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Un único amanecer por furukawa

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Notas del fanfic:

Es mi primer fanfics que público. Espero que se a de su agrado.

Un único amanecer.
Era de noche. La lluvia caía, despacio, como si no quisiera llegar al suelo. Y en medio de la nada se encontraba Fay, de rodillas en el suelo. Mirando su mano ensangrentada, pero al mismo tiempo sin ver nada. Cada gota le recorría cada centímetro de su cuerpo, sin detenerse. Su pelo rubio destacaba de entre todo lo demás… y había alguien que lo podía demostrar. Kurogane estaba inmóvil, a una cierta distancia. Sentía tristeza, pero al mismo tiempo impotencia, por no poder hacer nada. Apretando los puños se dispuso a acercarse, con paso decidido, intentando que desaparezca de su rostro la tristeza.
Ya a la misma distancia que Fay, Kurogane se arrodilla para quedar a la misma altura. Para poder ver esos ojos azules que a veces le volvían loco, pero que intentaba disimular con todas sus fuerzas. Pero esta vez no tuvieron el mismo efecto. Parecían apagados, sin vida. Kurogane le agarró la barbilla para poder levantarle la mirada y que pudieran verse cara a cara. Pero Fay ni se inmutó. Kurogane estaba destrozado, ya que no era capaz de quitarle la angustia que estaba sintiendo. Echando una vista a su ojo izquierdo, se encontró con el parche ensangrentado. “Por eso tendrá las manos ensangrentadas” pensó Kurogane. Sacó de un bolsillo del pantalón un pañuelo, con unos pétalos de Sakura bordados.
-¿Que te he dicho de tocarte el ojo?- dijo Kurogane mientras le limpiaba el ojo con delicadeza.
Por otra parte Fay no contestó, tal vez por que era una pregunta retórica. Ya con el ojo limpio, le limpió las manos. Aun llenas de sangre se podía ver la blancura y sentir la suavidad de su tacto. A Kurogane le entraron ganas de besarle esas perfectas manos, pero con gran rapidez se guardó el pañuelo en el bolsillo y se giró para darle la espalda a Fay. Se había puesto rojo como un tomate. Al sacar la mano del bolsillo se le cayó una cajita de pastillas. Las pastillas de sangre de Fay. Ya con el color normal, la cogió, sacó una pastilla, y se la acercó a Fay.
-Toma. Es lo que necesitas en este preciso instante. Venga, abre la boca.
Pero Fay seguía con el rostro inexpresivo, mirándole pero al mismo tiempo no, sin abrir ni un centímetro su perfecta boca.
-Venga. No me obligues a dártela a la fuerza.
Pero nada. No hubo ningún cambio. Poco a poco, Kurogane empezó a bajar las manos junto con la cabeza, sonrojándose. No podía creer lo que estaba a punto de hacer. Inspiró profundamente por la nariz, levantó la vista y se metió la pastilla en boca. Con la pastilla en la boca se acercó a Fay, juntando sus labios. Con el movimiento de sus labios consiguió que Fay abriera la boca. Ya con el camino libre, le dejó la pastilla en su lengua con ayuda de la suya. Iba a separarse de él pero no podía. No eran las manos que le estaban agarrando por la espalda. Era más un sentimiento. Una necesidad. No quería separarse. De pronto, sintió un tacto en su lengua, seguido de otro en el paladar. Un escalofrió le recorrió todo el cuerpo… pero no paró. Al contrario, le acompañó en su danza, entrecruzando sus lenguas en más de una ocasión, inspeccionando cada rincón de su boca.
La respiración era entrecortada, casi no podían respirar, ya que no querían separarse uno del otro. Les gustaba esa sensación… pero tenían que respirar. Kurogane llevó una de sus manos a la cabeza de Fay, agarrando su cabello rubio. …l fue el primero en romper la atmósfera que los rodeaba. Poco a poco se fue separando, pero seguía agarrando su cabello, con sus frentes unidas y sus rostros sonrojados. Respiraban con dificultad, con grandes bocanadas de aire. Kurogane, al levantar la vista, vio que por el rostro de Fay unas lágrimas. Tan brillantes como diamantes.
-Gracias.- dijo Fay, sin dejarle de salirle lágrimas de alegría.
Kurogane se quedó asombrado y embobado. Se quería lanzar sobre él y continuar lo que habían empezado, pero Fay fue más rápido que sus pensamientos, y se levantó. Kurogane sin entender nada, se levantó a duras penas, ya que todavía sentía la sensación de la lengua de Fay en su boca, tocando su lengua y su paladar.
-Será mejor que nos vayamos ya para el pueblo- dijo Fay.
En un visto y no visto, el sonrojo de Kurogane se esfumó, dando lugar a un rostro de sorpresa y enfadó. Antes de poder discutir, Fay le aclaró:
-Si quieres podemos continuar luego por donde lo dejamos.
Una sonrisa de oreja a oreja se colocó en el rostro de Kurogane. Con la alegría en la cara, colocó su brazo alrededor de Fay. Al mirar al frente se dieron cuenta de que estaba amaneciendo. Ese amanecer les pareció diferente a los demás, más alegre y hermoso, aunque tal vez puede ser por la magnífica compañía que tenían. Eran solo Fay y Kurogane, y nadie más.
Fin.
By Furukawa.
Notas finales: Es, principalmente para un concurso de Foroanime, pero también como diversión

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