Cap.9 Latido
No podía creer que de verdad regresarían a Japón. Tantos años en Francia pasando relativamente desapercibidos por las autoridades y los humanos –Gracias al control mental–
Vida “Fácil” se podría decir.
-Míralo por este lado: Ya no tenemos que cumplir el capricho de Yuu por vivir en un castillo-mansión; En estos tiempos es muy difícil conseguir uno y volveremos al que teníamos- Comentó con una sonrisa algo forzada, tratando de levantarle los ánimos al castaño y de paso a sí mismo.
-Cuando él dijo que quería ver cómo las cosas han cambiando por el mundo no pensé que volveríamos allá- Le confesó Uruha a su par, algo preocupado, que trataba de meter toda su ropa en una maleta.- Llevas muchas cosas.
-Aoi es impredecible-
-pero eso no significa que debas echar todas las chaquetas que tengas. No vamos al polo norte-
-Es mi hobby- Ruki hizo unos pucheros. Aún estaba herido por lo que había pasado antes, sin embargo no sería tan infantil como para demostrarlo.
A veces ni se entendía. Tenía tanto tiempo para pensar que cuando concluía algo lo volvía a analizar y al final no terminaba con nada, no sabía nada. Sólo se ahogaba en su frustración clandestina.
-¡Ya nos vamos!-
La alegría en la voz del mayor estremeció cada musculo de los inmortales; Sin saber verdaderamente sus intenciones accedieron a su otro capricho, dejando libre expedía el vampiro.
-Yuu, creo que deberías cortarte el cabello-
El pequeño rubio intervino con una sonrisa capciosa, Uruha trató de contener la risa. Y por su parte, el pelinegro que tapado por las cortinas negras que caían de sus ojos hasta su cintura haciendo de su cabello se sintió ligeramente ofendido, enojado más que todo.
-¿A qué quieres referirte con eso?
-Tómalo como quieras. Sólo te digo que hace mucho no te lo cortas-
-Aoi bebé te amamos, pero de hace un tiempo para acá te ves igual- Uruha se entrometió en el juego de la venganza de Ruki y este último se largó a reír-
-¡Con ustedes no se puede! Además, este corte me da elegancia- Se trató de defender el morocho que en esos temas de la moda estaba bastante desactualizado, temía que de algún modo su cabello afectara su aspecto seductor. En eso era bastante cuidadoso y por más que lo odiaba se estaba dejando manipular de ese par de locos; Lo crean o no, Shiroyama también es coqueto.
-Tienes más elegancia de gitana. ¿Sabes Yuu? Cuando lleguemos a Tokio deberías ir a un estilista, ya ni tienes gracia.
Y dicho esto, Yuu se quedó con una impresión terrible de Ruki; él mismo se había encargado de ser odiado y ahora el pequeño respondón se estaba desquitando con él en un tema que la verdad lo dejaba descalificado, pero que, de todas maneras influía más que todo en su percepción del pequeño; Siguió pensando un rato escuchando el eco de la voz de esos dos y de sus risas cómplices.
Llevaba unos días sin verlo, casi una semana. Al parecer compartían alrededor de 3 clases y eso de alguna manera le aliviaba pero le ofuscaba. La universidad lo tenía trabajando exhaustamente día y noche dejando así muy poco tiempo para sí mismo, tiempo que gastaba pensando en tonterías.
Especialmente, era un admirador del temple que tienen las tazas de café y de la paciencia de los cigarrillos antes de consumirse, siempre esperando una musa que no parece llegar más que en las noches de insomnio o noches en las que un suceso acontecía en su vida el cual lograba inspirar de cierta manera que no podía hacer antes, era algo que no solía pasar.
Justamente estaba así, y había dormido bien anoche. Estaba inspirado, su lapicero expedía tinta velozmente, dibujando palabras…dibujando palabras. ¿Eso era posible? ¿Cómo se dibujaba la A? ¿La B tenía ojos? ¿La locura con la demencia se podían combinar para formar un paisaje? Si era así, su cabeza era un total cuadro y que se llamaba “Caos” y su autora había sido la insanidad.
Insanidad nacida de una incertidumbre que lo traía loco y confuso, insanidad que terminaba en la punta de sus dedos expidiendo palabras; Aquel nerviosismo se le parecía al que tenía cuando descubrió que le podían gustar los hombres. Se asustó, tal vez mas de lo necesario, y dejó las cenizas de su cigarrillo consumirse entre ellas en llamaradas invisibles mientras trataba de cranear su siguiente clase.
-¿Dónde está, dónde está? Necesito que me joda la vida-
Tal vez no como alguien querido pero si como algo a lo que le prestaba la atención necesaria para entretenerse, algo posiblemente pasajero…y eso estaba bien, desde que estuviera alegre.
Sí, estaba bien.
-Buen día alumnos. Comenzaremos con el parcial.-
-¿ves, Uruha? Te dije que llegaríamos en la noche, Yuu no es tonto- Iban los dos inmortales bajando del avión platicando como si no hubieran discutido nunca, como borrón y cuenta nueva…pero eso era selectivo, el rencor seguía allí sólo que en momentos así no lo sacaban a flote.
Algunos inconvenientes se habían presentado durante el viaje y se había atrasado un tanto; Aoi se comportaba como un niño chiquito, mirando todo con un brillo expectativo en sus pupilas, destellando emoción de cada nervio y un ligero deje de maldad bien escondida en su sonrisa “Algo trae entre manos, eso es seguro”
-¡Muévanse! Tienen trabajo que hacer-
-¿Cómo?- Se distrajo Uruha-
-Que yo conseguiré dinero, comida…y ustedes limpiaran TODA la mansión, recuerden, han sido décadas y como yo tengo poca gracias pues, ustedes harán las labores solos.- Yuu sonrió con una malicia vengativa que puso los pelos de unta a los dos, junto con el trabajo que los esperaba en casa…al parecer sería imposible negarse si no querían terminar degollados en la sala de estar.
Los vampiros no tenían deseos sexuales, y tampoco sentían lujuria…tal vez no sentían nada. Pero había una excepción.
¿Cómo carajos Shiroyama tenía esas insaciables ganas de poseer a alguien? Era pura gula, tenía que serlo.
Pero ahí estaba él, con unas extrañas ganas que recorrían su cadáver. Empezaba a pensar que todo era netamente psicológico, pero eso no importaba, lo que le importaba era que no las podía controlar. Se empezaba a mezclar con sus ansias de sangre, y eso no era buena combinación.; Estaba ejerciendo todo el mandato que podía en su mente, más sin embargo parecía que estaba perdiendo…
El conquistador había sido conquistado por su conquista, y el vencedor había sido vencido por su victoria.
-Estoy muy viejo como para ponerme a luchar con problemas adolescentes- Pensó un poco- Y también lo estoy como para hablar solo.
Respiró profundamente y dejó sus dedos deslizarse por las metalizadas cuerdas de su bajo eléctrico y sus pulmones inertes se llenaron del humo de un cigarrillo que con sus esporas de mentol le calmaban las sensaciones mundanas que su cuerpo apresaba.
-Fuera de esclavos sexuales, somos sirvientas- comentó irónicamente Uruha-
-Si fuéramos esclavos no nos gustaría- Uruha se sonrojó, y no supo si tomarse eso en broma o como una espina en su relación.
-Ninfómano-
-Claro, eso no me lo dices cuando estoy contigo ¿verdad?
-Touché-
Altos y bajos en su relación construían un edificio muy débil en el que ambos sabía se podía derrumbar con una ráfaga de viento; Tan bipolar, tan cambiante. Eran inmortales pero habían avanzado su vida en épocas donde la humanidad era una constante que influenciaba su pensamiento. Y sí, sólo por eso era humano y le alteraba la situación, el rasguñaba el orgullo y vomitaba los pedazos de su pútrido corazón.
“Eso es ridículo. Yo no soy humano, él tampoco; Ponerme así es estúpido”
Pero lo amaba, con locura y pasión…tal vez no se lo diría nunca. Con un toque de rebeldía e ironía…Masoquista, eso era lo que era. Un masoquista dentro de su amor prohibido. Celos, eran celos hacia su adoración, ese hombre que estaba entrando en ese momento.
Los colmillos muerden,
Antes de que la razón lo advierta.
Quemando aquellos desconectados sentidos.
-Te hice caso Takanori, y de paso comí bastante bien- Y ahí estaba el temido vampiro, que dejó petrificados a sus dos acompañantes.
- ¡Ah! ¡Dios mío, Yuu! Le dieron machete a tu cabello-
Aoi tenía el cabello en capas grafiladas que caían desordenadas por su rostro y su nuca, debajo de sus orejas conservando ese color negro ónix que muy bien le quedaba. El piercing que llevaba en su labio complementaba su apariencia rebelde.
-¿Qué? ¿Acaso no querías que me lo cortara? A ti nadie te entiende-
-Si Ruki, después de todo tu cabello es prácticamente igual pero más corto, a ti también te “machetearon”- El rubio lo miró con odio-
-Es que…pareces un mocoso-
Ruki picó, sonriendo traviesamente
-Estas gracioso hoy ¿No? Sigue limpiando, tendrás mucho trabajo por delante y ni siquiera han limpiado mi piano.
Yuu soltó una carcajada por su “travesura” y se abalanzó sobre el antiguo sillón rojo que ya estaba muy gastado por el tiempo; Cerró los ojos relajándose, escuchando los murmullos de sus chicos y de la madera de la casa crujiendo bajo la lluvia. Ya estaba allí, su plan iba a empezar muy pronto…y sonriendo se perdió en su mente; Iría por aquello que había perdido.
Salió a caminar, tenía que conseguir instrumentos para su clase de cocina…
Lo que vio, lo dejó helado, perturbado
Era él.
Rojo, rojo, rojo…