Bajo la nieve
Apenas hace unas horas que escuchó esa frase tan anhelada de la boca de la persona que más amaba… su ilusión más grande se había vuelto realidad: los ojos azules que tanto amaba, mirada que casi nunca reflejaba el sentimiento hacia los demás, esta noche habían dicho más de lo que habían hecho en un par de años de profunda relación. Todos los días dándose un tierno beso, cargado de amor y sentimentalismo que casi siempre pasaba a lujuria y desenfreno que acababa con hacer el amor en la mayoría de las veces… Pero, ¿Por qué se había ido de esa manera?
La noche era muy fría, como era de esperarse ya que a pesar de ser un 14 de Febrero no dejaba de ser invierno; copos de nieve que iban cayendo con mucha delicadeza que cubrían los cabellos rubios del chico que estaba en aquel parque, en los columpios y sin nada que le pudiera abrigar del frío de la ciudad. Aún el sonrojo de sus mejillas no se había ido, no sabía si era el sentimiento que tuvo por aquella frase o por que el frío en verdad lo estaba congelando. Mira las estrellas detenidamente, las pocas estrellas que se podían ver con las nubes de la nieve que cubrían parcialmente el cielo: hermosas, titilantes y… lejanas… Estrellas que podían ahora comparase con la mirada llena de brillo, mirada de color dorado que reflejaba alegría a pesar de que su cara reflejara dudas.
Lentamente se levanta de ese lugar para ir debajo de un gran árbol, árbol que recuerda haber visto en alguna parte de su niñez y que le daba cierto cobijo cada que se iba a sentar cada que se enteraba, ya sea de cosas malas o buenas. Lentamente cierra los ojos y cae en un profundo sueño.
La tarde era bella y el reflejo de los rayos del sol era idéntico al color de los ojos de cierto niño que estaba junto a una pequeña de cabellos pelirrojos y mirada castaña. A pesar de que eran hijos de la misma madre no lo eran del mismo padre, cosa que le trajo problemas a la madre de ambos por su celoso esposo que ya todo lo sabía y confirmó al ver que su “hija” no era igual o parecida a él; por el bien de sus hijos ella tenía que irse, irse resignada a tener que dejar a su hijo mayor con ese hombre que, al fin y al cabo, era su padre. Era el último día en que iban a estar juntos ambos pequeños y no lo sabían.
— ¿Por qué papá pelea tanto con mamá? Siempre dice papá que es mi culpa…-la pequeña estaba aferrada a los brazos de su hermano que sabía muy bien de la situación, y que no la dejaría sola por nada de esta vida-
—Ya sabes Serenity, problema de adultos: por eso papá pelea con mamá… pero no te preocupes, que ya todo se solucionará -la sonrisa de su hermano la podía calmar de todo, pero esta vez fue una excepción-
— ¿Prometes que me vas a cuidar siempre? ¿Prometes que nunca me vas a dejar sola? -el pequeño al ver la mirada cálida de su hermanita, simplemente se limita a besarle en cada ojo para poder calmarla del miedo que habían pasado momentos atrás, al “escapar” de las manos de su padre que intentaba golpear a la niña-
— ¡Claro mensa! -dijo dándole un pequeño golpe en la cabeza a la niña- Por algo soy tu hermano mayor y te prometo que no te dejaré sola, siempre estaré contigo… -dijo para darle uno de los abrazos más cálidos de su vida, abrazo que deseo jamás acabara- y para demostrarte que no es broma lo que te digo… cierra los ojos -dijo en lo que volteaba a su hermanita y le ponía un collar al cuello-. Lo compré para ti…
—Es hermoso… ¡¡gracias Jo!! -dijo la niña al ver el hermoso dije en forma de gato que le había dado ese niño, para luego saltar a sus brazos y no soltarlo en un tiempo-
Pocas fueron las esperanzas de ambos y vanas fueron las promesas que se habían hecho, pues a la media hora de tan bello momento, el taxi arrancaba a toda velocidad con destino al aeropuerto de la ciudad, con dos personas en él y una de ellas la misma hermana de cierto rubio. Apenas y habían logrado salir de esa casa sin golpe alguno y ahora, el pobre de Joey era dejado por su madre en la casa de aquel que por derecho y por biología era su padre. Infierno futuro que ha de pasar. Se miraba a él de niño, tirado en la calle, llorando amargamente la partida de su hermana, sin poder evitarlo o poder irse con ellas: su corazón era colmado de puras lágrimas y de dolor, pero algo que no supo que era, lo iba abrazando con mucha ternura y susurraba “despierta… por favor, despierta… ya pasó”…
Un cálido abrazo y la misma voz que le había susurrado en su sueño aquellas palabras de aliento, le hicieron despertar perezosamente, encontrándose con un par de orbes azulinas que le miraba con preocupación; manos delicadas que limpiaban con mucho amor y paciencia las lágrimas de esos ojos que, en sueños derramaban ese líquido lleno de dolor y recuerdos. Ahora se miraba en los brazos protectores de la persona que más amaba y que al parecer, era cubierto con el mismo abrigo que había usado en esa cena especial.
—Fue difícil encontrarte, cachorrito… No pensé que fueras a terminar en un lugar como este y menos dormido bajo un árbol, recordando cosas terribles… imagino que era de nuevo tu hermana, ¿cierto? Ya aparecerá y sabes que tendrás mi ayuda para encontrarla -dijo en lo que abrazaba con más fuerza el cuerpo frío y delicado del rubio que no pudo evitar el sonrojarse al sentir ese contacto y saber qué tan bien le conocía su amado CEO-
—No pensé que fueras a salir por mí y menos con este clima… Gato torpe… debiste de quedarte en el restaurant o al menos irte a casa, yo luego… iba a regresar -una mano para en su mentón y le dirige hacia la mirada azulina que ahora le miraba con algo de rabia-
— ¿¡Y cómo quieres que no salga a buscarte si después de lo que te dije huyes como si nada!? -la ira fue calmada al robarle un beso a cierto rubio quien no opuso resistencia para luego continuarlo hasta que la respiración de los dos se vio comprometida y fueron forzados a separase, jadeando un poco por la falta de aire-
— Yo… en verdad lo siento, es que… -dijo casi llorando, al grado de sollozar y acomodarse más en el pecho de aquella persona-
—Solo dime algo: ¿por qué saliste corriendo de esa forma? ¿Por qué no me respondiste a lo que te dije en ese lugar? Fue mi corazón el que habló… y esta vez no fue mi orgullo -no dejaba de abrazarlo con fuerza en lo que escuchaba los hipidos del chico- ¿Acaso fue tan malo aquello que te dije? ¿En verdad me equivoqué y no querías que nada de esto pasara? Dime, para que no me vuelva a equivocar… -la tibia mano de Joey se coló hasta el cuello del castaño para halarlo dulcemente hacia donde quedaba su cara para luego darle un beso tierno sobre los labios y darle una mirada algo apenada-
—Es que… no es que te hayas equivocado ni nada de eso, ni que tampoco yo no quisiera eso solo es que… -tragó fuertemente algo de saliva seca y preparándose para decir algo en verdad muy vergonzoso para él- N-no pensé que… tu… ¡no pensé que tú fueras a decirme que me casara contigo en pleno san Valentín! -la risa le gana más a cierto chico que al ver que su pareja se ponía de mil y un colores, simplemente trata de detenerse-
— ¿Así que eso fue lo que pasó, eh? -aún traía una hermosa sonrisa en sus labios, una sonrisa sincera, sin nada de egocentrismo, superioridad ni mucho menos de sarcasmo: era una auténtica sonrisa marca ternura- Sí antes pensé que eras menso y torpe, ahora te considero tierno y tonto -dijo para darle una caricia a su cabeza… ¿Acaso no es normal que las parejas enamoradas y que se amen como nosotros den ese paso tan importante en sus vidas? -el color rojo de Joey ahora llegaba hasta las orejas y simplemente se refugió en el pecho del mayor para no tener que verle directamente a la cara-
—Si…. Pero en tu caso, jamás me lo imaginé de semejante forma: con una cena romántica, violines y mucho menos que te hincaras… -dijo ya no pudiendo más el sonrojo en su cara- Puedes llegar a ser cursi cuando quieres…. -era tanta la pena que tenía que no sintió cuando una mano levantó su mentón y otra le retuvo la cara enfrente de la suya, para que le viera como debía de verle-
—Entonces… ¿Qué me dice ante esa proposición que le hice hace un par de horas? ¿Compartirás mi cama legalmente?
— ¡Kaiba! -dijo antes de darle un golpe como pudiera, pero una mano le detuvo y el abrazó con más fuerza-
— ¿Te quedarás a mi lado siempre, cachorrito? ¿Te casarías conmigo, Joey Wheeler? -la misma reacción de hace un par de horas se hizo presente: no pudo evitar el abrir los ojos como platos y subir a ver la mirada de ojos azules que tanto le gustaba, pero ellos esta vez decían con más fuerza en su corazón que esa pregunta era sincera y sin dobles intensiones-
Como pudo Joey, simplemente liberó ambas manos, una de Seto y otra del abrazo que le daba y con algo de torpeza acariciaba el cabello del chico y le miraba con mucha ternura que, a manera de respuesta le dio un beso tierno que poco a poco se fue intensificando hasta hacerlo de nuevo una batalla en el que el más hábil ganaría, pero a final de cuentas, ambos ganaron. Al final de ese beso tan deseado y tan esperado, un “Si” salió de un par de labios algo rojos por la duración de la batalla recién librada, pero de nuevo fueron atrapados bajo unos más delicados y también algo rojos como un asentimiento por esa palabra de dos letras.
La noche seguía su curso, la nieve aún caía en esa pequeña ciudad cubriéndolo todo a su paso, el tiempo se había congelado para aquellos amantes que a pesar de todo, no dejaban de quererse como la primera vez que se había visto y, la nieve misma cesó en honor a tan bello momento que ambos tenían bajo ese árbol compartiendo un cálido abrazo, el latir de ambos corazones bajo un mismo compás y el beso más esperado para aquellas almas.