Prólogo
“En el momento en que deje de vivir todo comenzó a expandirse, me sentía como en un sueño, como en una ilusión”
-Youuji ¿vienes con nosotros?-El viento soplaba fuerte en el campus esa tarde, y en el cielo las nubes amenazaban con una lluvia amarga.
- No, me quedaré un arto más aquí- sólo un poco más, aquí en este asiento, nuestro asiento.
-¿Esperas a alguien?- le preguntó de repente un joven sentado a su lado, tenía las piernas cruzadas y que lo miraba con los ojos más tristes que pudo ver.
-¿eh?, tú quien eres, qué haces aquí, a los extraños no se les permite entra al campus- le preguntó al extraño que parecía tan a gusto en ese lugar.
-¿en serio?- le sonrió- pero ahora estamos sólo tú y yo, así que dime ¿esperas por alguien?
- yo, sí…estoy esperando a alguien pero sé que nunca vendrá-reconoció.
-Esa persona, cuál es su nombre.
-Ayano- susurró- El viento a su alrededor comenzó a soplar y frente a él, apoyado en la reja de tenis estaba un hombre vestía completamente de negro.
-Es él ¿no?- preguntó el hombre que acababa de aparecer, y para su incredulidad a su lado estaba Ayano, como siempre, como todos los días.
-Youuji- Murmuró el chico saliendo de la espalda del hombre.
- Ayano- Gritó el estudiante y corrió en busca de la compañía del espíritu.
-¿Quiénes son ustedes?- Preguntó Youuji- Ustedes trajeron a Ayano hasta aquí, son alguna clase de espíritus mediadores.
- El dijo que pasó mucho tiempo enfermo y que por eso no podía verte, y no quería irse antes de verte por última vez- le dijo el ángel de ojos azules.
- Ya veo…
- ¿No te sentirás solo?- le preguntó.
- sí, pero sé que algún día nos encontraremos de nuevo- Youuji se volvió hacia Ayano y se despidió por últimas vez-
Gracias por preocuparte por mí.
- Pronto te encontrarás de nuevo con él, si sigue siendo bueno…en el cielo.
- Que manera tan infantil de consolar- Youuji vio desparecer a su amigo- pero muchas Gracias, Adiós- se despidió, Youuji sabía que nunca más los vería, así que camino sin volver a mirar atrás.
- Me parece que ese muchacho fue al cielo- comentó el hombre de abrigo negro, mirando al cielo.
- Sí, tenía un alma bella y pura así que alcanzó el cielo rápidamente, a que sí… Sasuke baka- El chico de cabellos rubios se quedó mirando el cielo antes de murmurar- Los humano son fuertes a diferencia de ellos yo estoy asustado.
- Nosotros también fuimos humanos, Usurotonkashi- lo reprendió.
- Sí, pero a diferencia de ti, yo no podría imaginar esta vida sin ti, separado de ti- El viento comenzó a soplar y del cielo comenzaron a caer las primeras gotas de agua, mientras el corazón de Sasuke latía desenfrenado por las palabras de su compañero.
- Aun eres un niño, ¿eh? Naruto- Sasuke extendió su mano hacia el rubio- No te preocupes, ya no somos humanos, ven aquí.
- Estaremos siempre juntos ¿verdad?- le preguntó tomando su mano.
- sí.
- Sasuke nunca has extrañado las emociones humanas, su fuerza, incluso cuando su brillo es limitado se siguen esforzando, humanos como ellos son preciados para mí, me recuerdan a nosotros, tan parecidos, pero tan diferentes- el rubio contemplaba con agonía la marcha de Youuji que podía seguir vivo, que podía seguir sintiendo, como un humano.
- Me conformo con lo que tengo, sino hubiese tomado esa decisión nunca te hubiese conocido- Sasuke abrazó a Naruto, era la única licencia que podía darse, no podía romper las leyes de ese mundo.
- Eres un gran amigo Sasuke Baka- Le sonrió el rubio desde sus brazos.
-¿Amigos eh?-murmuró el azabache mirando a su amigo, para Naruto era solo su amigo, así debía de ser, ya les bastaba con un castigo, no quería sumar otro a su vida y menos a la de Naruto.
- Volvamos a casa Naruto-
- Hai - asintió el rubio y sin más desaparecieron del campus mientras el cielo no paraba de llorar, por Youuji, por Ayano y por dos ángeles que fueron castigados sin saber que su camino como humanos estaba inexorablemente trazado para conocerse, si tan solo hubiesen aguantado un poco más.
Ellos eran ángeles, tan iguales y diferentes a la vez, marcados ambos por la triste historia de su vida mortal, el chico alegre y cariñoso se encargada de enviar las almas al infierno, el otro, taciturno y orgulloso, tenía por misión dirigir las almas al cielo, ambos debían de deliberar que suerte cumplían las almas que estaban en su jurisdicción, era sin duda un trabajo duro, un castigo de Dios porque ambos habían decidido acabar con sus vidas, un castigo que los privó de conocerse no como ángeles sino como humanos.
Pero el destino siempre conspira, y estos dos seres no saben lo que les espera.
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