Sus manos se movían con destreza, su cuerpo sentía cada nota que emanaba de su cello. La sensación era sublime que hasta la hacía estremecer, sus sentimientos estaban plasmados en esa canción que llegó a ella una noche de soledad. Aquella melodía era una metamorfosis de su alma. Sus dedos se deslizaban por las cuerdas y el arco apenas y las acariciaba. Su creación estaba lejos de ser una melodía suave, era todo lo contrario. Expresaba sus ambiciones, su fortaleza… sabía lo que dirían: una melodía oscura, tenebrosa. Tonterías. Sólo los mejores la apreciarían. El cambio de notas de manera tan agresiva: del adagio al allegretto y de regreso. Una sonrisa se dibujó en su rostro: “una canción de triunfadores”, la oda de su victoria.
El camino se estaba volviendo interminable para Jazmin, la emoción invadía su cuerpo, no podía creer que su vida estaba por cambiar por completo y todo gracias a su esfuerzo. Había logrado obtener una cuantiosa beca en una de las mejores escuelas de Europa: el Instituto de Santa Lucía.
Este instituto era un internado al cual habían asistido las mujeres más exitosas del continente y era destino de alumnas extranjeras que querían ser parte del pensamiento europeo visto desde el lado femenino. De él se habían graduado políticas, artistas, deportistas y agresivas mujeres de negocios. No era fácil ser admitida en un colegio de tan primerísima categoría y Jazmin Al - Yassin era una de las afortunadas.
Sus ojos color miel miraron hacia el frente, aún faltaba un buen tramo pero incluso desde esa distancia pudo ver como ser erguían las torres de la catedral que llevaba el mismo nombre del colegio. Sintió un nudo en la garganta y de su bolso sacó una fotografía en donde se podía apreciar a Jazmin de 14 años y a ambos lados a sus padres, sintió sus ojos humedecer:
- Estarían tan orgullosos de mí.
Dos mujeres yacían paradas frente al edificio de tres niveles que funcionaba como Administración y Dirección y que se erguía a unos cuantos metros de la verja principal. La que permanecía a la izquierda vestía un costoso conjunto gris y zapatillas negras de 10 cm de alto, una mujer de unos cuarenta y tantos que presumía elegancia natural, sus ojos eran color avellana y estaban enmarcados por unos anteojos de armazón rectangular color plata, su cabello era negro y cuidadosamente peinado, su nombre: Directora Anne Fitzroy. Junto a ella se encontraba una chica de casi la misma estatura, sólo que Blair Lexington no se encontraba usando zapato alto. Acababa de arribar al colegio por lo que su vestimenta era algo más casual: jeans, tennis y sweater negros. Sin embargo, a pesar de estar en “fachas”, no perdía su belleza, ya que poseía una hermosa mirada verde esmeralda, que resultaba ser resaltada por sus demás atributos: su cabello pelirrojo, piel blanca como la porcelana sin ninguna imperfección en ella, aunado a eso, las facciones de su rostro eran muy finas y, finalmente, poseía una figura estilizada. Una inglesa de gran porte.
- Espero que como presidenta del consejo estudiantil, tu comportamiento sea objetivo.
- ¿A qué se refiere? - preguntó intrigada la joven.
Los ojos de la directora miraron a Blair con seriedad.
- A que hoy te enterarás de que su propuesta no pasó… y debes hacer sentir a cada alumna como si este colegio fuera su casa.
La pelirroja sonrió de manera diplomática.
- Créame que el consejo, como representación de las alumnas, nos esforzamos por cumplir eso de la mejor manera posible. Ahora…
La chica se vio interrumpida por la apertura de la verja y el auto que se adentraba en el campus, el cual se estacionó frente a ellas. Anne sonrió cortésmente al ver bajar a Jazmin de él. Fue cuando Blair se dio cuenta a qué se refería la directora con eso de que su propuesta no había pasado, bastaba con ver a la chica, de piel tostada, cabello negro rizado el cual parecía que nunca había recibido un tratamiento decente, no era muy alta y ¿qué veían sus verdes ojos?, su poco sentido de la moda era evidente.
- Bienvenida a Santa Lucía Jazmin, justo a tiempo.
- Gracias - respondió tímidamente.
- Blair, te presento a Jazmin Al - Yassin, la chica que ha recibido el privilegio de gozar la beca anual de Santa Lucía. Jazmin, ésta es Blair Lexington, la presidenta del consejo estudiantil.
- Mucho gusto - dijo la morena mientras estiraba su mano cortésmente y esbozaba una sonrisa cortés. Además, no pudo evitar ver cuan preciosa era esa chica y era obvio que todo lo que llevaba puesto era costoso, sobretodo el dige dorado que se posaba en su pecho, le daba curiosidad, una V atravesada por una cruz.
La pelirroja estrechó su mano algo dubitativa.
- Igualmente.
- Bien - exclamó la directora - Blair encárgate de mostrarle la esencia de Santa Lucía a nuestra nueva estudiante.
- ¿Perdón? - preguntó la chica, sin entender o no queriendo entender las palabras de la mujer.
- Como presidenta, esta es una de tus responsabilidades, lo sabes. - Anne miró desafiante a la alumna, sabía lo que pasaba por su mente - Y no olvides que este ahora es su hogar, así que hazla sentir en ca - sa.
- Por supuesto. - respondió de inmediato la chica con una falsa sonrisa.
Una vez que la directora se alejó, ambas chicas iniciaron con su recorrido. Al cruzar el edificio de la Administración, Yazmín pudo apreciar lo que parecía una plaza y justo en frente del edificio estaba la Catedral, era imponen ente y al mismo tiempo sublime.
- La Catedral de Santa Lucía data de 1460 como un lugar de peregrinaje para los campesinos, pero conforme fue pasando el tiempo y los campesinos decidían emigrar, fue abandonada hasta 1740 cuando cinco de las familias más poderosas de Europa se asociaron para construir institución que educara a sus hijas en base a las normas católicas: dos francesas, Chevalier y DuPont; dos alemanas, Kappel y Kaufmann; y una inglesa: Cromwell - Blair sonrió de manera orgullosa - decidieron construir el colegio a las afueras de Francia y no encontraron mejor lugar que alrededor de Santa Lucía. Eligieron mentes privilegiadas para enseñar a sus hijas lo que causó que las mentes de las chicas evolucionaran y con el paso de las generaciones, la enseñanza dejó de girar alrededor de la religión y fue más allá, convirtiendo a Santa Lucía en una Institución secularizada, es por eso que la catedral fue cerrada cuando se comenzó a aceptar a mujeres de otras religiones.
Blair y Jazmin llegaron al plantel educativo, el cual constaba de tres edificios:
El que estaba al sur destinado para la secundaria; el que estaba al poniente para la preparatoria y el que estaba al oriente para los estudios superiores. La pelirroja guió a Jazmin al edificio de la preparatoria. Era algo sin igual, las aulas poseían alta tecnología, libros por doquier, salones de arte y el salón de música de donde salió una chica de cabello castaño largo y quebrado, portaba unos jeans ajustados, sandalias y una playera con la inscripción “I Love Spain”. Su rostro no era tan blanco como el de Blair pero poseía un rubor en las mejillas que le daban inocencia a su rostro, el cual era simétrico, parecía haber sido tallado con delicadeza y perfección. Su cuerpo era delgado y su caminar elegante. Sus ojos azules notaron su presencia y la morena pudo ver en ellos frialdad, se dirigió hacia ellas.
- ¿Me pregunto a dónde habrás ido de vacaciones? - comentó Blair mientras besaba ambas mejillas de aquella espectacular chica.
La chica rió graciosamente.
- Creí que era bastante claro - la chica se percató de la presencia de Jazmin - con que haciendo menesteres de presidenta.
- Oh sí, ellas es Jazmín Al… - Blair se quedó pensando unos segundos, no podía recordar el apellido.
- Jazmin Al - Yassin - interrumpió la morena algo molesta.
- Cierto, te presento a Charlotte de la Croix - prosiguió la chica sin darle importancia a su grosera actitud - nuestra prodigio musical y una de las consejeras estudiantiles.
- Mucho gusto y bienvenida a nuestro colegio - dijo cortésmente la castaña a lo que Jaszmín sólo pudo atinar a sonreír, esa chica la ponía nerviosa.
- Jazmin es nuestra nueva prodigio intelectual.
- Ya veo - Charlotte miró atenta a la nueva como tratando de ver algo - cambiando de tema, espero hayas recibido mi nota con carácter de URGENTE.
- Sí, querida, la recibí, lo arreglamos mañana junto con otros asuntos.
- Eso espero, por ahora dejo que sigan su recorrido. Fue un placer Jazmin.
Y sin más la chica se alejó con un aire coqueto que con el tiempo Jazmín entendería que era la manera de Charlotte para hipnotizar a la gente de su alrededor.
Habían llegado al final del recorrido, los dormitorios que resultaban ser como un hotel de lujo, en la planta baja estaba el comedor que era más bien un restaurante con toda clase de servicios y comida. Llegaron a la habitación 217 y Jazmin nunca había visto nada igual: dos camas matrimoniales, dos escritorios con computadora portátil cada uno, teléfono, equipo de entretenimiento, librero, no le faltaría nada y no podía pedir más.
- Como verás tus cosas ya están aquí, en el armario podrás encontrar tu uniforme y en la computadora está guardado tu horario. El desayuno se sirve a las 7 am, es la única comida que es obligatoria, así que sé puntual.
- Muy bien.
Del baño salió una chica blanca de cabello negro azabache y ojos como la noche, que no vieron de buena manera a Blair, quien ni siquiera notó su presencia, sus ojos verdes se concentraban en la morena.
- Una cosa más… debes estar conciente que las alumnas de Santa Lucía tienen costumbres y tradiciones que te pueden parecer extrañas. Pero te ruego que… mantengas tu mente abierta y trates de adaptarte - la chica se dirigió hacia la puerta - y bienvenida de nuevo.
Jazmín miró a su compañera de cuarto que había tomado asiento en su cama, le sonrió tímida.
- Soy Jazmín Al - Yassin.
- Laura Zeraoui - respondió de inmediato la chica con una sonrisa sincera - ¿eres árabe?
- Mestiza, mi padre era árabe y mi madre española.
- ¿Era?
- Murieron hace dos años, cuando yo tenía quince.
- Oh - Laura se sintió incomoda y entrometida - lo siento.
Hubo un pequeño lapso de silencio, para superar la incomodidad de aquella primera charla.
- ¿A qué se refería Blair con costumbres y tradiciones?
- Jazmin, has ingresado a la escuela más elitista de Europa, incluso son selectivos con los mismos ricos. Cada año se ofertan 60 lugares de los cuales sólo un lugar es para personas como tú. No quiero ser grosera o espantarte, pero… querrán comerte viva.
- Es eso… rompo con su estándar, pero no todas son así ¿cierto?
- Debes saber diferenciar, porque aquí en Santa Lucía, no todo lo que brillas es oro.
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