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Cristales del Valhalla por PrincessofDark

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Notas del capitulo: ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!! Espero que todos la estén pasando súper bien!!!! Les agradezco mucho el acompañar esta historia y espero que este capítulo haya valido la pena. Dedicado a ti que lees, ¡Gracias! y en especial a Shakaton. Estamos en paz y espero que la historia te siga gustando!! ¡Besos!

Shun se encontraba en su Templo, ajeno a todas las tribulaciones de Saori y al conflicto abierto entre Hades y Abel por él. Llevaba casi una hora entrenando con Shaka en el cuarto gemelo del Templo, ambos concentrados en una profunda meditación que permitía elevar sus sentidos hasta el máximo.

El joven aprendiz había logrado alcanzar el clímax de la meditación, justo la separación entre el alma y el cuerpo, elevando al alma al grado de comprender y analizar la presencia divina.

En medio de esa tranquilidad, Shun soñó, eso era algo normal en las meditaciones. Esta vez soñó con un lugar cubierto de nieve, blanco por doquier y en la que no había ningún rastro de civilización. En medio de esa montaña de nieve, algo llamó su atención y se vio a sí mismo caminando hacia ese objeto hasta que lo pudo identificar. Era un báculo, hecho de un inmaculado oro amarillo, brillante y limpio. Sin embargo, lo que llamó su atención fue la piedra que brillaba en la punta de un báculo. Una piedra negra, opaca y con un lustre que le daba un cierto aire siniestro. Shun pudo identificar la piedra como un ónix negro, símbolo de la madre tierra y de su poder. El joven aprendiz de Virgo, no quiso tocar el báculo, algo o alguien le advirtió que no debía hacerlo por lo que simplemente lo observó.

-¡Shun! ¡Shun, despierta!

La voz de Shaka, trajo a Shun de nuevo a la realidad, sacándolo de esa profunda meditación en la que estaba. Cuando su mirada se aclaro se encontró con la mirada preocupada del rubio caballero.

-¿Qué sucede? – preguntó al cabo de un momento.

-Sucede que llevo casi diez minutos intentando despertarte del trance. ¿Qué estabas soñando?

-Estaba en un lugar lleno de nieve y había un báculo con una piedra negra. ¿Puede significar alguna cosa, maestro?

Shaka pareció reflexionar durante unos segundos antes de menear la cabeza.

-No lo sé. Quizás haya sido un simple sueño y no tenga otro significado. Es difícil poder comprender un sueño a la primera vez. Si vuelve a repetirse, buscaré conectarme con tu mente para ver lo que sueñas con todo detalle.

-Muchas gracias, maestro – Shun agradeció y se puso lentamente de pie, antes de volverse - ¿me despertó por algo en particular?

Shaka que había estado pendiente de despertar a Shun y de escuchar su sueño, pareció recordar repentinamente algo.

-Oh, sí. Te llegó una caja. La dejé sobre tu cama para que puedas revisarlo.

-¿Un paquete para mí? – a Shun eso le resultó particularmente extraño por lo que se dirigió a su habitación.

El paquete era de tamaño regular, envuelto en un papel estampado con soles. Encima de él, había una tarjeta de color amarillo claro. Lo primero que hizo fue tomar la tarjeta y leerla, en su rostro se reflejó cierta molestia y cierta pena al leer: Espero aceptes este regalo como prueba de mi arrepentimiento por las burlas de anoche. Ojala aprendas a aceptar mi particular sentido del humor. Con mi más profundo amor, Abel.

Shun rompió el papel y extrajo un medallón con el símbolo del sol labrado en un brillante dorado. Sin dudas era una joya carísima y muy bella, pero a una persona no acostumbrada a esos lujos, le recordó el medallón que durante mucho tiempo portó como recuerdo de su madre y que verdaderamente lo encadenaba a ser el cuerpo de Hades.

Su mente no pudo dejar de pensar en el dios del Inframundo en ese momento, le había temido durante mucho tiempo después de la batalla. Y también le temía ahora, aunque quizás un poco menos después del baile que habían compartido. Hades era poderoso, pero había sido muy cortés con él y en ningún momento se había burlado de su hermano como lo había hecho Abel.

                                                 *          *          *

Shaka había contemplado a Shun mientras rompía el regalo y extraía el medallón, que supuso un regalo de Abel. Casi al mismo tiempo sintió como Saori lo llamaba al Recinto Principal por lo que partió de inmediato hacia allí.

La diosa lo recibió con un terrible gesto de preocupación enmarcando su rostro. Caminaba de un lado a otro del salón mientras Shion intentaba infructuosamente calmarla.

-¿Qué sucede, mi señora? – preguntó el rubio caballero haciendo una reverencia breve.

-He hablado con Poseidón, Abel y Hades para formar la alianza que necesitamos. Parecía que todo estaba bien, Poseidón aceptó enseguida, Hades también se mostró favorable y expresó las mismas inquietudes que yo respecto a que pasará algo en breve. Pero Abel… ¡Abel arruinó todo!

-¿Por qué, mi señora? – se atrevió a preguntar ante la pausa de la diosa.

-Está de acuerdo en firmar una alianza, pero a cambio quiere sellarla. Me ha pedido que le dé a Shun.

El virginiano palideció, profundamente molesto porque él se veía venir algo así. Sabía que una orden de Atena no podría ser negada por ningún caballero y si la diosa le exigía a Shun ese sacrificio, no habría forma de que éste pudiera eludirla, más conociéndolo tan dado a los sacrificios.

-No lo haré – dijo Saori - ¡no lo haré! Además, está el problema de Hades.

-¿Qué problema?

- Hades también está interesado en Shun.

Shaka ahora estaba incrédulo, poniéndose en el lugar de Saori sabía que si ella entregaba a Shun a uno de los dioses el otro se molestaría y podría enfrentarla. La posición de la diosa era terriblemente difícil en ese momento.

-¿También lo exigió como condición para la alianza? – preguntó Shaka, demostrando serenidad que no poseía.

-No. Dijo que no iba a obligarlo, que estaba seguro de poder ganarlo. La situación va a estar tensa en los próximos días, Shaka. Seguramente Abel y Hades intentarán acercarse a Shun. Te suplico que lo cuides y que no permitas que lo acosen demasiado o que le falten el respeto de alguna forma. Y si Shun no se da cuenta, sería mejor no decirle que los dos están peleando por él.

- Haré lo que me ha pedido, no tenga duda acerca de ello – aseguró Shaka – Creo que sería prudente de mi parte decirle que ya ha comenzado. Abel le ha enviado un presente al Templo de Virgo hace un rato, según lo que vi es un medallón.

Saori asintió brevemente y Shaka comprendió que debía retirarse por lo que comenzó su regreso a la casa de Virgo. Mentalmente, pensaba que esos iban a ser unos días muy extraños y tensos. En su mente anotó otra cosa, informar a Ikki de lo que estaba pasando. El Fénix podía ser terriblemente temperamental y tenía un carácter de los mil rayos, pero era un guardián sumamente poderoso que no permitiría que ninguna persona dañara a Shun.

                                                 *          *          *

Después de la partida de su maestro, Shun había guardado su regalo y salido al exterior de la casa de Virgo para tomar un poco de aire fresco. Unos minutos más tarde, Ikki se había sentado con él luego de haber cumplido sus entrenamientos con Aioria. La charla entre ambos hermanos fue como las de siempre, cálidas y entretenidas, ya que Ikki se mostraba afectuoso solamente con él.

Shaka había regresado y a lo lejos contempló la conversación de ambos, hasta que finalmente se acercó a los dos jóvenes.

-Buenas noches – señaló debido a que ya era casi noche cerrada en el Templo.

-Buenas noches – respondieron ambos con tranquilidad.

-Shun, ¿podrías preparar algo de cenar? Como tuve que irme no tuve tiempo de hacerlo aunque me correspondía.

-Claro que sí, maestro. ¡Enseguida! – Shun se puso de pie - ¿Me esperas? – preguntó a Ikki y tras un asentimiento de cabeza de éste el joven sonriendo se metió en el interior del templo de Virgo.

Un silencio tenso se posó entre ambos caballeros, en especial por parte del rubio que debía hablar con el Fénix sobre un tema que sería álgido.

-Ikki – empezó a hablar, sentándose al lado del joven de cabellos azules.

-¿Qué? – el caballero miró al rubio extrañado, más aún cuando se sentó con él.

-He enviado a Shun adentro porque necesito hablar contigo.

-¿Sobre Shun? – Ikki se puso repentinamente alerta y dedicó toda su atención al rubio.

-Así es. Tú sabes que Poseidón, Abel y Hades están aquí para que Atena arregle una alianza con ellos.

-Claro que lo sé.

-Poseidón no ha puesto objeción a la alianza. Sin embargo, Abel le ha pedido a Saori que le entregue a Shun como sello del pacto.

-¿Qué demonios? – Ikki escupió con rabia - ¡Yo lo mato!

-¡Espera! ¡Déjame terminar! Saori se negó terminantemente a aceptar esa condición. Ella no obligará a Shun a ese sacrificio. Sin embargo, hay una disputa abierta entre Abel y Hades por tu hermano, ya que los dos lo quieren.

Por primera vez, Shaka vio a Ikki desconcertado y preocupado, tanto así que el joven quedó callado por un largo rato, abandonando su habitual carácter temperamental.

-No permitiré que dañen a Shun. Por más dioses que sean, y por más poder que tengan. No voy a dejar que lo lastimen. Si Shun llora una sola vez por ellos, no me va a importar un comino la maldita alianza y les voy a dar una lección que no olvidarán.

Las palabras de Ikki fueron pronunciadas con una frialdad que generó un estremecimiento en Shaka, considerándolas una firme promesa. El rubio asintió y demoró un momento en contestar.

-Saori me ha pedido que vigile constantemente a Shun para que ninguno de ellos lo lastime o le falte el respeto, así como me pidió también que lo mantuviera en la ignorancia si él no se da cuenta de lo que está pasando. Te pido, Ikki, aunque sé que es innecesario que también estés al pendiente pero que no comentes esto con nadie más. No creo que Saori informe todo esto a los demás caballeros y no nos corresponde hacerlo a nosotros.

Ikki se limitó a afirmar con la cabeza, justo a tiempo de que Shun saliera de nuevo al exterior.

-Ya está lista la cena – fue su comentario - ¿te quedas a cenar con nosotros, niisan?

-Por supuesto que se queda – dijo Shaka invitando al Fénix.

-Claro que sí, gracias – Ikki sonrió y a Shun esa sonrisa le pareció increíblemente preocupada.

                                                 *          *          *

Shun ya se encontraba durmiendo profundamente en el Templo de Virgo, cuando una música comenzó a sonar en el exterior. Era una melodía bastante fuerte que muy pronto despertó al joven de cabellos verdes y lo hizo frotarse los ojos adormilado.

Curioso, abrió la ventana y asomó la cabeza para ver a un misterioso personaje tocando una canción con un violín. Debido a la oscuridad no pudo reconocer a la figura, que apenas vio que asomaba la cabeza arrojó algo al aire que logró caer en la ventana del aprendiz de Virgo. Mientras la melodía seguía sonando, Shun estiró su mano y tomó el paquete, desenvolviéndolo con cierta torpeza. Era otro medallón, parecido al de Abel, pero su asombro no tuvo límites cuando una melodía comenzó a desprenderse de él, la misma melodía que su invisible interprete estaba tocando en esos momentos.

La música de violín cesó y la figura desapareció envuelta en las sombras, dejando como único registro de su presencia el medallón musical que Shun miraba con una sonrisa.

El joven estuvo un rato contemplando el medallón que le habían obsequiado. Sin lugar a dudas era un medallón hermoso, pero le encantaba la suave melodía que desprendía y que le daba una maravillosa sensación de paz. Lenta, muy lentamente esa melodía lo llevó a dormirse nuevamente.

En su descanso, volvió a soñar con ese lugar cubierto de nieve que había visto durante su entrenamiento. Ahora se sintió mucho más partícipe de ese sueño y su cuerpo pudo sentir el frío del lugar en el que se hallaba haciéndolo estremecer violentamente.

Sus ojos volvieron a encontrar el báculo con el ónix negro, mucho más brillante que la primera vez que lo vio. El poder emanaba de ese báculo y parecía rodear toda la zona en la que él estaba caminando. Se vio a si mismo caminar en busca de algún rastro humano, pero mientras caminaba y caminaba, lo único que encontró fue un segundo báculo medio enterrado en un lago congelado.

El segundo báculo era muy diferente al primero. Estaba hecho no de oro amarillo, sino de oro blanco finamente tallado con una serie de signos que no pudo comprender y que el primer báculo no parecía tener. En su extremo brillaba una bellísima piedra azul que supo que era un zafiro. El azul era el símbolo del agua, y se encontraba enterrado en medio de un lago congelado, su mente estableció que esa piedra azul representaba el poder de las aguas.

El frío le regresó con todo, su cuerpo se llenó de nuevos temblores y estremecimientos que parecían congelarlo en la realidad. Intentó despertarse pero se encontró con que no podía hacerlo, mientras sin saber bien como los dos báculos habían aparecido uno al lado del otro y lanzaban sus brillantes destellos.

                                                 *          *          *

Shaka había despertado cuando sonaron los primeros acordes de música y sin abrir la ventana observó como una figura tocaba bajo la ventana de Shun. No pudo ver a su aprendiz asomarse, pero supuso que lo habría hecho, porque la otra persona había arrojado algo y después de terminar la canción había desaparecido.

La calma había vuelto a su Templo y se había relajado lo suficiente como para poder descansar de nuevo, cuando le llamó la atención el clima raro que comenzaba a formarse. Era como una cierta pesadez y un cierto frío que asaltaban lentamente el Templo.

Se levantó y se dirigió al lugar donde podía sentir el frío en mayor medida, el cuarto de Shun. Pensó que el jovencito podría haberse dejado la ventana abierta y eso lo podría enfermar, por lo que entró suavemente a la habitación.

Su rostro reflejó preocupación cuando vio la ventana cerrada pero a Shun temblando de frío, como si se estuviera congelando. Se acercó al muchacho y tocó su frente, notándola helada. Comenzó a sacudirlo para despertarlo, pero sólo pudo conseguirlo tras un largo rato. Shun despertó y sus labios murmuraron suavemente.

-La tierra y el agua


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