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Destellos de oscuridad por PrincessofDark

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Notas del capitulo:

¿Cómo han estado? Les agradezco mucho todos los comentarios que me dejaron y que me hacen saber que la historia sigue interesándoles. 

Espero que este nuevo capítulo les guste... ¡no les diré si hay lemon! jajaja ^_^

Dedicado muy especialmente a aquellos que me transmitieron palabras de consuelo, apoyo y ánimos tras la perdida de mi abuela, sus comentarios fueron para mí un gran consuelo y no terminaré nunca de agradecérselos. 

Ahora sí... a leer! 

-Quiero saber dónde andabas, Shun – insistió Ikki al ver el silencio que se había apoderado de su hermano.

-Creo que lo supones.

-Así que estabas en el Inframundo. ¿Cómo rayos lo haces? ¿Acaso te dio algo para poder bajar a tu antojo?

-Y qué si eso fuera así.

-No me contestes, Shun. Aún eres menor de edad y me debes respeto – la voz de Ikki sonó molesta.

-Lo lamento, Ikki – Shun sabía que esa no era forma de comportarse con su hermano mayor, pero esa conversación sabía que se tornaría incómoda.

-Sé que fuiste ayer y que volviste a bajar hoy. ¿Por qué?

-Fui a visitarlo.

-¿Siempre bajas tan seguido? Me parece increíble que si bajas a cada rato, yo no me hubiera percatado antes.

-No. Por lo general bajo una vez cada tanto.

-¿Y por qué has bajado dos días seguidos?

-¿No crees que estás mirando demasiadas series de televisión? No eres un detective y yo soy lo suficientemente mayor como para tener mi privacidad.

-Que tolere tu amistad con Hades no quiere decir que tolere algo más que eso entre ustedes.

-¿A qué te refieres? – Shun sabía perfectamente las alusiones de Ikki, pero quería sacarse las dudas por entero.

-Me refiero – Ikki se acercó a Shun para mirarlo cara a cara – a que si sé que ustedes están involucrados más allá de ese remedo de amistad que dicen tener… dejaré de considerarte mi hermano.

Decir que a Shun le dolió escuchar eso es quedarse corto de palabras. Parte de su corazón creyó morir frente a esas palabras y sin poder contestar nada bajó la cabeza y no detuvo a Ikki cuando éste abandonó su habitación envuelto en el silencio.

Shun quedó de pie, aún un minuto más, pero finalmente se dejó caer en la cama  comenzó a sollozar en silencio. Dolía, su corazón dolía mucho en ese momento y la oscuridad  y el silencio de su habitación no lo ayudaban en nada.

Así como había pasado el día anterior con la mayor de las sonrisas, por la mañana tenía en el semblante una tristeza tan inmensa que todos notaron y que no se le quitó en los días que siguieron.

                                                 *          *          *

Hades estaba en el límite de su preocupación, llevaba tres noches sin ver a Shun y si bien eso era normal antes de comenzar su relación, pensaba que una vez iniciada la misma por lo menos podría ver día por medio a su adorable conejito.

Sabía que era peligroso aparecerse en el Santuario y más aún en plena noche, arriesgándose a ser atacado por cualquier caballero, aunque fue la imagen del Fénix Ikki la que cruzó por su mente al pensar en los riesgos.

Sin embargo, eso no le importó y pasada la medianoche se decidió a aparecerse en el Santuario, haciéndose una imagen mental de la habitación que Shun ocupaba en el Templo de Virgo. Antes de partir, hizo desaparecer su cosmos para que fuera totalmente indetectable por los caballeros dorados y por la mismísima Atena.

Cuando abrió sus ojos se encontró dentro de la habitación sumida en penumbras de Shun. Creyó que el jovencito estaría durmiendo, pero lo encontró sentado de rodillas en la cama, de espaldas a él, concentrado en la observación del exterior del Santuario que podía contemplar a través de la ventana.

Tan concentrado que estaba, Shun no había notado su llegada por lo que Hades pudo contemplarlo durante un largo minuto, con ese pijama de franela varios talles más grande pero que le daba un aspecto angelical e inocente que cortaba la respiración de cualquiera que pudiera contemplarlo así.

Se acercó con cautela y para ahogar el grito que nacería de la garganta del jovencito al ser sobresaltado en un ágil movimiento tapó su boca antes de hablar. Notó el estremecimiento de Shun al ser asustado y el quejido ahogado que hubiera sido un grito de haber tenido la boca libre.

-Soy yo – susurró Hades en una de las orejas de Shun, notando como poco a poco el cuerpo del más joven se iba relajando hasta quedar completamente quieto - ¿Puedo soltarte sin que grites?

Shun asintió con la cabeza y Hades aflojó lentamente la presión que su mano ejercía en la boca del joven, aunque no disminuyó para nada la cercanía entre sus cuerpos.

-¿Qué ha sucedido, Shun? ¿Por qué no has bajado? – las palabras de Hades le mostraron inquietud al más joven que abruptamente comenzó a llorar, volteándose y aferrándose al mayor, colocando su cabeza en el fornido pecho del mayor que sólo atinó a apretarlo contra sí.

Entre sollozos Shun le contó a Hades la discusión que había tenido con Ikki y la horrible posición en la que había quedado con su hermano, la amenaza abierta que había sufrido y la tristeza que lo embargaba.

-Comprendo, pequeño – susurró Hades al cabo de un rato – creo que Ikki fue muy duro contigo. Pero aún así, llegado el caso él te quiere demasiado como para llevar esa amenaza a cabo.

-¿Lo crees así? No me he atrevido a hablarlo con nadie, me refiero… a la charla que tuve con Ikki. Yo siento que es algo que no puedo contarle a nadie… el Santuario me está ahogando, me siento tan encerrado aquí. ¡Estos días han sido horribles!

-¿Por qué no bajaste entonces?

-Tenía miedo de regresar y volver a discutir con Ikki.

-Eres dueño de tu propia vida, Shun.

-Lo sé.

-Y como dueño de tu vida tienes que hacer lo que consideres mejor para ella. ¿Comprendes?

-Sí.

-Te podrás equivocar mil veces a lo largo de tu vida, pero si las elecciones que hiciste las tomaste con el corazón no te arrepentirás. Ikki es parte de tu vida, jamás podrás sacarlo de ella, pero él también es consciente de que deberá tarde o temprano dejártela vivir a tu antojo. No puede protegerte siempre, ni él ni nadie. Aunque tanto él como yo moriríamos por impedir que algo malo te sucediera, nuestro papel como las dos personas que más te amamos en el mundo es dejarte ser libremente y acompañarte en cada paso, apoyándote.

-Gracias. Necesitaba oír eso – Shun alzó un poco su lloroso rostro y depositó un beso en el mayor que no necesitó nada para responderlo con intensidad.

-Te he necesitado mucho… conejo – susurró Hades quedamente, mientras controlaba el beso subiéndolo de intensidad, necesitando saciarse por los tres días de ausencia de esos cálidos labios.

Shun no tardó en dejarse llevar por el beso, sintiendo la pasión desbordándose gradualmente en cada parte de su cuerpo. Su cuerpo cayó sobre la cama llevándose al del señor de los infiernos encima de él. Los labios de Hades ahogaron los gemidos que iban naciendo en su boca a medida que no sólo fueron besos sino caricias las que recibía su cuerpo. Dejó de importarle que Ikki, Shaka e incluso Aioria estuvieran a pocos metros suyo cuando las manos del mayor se colaron dentro de la camisa de su pijama y acariciaron con sabía experiencia su piel. No pudo dejar de sonreír al notar la cara de batalla de Hades a medida que luchaba por desprender los botones de la camisa para poder tocarlo más libremente y él se dejó hacer, incapaz de resistirse al placer que iba descubriendo con cada contacto.

Hades abandonó los labios de Shun pero colocó su mano para que los gemidos no pudieran escucharse y su boca devoró cada trozo de piel de esa cálido y sedoso pecho que encontró debajo de la camisa. Escuchó sus propios jadeos de placer y comprendió que si no hacía algo muy pronto serían descubiertos, así que sujetándose de Shun los hizo desaparecer a ambos.

Shun sintió el repentino cambio de lugar pero el regreso de las placenteras sensaciones que el mayor despertaba le impidió pensar que ya no estaba en el Santuario. Sintió su boca ahora libre y muy pronto la estancia se llenó de sus gemidos cada vez más intensos. Hades continuó besándolo aunque sin atreverse a desvestirlo del todo, notando como los pequeños dedos de Shun luchaban por desasirse de su capa hasta que impaciente, él mismo le ayudó a conseguirlo. La capa fue apartada abruptamente y las manos de Hades consiguieron también quitar la camisa de Shun para dejarla tirada en el piso.

El rostro de Shun tomó un tinte rojizo pero Hades le impidió preocuparse o ponerse nervioso, besándolo de nueva cuenta en el cuello que estaba deseoso por marcar como suyo. Shun se agitó y negó con la cabeza al notar la intensidad de esos besos en su pálida piel.

-No… Ikki…

Hades comprendió el significado de sus palabras y se detuvo en los intentos de marcar esa frágil piel. Descendió hasta lamer y endurecer los pezones del más joven, turnándose para agasajarlos sintiendo como Shun se arqueaba cada vez más para brindarle acceso. Hades sintió las manos de Shun acariciándolo con timidez, aún por encima de las ropas y el placer que sintió fue terriblemente notorio para ambos. Detuvo esas caricias, que sabían que le harían imposible detenerse y regresó a la boca del chiquillo.

Entre los besos que se repartieron a continuación, Hades se ubicó entre las piernas del muchacho, frotando su erección con la de Shun, haciendo que éste gimiera intensamente y se ruborizara aún con más fuerza al sentir el placer que causaban esos roces.

-Para… - la súplica invadió los oídos de Hades pero éste respondió con un beso más suave y amoroso antes de hablar.

-No te haré… nada… sólo… disfruta… esto, amor.

Shun no pudo responder porque Hades aumentó las fricciones de ambas erecciones haciendo que el placer nublara la mente de ambos. El dios del averno notó los jadeos cada vez más intensos y profundos que escapaban de ambas bocas y la rendición total del más joven, desmadejado sobre la cama con él encima besándolo y tocándolo en cualquier parte hasta que finalmente notó su lucha por separarse cuando estaba por alcanzar el orgasmo.

-Espera… amor… - Hades literalmente devoró su boca cuando ambos alcanzaron juntos el clímax y se fueron relajando sobre la cama.

Hades se apartó un poco, sólo para contemplar el maravilloso rostro de Shun después de alcanzar el placer máximo, el rostro brillante, jadeante y agotado de cansancio, luchando por no dormirse.

-Te amo – susurró en sus oídos antes de dejar que Shun fuera envuelto por Morfeo y él se quedara contemplándolo.

Hades dejó a Shun dormir por un largo rato, dedicándose simplemente a observar hasta aprenderse de memoria cada uno de los rasgos de su amante. El rostro era perfecto, en toda la extensión de la palabra, de un blanco níveo que no tenía ni un defecto, los ojos cerrados por el sueño estaban enmarcados por unas bellas pestañas y por unas finas cejas. La nariz levemente respingona hacía juego con la dulce y sonrosada boca que en ese momento estaba curvada en una sonrisa.

Entre sueños, Shun se acomodó y su cabeza se enterró aún más en el pecho del mayor, que se limitó a acariciar los cabellos verdes con cuidado de no despertarlo.

-¿Dónde estamos? – la voz de Shun rompió el silencio de la habitación luego de un rato.

-En uno de mis templos más antiguos, en la isla de Creta. Durante la antigüedad tuve muy pocos templos, ya que los griegos temían mi significado y mí poder. Este templo es uno de los primeros que edificaron para mí y utilizando mi cosmos lo he restaurado.

-¿Cómo regresaré al Santuario? – preguntó Shun con curiosidad.

-Si pude raptarte, también podré devolverte. No te preocupes.

-No me preocupo. Tengo curiosidad – Shun hizo un leve mohín y Hades se apresuró a besarlo brevemente.

-Cierra los ojos y descansa un poco más – ordenó el mayor finalmente, pero con voz suave.

Cuando Shun despertó nuevamente, lo hizo en la casa de Virgo, arropado cuidadosamente y con su ropa bien puesta. Se sobresaltó al notar que había regresado sin sentir nada, pero una breve nota de despedida de Hades logró encontrar después de un rato, cuando ya se había levantado para entrenar con su maestro. En pocas líneas Hades le había dicho que lo amaba y que esperaba volverlo a ver esa misma noche.

Un sonriente Shun, abrió la puerta de su habitación y con la mirada más decidida que había mostrado en los últimos días salió de su dormitorio.  

                                                 *          *          *

Gea había desaparecido durante tres días sin decir nada a Pontos y a Urano, que se habían limitado a entrenar para conservarse en forma y a esperar el regreso de su madre.

Cuando la diosa había vuelto lo había hecho con unos pergaminos bastante arruinados en las manos que con sumo cuidado mostró a sus hijos para que lo leyeran y lo analizaran. Finalizada la lectura, la cara de alegría que tenía desde el principio Gea se había pasado también a Urano y a Pontos. Las palabras de la diosa llegaron a oídos de sus hijos, plétoras de felicidad y con la certeza del triunfo impregnadas en ellas.

-Con esto destruiré a Atena y ni siquiera necesitaré derramar sangre. 

Notas finales:

Pues no hubo lemon... aunque creo que igual estuvo candente. Como diríamos en mí país, Shun y Hades calientan la pava pero no toman el mate... jajajaja. 

¿Qué tal la actitud de Ikki? Cuando quiere puede ser taaaaan terco!!

Nos leemos pronto. ¡Saludos! 


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