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Cristales del Valhalla por PrincessofDark

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Mil perdones por la demora pero las musas estuvieron súper ausentes este último tiempo. Espero que este capítulo valga la pena y que sea de su agrado.

¡Muchas gracias a todos los que lo leen! Dedicado a ti que estás leyendo. 

Loki sonrió al ver la actitud defensiva del mayor, sabiendo que sería inútil cualquier intento de Hades por detener su poder combinado al de Thor, Frey y el mismísimo Odín. Fue este último el que había hablado antes y Shun sintió un ramalazo de dolor al notar su cercanía.

-Soy Odín, señor de las tierras nórdicas – se presentó el poderoso dios antes de avanzar – entrégame al chiquillo y te dejaré vivir, Hades.

-Nunca – Hades alzó su espada a modo de defensa – no te permitiré que lo dañes.

-¿Permitirás que todos tus amigos mueran? – Odín desvió su atención de Hades al pálido Shun – porque si tengo que matarlos a todos para llegar a ti lo haré.

-Yo… - Shun habló pero Hades lo detuvo.

-¡No intentes jugar con él! Sabes muy bien que todos están más que dispuestos a morir por Shun.

-No juego, Hades. Le estoy diciendo la verdad. A mí no me importa para nada que todos mueran. El único responsable de las muertes será él y no yo. Salvará a todos si acepta venir por las buenas… incluso te salvará a ti porque si te interpones no dudaré en matarte – contestó Odín.

-Yo no te tengo ningún miedo – respondió Hades mientras se volvía y susurraba en voz mucho más baja a Shun - ¿confías en mí?

Shun se limitó a asentir una sola vez, pero eso fue suficiente para Hades que tomó la mano del más joven sin dejar de levantar su espada con la otra mano.

-No te lo entregaré nunca – respondió Hades, desapareciendo en un instante con Shun.

Odín vio desaparecer a Hades y a Shun y se puso furioso, su cosmos se alzó en todo su esplendor junto al de sus acompañantes. Dirigió sus pasos al conjunto de mujeres que lo acompañaba y gritó furioso.

-¡Ataquen el Santuario! Mátenlos a todos.

                                                             *          *          *

Hades y Shun aparecieron en una de las tantas habitaciones de Giudecca, la residencia principal del dios del Inframundo. Cuando Shun tomó conciencia de que estaba a kilómetros del Santuario se apartó del mayor y lo miró con ojos centelleantes… nunca tan parecidos a los de su hermano.

-¿Por qué me has traído aquí?

-Dijiste que confiabas en mí. Aquí estarás a salvo.

-¿Y los demás? ¿Qué pasará con ellos? ¡Odín los matará! ¡Quiero regresar! ¡Llévame de nuevo al Santuario! ¡Quiero ir!

-¡No lo haré! – Hades sujetó al jovencito que parecía descontrolado.

-¡No puedes tenerme aquí si yo no quiero! ¡Dijiste que no volverías a lastimarme! Quiero irme a casa… - Shun dejó de pelear y lentamente se aflojó comenzando a llorar – no quiero que mueran… no quiero… por favor… déjame ir… déjame.

Hades no lo soltó pero si aflojó la presión que ejercía sobre él, transmitiéndole tranquilidad mientras lo dejaba llorar por unos minutos.

-¿Ahora estás más calmado? Escúchame por favor. Quiero que te quedes aquí. Yo subiré al Santuario e iré por ellos para traerlos aquí también. Por favor, Shun… confía en mí.

Hades se separó lentamente de un más tranquilo Shun que alzó sus brillantes ojos para cruzarlos con los del dios.

-¿Irás por ellos?

-Por supuesto que sí.

-Lo lamento… yo… debí tener más confianza en ti. Lo siento mucho.

-Está bien, Shun. Sólo… cree en que haré lo imposible por no verte sufrir. Debo irme ahora.

-Espera.

Shun detuvo a Hades antes de que se desapareciera y poniéndose lentamente en puntas de pie le dio un beso corto y suave, pero extremadamente rebosante de sentimientos.

-Por favor… regresa – murmuró luego de romper el beso.

-Siempre lo haré – Hades sonrió y acarició su mejilla antes de desaparecer.

Shun al quedarse sólo contempló la habitación en la que se hallaba, era enorme y en el centro de la misma se encontraba una inmensa cama con doseles y con tapizado en verde oscuro. Una mesa de roble, un armario y una cómoda con espejo completaban la decoración junto con una enorme biblioteca y un par de alfombras. La habitación transmitía una cierta sensación de calma y por dos inmensos ventanales se podía ver el exterior del Inframundo con sus tonalidades predominantemente rojizas y negras. Sin saber muy bien qué hacer, Shun se sentó en la cama y aguardó a que Hades regresara.

                                                 *          *          *

-¡Hay enemigos en la entrada del Santuario! – la voz provino de Kiki que apareció en el Templo Principal para alertar a Saori, Poseidón y un silencioso Abel.

-Han llegado – fue el único comentario de Saori mientras salía hacia el exterior de los Templos - ¿vienen por Shun?

-No… sólo quieren destruir el Santuario. Uno de ellos le dijo al maestro Mu que Hades se había desaparecido con Shun frente a sus ojos y que nosotros lo pagaríamos.

-Por lo menos, ya sabemos que Hades lo encontró y lo puso a salvo – contestó Poseidón - ¿qué haremos? – preguntó después poniéndose al lado de Atena.

-Resistir – fue la lacónica respuesta – que todos los caballeros vayan a la casa de Aries y ayuden a Mu – dijo Saori dirigiéndose a Mu.

-Sí, señorita Atena.

-Nosotros también iremos – agregó Poseidón haciendo una invitación a Abel, que simplemente asintió.

-Gracias – fue la respuesta de Saori mientras comenzaba su descenso rumbo a la primera casa del Santuario.

Saori, Poseidón y Abel llegaron para ver la verdadera carnicería que se estaba desarrollando en esos momentos. Cuatro fornidos hombres encabezaban la batalla en el bando enemigo, portando los báculos de los que Shun tanto había hablado pero que para muchos de ellos era la primera vez que veían. También una cincuentena de mujeres los acompañaban, peleando con tanta ferocidad como ellos.

-Son valkirias – informó Poseidón ante la extrañeza de Abel y de Atena – el ejército guerrero de los dioses nórdicos. Aquella que resalta debe ser Brunilda, su líder desde tiempos mitológicos.

-Pelean como hombres – comentó Abel.

-Son entrenadas desde la cuna para ser tan feroces y crueles como cualquier caballero – completó Poseidón.

Saori no podía hablar, al ver la clara derrota que estaban sufriendo sus caballeros pese a todo el empeño que estaban poniendo. Daban su mejor esfuerzo pero los heridos comenzaban a abundar debido a la crueldad de los atacantes que ni siquiera hablaban. La diosa se acercó aún más y comenzó la lucha con uno de los dioses, que reconoció como Loki porque ya lo había visto anteriormente.

Poseidón y Abel también se integraron al combate y al cabo de unos minutos Hades hizo su aparición, expandiendo al máximo su cosmos para darse a conocer y paralizar por la sorpresa el combate.

-¡Portal del Infierno! – ante su voz el piso del Santuario comenzó a temblar y se formó un profundo hoyo negro - ¡métanse ahí dentro!

Ninguno de los atenienses lo dudó dos veces y ayudando a los heridos todos los caballeros se tiraron dentro de ese profundo pozo. Abel y Poseidón los siguieron también sin pensarlo dos veces. Sólo Saori con sus ojos violetas anegados en lágrimas miró directamente al mayor y poderoso dios que tenía frente a ella.

-¿Esto es el fin del Santuario? – preguntó quedamente en medio de los escombros.

-Todo lo material puede recuperarse… no así las vidas de tus caballeros.

Saori no preguntó más nada y se arrojó al portal mientras Hades lo mantenía abierto con sus poderes.

-¡No escaparás con vida, Hades! – gritó amenazante Odín acercándose lo más rápido que podía.

-Demasiado tarde – Hades se arrojó también dentro del hoyo negro y desapareció cuando la espada de Odín rozaba su capa.

-Maldita sea… - Odín arrojó furioso su espada – Hades es un hueso muy duro de vencer…

-¿Qué haremos ahora? – preguntó Frey, acercándose a su señor.

-No quiero que dejen nada en pie de este lugar… ¡redúzcanlo a cenizas!

Odín desapareció luego de un momento y todos comprendieron que había emprendido el regreso a su palacio de las tierras nórdicas.

                                                 *          *          *

-Se quedarán aquí hasta que la guerra finalice – fueron las primeras palabras de Hades una vez que todos hubieron llegado al Inframundo – este es el lugar más seguro por el momento.

-¿Odín y los demás no pueden llegar hasta aquí? – cuestionó Seiya.

-Si lo desean pueden llegar, pero les será muy difícil descender y avanzar debido a las altas temperaturas. Recuerden que ellos están acostumbrados a los climas fríos y gélidos de las tierras nórdicas. Por ahora no creo que se atrevan a descender… pero la tierra ha quedado enteramente en sus manos.

-Debemos prepararnos más arduamente – sostuvo Atena en respuesta – esperaremos y entrenaremos hasta que nos sintamos listos y podamos hacer algo. ¿No te molesta tenernos aquí por un tiempo?

-No. De ninguna manera – la respuesta de Hades fue inmediata, aunque miró directamente a Abel con clara molestia y éste le sostuvo la mirada.

-Quisiera ver a Shun – interrumpió Ikki, ya bastante impaciente por no poder verlo.

-Por supuesto. Tercer piso, segunda habitación a la derecha – indicó Hades mientras continuaba hablando con Atena y Poseidón.

                                                 *          *          *

Cuando Hades terminó de hablar con Atena y Poseidón se encargó de dar las órdenes necesarias para que todos los caballeros y dioses fueran distribuidos en las distintas habitaciones del palacio se retiró de la Sala Principal y se cruzó en las escaleras con Ikki que ya regresaba de ver a Shun.

Entró a su vez en la habitación del joven caballero de Andrómeda, después de golpear quedamente un par de veces y escuchar la voz que le decía que pasara.

-¿Cómo estás? – preguntó Hades al menor cuando lo vio sentado en un sillón mirando distraído por la ventana.

-Bien. Tú… cumpliste. Los trajiste a todos y regresaste – Shun sonrió y sus esmeraldas reflejaron felicidad pese a la preocupación que emanaba de su cosmos.

Hades asintió y se sentó junto al más joven, tan cerca que las distancias eran mínimas. Eso no incomodó a Shun, por el contrario un leve rubor apareció en su rostro pero no se apartó. Se sentía tranquilo y en paz, seguro de que nada iba a pasarle.

-Te prometí que regresaría y que no permitiría que nada les pasara. ¿Pudiste hablar con Ikki?

-Sí – Shun esbozó una maravillosa sonrisa – me dio una enorme reprimenda por haberme escapado. ¡No quiero ni recordarla!

-No hablas en serio. Lo más probable es que haya abandonado esa coraza de acero que suele ponerse con todo el mundo menos contigo y te haya dicho lo preocupado que estaba.

-Pues sí, hizo eso. Prometo no volver a escaparme. Es sólo que no quería ponerlos en peligro. ¡Lo lamento!

-Está bien, Shun. Es parte de tu persona tener esa enorme capacidad de sacrificarse por los demás y el de intentar mantenerlos a salvo de cualquier riesgo. Esa es una de las cosas que más amo de ti… tu inmensa bondad.

Hades no dudó en tomar esa maravillosa boca con la suya en un beso que comenzó lento y suave pero que fue tornándose cada vez más intenso, mientras predominaba el mayor que se colocaba suavemente encima del cuerpo del más joven. El más joven se dejaba hacer, sin oponer resistencia mientras las manos del mayor se atrevían a acariciar su cuerpo por encima de las ropas. Shun se estremeció ante esos roces que parecían generar una pausa en su mente, volviéndola absolutamente dócil a los deseos del mayor.

Sin embargo, después de un rato Shun se apartó lentamente y sus ojos buscaron los del mayor, con una tranquilidad que sorprendió a Hades.

-Te amo

Las sencillas palabras de Shun lo alegraron intensamente. Hades había aguardado paciente y sin forzar a Shun a que éste le confesara sus sentimientos. Mucho tiempo había desesperado y ansiado oír esas palabras y lo único que pudo hacer fue besarlo de nuevo, una y otra vez hasta que el más joven se fue durmiendo lentamente entre sus brazos. El mayor lo había tomado suavemente y lo había acostado encima de la inmensa cama de la habitación, dándole un suave beso antes de dejarlo dormir.

                                                 *          *          *

Shun dormía profundamente cuando la puerta de su habitación volvió a abrirse, muchas horas más tarde de la retirada de Hades de sus aposentos. La figura que se movía en el interior de la habitación no hizo el más mínimo ruido que pudiera revelar su presencia a medida que se acercaba al dormido joven.

La persona acercó una de sus manos al rostro de Shun y de ella cayeron unos polvos que brillaron apenas un instante antes de desaparecer. Ahora sin ningún temor, la figura sujetó a Shun y la alzó de la cama dirigiéndose a la puerta.

Demoró una eternidad en lograr salir al exterior del palacio de Giudecca, burlando la vigilancia del par de espectros que se encontraban de guardia. Demoró aún más en alejarse lo suficiente del palacio como para poder depositar a Shun en el suelo y hacer aparecer un nuevo objeto dorado similar a una llave que abrió un portal por la que ambos desaparecieron.

La llave se destruyó apenas tocaron pie en esas frías regiones, donde en esos momentos predominaba la oscuridad. Sin embargo, apenas la persona caminó un par de metros con el dormido Shun, otra figura se movió iluminada apenas por el brillo de su báculo, el perteneciente a Odín.

-Veo que lo has traído – la voz fue tan gélida como el paraje – has hecho muy bien en cambiar de bando, Abel.

Notas finales:

¿Verdad que Abel es un maldito? Las colas para asesinarlo se hacen en la puerta de mi casa a partir de las ocho de la mañana y hasta las doce. Después se arman de nuevo a las cuatro de la tarde y hasta las diez. 

Se permite: 

a) Pegarle

b) insultarle

c) utilizar armas de fuego

d) utilizar armas blancas: dagas, espadas, sables, ballestas, etc., etc.

e) el uso de venenos 

JAJAJAJAJAJA... pero sólo un arma por persona. 

Nos leemos pronto!!


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