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Cristales del Valhalla por PrincessofDark

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Notas del capitulo:

Hola!!! Muchas gracias por el lindísimo recibimiento que le dieron a mí nueva historia ya que le pongo todas mis ganas para que salga bien y les interese. Aquí llega la continuación que espero sea de su agrado.

Dedicado a ti que estás leyendo. ¡Gracias!

En respuesta a las palabras de Seiya, Ikki dio un paso al frente y mirando a ambos dioses los enfrentó con todo su dulce carácter. Shaka que estaba a su lado puso una sonrisa de diversión ante lo que sabía que pasaría a continuación.

-Shun no va a bailar con ninguno de ustedes, qué demonios se han creído. Él va a bailar conmigo, porque soy su hermano y el es muy joven para andar bailando con alguien que no sea yo. ¡Ven acá, Shun!

Ikki tomó a Shun y lo arrastró a la pista, mientras un peor que apenado Shun lo miraba e intentaba reflexionar con él.

-Niisan, tú odias bailar – murmuró.

-¡Yo le voy a dar a esa manga de degenerados invitarte a bailar!

-Pero niisan, yo no sé bailar – indicó Shun y reafirmando sus palabras le dio un tremendo pisotón al Fénix que ni siquiera mosqueó.

-Pues ya que estamos te daré unas lecciones.

Seiya y Shiryu no podían evitar llorar de la risa ante la particular escena de Ikki bailando con Shun mientras dos poderosos dioses no contenían su rabia al mirar la escena.

Hades si hubiera podido hubiera muerto a Ikki en ese mismo instante, mientras Febo hubiera anhelado prenderlo fuego hasta dejarlo hecho cenizas. Rabioso, este último volvió a sentarse en la mesa a contemplar los distintos bailes.

Sin embargo, el dios del Inframundo era muy diferente a Febo y en vez de rabiar esperó a que la pieza se fuera acabando e incluso sonreía un poco, muy poco cuando Shun le daba un pisotón tras otro a Ikki.

Antes de que la música terminara se aproximó a los hermanos y tomó a Shun de la cintura, justo cuando la melodía finalizaba y comenzaba una nueva, más lenta que la anterior.

Ikki echaba chispas cuando vio el atrevimiento de Hades, pero al intentar moverse se encontró con que no podía hacerlo.

-Maldito – murmuró por lo bajo, porque no podía dominar su tono de voz.

Ikki no demoró mucho en comprender que Hades había utilizado parte de sus poderes para inmovilizarlo para así poder robarse a Shun. No le quedó más remedio que quedarse parado en el salón mirando como Hades se llevaba a Shun.

En otro lugar del salón, Hades sujetaba con firmeza la cintura de Shun mientras lo llevaba lejos del Fénix. Recién cuando se alejaron unos cuantos metros, el mayor miró el ruborizado rostro del más joven. Hades esperó a que el más joven hablara pero las palabras de Shun lo descolocaron un poco.

-Lo siento, voy a pisarlo – fueron las palabras de Shun.

-Creí que me maldeciría por apartarlo de su hermano.

-No tengo derecho a maldecirlo, señor. Usted es un dios.

Hades lo comprendió en ese momento. Shun no quería bailar con él, no se retiraba por la cortesía y el respeto que debía guardarle como Dios del averno. Aún así disfrutaría el tiempo que pudiera tener con él hasta el último momento.

-Veo que tu hermano no es bueno enseñándote a bailar. ¡Sólo déjate llevar! – murmuró en sus oídos – yo te guiaré.

Tal como Hades se lo había sugerido y ordenado, Shun se dejó conducir a lo largo de la pista de baile, teniendo mucho más éxito esta vez y logrando no pisar al mayor ni una sola vez.

-Sabes… me sorprendió mucho verte – murmuró Hades en sus oídos.

-¿Por qué, señor?

-No me digas señor. Porque no creí que te hubieras puesto tan hermoso en tan poco tiempo.

Shun intentó alejarse un poco pero Hades se lo impidió, casi obligándolo a continuar la danza.

-No te apenes. Debes estás acostumbrado a que te admiren y alaben.

-Claro que no, señor – la voz de Shun fue apenas audible en medio de la música.

-Entonces será mejor que te acostumbres. Tu hermano no estará siempre para defenderte o impedir que se te acerquen. Y esos momentos como este que estamos viviendo los aprovecharé muy bien en lo que dure mi estancia.

-No debe, señor. Yo no estoy a su altura – Shun se sentía terriblemente incómodo. El rubor apresaba sus mejillas y le confería un tono terriblemente inocente y seductor a los ojos del mayor.

-Yo soy capaz de decidir quién está a mí altura y quien no lo está, Shun.

La música culminó en ese momento y Shun apenas pestañeó se encontró sujeto por las manos de Abel, el dios del Sol, cosa que hizo molestar profundamente a Hades. Sin embargo, Abel no hizo el menor intento de liberar al joven caballero y comenzó a bailar la próxima pieza con él, dejando parado a Hades tanto como éste había dejado parado a Ikki anteriormente.

Shun notó el cambio de pareja de baile. Abel lo conducía tan expertamente como Hades pero el fuego y la pasión eran totalmente diferentes. La fría elegancia de Hades contrastaba con el llamativo de Abel pero los dos resultaban igual de incómodos para Shun. El joven caballero de Andrómeda acomodó sus cabellos y aunque estaba cansado por los bailes y la falta de costumbre no pudo dejar de acompañar la pieza que Abel lo obligaba a bailar.

-Así que el que te sacó a bailar primero es tu hermano.

Shun asintió una sola vez a la voz con un toque chillón de Abel.

-El típico caso – murmuró el dios del sol.

-¿El típico caso de qué? – preguntó Shun sin poder aguantar la curiosidad.

-De la bella y la bestia. Tú eres hermoso y él es una bestia – el tono fue jocoso, de broma y jarana pero a Shun le desagradó profundamente.

Shun le encajó un pisotón que arrancó un gemido ahogado del mayor y luego, aprovechando que Abel había aflojado el agarre salió caminando rumbo a la puerta principal para abandonar el salón sin importarle para nada la cortesía ni el respeto que le debía al dios del sol.

Hades e Ikki, junto a Seiya, Shiryu y Hyoga eran los que estaban más al pendiente del baile de Shun y Abel, por lo que su sorpresa fue mayúscula cuando vieron a Shun soltarse y salir del salón mientras Abel se quejaba levemente de dolor. Ikki se apresuró a salir tras él, ganándole incluso a Hades.

-¡Shun! – lo llamó en voz alta mientras el joven peliverde tomaba el camino a Virgo con vertiginosa rapidez que aminoró al escuchar la voz de su hermano, permitiéndole alcanzarlo.

Ikki corrió y se puso a su lado antes de tomar aire y volver a hablar.

-¿Pasó algo con Abel? – inquirió.

-No.

-Pues le diste un pisotón terrible y te fuiste corriendo así que no me mientas.

-No importa lo que pasó, de acuerdo – Shun intentó seguir su paso.

-Mira que si te hizo algo sólo tienes que decírmelo y yo me haré cargo.

-¡Ikki! ¿Te has dado cuenta de que soy grande? – preguntó Shun, la presión de toda la situación la estaba descargando en el “pobre” Fénix - ¡Que es una vergüenza que me haya sacado a la pista mi propio hermano!

-Lo hice para protegerte

-¿No me crees capaz de hacerlo por mí mismo?

-No me malentiendas, no es eso lo que quise decir. Claro que eres capaz de cuidarte a ti mismo.

-Lo siento, niisan. No debí descargar mi enfado contigo – Shun ya había recapacitado, es que él no tenía el carácter para enfrentarse a su hermano ya que Ikki era todo.

-Entonces, me dirás por qué te enfadaste.

-Yo… pero prométeme que no irás tras Abel.

-Bueno, prometido.

-Es que me preguntó si tú eras mi hermano y dijo que éramos como la bella y la bestia, que yo era hermoso y tú una bestia.

-Con que bestia, no. ¡Idiota! Ya me las cobraré.

-Niisan.

-Oye, ¿y por eso fue el pisotón?

-Sí.

-Pues gracias.

Ikki y Shun rieron y siguieron conversando hasta que el Fénix se despidió de Shun en la entrada de Virgo para continuar con su propio camino a Leo. Shun entró a Virgo y apenas dio un par de pasos se encontró con Abel.

-¿Qué hace usted aquí?

-Vine a expresar mis disculpas por mi comentario. Fue en tono de broma, no sinceramente.

-¿Cómo pudo llegar antes que yo?

-Soy un dios y como tal tengo mis trucos.

-Le ruego que se vaya, señor.

-No sin que aceptes mis disculpas.

-Las acepto – murmuró Shun con voz cansada – ahora váyase.

-¿Y si no quiero?

-Entonces se quedará solo – Shun empezó a caminar rumbo a la salida de Virgo pero Abel lo detuvo.

-Creo que no eres muy partidario de las bromas. Ya me voy.

Reafirmando sus palabras el dios del Sol comenzó a caminar a la salida del Templo.

-Soy partidario de las bromas, pero no comprendo su sentido del humor, señor. Buenas noches.

Shun permaneció en el umbral del Templo hasta que Abel desapareció de su vista, recién entonces se encerró en su habitación.

                                                 *          *          *

El baile había terminado tan tarde que las reuniones entre Atena, Abel, Poseidón y Hades no comenzaron hasta después del almuerzo. La diosa había acomodado una enorme mesa y cuatro confortables sillones para poder celebrar las reuniones. Los cuatro se distribuyeron en ellos y recién entonces Saori tomó la palabra.

- Los he invitado para intentar concertar una alianza ofensiva y defensiva entre nosotros. Los motivos que me mueven a intentarlo es lograr una paz duradera que permita a los hombres lograr prosperidad y seguridad. Además, me siento inquieta y preocupada. Tengo un mal presentimiento que no me abandona y que cada vez me angustia más.

Hades fue el primero que habló en respuesta de la diosa.

-Yo también he notado ciertas intranquilidades en el mundo, aunque no puedo establecer su causa con precisión. Sería importante ponernos de acuerdo y establecer la alianza que tú dices, siempre y cuando pongamos unos cuantos puntos en claro.

-Estoy de acuerdo con Hades. Tenemos que poner algunas cosas en claro – concordó Poseidón.

-Por ejemplo el grado de intervención que cada uno de nosotros tendrá en el reino del otro – fueron las palabras de Abel.

-Considero que ningún grado de intervención en las políticas y medidas de cada uno. Sin embargo, cuando un enemigo ataque a cualquiera de nosotros los demás haremos frente  común – sostuvo Hades.

-Entonces lo que me piden a cambio de la alianza es sólo la no intervención excepto en caso de ataque a uno de nosotros – indicó Saori.

-Exacto – dijo Poseidón.

-Pero si uno de nosotros ataca a otro integrante de la alianza, ¿qué sucedería? – preguntó Atena.

-Los otros dos deberíamos apoyar al atacado, no al atacante – respondió Poseidón.

-Entonces, ¿la alianza queda concertada?

-¡Aguarden un minuto! Yo tengo una condición para aceptar la alianza – interrumpió Abel.

Saori, Hades y Poseidón lo miraron con curiosidad e inquietud. Pasaron unos largos momentos de silencio hasta que la diosa de la tierra se atrevió a preguntar.

-¿Qué condición?

-Que sellemos la alianza.

-¿Cómo?

-Aceptaré la alianza si me das a Andrómeda – informó Abel.

Saori se paró abrupta y violentamente, a esas condiciones se refería cuando anteriormente había hablado con Shion. Pensó en Shun y llegó a la conclusión de que no podía decidir si sacrificarlo o no, sus caballeros no la perdonarían nunca si se enteraban.

-No puedes pedir eso – dijo Poseidón ante la falta de respuesta de Atena.

-Claro que puedo – dijo Abel – si quieren que participe me tendrán que dar lo que puse como condición.

-¡Shun no es un objeto! – gritó Saori en ese momento – no puedo decidir por él.

-Entonces hasta aquí llegó mi charla – Abel se puso en pie para retirarse.

-Compréndeme, no soy quien para sacrificar a uno de mis caballeros así como así – suplicó Atena con la voz quebrada.

-Ellos deben obedecer tus órdenes, Atena. Si se lo ordenas no le quedará otra más que aceptar – respondió Abel.

-Por más que sea un caballero, Shun es primero que todo mi amigo y no puedo herirlo de esa manera.

-Entonces tus deseos de alianza no son tan importantes como quisiste hacernos creer – respondió Abel – si lo fueran cederías.

-Construir un pacto en base a los sacrificios de alguien más nunca es bueno – dijo Poseidón.

Hades que hasta ese momento no había pronunciado palabra alguna se puso tranquilamente de pie, un poco entretenido y un poco molesto por la situación.

-Shun es mío – informó tranquilamente, aunque su aura reflejaba el frío letal de su poder – y estoy seguro de ganármelo sin necesidad de exigirlo como una condición de alianza. Que Abel no se considere capaz ya es asunto suyo.

Con esa misma tranquilidad abandonó la sala de reuniones, Abel lo miró con profundo odio, Poseidón analizando lo complicado de la situación y Saori comprendió que antes de poder firmar una alianza debería presenciar como Hades y Abel se sacarían los ojos por Shun.

Cuando Hades salió al exterior una divertida idea cruzó su mente: había comenzado la cacería del conejo.


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