Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

-{Legacy}- por Reiko-chan

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Madre mía...! ¡qué agotamiento....! he escrito este capítulo a velocidad récord... en mi vida he escrito tan deprisa...

vamos... ¡que este es un capítulo de tensión! y lleno de sorpresas. muchas dudas que pudierais tener sobre el pasado de Sasuke se resuelven aquí... aunque os advierto, que hay partes que no son agradables.

bueno. espero que os guste! nya! ^^

Neko-chan, siento no haberte contado este trozo, no te enfades conmigo... ^^U

 

Capítulo 3: Infiltration.

 

A la mañana siguiente Sasuke se despertó al alba. Una ráfaga de frío le había dado de lleno y le había revuelto todo el pelo de tal forma… que le molestaba hasta para respirar. Aunque en cierto modo… lo agradeció: era el día de la verdad. Se sentía tan nervioso como la vez que sacó al Kitsune de la aldea en el cesto… sólo que esta vez… era diferente. No se trataba de sacarlo, sino de meterlo dentro, de esconderlo… de crear una fachada para él y que no se le descubriera. Se estaba jugando la vida de ambos en esa mano… por lo que su plan debía salir a la perfección.

Miró al rubio, que dormía abrazado a él. No se había movido ni un ápice en toda la noche. Le acarició el pelo con ternura y sonrió. Estaba dormido como un tronco… casi parecía que hubiera entrado en coma profundo. No roncaba… pero casi. Y tenía un gesto de tranquilidad y serenidad en el rostro… como si se sintiera a salvo. “lo siento mucho… pero te voy a tener que despertar, pequeño.” Pensó Sasuke, dudando en cómo sacarle de su sueño: “hoy nos espera un día difícil… a ambos.”

-          Kitsune… -susurró el azabache mientras le acariciaba el rostro para despertarle.

-          ¿Ñiii…uuu…?-dijo el rubio, abriendo los ojos con cansancio y mirando a Sasuke parpadeando por la repentina luminosidad.

-          Es hora de levantarse…

-          ¡ñiuuu!-respondió el zorrito de repente, abrazando a Sasuke aún más fuerte y negando con la cabeza. El azabache enrojeció sin darse cuenta… y aunque él tampoco quería separarse del rubio… sabía que si no empezaba a llevar a cabo su plan, sería demasiado tarde y habría que esperar un día más.

-          ¡waaaaah! ¡que me aplastas, baka…!-refunfuñaba el ojinegro intentando apartar al Kitsune… que se negaba rotundamente a soltarle.- ¡sueltaaaa…! ¡que me tengo que ir a por tu ropa…!

Al fin, después de quince minutos forcejeando con un insistente Kitsune con más fuerza de la que aparentaba… Sasuke consiguió levantarse y estirarse. Luego encendió una nueva hoguera con la leña que había sobrado de la noche anterior para templar el ambiente y que su Kitsune no pasara frío en su ausencia. Una vez hecho esto… se sentó con las piernas cruzadas delante del muchacho y le miró con seriedad fijamente a los ojos. El rubio le respondió con una mirada de lo más inocente… que hizo que se le escaparan las fuerzas. “ya empezamos… si es que no puedo cuando me mira así…”

-          Vamos a ver… Kitsune.

-          ¡Ñiuuu!-dijo el zorrito, entusiasmado. A Sasuke se le detuvo el corazón un momento. Capaz que ahora sí que le recordaba…

-          Ejem… que… eso. Kitsune. Escúchame y atiende. Sé que entiendes perfectamente todo lo que te digo…

-          ¡Nya!

-          Si… si… ya. Sólo te falta hablar. Pero eso no es a lo que me refería… este es un problema que resolveremos más adelante… ya veremos cómo. Escucha, te voy a contar lo que vamos a hacer: yo voy a irme de vuelta a la aldea todo lo rápido que pueda, buscaré algo de ropa que ya no use y me la guardaré. Luego… buscaré a un amigo mío para que me deje su carro… y volveré, ¿vale? El resto… ya veremos cómo lo hacemos sobre la marcha… tengo cierta idea… pero te lo explicaré luego.

-          ¡Nya!-asintió el Kitsune, sonriendo.

-          Muy bien, entonces… ahora necesito… que me devuelvas mi ropa… si no… de nada servirá todo este jaleo.

El rubio se miró y luego miró a Sasuke. Tenía razón… llevaba su ropa, todavía. Así que se levantó y comenzó a desnudarse… el azabache se giró, aunque no sabía por qué… al fin y al cabo el día anterior ya le había visto todo lo habido y por haber. Pero tuvo que darse la vuelta… al escuchar los quejidos del Kitsune. No se apañaba para quitárselo, y eso que estaba suelto… “menos mal que no le abroché los botones…”

-          Por lo que veo sigues siendo igual de patoso…-gruñía el azabache en lo que le ayudaba y se vestía él.

-          ¿Nya…?-preguntó el otro, lanzándole una mirada inquisitiva.

-          Es verdad… que no te acuerdas… da igual, no le des importancia.

“pues va a ser que no me recuerda…” pensó Sasuke en lo que se ponía el carcaj a la espalda y pasaba el arco por los hombros para no andarlo llevando de la mano. Mientras, el rubio se había sentado frente al fuego, todo lo cerca que podía… y se había quedado eclipsado mirándolo. Estaba completamente hipnotizado. Escuchó a Sasuke decir “¿engancho mi caballo… o se lo pido a alguien también…?” aunque su voz resonaba en sus oídos como un eco lejano. Entonces… su visión de emborronó… y empezaron a desfilar imágenes de un pasado lejano por su mente, mezclándose con las luces y las sombras que bailaban en la hoguera…

Se encontraba en un claro con una piedra enorme en medio… tenía forma de zorro, era grande… y tenía tres colas. Estaba sentado en el suelo, impaciente, esperando a alguien. Entonces, un niño pequeño de pelo y ojos negros apareció por entre los árboles. El muchacho le miró, parecía cansado… pero al instante le sonrió y él se sintió tremendamente feliz.

El niño echó a correr hacia él y una palabra resonó en su mente, inundándolo todo: “¡Sasuke!” y, sin saber por qué, el también salió disparado hacia el chiquillo, entusiasmado. Antes de alcanzarle frenó en seco y el niño saltó y se le colgó del cuello, abrazándolo con fuerza y acariciándolo. Se sentía tan bien…

-          ¡Kitsune! Mírate, has vuelto a crecer… ¡ya tienes tres colas! Como no frenes un poco… ¡no voy a poder ni abrazarte!

-          Ñiuuuu… ñiiiiiuuuu…

-          Ya lo sé… me echas de menos… y yo a ti, mi Kitsune...

-          Ñiuuu…

La voz grave del pelinegro le devolvió a la realidad. ¿Qué había sido eso…? No entendía qué le había pasado, el caso es que el azabache se había acuclillado a su lado y le miraba con preocupación, chasqueando los dedos de una mano y moviéndola de vez en cuando delante de sus ojos arriba y abajo.

-          ¡Hey! Kitsune, ¿me estás escuchando…? ¿hay alguien ahí…?

-          ¡Nyaaa!-respondió el rubio dando un respingo y mirando a Sasuke como si hubiera visto un fantasma.

-          ¿qué te pasa ahora?… dobe. No me asustes así, y menos hoy… con el estrés que tengo… bueno, lo que te estaba diciendo… que me voy. ¡Tardaré un buen rato en venir! Ten en cuenta que tengo que prepararlo todo, buscar a este chico y que me deje el carro… justificar que haya pasado la noche fuera… y volver. ¡Así que quédate aquí quietecito y sin moverte! ¡Ni se te ocurra salir de las cuevas! Explóralas un poco si te aburres, pero de salir fuera… ¡que no se te pase por la cabeza!

-          Nyaaa… nyaaaaaaaa…-refunfuñó el Kitsune, cruzándose de brazos.

-          Ya sé que no te gusta que te sermoneen… pero es que te conozco…-dijo Sasuke, levantándose y dirigiéndose a la salida… sintiéndose inusitadamente triste.-… aunque tú no lo recuerdes…

El rubio se le quedó mirando. Por alguna extraña razón que no alcanzaba a entender se había empezado a sentir mal… la voz del pequeño pelinegro con el que había soñado… si es que había sido un sueño, porque no lo sabía… resonaba de repente en su cabeza: “Kitsune…”

Entonces, se levantó como impulsado por un resorte y echó a correr detrás de Sasuke, que se había detenido en la entrada y estaba mirando el cielo del amanecer con los brazos cruzados y la mirada perdida. Y sin que éste se lo esperara… le abrazó por la espalda y murmuró:

-          Ñiuuu…

Sasuke se quedó helado. ¿Acababa de llamarle… Ñiuu? Su corazón se saltó un latido y su respiración aceleró, empezando a sudar frío. Giró la cabeza y miró por encima de su hombro a un Kitsune… que había hundido el rostro en sus ropas y apoyaba la frente en su espalda.

-          ¿qué has… dicho?-farfulló Sasuke, que no se creía lo que acababa de escuchar…

-          Ñi… uuu…-repitió el rubio, levantando los ojos y clavándole una intensa mirada llorosa, llena de comprensión y preocupación.- nya… ¡nyaaaa!

-          Ju… tranquilo… no me va a pasar nada.

Y con esas, Sasuke se separó de él y echó a correr montaña abajo, saltando de piedra en piedra con agilidad y sin mirar atrás ni una sola vez… dejando al Kitsune se pié en la entrada de la cueva, con una mano en la pared y la otra en el pecho… cerrada en un puño tan fuerte que sus nudillos se estaban poniendo blancos… y siguiendo al azabache con una mirada de intensa preocupación y nerviosismo. Entonces, cuando le perdió de vista entre la foresta, murmuró: “ñi…uuu…” y volvió adentro con la cabeza gacha.

Por su parte, Sasuke corría tan rápido como le permitían sus piernas, volando entre los matorrales y sin importarle el ruido que hiciera. En ese momento… comenzaba la cuenta atrás. “¿qué ha sido eso?” pensaba mientras sus ojos encontraban con habilidad el camino de vuelta a la aldea y su cuerpo se movía solo, colándose por recovecos por los que hasta ahora había dudado si cabía…-“¡¿qué demonios ha sido eso?! ¿Me ha recordado de repente o qué? Bah… será mejor que no le dé vueltas ahora… y me concentre en el plan.”

Media hora más tarde sin dejar de correr… apareció en un claro con una piedra enorme en el centro… y lo atravesó como una exhalación sin detenerse. Estaba agotado… pero no tenía mucho tiempo. Y aún le quedaba un buen trecho hasta llegar a la aldea. Sin embargo… su mirada se oscureció y varias imágenes comenzaron a pasar por delante de sus ojos como flashes de luz…

Estaba en ese mismo claro, abrazado a un enorme zorro de tres colas de ojos azules. Su Kitsune había crecido tanto en los dos días que llevaba fuera… que ya tenía el tamaño de un caballo pequeño. Sus patas retumbaban en el suelo cuando corría… aunque se movía con una extraña elegancia para ser un animal tan grande.

Entonces, el zorro se apartó y bajó la cabeza, mirándole con los ojos iluminados… y sonriendo, travieso. Sasuke se le quedó mirando levantando una ceja… y el zorro hizo algo parecido a reírse. Luego, se tumbó en el suelo delante del chico y señaló con el morro a su espalda.

-          ¿quieres… que me suba?

El Kitsune asintió y le sonrió, moviendo las tres colas a la vez trazando espirales en el aire, sin enredarse ni una sola vez. El muchacho sonrió y se acercó a él despacio. Agarrándose a su pelo, trepó a su espalda y se sentó a horcajadas, como si se encontrara sobre un caballo… aunque le costó encontrar la posición de las piernas. Se inclinó hacia delante y se aferró con las manos al pelaje del cuello del zorro para no resbalarse hacia atrás… y de repente el zorro se levantó.

-          ¡Waaaaaaahh!-gritó Sasuke, del susto. Entonces notó algo en su cintura y bajo la vista. El Kitsune le estaba sujetando con una de sus colas enrollándola a su alrededor.

-          ¡Nyaa!-dijo el zorro, mirando hacia atrás y sonriéndole.

 Luego comenzó a moverse. Al principio iba despacio, con cuidado de que el pequeño estuviera en su sitio… y poco a poco fue acelerando hasta echar a correr, dando vueltas por el claro alrededor de la piedra. Cuando notó que el chiquillo se encontraba más seguro de sí mismo sobre su espalda le soltó. Sasuke reía. Era divertidísimo montar en el Kitsune… y rezó para que todo pudiera seguir como hasta ese momento.

El sonido de un caballo a galope lo sacó de sus recuerdos. Había llegado al camino que llevaba a su aldea. Es más… la tenía frente a él, a unos pasos de distancia. El caballo se acercaba cada vez más a él… venía por detrás. Automáticamente, se apartó hacia la derecha del camino sin dejar de correr y el caballo le adelantó, frenando en seco en toda la puerta para someterse al interrogatorio típico de los guardas de la aldea.

Sasuke aprovechó que estaban entretenidos para pasar como un rayo dejándolos a los dos con la palabra en la boca. Les saludó con la mano sin pararse y siguió corriendo hacia su casa. Desgraciadamente… era día de mercadillo. Todas las calles estaban repletas de gente, no cabía ni un alma más… así que tuvo que detenerse.

“mierda…” pensó, en lo que miraba a su alrededor en busca de algún hueco, o de algún callejón por el que poder pasar… aunque tuviera que dar un rodeo. Acabaría llegando antes que si se adentraba en la multitud… pero no había ni un solo hueco. Nada. Estaba todo hasta los topes. “venga… coge aire… y a por ello…”

Entonces, se infló, puso cara de pocos amigos esperando que su aura apartara algo a la gente de él… o al menos evitara que se le acercaran a hablarle… y, dando un tremendo codazo a una señora cargadísima de cosas se metió entre la muchedumbre dispuesto a atravesarla. No tenía tiempo. “tengo que darme prisa… si consiguiera volver antes de que termine el mercadillo… me vendría de perlas. La  vigilancia es mínima con estos eventos…”

Sasuke comenzó a luchar contra el gentío. Era como intentar nadar en un río contracorriente… prácticamente imposible. El azabache decidió bordear la plaza por las calles circundantes. Estarían igual de llenas, pero al menos no tendría que pelearse contra los vendedores ambulantes y los tenderos. Por no hablar de la manada de niños que, fijo, estarían persiguiendo a bardos, magos y titiriteros que venían por esas fechas.

De repente, cuando le quedaba solamente una calle que cruzar para llegar a su casa… una mano le agarró del hombro y tiró de él hacia atrás, pegándole a la pared. Miró, dispuesto a decapitar al osado que se había atrevido a apartarle de su camino… pero se tuvo que aguantar las ganas. Era su maestro de… ¿persecución? La verdad es que le había enseñado un poquito de todo, pero lo que más relevancia tuvo en él fue que le enseñara a moverse rápidamente y con sigilo por cualquier terreno.

-          ¡ah! ¡Kakashi-sensei!... perdona pero… ¡tengo prisa!-dijo Sasuke, tartamudeando, intentando seguir avanzando… pero el hombre no le dejó.

-          Vamos, vamos… Sasuke… anímate un poco, ¡que es fiesta!... hic…

Kakashi era un hombre más alto que él, fuerte y esbelto, con el pelo gris y con un parche que siempre le tapaba el ojo izquierdo. Además… nadie sabía por qué, pero siempre se cubría la cara con algo, fuera verano o invierno. En esa ocasión, llevaba una bufanda roja enrollada al cuello y le había dado unas cuatro vueltas de forma que le cubría el rostro hasta la nariz… y todavía le colgaba hasta las rodillas. Llevaba también una capa negra atada al cuello que le ocultaba hasta los tobillos… así que no se sabía qué podía esconder debajo. Lo que sí se veía era la jarra de cerveza que llevaba en la mano derecha y que balanceaba con semejante precisión… que no se le caía ni una sola gota. “Lo que me faltaba… está borracho.” Pensó, poniéndose nervioso por momentos. Tenía su casa a tres pasos… y no podía llegar a ella.

-          Kakashi… en serio… que no puedo…

-          ¡Pero tómate unas copitas conmigo…hic!

-          Que no… tengo…

-          ¿dinero?... ya te invito yo… ven, ven…

-          ¡que tengo prisa! Te prometo que más tarde me tomo una copa contigo, pero ahora no puedo… ¡hasta luego!

Y con esas… se libró con un quiebro de la mano del borrachín, que cayó al suelo de morros sin derramar la cerveza, y se dispuso a cruzar la calle a codazos. Soltando todo tipo de improperios abrió la puerta de su casa y la cerró tras de sí con un sonoro portazo.

-          ¡Ufff! ¡juuuuuusto hoy me tenía que encontrar con él! Y encima borracho...-se quejaba Sasuke en lo que subía las escaleras corriendo.

Al llegar a su habitación empezó a revolver los cajones en busca de algo de ropa que ya no utilizara y que le valiera al rubio. Encontró un chaleco de color marrón muy claro, casi beige, una camisa blanca y unos pantalones de cuero marrón oscuro. Cogió unas botas viejas y guardó todo en unas alforjas que engancharía al caballo más tarde.

Después se paró un momento y pensó en lo que tenía que hacer a continuación: “vale… la ropa ya está… ahora sólo necesito localizar a este chico para que me preste el carro… ¿pero cómo demonios lo voy a encontrar en medio de tanta gente?” una vez hubo recuperado el aliento, pues no había descansado desde que salió de la cueva… volvió a adentrarse en la multitud.

Se dirigió a la plaza, pensando que a lo mejor estaba arrasando con las tiendas de dulces, como le gustaba tanto la comida… pero no le vio por ninguna parte. Desesperado, dio otra vuelta, por si acaso… pero nada. El chico no aparecía por ninguna parte. Entonces, una voz femenina le llamó la atención. Se giró, y vio a Sakura peleando para llegar hasta él.

-          ¡Sasuke!... ¡ven para acá… que no puedo!-gritaba, agitando las manos. Sasuke suspiró, pero fue hacia ella. A lo mejor le podía decir dónde estaba el maldito muchacho que no aparecía.

-          ¿qué pasa, Sakura…? Tengo prisa y…

-          ¡ay, Sasuke! ¡¿dónde te metiste ayer?! ¡¿qué te pasó?!-le cortó, tirándosele a los brazos mientras el azabache intentaba apartarse.- me tenías taaaan preocupada… eres idiota, Sasuke… me podrías haber dicho que pasarías la noche fuera… ¿qué…? ¿pero qué te pasa…?

-          Sakura… mira… lo siento pero hoy no tengo tiempo para tus tonterías sentimentales. SOY cazador… es perfectamente normal que pase la noche fuera en el bosque… y lo sabes. Además… no tengo por qué decirle a nadie si paso la noche fuera o no… o qué demonios hago… y menos a ti, ¿entendido?

-          Sa… Sasuke… yo…

-          Escucha, necesito un carro… ¿sabes dónde se ha metido Chôji?

-          Eh… ¿eh…? Pues… no.-Sakura se quedó pensando un momento, olvidando la regañina que le acababa de soltar el azabache.- ahora que lo dices… es muy raro. Adora los mercadillos… ¡ah, clarooo! ¡que se había ido con su padre de viaje! Lo siento mucho Sasuke… pero se llevaron el carro… ¿para qué…?

Pero no pudo terminar de preguntar, Sasuke había salido disparado hacia la casa de Chôji y ya no le veía entre la masa de gente que llenaba las calles. “no me lo puedo creer… es imposible… no me puede estar pasando esto, ¡ahora nooo!” pensaba el ojinegro, desesperado y poniéndose más nervioso por momentos. Necesitaba el carro para poder colar al Kitsune en la aldea… so no… no sabía qué otra cosa hacer. Estaba seguro de que tenía otro, más pequeño… pero carro, al fin y al cabo. A lo mejor… podía “tomárselo prestado” en lo que estaba fuera.

Al llegar frente a la casa de su amigo se quedó de piedra. Las ventanas estaban cerradas a cal y canto, y las puertas también. La dio la vuelta por si encontraba una manera de entrar en los establos… pero no. También estaban cerrados. Prácticamente tapiados con listones de madera clavados en las puertas y ventanas…

Entonces… la desesperanza se adueñó de Sasuke y cayó de rodillas al suelo. No era posible. ¿Qué iba a hacer ahora…? No podía dejar solo al rubio durante mucho más tiempo… y esperar un día más para colarlo… eso si tardaba un día más en localizar a alguien a quien pedir un carro… Si no lo infiltraba ese mismo día… cada vez despertaría más sospechas al pasar todas las noches fuera y volver sin una sola pieza de carne sólo para pedir prestado un carro…

Y de repente… cuando ya lo creía todo perdido… se levantó de un salto y echó a correr de nuevo hacia su casa. Como le pillaba cerca no tardó demasiado en llegar… bueno… considerando la gente que había en la calle, claro. Sudando a chorros abrió la puerta de sus propios establos y las cerró tras de sí, apoyando la espalda en ella y mirando el techo, respirando con dificultad. Estaba agotado…

-          Ah… está bien… si no me… si no… si no me queda otro remedio… tendré que recurrir… a… a…

No pudo terminar de hablar. Un sonoro relincho retumbó en la oscuridad del establo, solamente iluminado por un par de ventanucos en el tejado. Sasuke sonrió el escucharlo… y sus piernas empezaron a temblar de los nervios que le poseyeron en un momento… fallándole del todo. Poco a poco el pelinegro se fue resbalando… hasta que terminó sentado en el suelo, mirando a dos puntos de luz rojos como la sangre que se iluminaron al fondo.

-          Ju… hola… Sharingan…-murmuró Sasuke, intentando levantarse. Otro relincho le respondió desde dentro… acompañado de varios golpes contra las paredes.- no des coces… hoy… vas a sudar que da gusto… amigo.

Al fin consiguió ponerse en pié y abrió una ventana que salía a su derecha, iluminando todo el establo. Al girarse, sus ojos negros se posaron en un imponente caballo negro de ojos rojos y crines y cola blancas que no dejaba de mirarle. Pero no era un caballo normal. En cuanto le dio la luz… el pelaje que antes parecía tan negro como el carbón… comenzó a brillar en tonos azulados.

Sasuke se acercó a él y le acarició el cuello, levantando sus onduladas y espesas crines. El caballo se relajó y le clavó la mirada, helándole la sangre. Ese caballo… tenía un carácter muy fuerte y especial… incluso a él le costaba manejarlo.

-          Sharingan…-susurraba el azabache, sin dejar de acariciar al animal.- amigo… necesito que me hagas un favor… ¿me ayudarás?

El caballo le miró, como sopesando sus opciones. El chico no habría acudido a él si no lo necesitara de verdad… pues siempre era su as en la manga. Al final, asintió y sus ojos brillaron. Sasuke cerró los suyos al sentir una intrusión en su mente. Le empezó a doler la cabeza y una corriente eléctrica le atravesó el corazón… por un momento pensó que se ahogaba… pensó en el rubio… y todo paró.

-          Ah… maldito bicho… un día de estos… me vas a matar…-farfulló, recuperando el aliento y mirando al animal a los ojos. En su reflejo vio… que los suyos se habían tornado también de un intenso color rojo como los del animal.

-          “Tranquilo… no pienso hacer eso. Si lo hiciera… me quedaría sin pienso…”-resonó en su cabeza una voz cantarina y musical… tan suave… que dudaba de que en verdad fuera Sharingan el que se había sincronizado con él.

-          Ju… eres más listo de lo que creía. Bueno, entonces… me ayudas, ¿no?

-          “Pues claro… ¿cómo voy a abandonarte si te has rebajado a venir a mí…? Sin mí no lograrás rescatar a ese muchachito rubio… o debería decir… al hijo del zorro de nueve colas…”

-          Calla. Eso no te incumbe.-le reprochó Sasuke en lo que le ensillaba.

-          “Pero si lo sé todo sobre ti… no me puedes guardar secretos. Cada vez que te sincronizas conmigo leo tu memoria… por eso no te gusta nada montarme.”

-          Ju… me alegro por ti… cotilla. Venga, abre la boquita… que te ponga el bocado.

-          “No sé para qué… si estamos vinculados…”

-          Pues porque la gente no sabe nada de tu habilidad… así que hay que guardar las apariencias. Además, me viene que ni pintado para castigarte si te niegas a obedecer o si me haces alguna jugarreta como intentar tirarme…

El caballo abrió la boca a regañadientes y Sasuke terminó de aparejarle. Luego subió a por las alforjas y se las puso. Una vez preparado… el azabache le sacó sujeto de las riendas y abrió la puerta. El sol le dio le lleno al caballo, haciendo que resplandeciera en tonos azules y blancos… y que sus ojos rojos brillaran de entusiasmo. La gente que pasaba por allí en ese momento se paraba a admirar su belleza, y susurraban entre ellos. “muy bien… vamos” pensó Sasuke, subiéndose después de haber cerrado bien el establo. “a sus órdenes… mi amo…” resonó la respuesta del caballo en su mente. Estaba impaciente por galopar un poco,

Entonces, Sasuke comenzó a guiar al animal entre el gentío, que se apartaba a su paso. Una vez en la puerta… los guardas intentaron decirle algo… pero el azabache azuzó al caballo, que echó a galopar tan rápido como podía, dejándoles de nuevo con la palabra en la boca.

-          ¡no corras tanto! ¡tenemos un buen trecho hasta llegar a las cuevas… y no podemos detenernos a que descanses!

-          “ya lo veo, ya…”-respondió Sharingan, una vez que Sasuke le mostró en su cabeza el camino a seguir. Disminuyó la velocidad y dejó de golpear el suelo con tanta fuerza. Sabía que también le tocaba volver corriendo… y con dos personas.- “¿sabes una cosa, Sasuke? Esto me recuerda… a la primera vez que te atreviste a montarme… cuando la muerte de tus padres.”

-          No me lo recuerdes… sólo espero… que no termine igual…

Guiada por el ritmo que marcaban las patas de Sharingan al galopar sobre la hojarasca… la mente del azabache comenzó a sacar a la luz dolorosos recuerdos… que le eran imposibles de olvidar…

Una semana más tarde de haber encontrado a Kitsune, Sasuke se despertó con una sensación extraña en el cuerpo. No sentía el nerviosismo habitual que le poseía cuando iba a escaquearse al bosque a ver al zorro. Algo iba mal esa mañana… la casa estaba demasiado silenciosa. Y no sólo la casa… las calles también.

Intrigado, se vistió corriendo y bajó a la cocina. No había nadie. “Qué extraño…”pensó, en busca de alguna nota que alguien le pudiera haber dejado. Pero no había ninguna… fue cuando miró en los establos que vio un caballo enorme que antes no estaba ahí. Tenía los ojos rojos… Sasuke se asustó y cerró la puerta. “¿qué era… eso” entonces vio, clavada a la puerta del establo, una nota de su padre.

[Sasuke, ese caballo es para ti. Se llama Sharingan. Móntalo sólo cuando lo creas necesariamente imprescindible… y no le hables a nadie de su don. Es un caballo muy especial… ya lo verás.]

-          Nada más… qué raro es esto. Creo recordar que padre dijo algo de que se iba con los soldados en calidad de explorador hoy… a investigar no sé qué cosa… pero madre… ¿adónde habrá ido…?

Entonces… la puerta de la entrada se abrió de golpe y unos pasos acelerados entraron en la casa. Había más de una perdona. Sasuke se escondió bajo una mesa y escuchó. Algo le decía… que no debía salir de allí.

-          ¡Itachi! ¡Date prisa!

-          ¡ya lo sé, ya lo sé…! Pero…

-          ¡Tu hermano estará bien… ahora lo que importa es detener a tu madre! ¡se ha enterado de lo de la emboscada a los soldados y ha salido disparada tras ellos!

Entonces, los pasos salieron de la casa de nuevo… y Sasuke escuchó el galope de varios caballos alejarse de la casa. “¿emboscada…? Un momento… padre fue… ¡Padre! ¡Madre!” pensó el muchacho, saliendo de su escondite y asomándose a la puerta. A lo lejos vio a una chica de pelo rosa que corría hacia él con los brazos extendidos. Estaba llorando.

-          ¡Sakura!-gritó el niño desde la puerta.- ¿qué está pasando?

-          ¡Sasuke! ¡están atacando el castillo!

-          ¿Cómo? ¿Quiénes?

-          No lo sé… sólo sé que vi a tu madre luchando… me dijo que viniera aquí a decirte que no salieras… y… y… que no te preocuparas por ella… ha entrado… ha entrado a salvar… ¡ha entrado a salvar a los criados que se habían quedado encerrados dentro!

-          ¡¿Y mi padre?!

-          Yo… no lo sé… me fui cuando nuestros soldados… empezaron a perseguir… ¡ah… no lo sé…! ¡todo ha pasado tan rápido…! ¡espera, Sasuke…! ¡¿dónde vas?!

El pequeño no la respondió. Entró en el establo y vio al inmenso caballo ante sus ojos… fuerte… salvaje… las palabras de su padre en la nota resonaron en su cabeza: “móntalo sólo cuando lo creas necesariamente imprescindible.” Y más imprescindible que en esa situación… no creía que hubiera otra… Sasuke se acercó a él todo lo decidido que le era posible. El caballo bufó y clavó una mirada inyectada en sangre.

-          Mira… yo no te caigo bien y tú a mí tampoco. Pero tú no puedes sobrevivir sin que yo te alimente… y si no me ayudas… ¡puedes olvidarte de ello!

El caballo levantó la cabeza con superioridad y le dio un golpe con la pata, tirándole al suelo. Y entonces comenzó a dolerle la cabeza… y su mirada se alteró. Algo raro pasaba… que ya no se sentía como él mismo. En un charco del suelo pudo ver cómo el color de sus ojos cambiaba a rojo. Cuando el dolor remitió… una voz resonó en su cabeza y le dijo: “Trato hecho… monta.”

Al momento siguiente Sasuke galopaba a toda velocidad aferrado a las crines del caballo directo al castillo. Pero cuando llegó… se quedó petrificado. El castillo se estaba incendiando... y delante de él había cadáveres desmembrados por el suelo, heridos que luchaban por seguir vivos y que suplicaban a los dioses su ayuda… y a lo lejos… en la otra loma… el sonido de espadas entrechocándose y de flechas surcar los cielos. Las pupilas del ojinegro se contrajeron en terror. Era horrible. Pero tenía que encontrar a sus padres.

El pequeño azuzó al caballo, que galopó hacia la batalla. Sus patas se empaparon en sangre, tanto de hombres como de bestias... tal era la masacre que se había producido. Según se fue acercando agudizó la vista en busca de algún conocido. Curiosamente veía mucho más lejos de lo normal… como si tuviera zoom… aunque en ese momento no estaba como para cuestionarse qué pasaba.

Al fin, sus ojos se posaron en una mujer alta, de pelo negro, que corría, con la espada en la mano hacia un hombre que acababa de ser derribado de su caballo. Su padre. “¡No!” pensó Sasuke, espoleando al caballo sin cesar para alcanzarlos. Pero Sharingan se negó a avanzar cuando estaba a tres metros de ellos. Estaban rodeados de un anillo de fuego azul…

Sasuke se aferró aún más fuerte al caballo. Estaba temblando de miedo. Su padre se lanzó, espada en mano, hacia alguien que no alcanzaba a ver… y cayó fulminado de espaldas, atravesado por media docena de flechas… sin llegar a alcanzarlo. Su madre corrió hacia él y se arrodilló a su lado, gritando y maldiciendo entre sollozos. Entonces… la sombra que no alcanzaba a discernir levantó una espada… y se la clavó en el corazón. Cuando se la sacó la mujer se derrumbó, cayendo sobre su esposo… sin moverse…

El azabache entró en estado de shock. Su cuerpo temblaba descontrolado, sus ojos estaban desorbitados y sus pupilas se habían contraído tanto que sólo se veían dos puntitos rojos temblorosos sobre un fondo blanco. Estaba agarrado tan fuerte al caballo que sus nudillos se habían puesto blancos… y se había clavado las uñas en la palma de las manos, tiñendo de sangre los blancos pelos del animal.

De repente, Sharingan giró la cabeza y le mordió de las ropas, agitándole para sacarle de ese estado.

-          “¡Vamos, pequeño….! ¡tenemos que salir de aquí! ¡REACCIONA!”-le gritaba, intentando reanimarle. Pero al ver que el niño no volvía en sí… le relinchó todo lo fuerte que pudo en el oído.

Eso fue suficiente para que el pequeño agitara la cabeza y recupera parte de su conciencia. El caballo se dio la vuelta y echó a galopar en dirección contraria por sí mismo, al ver que el pequeño todavía no le daba órdenes… y el chico se dejó llevar, mirando a su alrededor y agudizando el oído…

De repente, la voz de su hermano llegó hasta él. “¡Deprisa! ¡Tenemos que cortar su avance antes de que lleguen al bosque! ¡si llegan allí se nos escaparán!”

-          ¡¿El bosque?! ¡Sharingan! ¡¡no sigas por ahí!! ¡sal por la puerta del sur y atraviesa hasta llegar al bosque!

-          “¡¿Estás loco, canijo?! ¿qué quieres, que nos maten?”

-          ¡¡Hazme caso!! ¡tengo que alertar a un amigo!

-          “¿A ese zorro de cuatro colas que se ha encariñado de ti? ¿te crees que no se habrá enterado ya de este jaleo? ¡estará ya a salvo!”

-          ¡Da igual! ¡tengo que asegurarme!

El caballo encogió el cuello y bufó. Sus ojos brillaron al mirar el camino dentro de la mente de Sasuke, que temblaba por momentos. Todo lo rápido que pudo, sudando a chorros, llegaron al claro esquivando a las tropas por el camino del sur… allí no había nadie.

-          No puede ser… ayer mismo quedamos en vernos aquí… para celebrar su nuevo estirón… y que le creciera una cola más…

-          “Ya te lo dije… seguro que… se ha escondido… en… en un lugar que sólo él conozca…”

-          ¡Eso es! ¡eres un genio, Sharingan! ¡a las cuevas!

-          “¿Cómooo?... no puedo más…”

-          ¡¡Vamos!! ¡allí nos podemos esconder nosotros también…!

Sharingan cogió aire y consultó de nuevo el camino en la mente del pequeño Sasuke. Resopló al ver lo lejos que quedaba… y se puso en camino. Corrió sin parar todo el camino, saltando rocas, esquivando ramas… y peleando con la pendiente de la montaña.

Fue cuando empezó a sudar blanco y creía que no llegaría que vieron delante de ellos las entradas de las cuevas que le servían de refugio al Kitsune. Jadeando los dos, entraron dentro. Sasuke llamó al zorro varias veces… y no obtuvo respuesta. No había nadie. Y el Kitsune… había desaparecido sin dejar rastro…

En ese momento… cuando el azabache se dio cuenta de que estaba prácticamente solo… se desmayó sobre el caballo al sentir cómo su corazón se rompía en mil pedazos del dolor que lo atravesaba… un dolor tan fuerte que no podía soportar.

Sasuke sacudió la cabeza para alejar esos malos recuerdos de él. Maldito caballo, mira que recordarle algo así… aunque tenía razón… la tensión que sentía venía a ser la misma. Sólo esperaba… que esta vez el Kitsune se encontrara en la cueva… y no lo hubiera abandonado de nuevo. Entonces, el caballo relinchó. Las cuevas. Al fin.

El azabache desmontó con agilidad al llegar y entró corriendo. Tenía el corazón que no daba a vasto de lo rápido que latía. Sus ojos escanearon el lugar… y allí estaba. Sentado frente a la hoguera… su Kitsune. Sasuke suspiró de alivio y se relajó. “menos mal…” pensó… recibiendo la inesperada respuesta del caballo: “eso. Menos mal… porque si me llegas a dar esta paliza para nada OTRA VEZ… no sé lo que te hago…”

Entonces el rubio se percató de su presencia y le miró con ojos aliviados, levantándose y corriendo hacia él gritando: “¡Ñiiiuuuuuu!”. Cuando le alcanzó le abrazó fuerte y sonreía, feliz. Sasuke lo apartó con delicadeza y le miró, serio.

-          Kitsune… llega tu turno.

-          ¿Nyyyaaa?-le respondió el rubio, sin comprender.

-          Ju… vamos a representar… una obra de teatro…-le explicaba Sasuke, mientras sacaba la ropa de las alforjas y se acercaba al otro para vestirlo.-… escucha con atención. Allí nadie debe saber lo que eres… o te matarán. Así que es muy importante que te comportes como un humano. Te vas a poner esto… y vamos a volver a la aldea en mi caballo.

-          Nya…

-          Sí… ya lo sé… a la entrada viene el problema. Tú no debes decir nada. Es más… debes parecer muy cansado. Voy a decir que te estaban asaltando unos bandidos… que ESE flechazo te lo han hecho ellos… y que yo te encontré al salir de caza. Que venías a visitarme… porque “eres un amigo mío de la infancia”… que en cierto modo, es verdad… así que… te quedarás en mi casa. Más o menos es esto. ¿comprendes?

-          Nnnnnn…. Nya…-respondió el Kitsune, ya vestido, sin entender muy bien.

-          Ya lo sé… me explico fatal… pero es que es difícil de contar así. A los guardas se lo diré más claro. Por cierto… estate quieto.

De repente, Sasuke sacó un cuchillo y se acercó al rubio… que retrocedió. Pero el azabache le tiró al suelo con habilidad y se sentó a horcajadas encima mientras en otro  se revolvía sin dejar de quejarse.

-          ¡Para un poco! No te voy a cortar a ti, sino al pantalón… tienes un flechazo… es lógico que el pantalón este agujereado. Además… te lo tengo que ensangrentar…

El rubio se quedó quieto mientras el azabache hacía un agujero minúsculo al pantalón con el cuchillo. Luego, se hizo un corte en la palma de la mano e hizo presión para que la sangre chorreara sobre la pierna del otro de forma que pareciera que era su propia sangre. Al final, se la vendó con un pañuelo que había encontrado en las alforjas.

Cuando terminó ayudó a subir al Kitsune al caballo… que se quedó todo lo quieto que podía, aunque no le hacía gracia cargar con dos personas. Sasuke se subió detrás de él y le sujetó por la espalda para que no se cayera. Al momento estaban galopando a toda velocidad a través del bosque directos a la aldea.

Cuando se acostumbró al traqueteo del animal, el rubio se giró un momento y miró a Sasuke a los ojos, extrañado.

-          ¿Ñiuuu…?

-          ¿Esto…? No pasa nada… cada vez que monto en Sharingan… se me ponen rojos. Pero tú ni caso.

Y ya no hablaron más hasta la entrada de la aldea. El caballo estaba empapado en sudor. Había galopado más rápido para que pareciera que de verdad llevaban a un herido… además de que faltaba poco para la puesta de sol. El rubio estaba agotado… así que no tendría que fingir mucho… y Sasuke… se tensó y puso cara de llevar urgencia.

Al verlos llegar, los guardas echaron a correr hacia ellos. Ya sospechaban que algo iba mal al ver el ritmo que llevaba el caballo… y los cabeceos del rubio, que había cerrado los ojos para fingir estar inconsciente. Cuando se acercaron, Sasuke paró a Sharingan y abrió la boca para hablar… pero no fue necesario. Solamente con lo que veían les fue suficiente a los guardas para decirle que se diera prisa y que pasara, que fuera directo a la curandera.

El azabache levantó las cejas, sorprendido, y espoleó al animal para que continuara… hacia su casa. “es increíble… con qué poco se engaña a un guarda, últimamente…” pensaron tanto él como el caballo.

Al llegar, Sasuke ayudó al Kitsune a bajar… y lo llevó en brazos a la cama. Estaba tan cansado… que se había quedado dormido sobre el animal. Le acostó en su habitación, ya que era la más acogedora en esos momentos, al no haber nadie más en la casa… y sin desnudarlo ni nada, le arropó. Sólo le quitó las botas para que estuviera más a gusto. El azabache se le quedó mirando un momento, antes de irse a desensillar al caballo… parecía tan tranquilo…

-          Buenas noches… Kitsune…-le susurró, acariciándole el pelo y dándole un beso en la frente. Luego se giró y avanzó hacia la salida. Pero antes de que pudiera cerrar la puerta tras de sí… un murmullo de parte del Kitsune le dejó de piedra en el sitio, sujetando el picaporte y con los ojos como platos.

-          Sa… suke…

 

… ¡Hasta el capítulo 4! ^^

 

Notas finales:

¿a que sorprende...? este capítulo es escaso en partes graciosas, lo siento... pero es que no había dónde meterlas, el siguiente será más gracioso, lo prometo!

espero que os haya gustado! nya!

gracias por leer!! hasta el capítulo 4! =^-^=


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).