-“¿Mello?”-
Esa voz.
¿A caso realmente podía estár pasando?
-“Mello...”-
Dios, si aquel susurro en su oído significaba que había muerto y un ángel lo llamaba para llevárselo con él, no deseaba detenerlo.
-“Mello, despierta, por favor...”-
Intentó con todas sus fuerzas abrir sus ojos, más al hacerlo, un perturbador rayito de sol se coló a través de sus párpados, deteniéndole en el momento mismo en que al fin vería el rostro de quien le llamaba.
Sin embargo, y sintiendo la extraordinaria necesidad de confirmar sus deducciones, alzó suavemente su mano derecha, dispuesto a tocar el rostro de su interlocutor.
Bajo la yema de sus dedos, una piel increíblemente suave al tacto, se estremeció.
Notó como la respiración de aquel individuo se aceleraba ligeramente, a cada roce que le daba.
Y entonces, provocando en su cuerpo una especie de descarga eléctrica, una mano se posó sobre la suya, acariciándole también.
El oji-azul entrelazó los dedos con los de aquel desconocido y a la vez tan conocido chico. Necesitaba estar seguro de que era él. Necesitaba sentirlo.
... “De qué me sirven las palabras, si es tan evidente lo que siento yo. Porque mis ojos me delatan a cada momento, cuando oigo tu voz.” ...
-“Bésame...”-Susurró suavemente, impresionándose a si mismo de su propia reacción, al percibir como su corazón comenzaba a latir cada vez con mayor fuerza.
Se percató de que su acompañante parecía haberse inmovilizado. Incluso las caricias leves en su mano habían cesado. Todo estaba envuelto en silencio.
Nunca supo el por qué, sólo que simplemente lo hizo.
Sin poder esperar más, con su mano, comenzó a atraerle hacia sí.
Notó como el chico se dejaba guiar sin poner objeción alguna. Mientras su corazón parecía querérsele escapar del pecho, de tan fuerte que golpeaban sus acelerados latidos.
Una vez y lo suficientemente cerca como para casi rosar sus labios, abrió sus azules ojos, acabando de confirmar sus sospechas.
No se trataba de un sueño. Su pequeño realmente le había salvado.
Y si bien, no literalmente, sí era su ángel en escencia.
Su propio angelito pelirrojo personal.
Al encontrarse al fin sus miradas, pudo apreciar, después de tanto tiempo, aquella sonrisa hermosa y llena de calidez, que durante demasiado tiempo había echado en falta.
... “Tú eres la luz, de este lugar. Eres mi vida, mi razón, mi otra mitad.” ...
-“Despertaste...”-Susurró Matt, entrelazando sus dedos en los rubios cabellos del oji-azul.
Y entonces, venciendo a todos sus miedos, importándole un reverendo rábano las futuras posibles repercusiones, acortó sutilmente la distancia que los separaba.
Mello sintió que tocaba el cielo, al tener aquellos labios acariciando los suyos, demandando con dulsura permiso para profundizar.
Lo atrajo más hacia sí, abrazándole por el cuello, gimiendo levemente al percibir cómo su oji-esmeralda mordía suavemente su labio inferior.
Y lo que había comenzado como un tierno rose inicial, se estaba convirtiendo en un beso hambriento de entrega, deseoso de amor y desesperado por no acabar jamás.
... “Algo que no puedo explicar. Porque al final, nunca terminas de aprender a amar.” ...
Cuando el aire se volvió escaso, no hubo más remedio que separarse. Y aún cuando Matt temía a la reacción de Mello al ser consciente de lo que acababa de hacer, no se alejó de él más que unos milímetros, incapaz de volver a perder esos expresivos ojos de vista otra vez.
Sin embargo no se oyeron gritos, ni reproches, ni palabras hirientes. Simplemente la declaración de un corazón que, por primera vez, había ganado la guerra contra su impulsiva mente.
Nada más la revelación de un sentimiento que por tanto tiempo había sido oculto a causa del temor, del orgullo, de la inseguridad.
Pero que ahora destruía todo impedimento, con tal de hacerse parte innegable de su realidad.
-“Te amo, Matt...”-
... “Me tienes totalmente loco y creo que de a poco pierdo la razón. Pero yo sé que si no arriesgo todo lo que tengo, pronto irá peor. Por ti vendería mi alma sin ningún temor.” ...
Si alguien alguna vez creyó que era imposible reflejar amor con una mirada o un gesto, Mail Jeevas habría sido la perfecta muestra de que aquello era algo de todos los días.
En cuanto dicha frase, pricionera por tanto tiempo dentro de su corazón, escapó sin tapujos de labios del rubio, Matt sintió como su mundo daba un giro extraordinario, devolviéndole al fin la luz y el absoluto sentido a su vida.
-“Sabes que yo también te amo, Mello, desde siempre...”-Susurró, acariciándole con la yema de los dedos los labios, completamente extasiado al notar como su anelo más grande se hacía real.
Mihael sonrió desde adentro, seguro de que aún le quedaba una razón más por la que vivir, por la que seguir luchando.
Y aunque estaba consciente que, probablemente, al día siguiente su orgullo volvería a intentar dominarle, las cosas entre él y su pequeño angelito personal jamás serían igual.
Porque, sin importar lo que sucediera desde allí en adelante, ya no volvería a estar solo.
Toda la fuerza que necesitaba estaba en Matt, por lo que jamás se permitiría volverle a dejar al margen de su vida.
Y es que, al tenerlo consigo otra vez, le había hecho entender que, sin lugar a dudas, aquel chico de ojos esmeralda, a pesar del tiempo y de todo lo que pasaron, era y había sido desde siempre su motivación más importante para vivir.
... “Nunca podría arrepentirme, si ya estás marcado aquí en mi corazón.” ...
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