró cerca del rosal mayor, en su garganta sentía un nudo opresor, sin embargo se quedó observando a lo lejos, era mejor decepcionarse ahora, a seguir creando falsas ilusiones, pero lo que observo luego de un rato no parecía en lo absoluto una escena romántica, de repente Alice salió corriendo hacia la mansión dejando solo a Robert, el cual agacho la cabeza un poco, no sabía que había sucedido pero entre una de sus primeras malas decisiones salió sigilosamente en busca de la joven, la vio ir hacia la entrada de la mansión. La encontró entrando desesperada a la casa, había corrido un buen trecho, la siguió un poco más hasta que estuvo justo detrás de ella, se estiro un poco y la tomo del brazo haciendo que esta diera un giro sorpresivo


   -  Alice…- dijo un entre gemidos de cansancio, esta lo miro con los ojos muy abiertos –¿por qué huyes así? – dijo con el ceño fruncido mirándola intensamente


-  No es algo que te incumba Gerardo -  dijo enojada, bajo la mirada un poco, girando su cabeza hacia un costado, recobro el aliento – lo siento, es solo que nada sale bien para nosotros tres no? – dijo con un sonrisa triste – tú me rechazas, y yo no puedo corresponder los sentimientos de Robert – y en ese instante comenzó a llorar, Gerardo no podía ver esa escena y no hacer nada, se acercó a la joven y la rodeo con sus brazos, la sujeto con fuerza en un cálido abrazo con el afán de disminuir un poco su angustia, pero la escena un poco confusa fue interrumpida de la peor forma


- Así que esto estaba sucediendo entre ustedes dos no? – Gerardo giro rápido la cabeza al reconocer la voz de Robert, Alice se soltó rápidamente del agarre del pelinegro – ¿Cómo pudieron engañarme así? – Dijo Robert ardiendo en furia, se sentía un estúpido en ese instante, el estúpido más grande que pudo existir - ¿Cómo te atreves siquiera a tocarla con tus inmundas manos de servidumbre? – se acercó violentamente hacia los dos, Gerardo estaba atónito, no salían palabras de su boca, se quedó parado, y fue cuando el rubio lo tomo de la camisa para golpearlo.


-  Es un malentendido Robert – dijo un poco nervioso – detente y escúchame


-  Soy tu amo! Maldito bastardo!, nunca vuelvas a llamarme por mi nombre – decía entre gritos, Gerardo trago saliva, como pudo suceder eso, era un gran y terrible error


-   Déjalo  Robert! No golpees a Gerardo -  dijo Alice intentado soltar el agarre de Robert, este giro para mirarla un poco incrédulo – no hagas esto, fue un malentendido – Robert soltó a Gerardo, retrocedió unos pasos y salió corriendo del lugar -  Robert!  - grito la joven, se dio la vuelta para mirar a Gerardo, este tenía la cabeza gacha -  debes ir y aclarar esto Gerardo – dijo desesperada -  yo no puedo seguirlo, no va a oírme.


-   Y que te hace pensar que va a escucharme? – dijo mirándola fijamente


-   Él lo hará, lo sé, ustedes se entienden muy bien, el escuchara lo que tienes para decir, fue mi culpa entiendes? Yo rechace a Robert porque estoy enamorada de ti.


-   Le dijiste eso a Robert?


-  No puedo mentirle, no es justo, se lo dije, le dije que me confesé contigo y no fui correspondida – miro hacia abajo y dijo – es por eso que malinterpreto todo, debes ir por el – dijo suplicante.


Gerardo suspiro y salió corriendo sin decir nada más.


Sabía exactamente donde encontrar a Robert, así que fue directamente hacia ese lugar. Lo encontró en la estancia,  acariciado la melena de Pegazo, estaba con los ojos cerrados, se veía en su rostro los rastros de unas lágrimas, el mayordomo se acercó lentamente, el rubio ya había notado su presencia no hizo falta decir nada para saber que estaba allí parado observándolo.


- Eres un maldito bastardo… ¿Cómo te atreviste a rechazar a Alice? -  dijo dejando caer una lágrimas, su voz sonaba distinta y poco aguda por la angustia – es más como te atreviste a enamorarla? – dijo girando su cuerpo para verlo de frente – como te atreves a rechazar los sentimientos más puros de una mujer?! – se acercó al pelinegro, este estaba parado mirándolo fijamente sin decir nada – responde cobarde! Como te atreves a dañar así a las personas... – hizo una pausa – no puedo creer que no tengas el valor de responder, eres un impresentable, bastardo, hijo de una sirvienta mugrienta, muertos de hambre – Gerardo no podía seguir escuchando tales barbaridades, se acercó violentamente a Robert, lo empujo contra un montón de heno acumulado, - vas a golpearme? Te crees un gran hombre no? Tu… - sus palabras fueron interrumpidas por un grito


-  Ya cállate! – el mayordomo estaba enfurecido, logro silenciar al futuro conde– tan poco hombre eres para culparme de tu incompetencia con las mujeres? – dijo acercándose a su amigo que aún seguía tirado en el montón de heno – déjame decirte algo yo no tengo absolutamente nada que ver con que tu fueras rechazado por Alice – estaba enfurecido – eres tan torpe y engreído, un niño mimado que cree que puede obtener todo lo que quiere, y sabes que es lo peor? – se agacho un poco para estar más cerca de Robert, este lo miraba incrédulo por su reciente actitud –¿ quieres saber realmente porque rechace a Alice? – la respiración de ambos comenzó a agitarse, Gerardo tomo con delicadeza la barbilla de su amo, lo cual logro que este se sonrojara de manera violenta, Gerardo lo miraba fija e intensamente, la seriedad de su rostro era increíblemente irresistible – la rechace porque me enamore de un niño torpe, engreído y mimado -  Robert abrió los ojos incrédulo, se soltó del agarre del mayordomo y dijo


-   Vete… vete de aquí y no vuelvas, no quiero ver tu rostro en lo que me queda de vida


Gerardo se levantó en seco de su lugar, miró fijamente a su amo, sus ojos se llenaron de lágrimas, se dio la vuelta y salió de la estancia sin decir nada.


Las cosas que se dijeron ese día y las acciones de los tres amigos, tomarían un rumbo inesperado a partir de ahora, nada volvería a ser igual.

Notas finales:

Siguiente capitulo lemon :) 


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