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Cristales del Valhalla por PrincessofDark

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Notas del capitulo:

¡¡¡MUY FELIZ AÑO NUEVO!!! LES DESEO A TODOS UN AÑO LLENO DE DICHA Y PROSPERIDAD!!!!

Bueno, como son las cuatro de la mañana y no tengo sueño y además ¡¡por fin pude entrar a la página porque no andaba!! les traigo este capítulo que tenía listo desde hace dos días esperando que les guste. Muchas gracias a todos los que leen y acompañan esta historia con sus comentarios.

Dedicado a ti que estás leyéndola ¡Gracias!

Shaka se mostró sorprendido con esas palabras, pero lo primero que hizo fue mantener despierto a Shun hasta que las ideas en la mente del más joven se aclararon.

-¿Qué pasó? – preguntó Shun luego de un momento.

-Estabas soñando y temblando de frío. Parecías estarte congelando al igual que el cuarto. Y lo primero que pronunciaste fue “la tierra y el agua”, ¿por qué dijiste eso?

Shun se agitó de hombros antes de contestar.

-No sé. Recuerdo estar soñando con un lugar muy frío y vi dos báculos en ese lugar. Uno tenía un ónix negro y el otro un zafiro.

Shaka asintió pausadamente y sonrió para calmarlo.

-Vuelve a dormir. Quizás sea un sueño sin importancia. Probaremos en la meditación que yo me meta en tus sueños para ver lo que tú ves. ¿Recuerdas que lo habíamos mencionado?

-Sí, maestro. Como usted disponga.

Shun volvió a acostarse y Shaka acomodó las ropas de cama para que el joven estuviera cómodo. Antes de levantarse, Shaka observó el resplandeciente medallón musical y lo tomó con curiosidad.

-Es hermoso – señaló mirando a su aprendiz - ¿Fue el misterioso intérprete el que te lo regaló?

-Sí, señor – respondió Shun – lo arrojó a la ventana cuando me asomé. ¡Si está mal no volveré a hacerlo, se lo prometo! – exclamó Shun apenado.

-No está mal. Sólo te pido que tengas cuidado – Shaka volvió a dejar el medallón en su lugar y se puso de pie – ahora descansa. Buenas noches.

-Buenas noches.

                                                             *          *          *

Mientras tanto, un violinista subía las escaleras rumbo al Recinto Principal envuelto en las sombras. Sus pasos se detuvieron sin embargo, al encontrarse a pocos metros de la entrada con una figura envuelta en una túnica amarilla.

-Así que te dedicas a interpretar melodías baratas para conquistar a Andrómeda – se burló abiertamente la figura de amarillo.

-Eso es asunto mío, Abel – respondió ásperamente Hades.

-Yo no sabía que al señor de los muertos se le daba por la música. Aún así, creo que Andrómeda estará más interesado en disfrutar de la pasión del sol antes del frío de la muerte – se burló Abel en respuesta.

-Eso debe decidirlo él

-Si Atena no me lo da, yo no firmaré la alianza – amenazó Abel.

-Estás encaprichado… no lo amas.

-¿Alguna vez hablé de amor? ¡Tú mismo sabes que es hermoso… apetecible y terriblemente inocente! ¿Quién no lo desearía?

El cosmos de Hades se elevó amenazante, pero muy pronto fue guardado dando lugar a un silencio incómodo.

-Entonces tu interés desaparecerá una vez lo poseas – fue la respuesta de Hades.

-Claro que sí. Pero conociéndote, no aceptarás ser el segundo… - Abel se fue a las risas al interior del Recinto Principal.

Hades, con una mirada tan amenazante que hasta Ikki temblaría lo siguió minutos después.

*          *          *

El día siguiente comenzó en el Santuario con un clima de normalidad excepto entre Hades y Abel, que apenas pudieron soportar desayunar juntos en un silencio tan pesado que Saori acabó poniéndose en pie y yéndose con Poseidón a desayunar en otra parte.

En la casa de Virgo, Shaka inició el entrenamiento un poco más tarde de lo habitual para que Shun pudiera descansar después de la mala noche que había pasado. Recién después de un almuerzo ligero, los dos caballeros se encerraron en la Sala Gemela para realizar la meditación.

-Shun, necesito que estés lo más relajado posible. Vacía tu mente de cualquier sensación y déjala abierta para que yo pueda entrar.

-De acuerdo, maestro.

Shun se colocó en posición de loto, y cerró los ojos. Las bellas facciones transmitieron paz y serenidad hasta que finalmente Shaka notó que la mente de su aprendiz estaba totalmente vacía. El caballero dorado de Virgo, se concentró a sí mismo y lentamente entró a la mente de su aprendiz.

Lo primero que vio fue el lugar lleno de una nieve y un frío francamente insoportables. Posteriormente, entre tanta claridad pudo ver el báculo de oro que Shun había mencionado primero. Él sintió el gran poder de ese báculo y cuando intentó asirlo se vio repelido por una gran energía que se lo impidió.

Shun, parado a su lado se limitaba a contemplar el báculo y luego de ver el amague de su maestro, susurró:

-No debe tocarlo. ¡No es suyo!

Shaka lo miró con atención y los ojos de su aprendiz le parecieron extrañamente ausentes pero lo atribuyó a la suma concentración que debía tener para aguantar su presencia en la mente. Volvió a mirar cuando Shun le señaló un lago congelado en donde sobresalía el segundo báculo, en oro blanco y con un zafiro. Estaba a muchísima distancia, por lo que no era más que un punto lejano y apenas visible, del cual resaltaba el brillo de la gema.

Shun empezó a caminar en esa visión y Shaka lo acompañó, siguiendo la rapidez de esos pasos hasta que estuvieron muy alejados de cualquiera de los dos lugares y la nieve se fundió poco a poco para dar paso a un gigantesco foso de lava caliente. Flotando encima de una roca y en ese inmenso mar de lava, había un tercer báculo. El mango hecho de un furioso oro anaranjado y casi rojo y encima de él, engarzado un rubí lanzaba un inquietante destello.

Shaka sintió como ese báculo emanaba una sensación inquietante de calor, un aura terrible que parecía a punto de lanzarse hacia ellos.

-No temas. Aún no es tiempo – respondió Shun, señalando hacia arriba, donde perdido entre las nubes se vislumbraba un báculo hecho de la más fina plata y cuya piedra regente era un diamante.

-¿No es tiempo de qué? – preguntó Shaka, sujetando a Shun con intriga.

-Aún duermen… - Shun cayó desvanecido en sus sueños y Shaka se vio abruptamente separado de la mente de su aprendiz, despertando en el Cuarto Gemelo.

El rubio se levantó con prisas y sacudió a Shun, hasta arrancarlo del trance en el que aún estaba sumido. El joven Andrómeda abrió los ojos y Shaka pudo notar el enorme cansancio físico que estaba sufriendo su aprendiz.

-Shun… ¿estás bien?

-No. Siento como si hubiera caminado una maratón.

-Quédate sentado un rato. Respira con tranquilidad y no hables hasta que estés descansado.

El silencio envolvió a los dos caballeros, durante un largo tiempo. Shaka se concentró en analizar los cuatro báculos que había podido ver en la visión de Shun y a intentar explicar porqué era su aprendiz el que los veía. Llegó a la conclusión de que debería mencionárselo a Atena si volvía a suceder, puesto que aunque no parecían premoniciones si eran extrañamente inquietantes.

-¿Qué significado tiene lo que vimos? – preguntó Shun finalmente.

-Creo que cada uno de los báculos simboliza uno de los cuatro elementos: el fuego, la tierra, el aire y el agua. No puedo comprender los signos que hay en ellos, probablemente porque son muy antiguos o porque no son griegos. ¿Si intentas tocarlos puedes hacerlo?

-No lo he intentado. Siempre tengo la sensación de que no debo tocarlos aunque no sé muy bien porque no debo hacerlo.

-Quiero que si vuelves a soñar con ellos lo intentes. Sólo una vez para ver que sucede.

-Sí, maestro.

-Si vuelve a suceder, deberemos comentárselo a Atena. Mientras tanto, no es conveniente sumarle más inquietudes a las que ya tiene.

Shun miró a su maestro preocupado.

-¿Acaso lo de la alianza va mal?

-Más o menos. Cada dios tiene sus exigencias propias, y a veces es necesario debatir, ceder una cosa, aceptar otras, etc. Las negociaciones serán arduas en estos días.

Shaka omitió abiertamente todo lo relacionado a su aprendiz, considerando que tampoco era prudente para el joven sumar más preocupaciones a las que ya le acarreaba los sueños que tenía.

-Espero que Saori pueda arreglar todo muy pronto – murmuró Shun.

-Yo también lo espero.

                                                 *          *          *

Shun había sido invitado por Camus y Hyoga a cenar en la casa de Acuario y como su maestro había aceptado, a las nueve de la noche abandonó el Templo de Virgo para comenzar el ascenso hasta Acuario.

Conversó un rato con Dokho y Shiryu, y luego con Milo, también saludó a Seiya, Aioros y Shura que cenaban en la casa de Sagitario y continuó su ascenso sabiendo que en la casa de Capricornio no habría nadie.

Sin embargo, cuando comenzaba a caminar por los fríos pisos de la casa de la cabra, una figura que parecía estarlo esperando se le acercó con una sonrisa.

-Buenas noches, pequeño – saludó Abel.

Shun dio un respingo, que fue notado por el mayor que acentuó su sonrisa.

-Lamento haberte asustado.

-Descuide. No creí que hubiera alguien aquí.

-En realidad, estaba de paso. Bajaba a tu Templo para saber si te gustaría cenar conmigo.

Shun se ruborizó y negó con cierta pena.

-Lo lamento. He quedado de cenar con Camus y Hyoga en la casa de Acuario.

Abel se acercó aún más al jovencito, tanto que éste último se removió un poco inquieto.

-¿Te niegas a aceptar la invitación de un dios por unos simples caballeros?

-Esos simples caballeros son mis amigos, y además yo también soy como ellos.

-No – Abel acarició el rostro de Shun suavemente con uno de sus dedos – no lo eres. Eres exquisitamente bello… perfecto… por algo Hades ocupó tu cuerpo… el alma más pura.

Shun estaba completamente ruborizado e incómodo. Quería apartarse, pero las manos de Abel parecían tenazas alrededor de su cuerpo y de su rostro. Cuando iba a exigir que el dios lo soltase un frío cosmos entró en la Casa de Capricornio, y ese frío cosmos estaba molesto.

-¡Abel! – la voz de Hades resonó en la estancia, haciendo que Shun se tensara y que el dios del Sol lo soltara.

-Mi querido Hades. Justo estaba diciéndole a Shun los motivos por los que ocupaste su cuerpo, porque su alma es la más pura del mundo.

-Eso es asunto mío y lo pasado no debe ser removido – la voz de Hades fue terriblemente fría.

-Lo lamento… yo… me voy a Acuario – Shun comenzó a caminar rumbo a la salida del templo, pero antes de irse dirigió una mirada agradecida a Hades el cual se sorprendió de recibirla.

-¿Qué le estabas haciendo? – preguntó molesto el dios del Averno, después de ver partir a Shun.

-No es asunto tuyo. Aunque podrías haber llegado diez minutos más tarde y seguramente habría probado sus labios.

-Eres un…

-Cuidado, Hades. No me hagas enfadar – amenazó Abel - ¿te importa tanto Andrómeda que eres capaz de enojarte conmigo?

-No me gusta que juegues con él.

-No crees que tú lo utilizaste más que yo. Yo no fui el que se apoderó de su cuerpo y el que quiso que matara a su propio hermano.

-Eso forma parte del pasado.

-Pero estoy seguro de que él no lo ha olvidado. Llegado el caso, si debe elegir, me preferirá a mí. Tú eres… demasiado frío, mi querido Hades.

Abel abandonó la casa de Capricornio con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Hades también salió del Templo, al cabo de un rato, dirigiéndose de regreso al Recinto Principal. El dios del Inframundo apenas era consciente de la hora que eran, por lo que se sorprendió al ver bajar a Shun ya de regreso a la casa de Virgo.

Shun se detuvo de inmediato al ver al mayor subir en la dirección contraria. Ambas miradas se cruzaron sin pronunciar palabra y ninguno de los dos continuó el avance por más que estuvieran a medio camino de  las escaleras.

-Gracias – fue la simple palabra que pronunció Shun.

-¿Por qué?

-Por lo de Abel.

-Me dijo que estaba a punto de besarte.

Shun echaba fuego de lo avergonzado que estaba pero negó vehementemente.

-¡No! Yo no quería.

-Lo sé. Pero Abel tiene la idea de que puede obligar a cualquier persona a cumplir su voluntad.

-Me invitó a cenar pero yo le dije que Camus y Hyoga me habían invitado. Creo que eso lo molestó mucho. Me reprochó que prefiriera a unos caballeros antes que a un Dios. ¡Sin embargo, yo soy un caballero!

-Es cierto – apoyó Hades – pero Abel siempre se considerará más importante que cualquier otra persona. Además, una invitación de un dios no puede rechazarse tan fácilmente.

-Entonces… si vuelve a intentarlo deberé aceptar – susurró Shun un poco frustrado.

-No. Si vuelve a intentarlo le dirás que ya tienes una cena… conmigo – fue el turno de Hades de acercarse al más joven y de mirarlo largamente.

Shun tembló ante esa mirada, pero no porque en esos ojos hubiera encontrado el frío de la muerte, sino por el calor que esos ojos parecieron transmitirle durante un instante. Abel sería el dios del fuego, pero los ojos que ahora lo estaban mirando eran mucho más ardientes.

-Buenas noches, Shun – Hades se despidió de él con una leve inclinación de cabeza y continuó su avance por un par de pasos mientras el joven aprendiz de Virgo continuaba impávido – y lo de la cena fue en serio. Te espero mañana a las nueve en el Recinto Principal.


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