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Ilusiones por karin_san

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Notas del fanfic:

Una pequeña historia que escribi para una amiga a la que le gusta esta pareja. Pertenece al universo de LC. Los personajes son propiedad de S. Teshirogi.

Notas del capitulo: Me cuesta bastante esta pareja, ojala no sea confuso. En cursiva son pensamientos.

Sueños que caen  como ahora esas hojas secas sobre tu pelo, sueños  que asientan una ilusión...

 

-Al final ni una pista de esos espectros- dice el mayor encendiendo los leños.

 

Tenerte al roce de mis yemas, sentado seguro, sonriente, inalcanzable. Grabar cada uno de tus gestos: el como tu mano agita las brasas, el momento en que ella juega involuntaria con la cinta roja que adorna tu frente, el como recuestas tu peso sobre la firmeza de tus antebrazos.

 

- ¿Qué pasa?

 

-Nada.

 

Miento.

Solo te miro y recuerdo la primera vez que...

 

El área más frondosa del bosque a un lado del santuario, un espacio verde, salvaje, similar al de aquella tierra que hacía tiempo tuvo que dejar. El adolescente hizo danzar el mango de la daga en su mano, oyó el crujido de una rama que se quiebra metros detrás suyo, volteó y lo lanzó veloz contra el intruso.

 

-No es recomendable atacar sin conocer al enemigo, podrías herir a alguien inocente... sin querer-le sonrió.

 

Reconoció de inmediato al dueño de esa voz cálida y amable. Se hincó apenado en el suelo. Ante él estaba un santo dorado, Sísifo de Sagitario, un ejemplo a seguir.

 

-Lo siento, señor-alcanzó a articular antes de que las manos del mayor revolvieran sus hebras oscuras.

 

- ¿El Cid, cierto?-Preguntó el castaño ante lo que el adolescente asintió-tú maestro ha sido enviado a cumplir una misión, el patriarca me ha encomendado encargarme por ese breve espacio de tiempo de tu entrenamiento ya que pronto estarás en condiciones de reclamar por capricornio ¿cierto?

 

-Si, señor.

 

Fuiste un maestro riguroso pero amable. Tus verdaderas enseñanzas no se centraban en lo físico sino más bien en los principios que me guiarían como ser humano, que respaldarían mis decisiones como hombre al servicio de la paz, el amor y la justicia...

 

-Debes cuidar de tus camaradas y...

 

-Pero Atena, ella esta ante todo- lo contradijo el menor.

 

Te acercaste a mi, flexionaste tus piernas, me miraste a los ojos y como nunca sentí el mundo temblar bajo mis pies. Estabas allí... Sísifo, pero no como santo, el manto sagrado no revestía tu cuerpo...

 

-Serás un gran santo de Atena- el mayor acarició su pómulo al decirlo-pero no abandones tu corazón, no borres tus sentimientos, deja que te guíen-murmuró apoyando las yemas de sus dedos en el pecho del menor.

 

La llama que crepita me obliga a  volver desde los abismo de mi memoria. Tú ya dormitas agotado sobre el suelo húmedo de rocío tras un  día de trabajo infructífero. Sin tu armadura el santo de sagitario es Sísifo, solo Sísifo... el hombre que amo recuerdo mientras me acerco a ti  y me permio tras un instante de duda acariciar con mis dedos tu relajada  frente....

 

Caminaron y saltaron sobre las rocas, hacia rato que habían perdido el rumbo, los regía su felicidad, al fin eran camaradas, al fin ambos llevaban una caja de Pandora asida a sus hombros. Satisfechos se sentaron uno junto al otro bajo el cielo estrellado. De pronto el Cid lo supo, lo sintió... era el momento. Impulsivamente se giró, buscó decidido a decirlo de una vez su brillante mirada café.

 

-Muchas gracias-musitó acariciando delicadamente las hebras castañas.

 

Sísifo  sonrió sorprendido ante el gesto del adolescente ¿nervioso?

 

-Cierra tus ojos- ordenó y confiado el mayor obedeció, era demasiado amable, demasiado puro, demasiado ingenuo, se estaba equivocando sin darse cuenta.

 

El santo de Sagitario dio un respingo cuando la boca del más joven rozó con ternura sus labios. De inmediato las firmes manos de Sísifo trataron de apartarlo pero las del Cid en su nuca se lo impidieron, lo atrajeron aun mas a la profundidad del beso que estaba forzando. Finalmente Sagitario cedió.

 

-Los sentimientos deben quedar atrás, es lo mejor- dijo aturdido el mayor tras el quiebre del momento, poco antes de alejarse cobijado por la oscuridad.

 

¿Lo mejor? Ese recuerdo aun hoy, tantos cielos estrellados después me atormenta con su belleza, la nostalgia de pronto se enciende en esta noche. Temiendo por la fragilidad de mi voluntad ante tu cercanía: me alejo. Cierro los ojos en espera del sueño que me haga olvidar esa antigua nebulosa de recuerdos de la que aun soy prisionero. Por un momento siento que lo logró hasta que...  un  tierno beso tuyo me trae de vuelta a la realidad.

 

-No borres tus sentimientos-dice el mayor rodeando su nuca.

 

Confundido trata de asimilar su situación, Sísifo sentado sobre su vientre, sus labios como fuego sobre los suyos, sus manos enredadas en su cuello forzando su respuesta.

 

-Pero... -articula el Cid con la respiración entrecortada, sujetando su rostro.

 

- ¿Pero? Estoy cansado... harto de fingir que esa noche no existió... que ese beso...-Sísifo baja la voz mientras  aprieta los dedos que el menor mantiene en su rostro - que ese beso no me importo-dice haciendo chocar su aliento tibio contra sus labios húmedos-cuando en realidad...-deposita un breve beso antes de seguir- en realidad yo también lo anhelaba...

 

-Te amo-confiesa el español abrazando su cintura, buscando el abrigo de su boca, el hambre de su lengua.

 

La llama de la fogata se deshace en una última chispa mientras sus cuerpos sudorosos se arremolinan y estrujan uno sobre otro. En la inefable oscuridad de la noche, en el silencio de ese bosque, en el frío de ese otoño las caricias que zigzaguean por sus espaldas desnudas son una llamarada mucho más aguda que la que pueden gestar un par de leños.

 

Dedos que bajan, que suben, que abren senderos, pieles que se enjugan en saliva ajena,  que se rasgan en mordidas ansiosas, que se arañan y se marcan y se alimentan de la firmeza de la otra piel. Un beso bosquejado por años en la imaginación que toma fuerza, forma e intensidad en el descenso por el vientre, un beso que se abre y se cierra sublime en búsqueda de saciar la sed de su garganta, el beso del menor que hace tiritar de goce el alma y arquear de placer la carne. El sabor blanco sobre su ápice, la caricia en su pómulo, el camino despejado hacia sus tierras, el cielo a un abrazo de sus manos, a un beso de su boca. No duda. Rodea sus hombros, muerde sus labios, violenta su intimidad. Lo siente, lo siente como nada y como todo, en nervios, poros, corazón. Mata un gemido entre dientes, besa... siente...

 

Siente el deleite, la cercanía de la muerte, el orgasmo.

 

La calma.

 

Hunde su rostro extasiado en su clavícula, abraza su cintura, respira agitado sobre su cuello, lo murmura de nuevo, sin embargo, él no responde.

 

-Sisifo- insiste buscando la claridad de su mirada límpida, casi dorada como el sol pero ahora...- ¡Sísifo!- se preocupa, lo sacude, apoya su rostro en su pecho.

 

No hay llama, no hay vida, no hay latido.

 

-  Yo también... te amo- una voz melodiosa a su oído. Se aparta contrariado-jajaj- una risa jocosa... unos aplausos.

 

-jajaja los humanos son tan divertidos... no saben distinguir la realidad de los sueños-Una voz áspera- ¿cierto hermanos?- Dos sombras más contorneándose en la oscuridad.

 

- ¿Quiénes son?- Dice el español tratando de distinguir en vano los rostros abrigados por la honda noche.

 

- ¿Quienes?-repitió el de voz melodiosa

 

-Somos lo que buscabas.

 

-Tu peor pesadilla.

 

-O el más hermoso de tus sueños.

- ¡MALDITOS ESPECTROS! ¿QUE LE HICIERON?

 

-Nosotros nada... pero tú jajaja tienes una mente podrida.

 

-Un corazón pecaminoso.

 

-Un alma indigna de tu manto.

 

- ¿Qué le hiciste tú deberías preguntar?

 

- ¡Nada! Él me... él...

 

- ¿Él? jajaja solo oíste lo que deseabas oír...Sentiste lo que deseabas sentir... creíste lo que quisiste creer...

 

-Volaste demasiado alto.

 

-Es hora de caer-pronunció uno de los espectros antes de que un puño veloz atravesara su vientre

 

Me despierto con un grito. Pálido. Aterrado. Nauseabundo.

 

- ¿Qué ocurrió?- te acercas preocupado.

 

-Sísi...- tu nombre se atasca en mi garganta, la angustia de haberte perdido un instante y la felicidad de recuperarte se tambalean en mi voz-... Un mal sueño- murmuró-discúlpame, no quise despertarte-miró el suelo avergonzado, apretó mis puños, los odio, me odio.

 

-Si quieres compartimos el mío-ríe el castaño acariciando su pómulo-Estabas tu y yo tensando mi arco y Sa... la señorita Atena... juntos nosotros enfrentamos a...

 

Tu voz limpia, clara, amable, decidida, digna. Una voz y una fe en el futuro contagiosa.

 

Notas finales: Ojala les haya gustado! Gracias por leer!

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