Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Spoil me por Yageni

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este fic va dedicado a mi amiga Dita, que como siempre me presta la compu y me atosiga con el látigo de tres puntas para que publique fics y a quién mas le vale que me escriba ese Renji Ichigo que me prometió... o se van a invertir los roles.
¡Aguante el RenjU carajo!

Notas del capitulo: Advertencia, Uryuu puede parecer un poco emo, pero solo un poco JA!

Como vieron el título quiere decir Malcríame o si quieren consiénteme.

Nada que aclarar, excepto que si algo no se entiende siempre pueden dejarme un review para que después yo trate de explicárselos =P
Uryuu ya le había dado muchas vueltas al asunto. Un asunto que era por cierto impostergable porque básicamente no tenía otra solución.
Su padre le dio el número de teléfono de un colega y el adolescente se ocupó de llamar, como correspondía que lo hiciese hacia ya tiempo, y pedir una cita.

Se presentó en el consultorio unos días después, a las nueve de la mañana en punto, hora acordada, era una mañana de sol, pero el viento frío del otoño soplaba evitando que la misma fuese calurosa. Ishida apareció con zapatos negros, unos jeans blancos, suéter marrón claro y camisa ¿adivinen de que color? un morral con sus libros y una chaqueta negra. Y apenas treinta minutos más tarde salió de allí con la boca hinchada, antibióticos como para una semana y un pedazo de gasa en el hueco que le había dejado la extracción de la muela.

No sentía la parte superior de la mandíbula, toda la mejilla izquierda, y parte del ojo… sí, por seguro que el sujeto había exagerado muchísimo con el uso de la anestesia, pero al menos ya estaba hecho.

De pronto sonó su celular. Metió la mano en el bolsillo buscándolo, y se detuvo a pensar. Realmente no quería atender. No quería saber de nadie ni hacer nada, sólo llegar a su departamento y quedarse allí encerrado por el resto del día.

Miró de quien era la llamada, ahora perdida.

Renji había tratado de comunicarse con él durante toda la semana. Pero no tenía ganas de verle. Al menos no tras de lo acontecido la última vez que se vieron.

No, definitivamente no quería hablar con el pelirrojo y menos que menos iba a poder hacerlo en ese momento, con la mitad de la boca adormecida.

Caminó tranquilo rumbo a su departamento, más que nada debido a que cada paso parecía retumbar en la herida que ahora tenía en su mandíbula; pero la razón de que retrasara la llegada a su casa era porque allí estaría solo después de pasar todos esos días acompañado por Abarai y eso no le gustaba ni un poco.

¿Por qué las cosas habían salido así? Maldijo su adolescencia y sus estupidos cambios, hormonales y/o emocionales, ya era difícil lidiar con ellos, no quería ponerse a pensar cual era aquel por el que estaba pasando en ese momento.

Llegó a su casa y apenas dejó el calzado en la entrada colgó el morral y la chaqueta en el perchero.

De golpe todo su cuerpo se puso en tensión, alerta, como cuando entraron al seireitei. ¿Sería posible, que una puerta sekai se hubiese abierto en su casa?

Sí, era posible.

Un escalofrío recorrió su espina al notar de quién era ese reiatsu. Acaso y lo había llamado con el pensamiento…

Caminó a toda prisa por el pasillo que daba a su habitación y abrió la puerta para comprobar lo que ya sabía. De pie en medio de su cuarto se hallaba el fukutaichou del sexto escuadrón.

—Buenas— quiso saludar el hombre, pero el muchacho le azotó la puerta en las narices apenas este estuvo lo suficientemente cerca, que sino no habría valido la pena.

Renji se tocó la cara, para asegurarse de que todo seguía en su lugar y abrió la puerta para ir detrás del chico.

—Uryuu —le llamó yendo tras sus pasos—entiendo que estés enojado, y por eso mismo es que vine a disculparme ¿vas a escucharme al menos? —preguntó, tratando de no empezar a echar maldiciones.

El adolescente se detuvo, pero no se tomó la molestia de darse la vuelta.

Abarai suspiró, al menos tenía -aunque sólo fuese un poco- la atención del Quincy.

—Realmente esa noche estaba muy pasado, así que no recuerdo mucho —no se sentía exactamente orgulloso de aquello y el tono en su voz dejaba entrever eso con claridad— Pero si hice o dije algo que te ofendiese, por favor perdóname.

Expectante el pelirrojo vio como el chico se daba vuelta despacio, escribiendo a la vez algo en un trozo de papel sacado del bolsillo de su jean.

—¿Quieres que te recompense? —balbuceó tras leer la nota—Realmente la debo haber fregado esa noche —habló más consigo mismo que con el chico.

—Bueno, supongo que es justo —concedió, dudando ¿temiendo por su vida?

Uryuu escribió algo en otro pedacito de papel ¿Qué tenía en ese bolsillo? ¿Un anotador completo?

“Malcríame” leyó el fukutaichou, y tuvo que esforzarse para que sus labios no se curvaran en una perversa sonrisa con colmillos incluidos y todo.

Pero luego miró al chico de soslayo y notó la inflamación en su mejilla izquierda, y ya no necesitó hacer esfuerzo para evitar la sonrisa porque esta se le fue borrando.

Al parecer Ishida se estaba sintiendo mal, y necesitaba de él, no de sus perversiones. Así que al final había dejado de posponer aquello y había visitado al dentista, como se suponía que tendría que haber hecho tres semanas atrás.

Renji se acercó al muchacho y se inclinó sobre él en un movimiento rápido que le tomó por sorpresa. El chico de las gafas se quedó boquiabierto, mientras el teniente le besaba la frente con suavidad, quizás para constatar que no tuviese fiebre.

—Tienes un poco de temperatura —acotó y sin esperar respuesta de parte del otro le alzó en brazos y lo llevó de regreso a la habitación.

El Quincy se vio tentado de quejarse o patalear, puesto que aun podía caminar y ciertamente no era un crío, pero algo le hizo abstenerse. Y era que se sentía muy bien estar así, acurrucado contra el pecho tatuado del shinigami, abrigado entre sus brazos.

El pelirrojo entró en el cuarto y le dejó sobre la cama.

—Será mejor que te quedes acostado un rato, tienes algo de fiebre, pero sólo apenas —le dijo acariciándole el cabello y besándole la frente de nuevo.

El arquero se quedó sumamente sorprendido, por esta nueva faceta de aquel hombre, al que creía conocer. No se había recuperado todavía cuando algo aterrizó sobre sus piernas.

—Estarás más cómodo si te cambias —le explicó señalándole la ropa sobre su falda; un pijamas que había sacado de uno de sus cajones. Por algún extraño motivo se sintió extraño al pensar que el fukutaichou sabía donde guardaba sus ropas y él por el contrario apenas tenía idea de quién era ese hombre en su casa... ¿Estaba enamorado de un completo extraño?

Como la mente del adolescente parecía haberse ido de vacaciones Renji se acercó hasta él y sentándose en el borde de la cama le quitó las gafas y luego procedió a sacarle el sweater de color marrón. Uryuu se dejó hacer dócil, había pasado de estar anonadado a introspectivo. Realmente no le conocía y era eso lo que había que remediar. Quizás todo lo acontecido esa noche fuese en parte su culpa.

Los dedos del pelirrojo comenzaron a desabrochar la camisa con cuidado. Cuando terminó con los botones, se la quitó y le paso la pieza de arriba del pijama por la cabeza, dejando que el adolescente pasase los brazos por las mangas de la prenda.

—Cuando termines de cambiarte te traeré un té caliente y una aspirina o algo así para la fiebre —y se puso de pie.

Ishida se apresuró a quitar el trozo de gasa de su boca y a arrojarlo al cesto que había en su habitación.

—Renji —habló logrando, sin saberlo, que el otro se estremeciese—, hay aspirinas en la mesa y preferiría helado y no té— por el tono de su voz el pedido sonó más bien a ruego, y era que se sentía confundido por todo lo que estaba pasando.

Detenido en el dintel de la puerta el aludido se giró para verle. Había hablado en un timbre tan suave que la idea de que le estaba rogando quedó resonando en su cabeza.

—No te preocupes cuatro ojos, tu sólo échate ahí y descansa —le dijo con una de esas sonrisas suyas que de perfil dejaban ver sus colmillos.

Ishida no se hizo de esperar y le arrojó un almohadón, aunque sin éxito y tras esquivarle el shinigami se fue más tranquilo sabiendo que le había sacado de su mundo interior aunque fuese sólo por un momento.

Cuando estuvo a solas, terminó de cambiarse y se metió en la cama. Se tapó bien hasta las orejas y se acurrucó pensando en lo agradable que era tener alguien que cuidase de él aunque solamente fuese por un día o unas horas.

Pero enseguida otros pensamientos inundaron su mente.

¿Qué era lo que quería Abarai? ¿Seguiría sintiendo algo por él? Eso era lo que necesitaba volver a escuchar, lo que no se atrevía a preguntar, lo que ahora sabía por seguro, había terminado de complicarlo todo.

¿Y por qué carajo era todo tan complicado ya desde un principio?

Necesitaba confirmar qué sentía Renji, porque era obvio que había comenzado a enamorarse y no podía seguir adelante con todo eso sin romperse en mil pedazos.

Estaba perdido en esos pensamientos cuando sintió que el shinigami se acercaba, buscó sus gafas y volvió a colocárselas.

El fukutaichou traía en una bandeja un plato hondo con una generosa cantidad de helado, un vaso con agua y un plato con ¿okonomiyaki? ¿En qué momento había tenido tiempo de cocinar aquello?

—Antes de que preguntes —dijo el pelirrojo—, lo traje de la sociedad de almas, porque siempre que vengo lo hago con las manos vacías —le sonrió mientras dejaba la bandeja en el escritorio.

Ishida se limitó a mirarle en silencio mientras se sentaba en la cama para poder tomarse la aspirina.

Tomó el vaso con agua y la píldora que le ofrecía el otro y con un gesto rápido hizo desaparecer a ambos. Pero de manera inevitable un poco de agua escapó por la comisura izquierda de su boca, aún insensible por la anestesia. Antes de atinar a secarse ya había una servilleta presionándose suave contra sus labios.
Cerró los ojos y dejó que el otro hiciese.

Abarai le quitó el vaso vacío de las manos y sentándose de nuevo en el borde de la cama le ofreció la cuchara y el helado.

—Gracias Renji —susurró el muchacho mirándole de reojo.

—No es nada —le contestó mientras tomaba con los ohashi un poco de okonomiyaki—¿quieres?— le preguntó e hizo el gesto de acercar un poco hasta su boca, a lo que el muchacho se limitó a abrir los labios para recibir la pequeña porción.

Después de varios bocados y de terminar el contenido del plato el chico de ojos azules comenzaba a sentir sueño.

—¿Quieres dormir un poco? —preguntó el mayor levantándose del borde de la cama que había estado ocupando.

—Sí, eso sería genial —acotó comenzando a quedarse dormido sentado en la cama. Se quitó las gafas y las dejó sobre la mesa de noche. Se acurrucó bajo las cobijas escuchando como Abarai se ocupaba de cerrar las cortinas.

De pronto Renji se echó en la cama junto a él.

—¿Pasa algo? —preguntó el shinigami al ver que el otro se daba vuelta en el lecho con brusquedad y le miraba fijamente—Sólo quiero dormir abrazado ¿crees que no pueda contenerme? —sin darle un momento para responder, pegándose a su espalda por arriba de las frazadas, puesto que no se había metido bajo las mismas.

El chico sintió el calor de la respiración del otro en su cuello y luego la tibieza de su cuerpo que se filtraba por entre las mantas.

Cerró los ojos, se concentró en los latidos de su corazón que por un momento quiso salírsele del pecho y luego en los de él, claros y fuertes por entre todas las otras cosas que podía sentir en ese momento.

Sin darse cuenta de cómo o cuando, se quedó dormido, con el pelirrojo adherido a su espalda, uno de los brazos de este pasando por arriba de su cuerpo, tratando de abrazarlo.


****

Al despertar se dio vuelta en la cama a duras penas, atrapado por el peso del otro y por las frazadas. ¿Cuánto tiempo habían estado durmiendo? Por la escasa luz que filtraba por la ventana parecía que habían transcurrido algunas horas. Se giró despacio, hasta quedar frente a frente. Y se quedo viéndolo fijamente. Observó sus cejas tatuadas, su frente amplia, el nacimiento de sus cabellos rojos, sus fosas nasales se dilataban de una manera muy graciosa. Pero lo que más le llamaba la atención eran sus labios. Esos labios que no besaba desde esa noche y que ahora entreabiertos frente a él parecían llamarle y rogarle para que les robase un beso.

Mordió despacio su propio labio, el inferior, en un intento vano de aguantarse, y finalmente sucumbió y posó su boca sobre la del otro, en un beso suave pero firme.

El teniente despertó. Ishida pudo sentir la sonrisa de este contra sus labios.

Uno de los grandes brazos de Abarai se metió dentro de sus cobijas, buscando pasar por debajo de su cuello, a lo que el menor accedió, cerrando aún más el estrecho abrazo.

—¿Dormiste bien? —quiso saber el hombre tatuado. La sonrisa aquella parecía haber venido para quedarse.

—Sí, creo que sí —contestó escueto.

—Y ¿Por cuántos días más vas a evitar decirme lo que te pasa? —preguntó de pronto el fukutaichou, tomándolo desprevenido.

—Unos meses apenas —susurró—; quizás te lo cuente en año nuevo, no falta mucho después de todo.

El silencio del mayor le hizo darse cuenta de que este ya no le presionaría más para que le explicase que sucedía.

Pero las cosas no iban a arreglarse a fuerza de silencios incómodos.

—Suceden muchas cosas —susurró decidiéndose a hablar, pero buscando esconder su cara en el cuello del otro.

—Yo tengo mucho tiempo —le contestó acariciándole la nuca y le sintió sonreír contra su piel, luego un beso leve y suave hizo que se estremeciese.

—Te mentí —dijo de golpe tomándole por sorpresa, por la repentina declaración.

—¿Con qué? —indagando con mucha calma, dejándole un beso en los negros cabellos.

—No te pasaste conmigo esa noche —confesó sin atreverse a verle a los ojos—. No era contigo con quien estaba enojado, sino conmigo, me sentía avergonzado y era por eso que no atendía tus llamadas —Ishida tomó aire tras haber logrado sacarse eso de encima, ahora quizás lo que seguía no sería tan difícil y que el mayor no le interrumpiese ciertamente le ayudaba.

Renji buscó besarle la frente y luego se acomodó de forma que su mejilla quedase contra esta.

—Cuéntame —le pidió muy suave, con un tono de voz que estaba cargado de necesidad. En verdad no saber que era lo que le pasaba le estaba matando, necesitaba escuchar de sus labios qué le preocupaba, qué le pasaba.

—Esa noche escuché lo que le decías a Ichigo —cerró sus manos sobre las ropas del teniente—. No fue mi intención pero lo hice.

El shinigami permaneció en silencio, no entendía como aquello pudiese ser un problema, pero él tenía paciencia, así que simplemente esperó a que el muchacho entre sus brazos reiniciase su relato.

—Escuché que le decías que en los últimos días te estaba costando mucho contenerte y que mantener tus manos quietas estando conmigo te requería un gran esfuerzo —una de sus manos tomó un rojo mechón de cabello de su coleta y comenzó a enredarlo entre sus dedos.

—Hablaste de mi como si se tratase de otra persona, no me molestó porque de inmediato supuse que lo hiciste porque te dije que no quería que nadie supiese de nosotros —aclaró para luego volver a retomar su primer frase—; pero hablaste de mi como si esa persona fuese lo más importante para ti y al mismo tiempo que te quejabas, hablaste de mi como si me amaras —el adolescente no podía terminar de creer sus propias palabras.

—Uryuu, yo en verdad —trató de hablar, pero el menor no le dejó.

—Me sentí muy mal por ser así, por causarte tantos problemas y no darte nada a cambio —sintió que la boca se le secaba.

—Eso no es verdad —se quejó, buscando verle a los ojos.

—Sí lo es —contradijo escapando al contacto visual del otro aferrándose a su uniforme negro—, te obligo a esconderte, no sé qué es lo que quiero. Estas abstinente desde hace meses por mi culpa...

—Lo hago porque quiero. Nadie me obliga a... —Abarai comenzaba a sentir que toda la situación le desesperaba.

—Lo sé, ahora lo sé —interrumpió de nuevo tratando de hacerse entender—pero no lo supe ver sino hasta mas tarde, esa noche, cuando te llevé-

—¿Cuándo me llevaste hasta la habitación y empezaste a desvestirme? —Soltó de repente, logrando por fin que el otro clavase los ojos azules en su persona.

—Creí que habías dicho que no recordabas nada —le reprochó escrutando su mirada.

—No podría olvidarlo nunca —le contestó, sin apartar su mirada.

—Si recuerdas todo dime porque me dijiste que no, cuando a mi me había costado tanto decidirme a hacer aquello.

—Porque negarme en ese momento me resultó de lo más natural —tocó su nariz con la punta de la suya—, toda mi libido y mi deseo quedaron subyugados y hechos a un lado cuando me di cuenta de que aún estabas lleno de dudas, de que lo hacías por mi, esperando complacerme, no porque quisieras o porque lo desearas, como debería ser...

—... — Uryuu permaneció en silencio, y volvió a preguntarse lo mismo de antes ¿Por qué era todo tan complicado?

—... porque también esperabas escucharme repetir aquello que no te digo desde que nos besamos la primera vez.

Abarai lo recordaba con claridad, en esa ocasión le había susurrado cuanto le quería y el menor se había asustado, echándose hacia atrás, diciéndole que las cosas iban demasiado rápido. Había tenido que decirle que no volvería a repetirlo a menos que el se lo pidiese, pero Ishida en su orgulloso nunca lo hizo y tampoco le dejó saber que era lo que sentía por él...
Además a eso se sumaba el hecho de que Kurosaki había dicho algo mas esa noche: "Mizuiro me dijo que algunas chicas ceden cuando él les dice que las quiere, quizás eso funcione, pero es sólo una idea...además si realmente le quieres tanto, no sería tan terrible como cuando lo hace él"

—Renji, yo lo siento realmente lamento mucho haberte... —dijo atragantándose con las palabras, él había complicado las cosas, nada más ni nada menos.

—No tienes que disculparte —le dijo y dándole un beso entre el lóbulo de la oreja y el inicio de la mandíbula se levantó de la cama.

—Pero quiero hacerlo —objetó sujetándole de la manga del gi, evitando que se fuera.

El pelirrojo sintió que Ishida estrujaba la tela con fuerza mientras juntaba coraje para terminar con todo aquello.

"Tienes que ser más sincero", pensó el teniente observándole con cariño, tratando de atenerse a su plan inicial de no presionarle. Pero era tan difícil. Allí estaba, ahogándose; y él le quería tanto que le costaba no meterse, no tratar de salvarle a toda costa...

—¿Qué dijiste? —perdido en sus pensamientos no estaba seguro de si había escuchado bien o si estaba alucinando—Repite lo que dijiste recién.

—Dije que te quiero Renji —su mirada estaba clavada en la suya y el teniente se agachó sin que Ishida sacase su ojos de los suyos ni un segundo—Perdóname por ser un idiota, por no haberme dado cuenta antes, por dar tantas vueltas por algo así, que debería ser...— sus palabras se vieron interrumpidas, le había callado posando un beso casto sobre sus labios, ejerciendo en ellos esa presión tan particular e indescriptible, como cada vez que había querido decirle lo que sentía sin usar palabras.

—Yo también te quiero Ishida — su boca cubrió de besos sus mejillas, sus párpados, su frente— Ahora sí que voy a malcriarte, vas a ver lo bueno de que este teniente te quiera como yo lo hago.
Notas finales: ¡¡¡Ditaaaaa mirá lo que me haces hacer!!!
Ajajajajaja
¡¡¡Vacacionessss Wiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Muchos fics gente muuuuuchoooooossss
¡¡Nos vemos, me voy a escribir!! XD

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).