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Amistad disfrazada por Caitlin

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¿Por qué los soporto?

Sebastián jugaba videojuegos con su pequeño amigo, no importaba que tan rápido apretará los botones…jamás conseguía ganarle a Ciel.

-Ya te dije que con este saltas y este golpeas- Le regaño el niño.

-Lamento no ser un desadaptado social que se la pasa en su cuarto todo el día.- Reclamó con sarcasmo.

-Eso no es cierto, tengo muchos amigos.

-Además de los del Internet, ¿a cuantos conoces?

El chico le vio en silencio y no supo que responder…

-Eso no importa…al menos no tengo a un pelirrojo estrafalario con el que hago cosas raritas y que no me deja en paz.

-Soy una persona tolerante…es todo.

-Por cierto, ¿Dónde esta ahora ese tipo?

-Nos peleamos- Admitió Sebastián con pesadez- Es una tontería, seguro y mañana se le pasa.

Ciel lanzó un suspiro largo.

-Eso espero- Dijo con una sonrisa sarcástica- no me emociona la idea de tenerte todo los días aquí.

-Deberías agradecerme que vengo a hacerte compañía.

-Tengo suficiente con mis sirvientes. Créeme con ellos la diversión nunca se acaba. Pero esta bien, puedes venir cuando quieras.- Se puso de pie y dirigió rumbo a puerta.- Iré por algo a la cocina, quieres algo…

-No, gracias.

Ciel era un niño de 12 años, facciones delicadas, rostro dulce, talle delgado y enfermizo…cualquier persona lo encontraría adorable, sino fuera porque el mismo se había encargado de que todos le odiaran.  Tenía una personalidad sarcástica, desafiante, arisca…no dejaba que nadie le tocará, ni siquiera el mismo podía saludarle como tal.

Se habían conocido cuando eran niños, en aquel entonces Ciel era un adorable chiquillo de 4 años que amaba a todo el mundo y el mundo parecía corresponderle como tal, pero un par de sucesos, incluyendo el asesinato de sus padres y el robo de su fortuna le había convertido en el mocoso malhumorado que actualmente era.

Volvió con un bote de palomitas y un par de sodas.

-¿Por qué no le pediste a la sirvienta que te lo trajera?- Le preguntó Sebastián.

-Seguramente Maylene habría tirado la mitad en el camino. Prefiero hacerlo yo mismo.

Colocó las cosas sobre su escritorio y se sentó sobre la silla que acompañaba, Sebastián enseguida supo lo que seguiría.

-Antes de que me atiborres con preguntas- Advirtió al niño- Te diré que no quiero responderlas.

-¿Entonces porque no le dejas?

-¿Dejarlo…? No es como si fuéramos pareja o algo por el estilo.

-¿En serio?- Ciel alzó una ceja despectivamente.-Debo suponer que son…amigos…

-Si.

-Si tú lo dices.

Observó al niño callarse, eso significaba que al menos por el día de hoy se daría por vencido. Aprovecharía la oportunidad, decidió irse.

-Me voy, te llamaré mañana.- Se puso de pie y haciendo caso omiso de sus quejas, le besó en la mejilla.

-No lo hagas.- Conjuro apartándolo de un manotazo- No me agrada que me toquen.

-Esta bien, te veré mañana en la escuela.

-Claro, ahí estaré.

Salió de la enorme propiedad siendo saludado por los sirvientes, para quienes su presencia ya se había vuelto habitual.

Era cierto que el pequeño había perdido su fortuna, lo que incluía un Consorcio de Empresas y propiedades valuadas en cantidades considerables, pero gracias a su mayordomo Tanaka había conseguido quedarse con una mísera cantidad que le permitía vivir cómodamente y sin la supervisión de un adulto propiamente; el niño le había insistido a su tía para que su mayordomo se hiciera cargo de su administración, ella quién era sospechosa de un serie de asesinatos había accedido. En realidad, solo era una fachada, Ciel era quién administraba sus recursos y a sus doce años había conseguido que le aceptarán en la Universidad, una vez le había contado sus planes: asesinatos, fraudes, robos, chantajes…al parecer planeaba recurrir a todo para recuperar el dinero que por derecho le correspondía, pero antes  debía aprender la manera mas efectiva de moverse dentro del mundo financiero y por ello había decidido estudiar una carrera a tan temprana edad.

-¡Sebissssssss!- Gritó emocionado Grell abalanzándosele encima, apenas y puso un pie dentro del departamento.- ¿Sigues molesto?

-Si.

-Pero no fue mi intención borrar tu documento, fue un accidente.

-Estoy cansado, quiero irme a la cama, mañana tengo practica de natación.- Lo aparto suavemente de si.

-¡No te soltaré hasta que me hayas dicho que me perdonas!- Dictaminó el pelirrojo, asiéndose con mayor fuerza.

-Si te digo eso, me soltarás…

-Aja…

-Prefiero dormir pegado a ti antes que eso.

La conversación fluctuó los siguientes minutos en lo mismo, hasta que Sebastián cansado de los gritos de Grell optó por la única opción factible.

-De acuerdo, te disculpo…

-¡Genial!

Pero en lugar de alejarlo, sólo consiguió acercarlo más. Sin duda alguna, esa sería una noche muy larga…suspiró con fastidio, preguntándose porque lo soportaba.

Al siguiente día, se reencontró con Ciel por los pasillos de la Universidad, vestido de manera casual era la sensación de las estudiantes, cuando logró librarse de ellas acudió al lado de Sebastián.

-Tengo un favor que pedirte.

-¿Favor?- No era una palabra que el niño  usará con mucha frecuencia.

-Si has venido a mi, es porque no puedes hacerlo tu solo…y eso significa que seguramente es algo ilegal y bastante turbio.

-Quizás, pero te prometo que será divertido. Además, seguramente tuviste una “buena” noche con Grell, no puedes negarte a mi petición.

-La última vez fuimos perseguidos por un grupo de perros rabiosos… ¿Lo recuerdas?

-Han pasado 2 años, ahora no soy solo un niño- Objeto perdiéndose en aquel lejano día, los recuerdos no eran agradables- Puedo cuidarme por mi mismo.

-¿En serio?- Sebastián sonrió por debajo, disfrutando de lo que a continuación vendría-¡Chicas!- Gritó de manera que todas le oyeras- Mi amigo ha perdido su dinero, ¿quién se ofrece para invitarle el almuerzo?

Una estampida de alumnas rodeó al muchacho, quién jalando a Sebastián fue a ocultarse en el baño de chicos.

-Eso fue un golpe bajo- Dictaminó respirando con dificultad por la veloz carrera- Pero yo tengo algo contra lo que no podrás.- Ciel le sonreía, nada bueno podía significarse aquello.- Mira…- Sacó del bolso de su pantalón una fotografía- ¿Acaso no es tierna?

Sebastián se la arrebato de las manos.

-No te atreverías…

-Bueno, si me ayudas lo reconsideraré…pero si no accedes…- La respuesta flotó en el aire, Ciel continuaba sonriendo, si es que así se le podía llamar a aquella expresión de vanidad y confianza.

-Sólo serán unos días de investigación y…listo. Me desaceré  de ella y todas sus copias…en cuanto hayamos descubierto todo.

-Tú ganas. ¿Tengo tu palabra?

Ciel asintió con pose seria y sin más que decir salió del baño. Sebastián rió por debajo divertido ante el juego que pronto iniciaría, le había hecho creer que esa imagen le avergonzaba, pero no era algo que todas las personas no hubieran hecho alguna vez, aunque conociéndolo, seguramente habría sido capaz de pegarla por el edificio entero.

-Sal de una buena vez- Exclamó en voz alta- ¿Se que estas escuchando desde hace rato?

Una de las puertas se abrió, dejando ver a Grell quién parecía bastante enojado.

-¿Cómo permites que un niño te ordene?- Cuestionó indignado.

-Tú no lo entenderías.

Era cierto, nadie mas que él, lo entendería…sólo el había secado sus lágrimas cuando le comunicaron el fallecimiento de sus padres y únicamente el le había visto maldecir a los socios que le arrebataron su herencia.

-Debo protegerlo- Objetó con desanimo- Es todo.

Si el no estaba ahí para impedir que se dañará, Ciel podía lastimarse demasiado.

-Debo admitir que estoy un poco celoso, eso no es justo.- Se quejó Grell, por mas que insistía, simplemente no conseguía que Sebas le tomará en cuenta.

-Vamos a comer.

Salieron del salón encontrándose a Ciel quién iba acompañado de una estudiante, el niño parecía no estar a gusto con su presencia, pero a ella no parecía importarle.

-Sabes, Diana…- Exclamó el menor colocándose al lado de Sebastián- Mi amigo dice que Cat le gusta, pero teme que él a ella no. ¿Te molestaría fungir como mediadora?

La chica empezó a parlotear sobre lo emocionada que estaría su amiga, de inmediato fue a comunicárselo.

-Ven a mi casa esta noche.- Agregó Ciel seriamente cuando estuvieron solos- Tenemos trabajo y que él no vaya, por favor…- Concluyó dirigiéndose a Grell.

Sebastián observó en silencio, la manera en que discutían; Grell le gritaba como desquiciado y Ciel bostezaba desinteresado sin gran interés.

-¿Por qué los soportó?- Se preguntó en voz alta. Bueno, quizás ya sabía la respuesta, lo quisiera o no…eran sus amigos.

 

 

 

Notas finales: Mi primer fic de esta serie, será uno de comedía.

Espero les guste.

Me declaro culpable de OoC.

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